sábado, 30 de enero de 2010

Recuerdos del Hospital Viejo

Casi todos los días paso por la Alameda y no puedo dejar de mirar la fachada de un gran edificio, que además de su gran tamaño, tiene un aspecto noble y en lo alto de su pared, proclama la Salud. Se accede a él, desde la Alameda, por una avenida, que acaba en una doble y larga escalera, acompañada por una pista por la que suben las sillas de ruedas. De lo alto de dicha escalera se entra en el recibidor del Hospital del Sagrado Corazón u Hospital Viejo, creado por la Diputación Provincial. Hay quien lo llama Hospital Viejo, cuando algunos oscenses hemos conocido otro todavía más antiguo, que se encontraba en la Plaza del Seminario, frente al Museo. Allí estaba de administrador el señor Del Cacho, que tenía un hijo gran amigo de mi hermano el Psiquiatra muerto en Canadá, Manuel Almudévar. Allí, quizá se le despertara su vocación por la Medicina y aprendió a criar “crietas” de gorrión, que habían perdido a sus padres. En aquel Hospital las salas eran enormes y acogían en sus camas de hierro a enfermos y lesionados, pero en la Guerra Civil eran muchos los heridos y los muertos. Yo tengo mis recuerdos de dicho Hospital, pero cuando llegué al de la alameda, para que me rehabilitaran mi brazo derecho, me saludó un empleado ,que es uno de los que más datos tiene de los doctores, enfermeros y enfermeras, farmacéuticos, comadronas, monjas, administrativos preocupados por la salud de los individuos y de la sociedad. Este empleado es un archivo vivo, que ha tenido la costumbre de acumular datos. Me contó, entre otras muchas cosas, del antiguo Hospital de la Plaza del Seminario, pues de niño ya entraba en su interior, donde una fuente presidía el centro del patio, acompañada de cuatro palmeras, una en cada esquina. Yo tenía un recuerdo de su persona, pero él me contó mis visitas al Hospital, que yo hacía siendo diputado provincial. Al llegar a recuperar los movimientos de mi brazo, lo veía empujar no una silla de ruedas, sino dos, lo que hacía con gran habilidad. Un día lo encontré enfadado porque le había desaparecido un tajador o sacapuntas, con el que afilaba los lápices de los empleados de Rehabilitación y es que hacía diecisiete años que lo tenía al servicio de sus compañeros y lamentaba el no poder serles útil nunca más.
Parece ser que en el hospital del Seminario tuvieron que acoger a Don José Pla, Presidente de la Diputación. Era éste un señor auténtico, alto y delgado , que usaba sombrero y se servía de un bastón y además tenía un corazón noble, porque se dio cuenta de lo incómodos que tenían que estar los enfermos en salas de diez camas y más cuando a él tuvieron que añadir una cama con la que se hacían once. Era natural de San Esteban de Litera. Estando yo en la Diputación lo conocí en cierta ocasión en que vino a Huesca y entró en ella para saludar a su Presidente. No se debió de sentir cómodo en la enorme sala y tuvo la idea de fundar un hospital más moderno. Así se hizo y el antiguo Hospital se convirtió en Psiquiátrico.
Al principio la distribución de los servicios era completamente distinta de la actual Entrando por la puerta principal y a la izquierda estaban los rayos X , servicios de laboratorio, urología, farmacia y consultas de pulmón, corazón y medicina en general.
Entrando por el otro lado, se en encontraba la Medicina Militar y de la Guardia Civil. En el primero estaba el piso para las compañías de pago e igualatorios.
Toda esta organización estaba dirigida por unos doctores sabios y eficaces ,como el Doctor Bragado en Cirugía, ayudado por don Jesús Recreo, hombre callado y bondadoso, que me operó a mí de. En Traumatología estaba Don Luis Coarasa, gran amigo mío y de un buen humor, que un año para San Lorenzo en los toros, no lo dejaban entrar, siendo él médico traumatólogo. Le dije que debíamos ir a hablar con algún “mandamás” pero me dijo que se iba a su casa y que cuando lo necesitaran, ya iría a la Plaza. Tiene un hijo traumatólogo que ha intervenido en mi rotura del brazo derecho.

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