sábado, 13 de febrero de 2010

Concepción Guarga de Ola

Cuando voy al pueblo de Ola, que está situado muy cerca de Siétamo, a la derecha de la carretera que baja desde Siétamo hasta Caspe, veo una noble casa, toda de piedra y que está datada en mil seiscientos ochenta y cinco. Se trata de Casa Guarga de Ola, a la que tantas veces me he mirado, para recordar a los Guarga de Ola, entre los que se hallaba mi tía Concepción, del mismo apellido. Este apellido tiene unos orígenes antiquísimos, pues es el nombre de un río que nace en la Sierra de Gallardón y desemboca cerca de Caldearenas, en el río Gallego.¿Quién se acuerda de los habitantes de tal Sierra?, como ¿quién recuerda a los Guarga de la casa del mismo nombre?.Sin embargo yo tengo presentes en mi memoria a los Guarga de Ola, porque Concepción Guarga fue pariente mía. ¿Quien se acuerda de los Guarga?, pues son los mismos Guargas , que todavía están en este mundo y luchan por la conservación de su apellido.
Pero no sólo tenemos que pensar en el futuro, sino también estudiar el pasado y antes de llamarse la casa de Concepción, casa Guarga, se llamó Casa Aysa y este nombre se cambió no por abandono de los Aysas , sino porque en una de sus generaciones tuvo como heredera a una mujer, que se casó con un Guarga. Esta familia levantó la casa en una de cuyas fachadas pone la fecha de 1685 y creó una casa de los Aysa, que en lengua vasco ibérica quiere decir “buen pasar o bienestar” .
Manuel Almudévar Cavero de Siétamo tuvo cinco hijos, a saber cuatro hermanas y un hermano, llamado José María, que se casó con una hija de Casa Sipán de Siétamo y tuvieron una hija, a la que llamaron Pilar y de apellidos Almudévar Sipán, A esta Pilar la conocí yo en mi casa de Siétamo, porque frecuentaba nuestro hogar, donde recuerdo como en cierta ocasión se cayó muy cerca del fuego, pero no se hizo nada. Se reía con su pañoleta atada sobre su cabeza y con largas sayas. Este hecho ocurrió antes de la Guerra Civil, cuando yo tenía unos cinco años. Vivía ya viuda en la casa de su padre José María Almudévar en Siétamo, pero iba por Lalueza donde tenía familia y ayudaba a sus primas a resolver sus faenas domésticas. Se casó con un Narbona y tuvo un hijo que se llamaba José María Narbona Almudévar. Este se casó con una mujer de casa Guarga de Ola, es decir con mi tía Concepción y tuvo un hijo llamado José María Narbona Guarga, que estudiaba en el Seminario y que murió en la Guerra Civil, sin que nunca se supiera donde fue enterrado y una hija, llamada Pilar Narbona Guarga, que se casó con un catalán, hombre simpático y trabajador, que se llamaba Chaume Vilaseca.
Esta casa ha tenido varios propietarios, siendo el primero con el apellido Aysa, del que figura el escudo en su fachada con cuatro cuarteles en uno de los cuales hay tres angelicos, en otro un castillo, luego las cuatro barras de Aragón y por fin un brazo con una llave en su mano. Es curioso ver como casi todos los altoaragoneses somos más o menos parientes, porque en la Infanzonía de mi apellido sale en la letra G, Miguel Joseph Almudévar de Sieso, que se casó el año 1706, con Ana de Aysa. Este escudo, que preside la fachada de casa Guarga es el mismo que se encuentra en la fachada de la casa Aysa de Huesca, con una diferencia, que consiste en que en el escudo de Ola, se descuelgan dos rasgos esculpidos que representan “ramas bastardas del Rey de Aragón”.
Después casa Aysa pasó a llamarse casa Guarga, porque, como he escrito antes, no les nació ningún hombre, sino una hija, que se casó con un Guarga. Siguió gobernando la casa la sangre de los Aysa, aunque sin ese apellido, sino el de Guarga.

Después vino el apellido Guarga . No sé cuantos años hace del cambio de apellido, porque el vecino de esta casa, llamado Fernando Catevilla murió hará unos tres años (estamos en el año 2008) y siempre había conocido que tal casa estaba habitada por los Guarga, hasta que pasó a llamarse Casa España, cuyo dueño fue el señor Salanova, amigo mío. Ahora la ha comprado un señor de Huesca, que la ha arreglado y ha respetado su antiguo estilo. Ahora es propiedad dicha casa del señor oscense Lafarga, que hace que llamen a la famosa casa, la de Lafarga. No importa este cambio de nombre pues Lafarga ha reconstruido toda la casa con gran gusto y con cariño, con lo que ha conseguido que casa Aysa, siga siendo la casa del “bienestar” en nuestra primitiva lengua vasco-ibérica”, a pesar de que faltan unas enormes y bellas puertas, que se llevaron cuando la casa estuvo vacía, antes de comprarla el señor Lafarga.
Se encuentra dicha casa con su fachada mirando al Oeste, en un callejón estrecho y al otro lado de la casa se encuentra un viejo cementerio, donde sólo se conservan dos cruces que presidían otras dos tumbas. Una de ellas tiene tallada una calavera, con dos huesos cruzados debajo de ella y la otra, debajo de la cruz está representado un ciervo; en medio ha desaparecido la piedra o el mármol en que estaba escrito el nombre del difunto, pero debajo aparecen dos letras, una la L mayúscula y otra, me parece que la R, también mayúscula y entre ellas está tallado un arado de aquellos en que se enganchaban las caballerías una al lado de la otra, con un largo madero en medio. Es curioso que ese arado aparecía ya en tumbas ibéricas y tal vez fuese la tradición que llevaba a los picapedreros a seguir poniendo como algo sagrado un arado, que el hombre utilizó durante siglos para trabajar la tierra. En una casa próxima, llamada Casa Baylo, se conservan las armas de Lalaguna, que según dijo el señor Fernando Catevilla, era el que estaba enterrado debajo de la sepultura citada. Ese arado parece ser que manifestaba la fe y la dedicación de aquellos caballeros a la agricultura. Por la cara Norte de la casa se levanta de una altura notable una pared, con una puerta falsa de hierro y dentro de tal puerta se encuentra un antiguo corral, hoy día convertido en un jardín que recuerda los jardines de un antiguo convento, que en lugar de tener un claustro tiene una alta “tiña” o cubierto de elevados pilares de piedra.

Forma esa sección Norte de la casa, un ángulo recto con su fachada y en el punto donde tiene el vértice dicho ángulo se encuentran dos arcos de piedra, de los que uno mira al Norte y otro al Oeste. En ese cubierto se halla un abrevadero de piedra y al otro lado una entrada al cubo donde se preparaba la cosecha de vino y encima de él, pone Año 1685. Estas dos fechas, la de casa de Sieso y la de casa Otal, nos recuerdan el cambio de vida que ocurrió en nuestras tierras de Aragón, porque en 1613, fueron expulsados de ella, los moriscos, todos ellos de religión musulmana, pero casi todos ellos de sangre celtibérica. En Ola y en Olivito vivían muchos de ellos y todavía se puede ver el recuerdo que dejaron en la fuente, donde se conserva un arco de herradura, creado por los moros, que demuestra su presencia. En la fachada principal lucía con orgullo un balcón de hierro forjado, que desapareció cuando casa España todavía no se había convertido en la actual casa del oscense Lafarga, que no tuvo nada que ver con la desaparición del balcón. En escaso pedazo de pueblo se hallan restos arquitectónicos, porque además de los del cementerio y de casa Guarga, se encuentra un edificio, hoy bodega de Otal de Ola, que era la casa donde se partían los diezmos y primicias. Detrás de la pared Sur del cementerio, se halla la iglesia parroquial, en la que se venera a San Urbez, santo aragonés del siglo octavo, que estuvo de pastor en Ola y que hizo manar una fuente en su Señorío. Los libros no dicen nada de la relación de dicho santo con el pueblo de Ola.
Me acuerdo de Concepción Guarga, que era una señora de una dignidad enorme y siempre la conocí vestida de luto y con su mantilla con un libro de misa o de devociones, cogido con su mano, iba a misa a la parroquia. Se veía que había nacido en una casa, que estaba delante de un cementerio y con un corral, que a mí, ahora, me parece un jardín conventual. He hablado del parentesco entre los altoaragoneses y con esta idea, me encontré en un despacho de Abogado a una bella joven abogada, que se parecía a Concepción Guarga y efectivamente eran semejantes, porque además de su digno aspecto, me dijo que se llamaba Guarga y que su origen estaba en Casa Guarga de Ola. Resulta curioso o digno de meditación el ver a la joven con un elegante ropaje de color negro, como si fuera de luto, pero que producía, no tristeza ni lágrimas, sino una alegría espiritual, ligada a nuestra tierra.

Concepción Guarga Panzano nació el cinco de Abril del año mil ochocientos ochenta y ocho, en casa Guarga de Ola..Era hija de Don Miguel Guarga Mur y de su esposa Doña Concepción Panzano López.En la Escritura de división de un patrimonio entre los vecinos de Ola, ante el Notario Don José Delfín Piniés y Cambray, del seis de Octubre de 1898, “ponen primer lugar a Don Miguel Guarga Mur, su esposa doña Concepción Panzano López y su hijo Don Miguel Guarga Panzano,soltero”. Este Miguel Guarga Panzano era hermano de Concepción Guarga Panzano y otro hermano se llamaba Rafael, otra hermana fue María ,que se casó con Buisán, otra Ramona, casada con un maestro de apellido Nieto. Al hijo de Buisán lo conocí y tuve amistad con él. Siendo yo todavía un niño lo vi vestido de soldado de aviación y se trataba mucho con su prima Pilar.
En la escritura sale en tercer lugar, Doña Ramona Guarga Sieso, viuda de Don Manuel Guarga Mur, hermano de Miguel Guarga Mur, padre de Concepción y heredero de Casa Guarga.En décimo noveno lugar aparece Don Vicente Guarga Aisa, casado con Doña Pabla Fondevila Zamora. Este Don Vicente Guarga Aisa, procedía de Casa Aysa.

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