domingo, 14 de marzo de 2010

Santos Santolaria.

 
 
Santos Santolaria, era compañero de estudios de mi difunto hermano Jesús y de esa circunstancia se deduce la gran amistad que siempre les unió. Amistad que me llevó al jardín de su casa, que se encuentra al lado de la del Doctor Bragado, a “caparle” unos pollos, que convertidos en “capones”, los saboreó, unido a alguno de sus hijos e hijas, en las Fiestas de Navidad. ¡Cuántos años hace de este pequeño acontecimiento , porque todavía no habían nacido todos sus hijos!. Sus ancianos padres, a los que conocí, debieron marcharse por aquel entonces, de este mundo, pero su señora y él, cuando ya se habían muerto su padre y su madre, criaban a sus hijos, que han salido con profesiones nobles. Yo creo que al vivir en un lugar tan pintoresco de Huesca y con la educación que les dieron Santos con su esposa, salieron todos con conocimientos científicos y técnicos. En tanto la esposa de Santos, trabajaba en aquella casa, próxima a la entrada del Parque, Santos dirigía una tienda con un nombre tradicional en Huesca, porque la llamaban “La Tijera de Oro”. En ella suministraba de ropa a muchos de los campesinos de la Comarca de Huesca. He oído contar a una señora de un pueblo del Somontano, como su marido todos los años compraba las fundas para segar o para coger olivas. ¡Cuántos entraban en su tienda con la cabeza desnuda y se marchaban de ella con sus boinas nuevas ,cubriendo su cabezas!. Pero no sólo se iban contentos por estrenar sus prendas, sino que salían sonrientes por el trato amable y las palabras cariñosas de Santos Santolaria, al que algunos, quizá ya de otros tiempos pasados, llamaban “Santicos”. Si, porque fue un joven, que era Danzante de San Lorenzo y que pertenecía a distintas cofradías, como la de San Vicente de Paul, que repartían ayudas entre los necesitados. Han pasado muchos años, desde que jugaba al fútbol con mi hermano Jesús, pero todavía seguía en su tienda “La Tijera de Oro”, situada en el Coso Bajo, sirviendo a los clientes. Y ¡qué emoción la de ver el lunes, día uno de este mes de Marzo, a las ocho de la tarde, cuando ya iba Santos a cerrar su tienda, a dos jóvenes de gran cultura, uno Arturo González, escritor y Oscar Ballarín, Fisioterapéuta! . Antes iban los labradores y en esos momentos fueron dos jóvenes, que querían reconstruir la romería que desde los pueblo montañeses de La Val de Viu, se realizaba hasta Nocito , para venerar a San Urbez. Necesitaban boinas, como las que cubrían las testas de los montañeses y otras ropas diversas, para caminar cantado romances antiguos, a punto de desaparecer. Cuando Santos vio la boina sobre la cabeza de Arturo Gonzáles, exclamó en fabla medio aragonesa: ¡Aún tienes buen “redoler”,¡zagal!. Cuando yo pasaba por delante de su comercio, entraba a conversar con él, pero si había clientes, me marchaba, hasta que un día que nos encontramos en la Catedral, me dijo: oye Ignacio, tú cuando vengas, no te vayas por la presencia de otros, que ya se marcharán y podremos conversar. Hoy, muchos piden a Santa Ana, buena muerte y poca cama. Tú no tenías necesidad de dirigir esa oración a nadie, pero el Señor te ha hecho caso, porque Santos se fue a su casa el lunes, día uno de este mes de Marzo y pasando al martes, día dos el Señor se lo llevó, a acompañar a san Urbez, en la Corte Celestial. Yo tengo el deber de manifestarle mi dolor a su esposa, a sus dos hijos, uno de ellos Doctor en Medicina y a sus tres hijas, al tiempo que me llena de emoción la Romería con las boinas de Santos a San Urbez.

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