sábado, 20 de noviembre de 2010

Ermita de Santa Elena, en la “cabañera del aire”


El pasado día ocho de Diciembre, me subió a Santa Elena el nieto del “agüelo”, ya difunto, Mariano Bercero. Desde esas alturas, tuve la dicha de contemplar esa Sierra legendaria e histórica, que va desde Tardienta hasta Alcubierre. Y desde este último pueblo hasta la ermita de Santa Quiteria, en Torralba, en viejos tiempos, San Caprasio visitaba los santuarios de San Simón y de la Virgen de Magallón, de la que son tan devotos los hijos de Robres, subía después a Santa Elena y acababa su romería en Santa Quiteria de Tardienta. En aquella elevada meseta de Santa Elena, contemplaba los Pirineos desde el Monte Perdido, el Turbón y otras múltiples cimas blancas por la nieve, que me hicieron reconocer que Torralba es, sin duda, Aragón. ¡Cómo se contempla la división del Alto Aragón entre la Montaña y la Tierra Baja!. Sí, porque desde estas alturas se ve perfectamente la “Osca” o puerta para pasar de la Montaña a la Plana de Huesca, que es, sencillamente, el Salto Rodán. Osca es palabra vasco-ibérica que significa puerta o apertura, de las que tantas se hicieron en aquella Sierra por los pastores en las orejas de las mansas ovejas. Por su pequeño tamaño se denominan “osquetas”. Allí al contemplar el Salto de Roldán, se piensa en el Emperador Carlomagno, que bajó hasta Zaragoza y el caballero Roldán, saltó con su caballo desde la Peña Men o Amán, al otro lado del río tan latino, el Flumen, a la Peña Sen o de San Miguel. Más allá pasa el río ibérico Isuela y más allá todavía los ríos de nombres árabes Guatizalema y Alcanadre. Los moros dejaron también su recuerdo en la torre Mudéjar de Torralba y llaman también Autovía Mudéjar, a la que sube desde el Ebro en Zaragoza hasta Francia por la Montaña. Y todo eso se ve desde el Santuario de Santa Elena en la Sierra de Torralba. Pero no sólo se puede meditar, en esas alturas, de las guerras y en las invasiones del pasado, sino que en estas quebraduras del terreno y estas parideras, hicieron una revolución por la justicia y el bienestar del pueblo los “bandidos generosos”, que llenaron de historias y leyendas toda la inmensa comarca de los Monegros, que desde Santa Elena se divisa. Todo esto lo narra muchas veces el cura don Rafael Andolz, en las aventuras del bandido Cucaracha. En aquellas quebraduras de la Sierra, crecen las carrascas, los pinos, las sabinas, los sauces, romeros, ontinas, tamarices y multitud de yerbas leñosas, como la barrilera que rueda y rueda, impulsada por el aire. En aquellos terrenos quedan multitud de parideras, hoy día, casi vacías, pero en esa “cabañera del aire”, no se dejan escapar la producción de energía, por medio de aquellos altos y recios postes, con sus aspas girando para producir energía eléctrica. Mi sobrino Marianer tiene como novia a Begoña y antes recorría la Sierra con sus ovejas y ahora corre por aquellos caminos para vigilar el funcionamiento de los “molinos movidos por el viento”. En Torralba siempre han sentido inquietud por el progreso, como se da uno cuenta al escuchar a Mariano Bercero, hijo del “agüelo”, cantar la jota, que reza: ”No te cases en Torralba,- ni te cases en Senés- vete a casar a Tardienta-que verás pasar “o” tren”. Y el nieto Marianer, ha visto cuidando las ovejas: el riego, la torre de la iglesia restaurada, la autovía Mudéjar y ahora ha dejado las ovejas, para ocuparse de los molinos de viento que crean energía. Por eso se sienten felices los de Torralba y cantan:”Torralba ya no es Torralba-que se ha vuelto capital-tenemos buenas piscinas – y a comer al Restaurán”.

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