sábado, 25 de diciembre de 2010

Salto de Roldán u Osca



Cuando uno pasea por la Calle del Desengaño, la más larga de Huesca ,antes de llegar al edificio conocido por el Amparo, hay un espacio libre de construcciones, que te invita a apoyarte en la pared que hace de límite del observatorio en que se ha convertido y sobre la antigua muralla oscense, te miras hacia la Sierra y aparece delante de tí un impresionante paisaje que es el Salto de Roldán, la puerta del Somontano y de la Plana de Huesca o la osca o apertura en vasco, por la que entran hacia nosotros los aires del Pirineo, las aguas del río Flumen, las palomas zuritas, que tienen su palomar en las paredes de la Peña Men y por donde pasaron los cristianos a crear el Castillo-Monasterio de Montearagón, para conquistar la capital del Alto-Aragón.

Y es el Salto de Roldán el que da el nombre de Osca o apertura, a la ciudad de Huesca y allí se quedó la palabra vasco-ibérica, como muchas otras, que se fueron mezclando con las latinas, como Flumen o río y celtas y bárbaras. Los ilergetes estaban unidos a los oscenses y hablaban también el vasco-ibérico y por eso llaman Osca a la ciudad de Huesca, muchos de sus descendientes, hoy catalanes.

En otros lejanos tiempos, gobernados por el Emperador Carlomagno, su caballero Roldán, montando su caballo dio un enorme salto entre la Peña de Men o Amán con 1.124 metros de altura y según unos desde el aire se le cayeron las herraduras y según otros los testículos; don Eliseo Carrera me enseñó un cuadro en el que se ven los dos órganos testiculares, circulando por el río Alcanadre a la altura del Monasterio de Sigena. ¡Dios mío, qué salto tan mítico, que llegó de desde la Peña del Castillo de Roldán hasta los Monegros, pasando todo el Somontano. El nombre primitivo de Huesca fue Osca, como he dicho, ya que así se encuentra en el Diccionario Vasco-Castellano, que se encuentra en nuestra Biblioteca Municipal. Porque esta coyuntura vasca no se encuentra sólo en el lugar en que estamos tratando, sino que en la sierra que está encima de Agüero, hay una apertura en su línea montañera, que se llama la Osqueta, pero no sólo se emplea tal palabra en nuestra geografía, sino que nuestros ganaderos de ovino hacen, desde hace siglos unas aberturas en las orejas de sus animales, para marcar su propiedad y que llaman osquetas.

Hemos visto como las aguas del río Flumen entran por la apertura de Salto Roldán y esas aguas han pasado por el pantano de Belsué, que se “tresminó”, como decía el montañés Mairal que iba a ocurrir, pero hoy ya están levantando más abajo el Pantano de Montearagón, que es de esperar que no se “tresmine” o filtre. Las aguas sostenidas por el Pantano serán una riqueza para Huesca u Osca, que debía haber sido levantada muchos años antes, pero nuestra escasez de inversiones y el comercio de la huerta en Valencia, Alicante y Almería, quieren llevárselas a sus tierras, y como hemos visto que el agua va muy lejos, como por ejemplo cuando llevaba los testículos del caballo de Roldán, allá por el Monasterio de Sigena, luego llegaría hasta Almería.

Pero aquí en el Alto-Aragón no han faltado las ideas, como demostraron Mallada, el padre Avellanas de Bonansa y que trabajó en Casbas y sobre todo del Gran Joaquín Costa.

José María Oliván nació en el próximo pueblo de Santolarieta, en castellano Santa Eulalia de la Peña y se ve desde el observatorio a sus 1060 metros de altitud y a 18 kilómetros de Huesca, conjuntamente con el castillo de Sen o de la Peña de San Miguel en estado de ruina y con un torreón de planta rectangular y más abajo se encuentra la ermita de San Miguel, con una nave de ábside semicircular del siglo XIII, que está en estado ruinoso y por todos esos lugares ha estado recorriéndolos multitud de veces el dicho José María Oliván, pues fue casi toda su vida pastor del pueblo, donde había nacido. Como pastor conoció la marca de las ovejas haciéndoles osquetas con navaja y allí en las Peñas del Salto Roldán u Osca, como los jabalíes y las cabras recorrió aquellos terrenos y, ”desenrallando” algunas de ellas, que se habían “enrrallado” en alguna “ralla” de las rocas y colgado en una cuerda que sostenían su padre y algunos primos.

Otras veces le tuvo que ayudar su pariente Anselmo Santolaria, que ahora, en el 2003.tiene ochenta años y es el dueño del campo sobre el que se asienta la ermita de san Miguel.

Y José María Oliván me recodaba las ideas de Costa y del padre Avellanas, cuando me contaba que había observado agujeros barrenados a uno y otro lado de las dos Peñas, que forman el Salto de Roldán o la osca o apertura, que está en los escudos antiguos de Huesca. Por algo pone en dicho escudo Vrbs Victrix Osca, porque aquellos hombres eran heroicos y leales al porvenir de Huesca.

Sigo mirando hacia la Sierra y además de ver las Peñas de Sen y de Amán ,que ya pertenece al monte de San Julián diviso el peñón del “flaire” y la Punta de Piacuto, que está a unos 1.200 metros de altura, desde donde se lanzan los aficionados al parapente, llegando algunos hasta Apiés o hasta Nueno.

Forma allí la Sierra un conjunto de montañas del Prepirineo, que invitan a los hombres a volar, pues ya Roldán con su caballo traspasó los aires de la puerta de Huesca, las palomas volanderas zuritas anidan en sus laderas y ahora los parapentistas siguen volando y volando.

Miro hacia abajo y cerca de mí, contemplo la iglesia oscense de San Miguel y le pido que los que gustan del Salto Roldán, se preocupen de restaurar la ermita del mismo santo situado en la Peña Sen.

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