viernes, 25 de febrero de 2011

Bodas de Oro de Bernardo Adiego y de Visitación Guillén












Estamos aquí todos los asistentes a la celebración de las Bodas de Oro, de Bernardo y de Visi, llenos de satisfacción y de felicidad, al encontrarnos en este monumental comedor, con sus paredes adornadas con el Salto de Roldán, la Iglesia de San Lorenzo, las ermitas de Cillas y de Salas y de tantos recuerdos, que rememoran la Historia de Aragón. El Salto de Roldán, nos trae a la memoria la mutua influencia de España y de Francia, desde Carlomagno, pasando por el Conde de Contenson, hasta la autovía Mudéjar, que está construida para comunicarnos con Europa. Parecen estas paredes una ambientación de Vírgenes y de Santos, dispuestas para consolidar la personalidad de la ciudad de Huesca, en este Castillo de San Luis. La pareja de Bernardo procede de una Comarca aragonesa, cerca del Moncayo, que se ve desde la parte alta del Castillo de San Luis, con sus costumbres y celebraciones en ermitas, como la de Salillas del Jalón, en las que Bernardo danzaba en aquel histórico dance. En Salillas se conoció con Visi y trajeron ambos sus recuerdos a este bello rincón del Castillo de San Luis, donde han estado quince años, dirigiendo la explotación de esta finca, trabajando y criando a sus hijos, durante quince años. En este comedor se reúnen los recuerdos de una vida dedicada al trabajo, donde Bernardo quedó convertido en artista de la construcción, yendo a buscar antiguas piedras al desaparecido pueblo de Valdabra, que estaba a orillas del Pantano, en que se acumulan las aguas del río Cinca. Las labró en el Castillo para convertir la derribada iglesia, que en el siglo XIX, había construido el Conde francés de Contenson, en una hermosa ermita. Me enteré de que había consultado libros, de los que nunca conocí el origen. Visi, tuvo que practicar las obligaciones de un ama de casa, para alcanzar el arte de cocina, en el que casi ha llegado a la perfección. La familia de Bernardo y de Visi, no sólo recuerda lágrimas del pasado, sino también, los días felices, que pasaron en este Castillo y han venido a dar las gracias al Señor por haberles dado cincuenta años de trabajo y de felicidad, no sólo en este noble Castillo, sino también en otros lugares de Aragón. Gozaron, efectivamente, de horas de diversión, como los pastores del Moncayo, de los que escribió la literata Abadesa de Casbas, doña Ana Francisca Abarca de Bolea, que dignificó a los pastores, que se juntaron alrededor de la Ermita de San Juan para celebrar una Vigilia y Octavario de San Juan. Bernardo y Visi vinieron al Castillo de San Luis buscando la protección de este Santo y a restaurar la bella Ermita, que aquí mismo se puede contemplar. ¡Cómo se repiten en la vida las lágrimas y las alegrías, que en estos momentos estarán recodando ambos celebrantes de sus Bodas de Oro!.Las tristezas con la muerte de la madre de Visi, cuando sólo tenía seis años, producida por el humo que brotaba de la combustión de la paja de los animales que cuidaban con su padre. Recuerdan también la pérdida de Pili, esposa de Toño y madre de Adrián, muchacho que llena de alegría a toda su familia. Es un muchacho encantador, ya que hace pocos días, viéndome por la calle, me saludó con toda educación y un gran cariño. Toño ha encontrado un remedio a su soledad, porque ahora está acompañado de una muchacha simpática, llamada Blanca. Tienen también que recordar a la señora Dolores, madre de Javi, esposo de su hija Marta, que murió hace pocos años y que tanto amaba a sus nietas, pues a pesar de estar enferma, las cuidaba y se preocupaba por ellas. Dos son las hijas de Javi y de Marta, a saber la mayor, que se llama Tania y la pequeña Mireya y si una es guapa, la otra también, porque son una mezcla de Andalucía, de Aragón y de Cataluña. Además, ambas son muy aplicadas en sus estudios. La hija pequeña de Bernardo y de Visi, es Ester, que nació en este Castillo de San Luis y, como abogada, se ha hecho cargo de contratar con Don Luis Acín, la celebración de esta comida, que recuerda cincuenta años de la Historia del pueblo de Aragón. Es muy trabajadora y muy femenina y va progresando en su carrera, acompañada por un Ingeniero Agrícola, llamado Luis. Nuestros comunes nietos, hijos de Santiago y de Elena, Pablo y María, son, el primero muy inteligente y la segunda muy trabajadora y muy sensata. Siguen en la vocación de pastores de los animales, como sus abuelos, pues cuidan con gran amor dos tortugas, que ya tienen muchos años y varias cobayas, que a veces, si se descuidan en sus obligaciones, Santiago y mi hija Elena, se preocupan de que aquellos pequeños animales, no sufran. Están la esposa y el esposo llenos de paciencia y todavía les haría falta más, porque ambos niños querrían tener un perro, que como se adivina, tendrían que cuidar. Menos mal, que al escuchar los suaves y sonoros sonidos del piano, cuando lo hacen sonar Pablo y María, se les calman los nervios y los hacen felices, como hacía felices a Bernardo y a Visi, el escuchar piar y oír el tin-tin de los cascabeles que llevaban las corbetas. Eran felices en este Castillo Bernardo y Visi, con sus hijos, con los animales que cuidaban y con las corvetas, las cardelinas y las palomas, que anidaban en aquellos árboles, además de los conejos, los cuervos y las mismas raposas, les hacían compañía. Yo pude comprobarlo porque por el año 1972, iba a visitar la granja de conejos que Bernardo y Visi, habían instalado en este Castillo de San Luis. Era agradable acudir a este lugar, pues en los costados de su entrada, están plantados cipreses y pinos y en sus alrededores se elevan piñoneros, pinos, chopos y hacia el monte carrascas, que un poco más abajo, hacia Almudévar, desaparecen casi de un modo absoluto. Bernardo y Visi, acompañados por el abuelo Ramón, padre de Visi y por todos sus hijos e hijas, eran felices con la compañía de todos los animales. Santi y Toño, aleccionados por el abuelo, observaban como en una carrasca, criaba una pareja de corvetas Cogieron dos crías en el nido, las criaron y cuando ya fueron un tanto crecidas, les colocaron con cuidado un cascabelico a cada una en su pata izquierda. Aquellas negras, pero simpáticas corvetas, les causaron gratos recuerdos y lágrimas, porque un visitante, de los que Bernardo y Visi invitaban a comer, era muy aficionado al vino y un día Visi tuvo reparo en dárselo y se lo negó, pero el hombre se enfadó y pegó un manotazo descomunal en la gran mesa y entonces la corveta macho indignada, por defender a su dueña, se lanzó sobre él y le picó en el labio y no quería soltarlo. Los niños Santiago y Toño se pusieron a llorar y el abuelo, enfadado, en cuanto pudo mató con perdigones a las dos pobres corbetas, que tenían un gran sentido de la justicia. A los niños se les fue un poco de ilusión, pues ya no les compraron el mono que para completar el Arca de Noé, les iban a traer. Pero hoy, podéis estar orgullosos de celebrar vuestras Bodas de Oro, en este Castillo de San Luis, donde siempre se ha buscado la evolución de Aragón, en primer lugar cuando el Conde francés de Contenson, convirtió esos campos en un viñedo productivo de agradables vinos, para llevarlos a Francia, de donde se encontraba esta viña, a cien kilómetros. El mismo Conde lo afirmó y quiso acercar la producción de vino, más cerca que los viñedos argelinos. Para roturar aquellos campos importó el Conde desde Inglaterra un Locomóvil, al que es nuestras tierras conocían como Malacate. El locomóvil hacía girar sobre un cilindro un cable ,que arrastraba un enorme arado, que rompía la tierra. Aquella máquina funcionaba como las locomotoras de entonces, quemando leña. Todavía se ven unos carriles de hierro, con los que se ha levantado una valla con su puerta, que separa el jardín del edificio del Castillo. Cuando tú, Bernardo ibas al Pantano de Valdabra, te acordabas de Joaquín Costa, que trabajó en el Castillo de San Juan Alto, de obrero, un hombre que por su inteligencia y corazón mereció ser el Gran Redentor Aragonés. Desde el alto Castillo, pensaba en los riegos, que se han extendido por las distintas comarcas del Alto Aragón. Y tú, Bernardo te dedicabas a levantar el monumento de la bella ermita, dedicando tu obra como recuerdo a los hombres del progreso, igual que el Conde de Contenson y el Sabio Joaquín Costa. Y tú Visi, te entregabas, mientras tanto, a criar a tus hijos e hijas, de los que puedes estar orgullosa. Y aquí están gozando de vuestra felicidad esos hijos e hijas, con vuestros nietos, hermanas y hermanos con vuestros sobrinos, primos y amigos. El nuevo dueño del Castillo, Don Luis Acín, es un hombre que se ha adaptado a los tiempos modernos, al mismo tiempo que cultiva la Historia de Aragón, y así como el Castillos de San Luis ya no se dedica al cultivo de la tierra, lo ha destinado, por medio de un espléndido restaurante al cultivo del buen gusto de los que aquí vienen a comer y a la meditación sobre la Historia de Aragón, con las espléndidas pinturas que ha hecho pintar en las paredes del comedor y recordando la nobleza del Conde de Contenson y la sabiduría de Joaquín Costa. Por todos estos méritos, te damos gracias por habernos acogido a pasar un tiempo maravilloso, en el Castillo donde vivieron y trabajaron, los aquí presentes Bernardo Adiego y Visi Guillén.

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