miércoles, 22 de junio de 2011

El “monstruo” de la Tierra Baja


Hoy día está de moda mirar al cielo por las noches para ver OVNIS, objetos volantes no identificados. Pero nos olvidamos de la existencia de otros seres, esta vez acuáticos pero también sin identificar. Yo había leído mucho sobre el Monstruo del Lago Ness y siempre me había parecido una “serpiente de verano”, de esas que se publican cuando no se sabe qué decir. Ahora me empieza a inquietar este tema, porque un buen amigo, el periodista Luis García Núñez, que trabajó conmigo en Piensos Escartín de Huesca, que fue  pescador incansable, me contó que en una balsa de la Tierra Baja, hay un “monstruo” acuático y misterioso. Mi amigo no lo ha visto, pero le ha picado, poniéndole como cebo barbos de medio kilo y rompía los hilos de la caña con una facilidad pasmosa, llevándose, no ya los anzuelos, sino los arpones. Me dice  Luis que él sólo no volverá a esas orillas,  porque si se trata de un animal anfibio, tiene miedo de que le ataque. Y Luis es un viejo conocedor de los peces, incluso tiene un amigo barbo, al que conoce hace más de veinte años y cuando lo ve, salta de alegría fuera del agua, como si se tratara de un delfín. ¡Lástima que no sepa hablar!, porque si lo hiciera nos contaría cómo ha resistido durante tantos años las catástrofes ecológicas, que ha sufrido el río. Una de ellas consistió en una crecida repentina del caudal, con cambio brusco de temperatura, bajando el nivel en muy poco tiempo. Las orillas aparecieron llenas de peces muertos y dicen que aquel año desaparecieron las anguilas. Otra mortandad enorme de peces tuvo lugar al resultar contaminado el río por el lavado de una cuba, que contenía productos químicos. Pero el barbo amigo de Luis, debe ser inmortal; no hay quien pueda con él. Debe ser bonito tener un amigo barbo de agua, tanto como desagradable resulta tener como amigos a personas que son unos barbos de cuidado.
Un conocedor de los peces como mi amigo, el pescador, no puede engañarme y me ha citado testigos. Uno de ellos bajó a la laguna  con su mujer y sus hijos y le vieron el lomo al monstruo. Quedaron horrorizados y ante el temor de perder a sus hijos, abandonaron el lugar. Otro día bajó con varios amigos, uno de ellos matarife, que llevó el gancho de sujetar cerdos para matarlos, pero el animal rompió la sirga antes de poder hacer uso del gancho, que dejaron entre unos juncos de la orilla, con intención de volver otro día. No han vuelto más y no se sabe si fue por la maldición del Monstruo.
Los aficionados a lo desconocido tienen, sin salir de la provincia, campo para investigar, pero yo les aconsejaría, que en lugar de intentar matarlo, trataran, con paciencia de obtener fotografías. Yo creo que así se librarían de la maldición del monstruo de la Tierra Baja y nos harían a todos partícipes de su contemplación,

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