jueves, 16 de junio de 2011

“Lauburu” o cuatro cabezas de Reyes



A cuatro Reyes moros les cortaron sus cabezas y desde entonces se exhiben en el Escudo de Aragón. Algunos vasco-ibéricos, sueñan, porque “lau” en vasco equivale a cuatro y “buru” significa cabeza, que “lauburu” representa   las cuatro cabezas reales, cuando éstas, aparecen con suma claridad en el Escudo de Aragón. No es ninguna idea mala la de asociar el “lauburu” a las cuatro cabezas, pero su culto, como idea religiosa, mística  o como motivo ornamental es antiquísimo. No sólo lo utilizaron los vasco-ibéricos, sino los celtas, los germanos y no sólo en Europa, sino también en otros pueblos de Asia, donde adoraban al sol. Los germanos y los celtas conocen “las cuatro cabezas” como esvástica. Los celtas de Asturias y de Galicia, tienen  “tretresqueles”, grabados en hórreos. En Aragón llamaban al “lauburu”, “cuatre fuellas” y en muchos lugares,  ”brazos religaus”. Pero el pueblo vasco y el navarro, actualmente han hecho del “lauburu”  su símbolo más venerado, por haberlo identificado como una representación total de ese mismo pueblo. Y   aparecen  los cuatro brazos de una cruz giratoria, en las puertas ventanas, muebles, tiendas, edificios públicos de sus poblaciones. En cualquier rincón o tienda venden una especie de medalla, tallada en madera, que consta de un cordón,  del que cuelga un  ”lauburu”.
 En cambio,  en Aragón, donde abundan los “lauburus” o lábaros, a muy pocos les llaman su atención. Es curioso que los aragoneses, en cuyos pueblos, sobre todo en el Alto Aragón, se alzan los frontones, vayan olvidándose de jugar en ellos. Está pendiente la juventud de múltiples deportes, pero el viejo de la pelota, parece no despreciarlo,  pero si, olvidarlo. Cuando voy por los pueblos que se encuentran en las proximidades del mío, contemplo el frontón de Siétamo,  en la misma Plaza Mayor y lo veo en Ola, en Castejón de Arbaniés, en Velillas, en Torres de Montes, en Arbaniés nombre vasco-ibérico equivalente al del Arbuniés navarro. Por Siétamo pasa por el mismo Palacio, un camino, que era la vía romana, que iba desde Huesca a Alquezar y por los pueblos por los que pasa, se encuentra un frontón,  como el de Alquézar, que me llamó la atención por ser estético y todo de piedra. El señor don Juan Antonio Coronas  de Huerta de Vero, que vive en Huesca, me dijo que su pueblo con Pozán de Vero, Buesa y Alquézar, se desafiaban con mucha frecuencia a jugar a la pelota, jugando en ocasiones el mismo  Juan Antonio Coronas. Había una especie de “pique” entre los cuatro pueblos y se jugaban un porrón de cerveza con gaseosa, que pagaba el pueblo. Esto ocurría entre los años cincuenta a sesenta. Los de Castillazuelo,  hacían una carrera, que consistía en llegar los participantes, los primeros al elevado Santuario del Pueyo de Barbastro. Han puesto en los pueblos campos de fútbol y de baloncesto, así como piscinas. Antes no había campos de fútbol y ahora los tienen todos los pueblos. En Arbaniés estuvo de Maestro, don Eugenio Bescós, natural de Sieso, allá por los años cuarenta, durante unos treinta años, llegando a ser alcalde del pueblo.  Llevaba a los niños, según me contaba el hijo de Arbaniés, José Monclús, al frontón donde jugaba con ellos, enseñándoles las distintas formas de juego, unas veces jugaban  individualmente y otras por parejas.   No podían jugar al fútbol porque no había ni campos,  ni balones y aunque hubieran existido, con las abarcas, pocas patadas le hubieran podido dar al balón. Cuando yo estudiaba en Guipuzcoa, hacía pelotas con hilo de lana y por fuera cosía dos piezas de badana, para cubrirlas.  Pero, en Siétamo, mi difunto amigo Antonio Rivera, era un artista en hacer pelotas de “pelotaire”; ponía para empezar un pequeño núcleo de madera, a su alrededor, le liaba unas tiras de goma y luego con hilo de lana, les daba volumen y las cubría con dos cortes de badana, que cosía una con otra.  Cativilla de Ola me regaló una pelota, hecha por él.
Ahora no nos acordamos de jugar a la pelota, pero tampoco nos acordamos del “lauburu” o lábaro, que  no es sólo un símbolo de alguna religión primitiva, que adoraba al sol, sino que se ha hecho uso de ella para representar una cruz. En algunos “lauburus” en Alemania, está el sol rodeándolos, en iglesias cristianas, cuando más recientemente, los nazis alemanes convirtieron la esvástica en un símbolo de la vuelta, desde tiempos primitivos, a un paganismo moderno.
Y aquí, también en Aragón, abundan los lábaros o “lauburus”, el primero romano-ibérico y el segundo vasco-ibérico, que a pocos les llaman la atención. Los aragoneses nos vamos olvidando de lo nuestro, como se puede comprobar al pasar por debajo del Monasterio de Montearagón, desde el que contemplaban las tierras que iban a reconquistar. Y hemos perdido las palabras “lauburu” y la palabra lábaro, en latín labarum, que parecen tener un origen común, como si la palabra latina fuera una adaptación a la palabra vasca. En ocasiones en  algún pueblo, que ya se ignora si está todavía poblado o está ya desierto, alguien ha oído llamar a uno de esos adornos  prehistóricos, históricos y actuales, “cuatre fuellas” y en muchos  lugares “brazos religaus”, con un sentido ibérico, que trata con sus palabras de definir su realidad, como ocurre con “lau” “buru”, que significa cuatro cabezas. En todo Aragón se ven tallas de cuatro cabezas o cuatro brazos, por ejemplo en Plasencia del Monte y en Coscullano, donde José María Dios, afirma que en su casa hay una de estas ornamentaciones. En Arbaniés, Ayuntamiento de Siétamo, pueblo con un nombre casi igual al del pueblo navarro de Arbuniés, sobre el arco de la puerta de un pajar, hay un “lauburu” extraordinario, que causa respeto al que lo ve.  Me da la impresión de, que ese pueblo,  a pesar de su fe en el lábaro, parece lamentarse de que el pueblo vaya retrocediendo poco a poco.  Cuando iba a Velillas,   a cuatro kilómetros de Siétamo, siempre me miraba el “lauburu”, que adorna el portal de  casa de Ignacio Banzo,  y en Torres de Montes, un poco más abajo, se muestran dos lábaros en casa Lera, cuyo dueño Borau, trabajó en la Gasolinera de Siétamo y otro en casa Mairal. Es curioso como en Barbastro se exhiben ornamentaciones no de “cuatro fuellas”, sino de, no me acuerdo si eran de tres o de cinco “fuellas”. ¡Cómo ha jugado el hombre con los lábaros de cuatro cabezas y ha imaginado los de tres o de cinco!.
Si en el Alto Aragón y cerca de mi pueblo, he sentido el gozo de soñar, cómo en sus frontones, jugaban los jóvenes, también he comprobado el misterioso y antiguo lábaro, como se puede ver en el País Vasco. ¡Cuántas veces he hablado con el dueño de casa Lera de los dos lábaros o “lauburus”, que adornan la puerta de piedra,  con un arco circular!. Yo no sabía  si los aragoneses se acordaban de estos lábaros o ya se habían olvidado de ellos. Pero hace escasos días, en una conversación, José María Dios de Coscullano, me hizo saber que en su casa había uno de esos ornamentos y Mancho  me recordó que en Plasencia se exhibía otro. Pero un día cualquiera, paseando por una calle de Huesca, Laguarta, me comenzó a hablar del “Viejo Remolón”, que todos los años veneran en su pueblo, Torres de Montes  y a continuación recordó los dos “lauburus” o “labarum” que adornan la puerta de casa, de su paisano Borau, a la que llaman casa Lera. Pero no sólo conocía que en Torres había talismanes que representaban, hace siglos,  al sol, sino que el “lauburu” que estaba a la derecha, giraba en ese sentido,  como un símbolo de la vida y el otro daba vueltas a la izquierda, haciéndonos ver que caminaba hacia la muerte o a la vida eterna. Para algunos el giro a la derecha, señala circunstancias de buen agüero y el giro a la izquierda, es un diagnóstico pesimista. No sólo en Barbastro se encuentran las esvásticas de tres o de cinco “fuellas”, sino que en Vizcaya, también existen los “lauburus”, no sólo de  cuatro, sino también de seis “fuellas”. Pero los budistas,  los persas, los indios con sus monedas, con la svástica, especie de cruz gamada, representaban al dios Sol. Esa palabra de Cruz esvástica tiene su origen en el sánscrito, lengua primitiva de la India, que todavía está representada en el País Vasco, en Aragón y en tantos lugares, como en Alemania, en pilas bautismales, que atribuyen al lábaro la categoría de una cruz cristiana. Es, por tanto la representación buena del porvenir de los hombres, cuando sus cabezas o brazos van hacia la derecha, o un recuerdo del pasado, para los hombres, cuando mirando esa cruz svástica, que está girando hacia la izquierda.  Se ve  que dicho lábaro, cruz svástica o “lauburu” es un sencillo reconocimiento de un dios sol,como un Señor de la Naturaleza. Ese dios ornamental, se ha  convertido en un Dios verdadero, que promete a los hombres un buen agüero, en el porvenir, por medio del amor y de la convivencia pacífica. Cuando el lábaro gira hacia la derecha, pronostica un porvenir eterno y cuando gira hacia la izquierda, nos presenta la muerte, pues polvo somos y en polvo nos hemos de convertir. A muchos no les gusta que tengamos que convertirnos en polvo, pero los mismos hombres, cuando mueren nuestro hermanos, los convierten en polvo, por medio de la incineración.
Es igual que el “lauburu” gire hacia la derecha o hacia la izquierda, porque Dios es eterno y nosotros seguiremos girando por el espacio, haga frío o calor. Yo compré en Huesca, en unas ferias dos pequeños lábaros, tallados en boj y uno de ellos lo he tenido colgado en una oficina. Ahora no lo encuentro y lo lamento. Tengo que volver a comprar otros y hacer que los aragoneses, gocemos de su presencia. Debían las autoridades, comprar el “lauburu”, que preside el portal de un pajar en Arbaniés, y exponerlo en el patio de la Diputación Provincial.

1 comentario:

  1. la joia mas ermosa y preciosa lauburu muchas bendiciones por un hombre como pocos hai en este mundo y lo amo como jamas pence que puedo amar gracias por este regalo tan bonito mi vida que dios siga cumpliendo el gran propósito que tiene para ti

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