viernes, 15 de julio de 2011

Daroca y Retascón


Los padres de Santiago Adiego, están pasando el veraneo en Retascón,  pueblo en el que vio la luz su madre, Visitación. Santiago pensó en visitar en el mismo viaje la ciudad de Daroca, que tiene una brillante historia y una arquitectura deslumbrante. Se llega a la comarca de dicha ciudad a setenta y dos kilómetros, por la autovía que va de Zaragoza a Teruel, y se encuentra en el curso medio del río Jiloca, que corre por una depresión tectónica entre Calatayud y Teruel. A unos setecientos metros sobre el nivel del mar, se encuentra Daroca, ciudad medieval, encerrada en un recinto amurallado, el mayor del Reino de Aragón, fundada por los musulmanes en el siglo VIII. Su calle Mayor, llena de comercios,  es una Rambla llamada la Fondonera, que corresponde al trayecto de un viejo barranco, que recorre desde la Puerta de arriba, a la que llaman Puerta Alta hasta la puerta Baja o Fondonera. Dentro de la muralla existe una cueva, a la que llaman Morica Encantada, por la que discurre una galería subterránea, que conduce un manantial de agua. La muralla, a trozos, está deteriorada, pero  quedan en ella, el Castillo Mayor, deteriorado y sin tejado, pero luego en el Cerro de San Jorge, está la  Torre del Caballero, que está  restaurada. En el Cerro de San Cristóbal se levanta el Torreón del mismo nombre, perfectamente conservado. Tiene una muralla, casi continua, si no fuera por las diversas ruinas que dan la vuelta a la ciudad. Además de esas dos puertas principales, existen varias otras, llamadas,  una la del Arrabal y otra la de Valencia. Pero el aspecto de Daroca es señorial, pues a cada paso que das, te encuentras con obras monumentales, que recuerdan nuestra Historia  y el genio noble de los habitantes de esta Comarca. Quedamos tristes por no poder visitar la Iglesia de la Trinidad de Daroca, para contemplar sus Corporales. Estuvimos esperando alrededor del templo, pero tuvimos que marchar para llegar a tiempo a visitar a Bernardo y Visitación, y  nos dedicamos a recordar al  gran Rey Jaime I, que en el siglo XIII,  reconquistó Valencia. En aquellas batallas,  los moros interrumpieron una Misa que celebraban los soldados aragoneses y el sacerdote detuvo  el sacrificio de la Misa. Las seis hostias quedaron sangrando, grabándose en los corporales. Después se discutió sobre el lugar donde se guardarían las sagradas formas y acordaron ponerlas en un arca de plata y colocarlas en el lomo de una caballería, que iría donde el Señor quisiera. El animal llegó a Daroca y depositaron los Corporales en la grande y hermosa iglesia de la Trinidad. Me acordé de las formas que se encontraron en la Ermita de Salas de Huesca, que aproxima la devoción a la Eucaristía del antiguo Reino de Aragón. Debajo de la puerta Baja o de la Fondonera, se contempla el magnífico edificio, con la puerta debajo de él y a sus dos lados dos erectas torres, formando un conjunto que hace que los que salen de ella se entristezcan, ante la pérdida del gozo de habitar en  una bella ciudad. Y  los que entran gozan, llenos de alegría al ver una monumental puerta de una ciudad que los recibe. Desde ese espacio en el que muchos se detienen para contemplar el espectáculo urbano, hay una lápida en que están escritas frases en lengua aragonesa antigua, que invita a recordar la unidad de Aragón y su generosidad en conquistar para España, el Reino de Valencia. Pero cuando uno contempla un viejo chalet,  tal vez del siglo XIX, le entran ganas de derramar lágrimas. A través de la puerta férrea, a cuyos lados se levantan dos magnolios, que deben tener más de cien años,  se ve la fachada de una noble casa, de la que uno duda si se trata de eso,  de una noble casa o de un viejo chalet. Yo pensaba si sería obra de un aragonés, que se recreaba recordando la heroica historia de la ciudad de Daroca. Pero ya moriría hace muchos años y hace meditar a un ignorante como yo, sobre el fin de esa casa y de su misión frente a la Puerta Baja de Daroca.
En la historia de esta ciudad se contempla el arte, en primer lugar de los moros, en su conjunto con una muralla llena de torreones, de edificios palaciales y de enormes y artísticas puertas. Se ve como ese arte no ha huido de la sabiduría artística de las matemáticas, con las que descubrieron la proporción áurea. ¿Existe también la proporción matemática del arte en el templo cristiano de la Trinidad, donde descansan los Corporales de Daroca?. Y en el viejo chalet  habrá también un número áureo porque la misma naturaleza de las magnolias, guarda esa proporción, como la guardan los capullos de las flores y la forma espiral de los caracoles.
Al contemplar la belleza de la Naturaleza y de las obras humanas, uno se siente inclinado a preguntar:¿encierran estas obras sobrenaturales y naturales el número áureo en sus proporciones?.  No lo sé, pero me marché de Daroca enamorado de su ambiente.
Nos faltaba recorrer la Comarca de Daroca, que por cierto tiene la Casa Palacio de los Luna, desde la que se estudian la historia y los recursos de la misma.  Fuimos en primer lugar a la Laguna de Gallocanta, donde la belleza del paisaje y de las numerosas y variadas aves de multitud de colores, nos hicieron prometernos dar una vuelta especial, cuando sean más numerosas las aves que lleguen en sus emigraciones e inmigarciones a  esta Laguna.
Se queda uno admirado al pasar por el elevado pueblo de Santed, porque siempre ha estado mirando el paso de culturas, unas míticas y otras más históricas , como la romana o la árabe. Todos recordamos el paso por aquellas llanura y entre las Sierras, del Cid Campeador. Al pasar por la mañana, se ven amaneceres luminosos, que recuerdan las batallas, que marcaron los límites de las tierras. Desde su castillo, como desde otros de la Comarca de Daroca, se escucha el ruido de los pensamientos y el silencio de los trabajadores. Se distrae el Castillo, en ocasiones , al ver pasar el real vuelo de las grullas, que piden con sus cantos el alimento de la Laguna de Gallocanta, entre  los juncos, carrizos y espadañas. Tenemos que seguir por la comarca de Daroca, desde Castilla- La Mancha,  cerca de  la Laguna de Gallocanta y pasar por encima de Daroca  para llegar al término  de Retascón,  que tiene unos veinticinco kilómetros cuadrados de superficie. La Sierra ocupa sus espacios  de superficie, pero en las mesetas o sasos se extienden campos  llanos, donde se respira bien y se refresca la piel del viajero, en aquella superficie de unos mil metros de altura. El pueblo de Retascón se esconde en un barranco, que lo debe librar de los temporales del frío viento, procedente del Norte, encontrándose a novecientos cincuenta metros sobre el nivel del mar. En cada pueblo de la Comarca se recuerda uno de las inquietudes de sus habitantes. Así, en Barrueco se puede meditar en el Museo de la Naturaleza, al lado de la Laguna de Gallocanta. En Orcajo, llegamos a un pequeño pueblo, en el que estaban cosechando,  pero al llegar el invierno, desaparecerán sus habitantes veraniegos. Se piensa en Aldehuela de Liestes y en Torralba de los Frailes, donde el hombre podría meditar tranquilamente, de su soledad en la Comarca de Daroca  y tan cerca del cielo. Más al Norte se encuentra el pueblo de Used, con su nombre igual al del pueblo del mismo nombre, que se encuentra en la Sierra de Guara de Huesca, cerca del desaparecido pueblo de Zamora y del todavía vivo de Bara, pueblos éstos con nombre vasco-ibérico, como los de la Comarca de Daroca son celtíberos y otros con nombre navarro. Se encuentra uno con nombres diminutivos como Torralbilla, para acabar de recorrer la Comarca en los pueblos de Herrera de los Navarros y Villar de los mismos Navarros. Se da uno cuenta de la repoblación de la Comarca, después de vencidos los moros, con  hombres y mujeres de Huesca y de Navarra, como muchos de sus sucesores, más tarde, fueron repoblando Valencia y ahora emigran a la misma ciudad y a Zaragoza.
Llegamos al pueblo donde nació mi consuegra Visitación, Retascón,  y al contemplar su localización en un barranco, escasamente habitado por unas personas, que conservan una educación y una amabilidad  hospitalaria, te explicas como Visitación quiere convivir con sus parientes y con los  hijos de sus antiguos vecinos. Está situado a novecientos metros sobre el nivel del mar y se encuentra a setenta y seis kilómetros de Zaragoza. Hay una zona de cultivo de cereales, pues tiene su monte veinticinco kilómetros cuadrados. Los retasconeros  viven en el  límite del Puerto de Retascón, y los moros bajaron su construcción al pie de dicho Puerto, para librarse de los fuertes y fríos aires que por allí soplaban. Es curioso ver como las casas de sus vecinos están  construidas  aprovechando los variantes niveles y alturas de este terreno. Su estructura recuerda las técnicas de los moros, que tantos siglos vivieron en Retascón. Hace unos diez o doce años que todavía quedaban en el curioso pueblo unas sesenta personas, cuando ahora, como me dijeron algunos, en invierno sólo quedan cuatro o cinco. Pero cuando llega el verano, parece que este pueblo resucita  y se organiza. Hay en una especie de plaza un edificio, que encierra una especie de casino, en el espacio que en otros tiempos ocuparon las escuelas. Arriba tiene varias viviendas muy cómodas, en una de las cuales duermen y viven mis consuegros Bernardo y Visitación. Desde esa plaza se contemplan numerosas casas muy bien conservadas e incluso muchas,  modernizadas y se observan las laderas del barranco y allá arriba hay una línea recta, que señala el suelo de la meseta, paralelo al cielo.
En muchos pueblos la emigración fue como hacer una penitencia muy dolorosa, pues así ocurrió  en la Sierra de Guara, en el pueblo de Lusera, cerca del Used oscense. Se pusieron de acuerdo todos los vecinos y después de cerradas las puertas de sus casas, emprendieron con sus mulas un viaje a Huesca. Al poco tiempo ya sus casas habían sido robadas. En Retascón marcharon sus vecinos poco a poco, dejando organizada la vida del resto del pueblo y con el deseo, ahora se ve que ejecutado, de volver a pasar temporadas en sus casas. Así lo han hecho y en  Retascón  se reúnen los antiguos vecinos y juegan en la antiguas Escuelas y visitan la Iglesia Parroquial, donde conservan su fe, pues miran los hermosos libros gregorianos que en el Coro de la Iglesia están expuestos sobre atriles.  En el Altar Mayor, la Asunción de la Virgen, les da protección para que en la ciudad, puedan trabajar y ganarse la vida, dando educación a sus hijos. Son numerosas las imágenes de santos, que se reparten por toda la iglesia y en la Sacristía cuelga con mucho cuidado un palio, bajo el que conducían el día del Corpus Cristi, la custodia sagrada. Estaba limpiando la iglesia una señora,  prima de Visitación y nos hizo notar la presencia en una puerta, de seis u ocho lábaros, de tres hojas, que se dan también en la ciudad de Barbastro y en Vizcaya. Aragón bajó del Alto Aragón  y de Navarra hasta la Comarca de Daroca y allí se exhiben los objetos sagrados, algunos primitivos, como los lábaros,  que bajaron  de Aragón y de Navarra, aunque se extienden por casi todo el mundo. En la puerta de la iglesia estaban dos vecinos de Retascón ,cargando su tractor con objetos litúrgicos, para subirlos a la Ermita de San  Cristobal, pues estos retaconenses, no sólo cuidan su Parroquia , sino incluso, las ermitas que están por las alturas.
Daroca está identificada con la Música,cuyas notas escucha desde hace siglos no sólo en su urbe, sino también en su Comarca. Escuchando las notas que suenan por las alturas de las Sierras, se calman los espíritus, que suavemente se ponen a acariciar las casonas, los campos de cereales y a los escasos habitantes, que todavía quedan y que van soñando por el cielo, la tierra y la historia, que también están deseando que vuelvan. Parece que uno está escuchando la música antigua que acompañaba al Cid Campeador y sus huestes que le acompañaban.
En el ámbito de la gran Iglesia de la Trinidad, donde se encuentra los sagrados Corporales, los sonidos del órgano suben a lo más alto de las sierras y bajan a las llanuras, se introducen por los barrancos y llenan de ilusión los cerebros y los corazones de los hijos de Daroca.  Ellos, siempre están escuchando los sonidos graves y los suaves del órgano. Daroca ha sido una ciudad libre, ya en tiempos de un rey castellano, llamado Pedro, que quiso ocupar tan hermosa ciudad y fracasó y ahora sus hijos viven tranquilos, acordándose musicalmente del pasado.
Daroca usó su libertad, en lugar de  organizar luchas, que producen el retroceso de la humanidad, se dedicó a recrear el progreso,  fomentando la Música. Hace treinta y un años que unas veces hacía que  se escucharan madrigales y otras, una agrupación francesa interpretaba a Haendel. Una gran soprano  daba vida a los numerosos palacios de Daroca, haciendo sonar músicas palaciegas. Y como he escrito, Daroca desde hace treinta y un años se ha entregado a la Música y la hace sonar por toda España.

1 comentario:

  1. Precioso texto Ignacio, eres un comentarista espectacular. Besos de Mireia, Tania, Marta y Javi.

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