domingo, 18 de diciembre de 2011

Los arrieros de Sasa del Abadiado y los de Méjico



“Arrieros somos, por el camino andamos y cada cual tendrá su merecido”. Con esas palabras, entonadas por los cantores mejicanos, expresaban que si algún arriero les faltaba al respeto,  andando por los caminos,  volverían  a encontrarse con él  y se tomarían la justicia.  Y con esas voces tan sonoras y fuertes, iban proclamando por los caminos, que el respeto mutuo, se debía imponer entre los arrieros, ya  que todos esperaban lo mismo. Esos arrieros mejicanos proclamaban por los caminos que recorrían, el espíritu caballeresco que les dominaba, pues les corría por sus venas la noble sangre de los Aztecas, mezclada con la quijotesca de los españoles.  Son como el Quijote, amigos de los caballos y sobre ellos, ejercían el oficio del comercio de pueblo en pueblo. Yo creo que en Méjico abundaban los caballos más que en España, donde los arrieros en su mayoría montaban en los mulos y mulas. Se quejan los mejicanos de España y de algunas malas costumbres que les impusieron, pero mirando aquel pequeño País de Centro América: Belice, colonizado por los ingleses, Haití por los franceses y las tres  Guayanas, colonizadas por potencias económicas, esos países han desarrollado menos que los colonizados por España. Pero, ¡cómo están los mejicanos extendiendo el castellano por América del Norte! . Antes en los Estados Unidos, sus Presidentes, ignoraban esta lengua y ahora la conocen muchos millones de norteamericanos. Es admirable oír a los mejicanos, expresarse en castellano y enamora, escuchar sus canciones, en este caso “Arrieros somos, por el camino andamos”. Resulta de una grandeza azteca, que se unió con la española, contemplar el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, en el que surgen unidos la Virgen de Guadalupe con el indio Juan Diego. ¡Pobres indios!, que algunos se suicidaban al acabar la conquista de Hernán Cortés y los que quedaban sufrían un horror constante por la ansiedad que el oro producía en los españoles. Algo parecido a lo que después sufrieron los mejicanos con el afán de dinero de los  Norteamericanos. Méjico se convirtió en un País, en el que la “diosa” convertida en la Virgen de Guadalupe, inspiró el consuelo y la confianza entre los aztecas y los españoles. Esa Virgen que no reclama sangre,  sino amor, está buscando la paz entre los hombres buenos y los que, luchando por el oro, sacándolo de las drogas, siguen derramando sangre. 
El comercio de los arrieros en Méjico y en España,se ha practicado siempre, y ahora se convierte en el comercio diabólico de las drogas. Antes, se escuchaba saliendo de los labios de los comerciantes mejicanos la canción “arrieros somos, por el camino andamos”. Hoy  día, en España, tampoco se escuchan, aquellos dichos del herrero de Calatayud, que dice: “le sobró la salud y le faltó el dinero”. Esta faena les pasó a muchos, como me ha contado un amigo de Sasa del Abadiado, que : “Mi bisabuelo arriero, se hizo de noventa y dos años y se retiró con cuarenta y siete”. El tiempo le había engañado, ya que él creía que se moriría antes de cumplir los sesenta y dos, pero se hizo de noventa y dos años y se quedó sin una perra. Lo mismo que le pasó al herrero de Calatayud, le ocurrió al pobre de Naval, que iba pidiendo  y decía: “una limosna para el pobre de Naval, pues le han salido las cuentas mal”. Había sido el herrero de Naval, al que le tocó la lotería y creyó que le sobraría  el dinero para vivir muchos años, pero vivió más de lo que pensaba y le faltó dinero y le sobró salud. Y lo iba gritando en  una hermosa copla: “ el herrero de Naval, que le salieron las cuentas mal, porque le faltó el dinero y le sobró la salud”.
Me volvió a contar lo del herrero de Calatayud y lo del arriero de Sasa del Abadiado, arriero de Sasa, mi amigo León Toro Allué, que es pariente lejano de mi familia. Su madre era hermana de la madre del costumbrista altoaragonés, Luis López Allué. Aquellos arrieros Iban caminando con sus  machos por Navarra y por la Rioja. Igual que por aquí se ecuchan las penalidades del arriero de Sasa y del herrero de Calatayud, por aquellos caminos, escuchaban con frecuencia: “De Calahorra a San Adrian, las gallinas van”.
Igual que en Méjico,cantaban aquella canción que dice:”Arrieros somos , por el camino andamos”  y  por los caminos de la Rioja y de Navarra, los arrieros cantaban jotas, para pedir justicia, ahora todo Méjico les canta a los norteamericanos:”Dejadnos pasar la frontera, pues vostros os tomasteis Nuevo Méjico, California, La Florida, Los Angeles y San Francisco de California; ¡ tenemos derecho a pasar!”.
Un gran amigo mío, viajó por toda América e hizo amistad con el Presidente de Méjico y le propuso vender una maravillosa Sierra, en que se puede obtener el cobre con gran facilidad. Ya tenían el trato hecho y el capital americano, lo impidió, porque a ellos no les faltaba el cobre y dejándolo  allí donde se encontraba, llegaría el día en que lo podrían explotar.
Arrieros son los mejicanos y por el camino avanzan, esperando que llegue, su desarrollo, pues en América, los pueblos colonizados como Belice, Haití y las tres Guayanas, no lo han alcanzado. Pero los mejicanos por el camino van andando. Los arrieros de Sasa del Abadiado, ya no caminan porque ya no le quedan
habitantes. 

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