viernes, 27 de enero de 2012

El psalterio de la Montaña


 
Ya quedan pocos psalterios en nuestra Montaña Pirenaica, pero sin embargo, empieza a crecer su número, porque la tradición conmueve los corazones de nuestros montañeses, y entre ellos surge en Jaca, Luis Salesa. Yo no  conozco a este “lutier” actual, que arregla y construye estos antiguos instrumentos musicales y es de creer que  conserven su calidad sonora. El salterio, pues de las dos formas se escribe, es un instrumento musical de madera, en muchos casos de nogal, que se adapta al pecho, en forma trapezoidal, que con la mano izquierda se golpean las seis cuerdas de tripa, pues es como un tambor, mientras con la mano derecha, se aproxima el chiflo o chuflo, que es una flauta con tres agujeros, a la boca. En Aragón sólo quedan salterios con su chiflo, en Jaca y en Yebra de Basa. Ambas poblaciones conservan los restos mortales de Santa Orosia, a saber, Jaca el cuerpo y Yebra de Basa la cabeza. En esta población ascienden en romería a una alta ermita, con un dance, que lo hace antiguo y moderno, como si se tratara de una peregrinación eterna, amenizada por un dance que no les cansa a los danzantes, sino que les da vida. En tanto el pueblo relata una pastorada recitada y cantada en aragonés. Para las Fiestas de Jaca, de donde es Patrona, Santa Orosia, acuden los danzantes de Yebra y antes, en un pequeño templete, situado en la Plaza Biscós, que ya fue derribado, transmiten su devoción a los jacetanos. Pero no sólo hay que tener en cuenta los salterios de Jaca y de Yebra, sino que por el Norte de la Jacetania, se encuentran dichos instrumentos musicales en el Bearn,  es decir en la Val D’Ossau, donde lo llaman el ´´tambourin du Bearn” y en el pueblo de Billeres, está tallado en gruesas capas de nogal. Los técnicos dicen que el xhistu y el chiflo son dos variedades de un mismo tronco, que les es común. Sólo quedan los salterios citados,  pero siempre los ha habido en todo el País Vasco, cuyo centro se encontraba en El Roncal, su occidente era parte de Navarra y Guipuzcoa y la parte oriental, parece ser que hasta el Valle de Arán, se situaba  en Jaca, en Yebra de Basa y en L’a Val D´Ossau. Esta zona oriental es la que hoy mejor conserva el salterio y el chiflo. De esta parte pirenaica francesa, parece que proviene la palabra “lutier”, con la que  conocen  a los que construyen y recomponen esos instrumentos musicales, a saber el salterio y el chiflo. A este “lutier”, lo conoció en Jaca e hicieron amistad, el artista, que crea navajas y las dota de mangos artísticos, tallados en madera, llamado Antonio Bueno, que vive en Huesca. Compone toda clase de instrumentos antiguos, pero le faltaba conocer al “lutier”, para estudiar la posibilidad de construir y de recomponer el doble instrumento músico, compuesto por el salterio y el chuflo. Ese “lutier”, llamado Luis Salesa, es un gran “doctor” en el mundo de  los salterios, pues se ha ido formando poco a poco, con el salterio de Yebra y después con el de la Catedral de Jaca. El, ya hacía mucho tiempo que se había fijado en salterios pétreos, que están adornado capiteles románicos y contempló y escuchó el de Yebra de Basa. El de la Catedral de Jaca, se lo dejaron los canónigos y él, lo estudió completamente, mirándolo un médico, amigo, con Rayos X. Lo devolvió y desde entonces,  ha compuesto numerosos salterios, que vende por el Pais Vasco, Francia y Aragón, por ochocientos euros, cuando en la Val D’Ossau, piden mil quinientos.
Cuando, hace poco tiempo, se encontraron en Jaca, se explicaron mutuamente, gran parte de  sus conocimientos. Luis Salesa, el “lutier”, le regaló a Antonio Bueno una cuchilla de acero de las que él usaba para trabajar la madera, con la que labraba los salterios. Antonio le entregó a Luis, una cuchilla con un mango de boj, que le da un aspecto realmente bello, con su suavidad al rozar las manos, su color dorado con sus ligeros colores  y que se adaptaba maravillosamente a la palma de la mano.   
Yo, durante la Guerra Civil, en Jaca, he escuchado sonar el salterio de Yebra de Basa, ya hace muchos años. Iba acompañado por mi padre, mis hermanos y mi tío el señor Ripa, del que todavía se conserva en la Calle Mayor, su casa natal, con capilla. Llegamos  a una pequeña construcción, llamada el templete, a la que acudía una procesión  con los danzantes de Yebra de Basa, devotos de Santa Orosia y  un grupo de iluminados, de los que algunos decían que eran endemoniados y ahora los consideran enfermos mentales. También he escuchado a Santiago Villacampa de Yebra de Basa, del  que pude comprobar  que era un gran amigo de   Santa  Orosia, de recitar los versos, que componen los “Dichos de la Vida de la Santa”, porque es él, quien las canta, ya hace muchos años en Yebra de Basa. Me describió el salterio o chicotén, que hacen sonar, del que escribí en mi artículo: “Santa Orosia de Yebra de Basa”,  “recuerda por su forma la caja de un reloj de pared, pero de un metro y veinte centímetros de altura, y que en lugar de apoyarse en una pared,  lo hace en el pecho de quien lo hace sonar”. Tiene ese salterio “seis cuerdas, que están sujetas por su parte superior por clavijas de madera y por la de abajo, con pletinas de hierro”. Santiago Villacampa nos recitó en Quicena, al lado del Hotel Montearagón a José María Puyuelo Sorribas, a Tomás Sanz, funcionario jubilado del Ayuntamiento de Huesca y a mí,  los “Dichos y vida de Santa Orosia”, que conoce de memoria.” ¡Cómo no iba a saber dichos versos, si durante tantos años los ha recitado a la Santa!, siendo Mayoral de los Danzantes de Yebra de Basa. Escribo en mi artículo que: ”Durante tres generaciones, han hecho sonar el salterio o chicotén, a saber Alfonso  Villacampa, el padre, Faustino Villacampa,  el hijo y ahora está Rafael, que sobrino de Santiago y nieto de Alfonso, es hoy día el músico que hace sonar el chuflo o el chiflo, en el Baile de Yesa”.
Como yo he admirado  a Santa Orosia, en Yebra de Basa y en Jaca, durante la Guerra Civil, del artista,  no sólo aficionado, me llena de emoción su admirable trabajo de resucitar esos instrumentos de música eternal y de su amistad con el hijo del pueblo de Valfonda, Antonio Bueno. Ambos coinciden en su afición a resucitar,  desde cucharas de “palo”, navajas y cuchillos Antonio Bueno y salterios musicales, Luis Salesa.
Sólo quedaban tales instrumentos en la Val D’Ossau, en Yebra de Basa y en Jaca, pero resucitan tiempos en que Aragón ha de comunicarse por el Paso Central de los Pirineos y por el río Gállego hasta Zaragoza, se van extendiendo los salterios por Luis Salesa, partiendo de Yebra de Basa. A ver si Antonio Bueno talla un salterio,  para hacer sonar las virtudes de Santa Orosia en  el vecino pueblo de Siétamo, a saber Ibieca, donde José María Puyuelo “Sorribas”, se sabe de memoria textos de Santa Orosia. En Egea de los Caballeros, también se respeta y se ama a la Patrona o Matrona, Santa Orosia y en Zaragoza hay que hacer sonar  al chicotén y al chiflo, en la Basílica del Pilar, para que resucite Aragón.

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