viernes, 20 de abril de 2012

Recuerdos de Fañanás

Vista aérea de Fañanas

Fañanás, que vives a las orillas del río Guatizalema, como Siétamo y entre ambos pueblos, bajando la meseta de los Planos, repartida entre los dos, todavía se aprecian restos del muro sobre el que se apoyaba una iglesia; ésta presidía  ese pueblo de Abrisén como una atalaya, desde la que se divisaba la llanura en la que había entrado el río Guatizalema. ¡Abrisén, que recuerda  el uso de las aguas, en sus orillas, por donde los hombres las sacaban, para regar sus campos y las mujeres para lavar las ropas! .Y ahora, con la presa de Abrisén, con acequias nuevas, para conducir el agua y es que  los de Fañanás se cuidan del aprovechamiento del agua. ¡Dios mío, qué visión se divisa desde el punto en que se asentaban las casas, al lado de la Iglesia!. En primer lugar se divisa la Ermita de Bureta, que parece un monasterio elevado sobre un tozal y presidido por la santa Madre de Dios y de sus hijos, los que habitan en el pueblo de Fañanás. Acudir en romería a visitar a la Virgen es un recuerdo imborrable para el qué alguna vez ha acudido y una señal de su fe, en aquellos que cada años han acudido y siguen acudiendo a contemplar a su patrona. Primero impresiona el ver a una Virgen tan bella y tan adornada, después uno admira la veleta donde un hombre está dirigiendo un arado, tirado por una pareja de bueyes, a los que guía una mujer. ¡Oh, la mujer y el hombre, unidos por hacerse felices mutuamente y educar a sus hijos!.Yo, en Fañanás, he conocido muchos ancianos y ancianas, que eran trabajadores y  piadosos y más tarde he tratado con jóvenes, que han seguido su ejemplo por la vida, en este mundo. Cuando uno sale de la ermita contempla la casa, que refugió durante muchos años a los santeros de la ermita y hoy invita a los peregrinos a encender el fuego en su hogar para calentarse y para asar sus alimentos. Después sobre la placeta que mira a Fañanás se alza una cruz de piedra, que ha rescatado el pueblo de los que quisieron destrozarla. Desde allí se ve el  pueblo, con su monumental Iglesia, que parece reunir en ella, los misterios de la tierra, en cuyos fondos quedan restos de monumentales bodegas, de las que los fañanenses, meditando, elevan por medio del templo a la torre, donde suenan las campanas, que alegran los corazones en los días de fiesta y recuerdan la vida eterna, en los de entierro.
 Al recordar esta situación privilegiada a las orillas de un hermoso río y protegidos por la Virgen de Bureta, comprende uno porque este pueblo no puede desaparecer y se alegra al ver las numerosas edificaciones que en él se hacen para que nunca esté sola la Virgen y sus hijos.      
Os he recordado en mi libro y por eso quiero felicitaros con motivo de la Navidad o Nadal, como decían nuestros antepasados, deseando que seáis muy felices y que conservéis esas sanas costumbres, que durante tantos años habéis practicado.

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