viernes, 18 de mayo de 2012

La Virgen de Nunca.-


Dicen que quieren llevar el agua del Ebro a lejanas regiones. Tal proyecto aturde a los  aragoneses, que desde hace muchos años quieren regar sus tierras y no lo han  conseguido. Por ejemplo en mi pueblo de Siétamo, los vecinos hemos intentado en tres ocasiones regar nuestras tierras; la primera en 1823, intento que se canta en la jota  siguiente: ”Los señores de Siétamo- pusieron el monte en huerta- y “pa” la Virgen de Nunca- pasa el agua por la acequia”. La segunda tuvo lugar en 1915,cuando veintitantos pueblos de la cuenca del  Guatizalema acordaron levantar el pantano de Vadiello, pero no lo levantaron ellos sino, que   después de la guerra civil, lo levantó el Regimen  y les llevó el agua a la capital, dejándonos de secano a los que dos veces habíamos planeado regar con aguas de nuestro río. La tercera vez,  para evitar gastos, cruzaron el canal que venía del pantano del Grado, por la carretera n-240,a la altura de  Peraltilla, perdiendo el nivel de las aguas  hacia arriba y olvidándose  de regar Angüés, Siétamo, Loporzano y por fin Huesca.

Y,  ahora, tal vez sea para “consolarnos”, vemos como se quieren llevar el agua, sin saber seguro si vamos a poder usarla, cuando sabemos, como nos dice el viejo sistema de riego “por boquera”, que se empieza a regar por arriba y se acaba por abajo.

En muy poco tiempo han abandonado en Aragón la Agricultura 1.600 agricultores y luego dejarán la Ganadería, quizá otros tantos. Ya lo profetizaba la canción de Siétamo: ”Los señores de Siétamo - pusieron el monte en huerta- y “pa” la Virgen de Nunca –pasa el agua por la acequia”.

Con profecías como esta y con la triste experiencia vivida por los agricultores parece imposible esperar otra solución. 

En estos primeros días del siglo XXI, en la trastienda de Don Federico Balaguer, he escuchado la conversación entre dos señores, ya mayores. Uno Nicolás Bagüeste, nacido en Buera y el otro Hilario Mateo, nacido en Pertusa. El primero recordaba las palabras de su padre sobre Joaquín Costa, cuando decía a los muchachos de Graus: ”Escucháis  el ruido que hace el río, pues es el agua la que lo provoca y que puede convertirse en oro, porque haciendo presas y canalizando el agua correría y regaríamos toda la provincia”.

Hilario Mateo, al escuchar estas palabras, contestaba con las que su padre había escuchado a Joaquín Costa:”¿Veis la nieve que blanquea aquellos Puertos?, pues se podrá aprovechar par regar todos los campos de secano de la provincia”. Intervino de nuevo Nicolás Bagüeste, diciendo que el Canal que nace en el Pantano del Grado, se concibió en otros tiempos, según afirmaba su padre, para regar todos los campos de secano de la Provincia. Intervino de nuevo Nicolás Bagüeste, diciendo que el Canal que nace en el pantano del Grado, se concibió para regar, en otros tiempos, según afirmaba su padre, entre otros lugares a  Buera, donde tenía una finca llamada Bachimaña, donde había hablado con unos ingenieros que por aquella zona determinaban los lugares donde había que clavar estacas. Después regaría por Abiego y su comarca, luego por Angüés y la suya, más tarde por Siétamo y pueblos próximos, por Loporzano, por Quicena, por Huesca, etc. etc. Añadió Nicolás que, en Berbegal, un señor desvió una acequia (la de Terreu) para no regar su enorme finca, para evitar expropiaciones, dejando de paso de secano a varios pueblos, entre ellos a Terreu y al Tormillo. Hilario Mateo al oír hablar de dicho caso, se acordó, pues él había trabajado en Auxini en la citada zona de Berbegal (Monesma y Morillo) y dijo como habían hecho un descenso del agua de unos seis o siete metros, por no regar la enorme finca que he citado de dicho señor. Dijo que el salto de agua lo podían haber empleado para producir energía eléctrica para poder regar por aspersión. Y se acordó de que en su Pertusa natal también se oye el ruido del río Alcanadre que pasa por su profundo cauce, mientras riegan con el Canal de el Grado. En tanto dicho río tal vez se dedique a regar Murcia o Almería, en tanto que aquí nos quedamos viviendo en un desierto. Este Hilario me salió con una jota, parecida a la de Siétamo, que cantaba con sus compañeros por la calle, cuando eran niños, que decía así: ”El canal de los Monegros-ni lo han hecho ni lo harán-porque los ricos no quieren-que los pobres coman pan”.

Al salir a la calle me encontré con otro hombre ya mayor de Mipanas y hoy vecino de Huesca que me dijo que viajando por San Lorenzo de Flumen, Frula, Montesusín y Orillena se ven tierras, que antes eran desiertos y ahora están convertidas en vergeles.

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