sábado, 2 de junio de 2012

Santa Teresa y la Catedral


Hoy he madrugado y me he sentado delante de la Televisión para ver y escuchar las últimas noticias. He dado en el enchufe en un aparato de luz, con su acristalada tulipa, tallada con bonitos adornos.

He escuchado y  mirado a la pantalla de la Televisión y sólo he oído y visto desgracias producidas por el odio terrorista y el descuido de los conductores en las carreteras. He desconectado la Tele y me ha producido una sensación de belleza y de paz, la proyección de los adornos tallados en la tulipa, en la pared del salón, que parecía un conjunto como de estrellas, que la adornaban, como las del cielo le dan belleza y misterio a la noche.

He abierto un libro del siglo XIX y he encontrado la reproducción en colores de un retrato de Santa Teresa de Jesús y de la misma forma que la tulipa me produjo sensación de bienestar, el rostro de la Santa, parecía que su inteligencia desprendía meteoros brillantes, que “trazaron luminosa estela que ha guiado a la humanidad”.

La Televisión me hacía vivir "el genio de la guerra junto con el espíritu de discusión, que se aunaron en el mismo palenque para romper todas las trabas sociales, tanto en el orden físico, como en el moral”. Me distraía de aquellas preocupaciones, la contemplación de la proyección de las estrellas de la tulipa en los muros de la casa. Pero aquellas distracciones no apagaban las preocupaciones de las desgracias, que había contemplado y escuchado en la Tele, como le pasaba a la niña Teresa, que leía los libros de caballerías, que más tarde le dieron a Cervantes la oportunidad de lanzar al público su poema gigante de Don Quijote de la Mancha. Acabó con aquellas novelas que no dirigían por el buen camino la educación moral e intelectual de la futura Santa.

Hay consuelos que son agradables, pero que no resuelven nada, como la proyección de la tulipa y hay otros como las lecturas de Teresita, que conducían al mal.

Pero el Señor amaba a Teresa y le mandaba pruebas, como la muerte de su padre, igual que a cualquier ser humano, religioso o seglar  se le mueren sus parientes más próximos; difuntos que nos reconcilian con Dios para siempre. Si, seguimos amando al Señor, a pesar de que la gente, en general sonríe indiferente ante la vida piadosa de las religiosas, pero “ su espíritu victorioso sigue trepando por la escala de Jacob al trono inmenso de la bondad infinita”.

Y Teresa usaba los medios, que para eso le deparaba en sus manos un Cristo, obra de una mano de artista, inspirada por un estímulo celestial y con el Cristo conoció las Confesiones de San Agustín, obra de un genio y como su mente también era genial, vivió doblemente inspirada por el arte del Cristo y arrebatada por la “poderosa voz de la inspiración y de la filosofía de San Agustín”.

El mismo día que pude leer la vida de Santa Teresa, subí a la Catedral de Huesca y en su cara Sur, hay un pórtico sin rejas protectoras y está a veces sucio y en el que siempre que puedo voy a contemplar y a rezarle al Cristo, que lo preside. Es original y llama la atención, aunque pocos se lo miran, pero aquel día, al llegar a sus pies, encontré una señora que le estaba rezando.

Hablé con ella y coincidió conmigo en lo sucio y abandonado que se encuentra dicho pórtico, a pesar de la devoción que movía en su corazón.

Y acabo con la  frase del  viejo libro que dice así: "¿no es verdad, mi amada patria, que es una impertinencia contaros a la española estos acontecimientos españoles, conducidos  por la mano de una monja de la vieja  España?.

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