viernes, 13 de julio de 2012

RESTAURAR MONTEARAGON



Aunque cueste, es preciso restaurar Montearagón, que los oscenses hemos olvidado tanto, porque hay otros, concretamente los navarros, que se acuerdan del Monasterio. Afirmo esto porque he hallado un hermoso libro, que se titula “Sedes Reales de Navarra”, cuya  segunda edición se editó por el Gobierno de Navarra en 1993. Al mirar este libro hay que tener en consideración que Navarra y Aragón tuvieron periodos históricos en que fueron el mismo Reino y así  lo vemos cuando Don Antonio Durán Gudiol, dice: ”En el campo político la unión de los reinos de Aragón y Navarra en 1076 en la persona del rey Sancho Ramírez, había sin duda fortalecido el poder militar de éste, posibilitando la gran ofensiva, que tuvo tres objetivos, por lo menos, Tudela, Huesca y Barbastro.” Y entre las Sedes de Navarra sale Huesca, donde nombra la iglesia de San Pedro el Viejo, en qué  está   enterrado, desde hace siglo y medio, Alfonso el Batallador, a donde fue trasladado desde el abandonado Monasterio de Montearagón; y allí tenía su sepultura desde el año 1.134. Añade que hoy el Monasterio está  abandonado.           Alfonso I el Batallador(1104-1134),como puede verse en las cifras entre paréntesis, murió  joven, lo que no le impidió realizar grandes proyectos en la Reconquista, lo que reconocen los navarros al recordar su condición de acabar con la reconquista del que hoy es el territorio de Navarra, al conquistar Tudela y su comarca en 1119. Pero no solo se le atribuyen dichas conquistas sino, el desarrollo del impulso urbano al conceder Cartas Forales a Tudela, Sangüesa, Puente la Reina y Pamplona, que fueron el cimiento sobre el que se fundó más  tarde el Derecho Foral. Hemos visto como Don Alfonso triunfó  en Tudela, pero en Fraga tuvo una batalla que le acarreó la muerte en Poleñino,  a donde lo condujeron para tratar de salvarlo y lo enterraron en el monasterio de Jesús Nazareno de Montearagón, en lugar de llevarlo a San Juan de la Peña, donde estaban enterrados sus antepasados. Su sepulcro se encontraba en la cripta de la iglesia de Montearagón. Lo describe así:  ”un gran arcón de piedra encerraba en su interior el ataúd de madera en el que reposaban los restos reales...En los lados mayores del túmulo había sendas  arquerías  sustentadas en seis columnitas con sencillos capiteles”. V. Carderera  decía que le recordaba a los sepulcros tardoromanos.  Este sepulcro fue destruido por la revolución llamada de “la Gloriosa”, que acabó con el reinado de Isabel II, en el mes de septiembre de 1868. De todas formas ese destrozo no debió afectar a los restos del Rey, pues en 1843, a consecuencia de la desamortización se decidió el traslado de sus restos a San Pedro el Viejo de Huesca, a la misma capilla donde yace su posterior hermano Ramiro II el Monje, en un sarcófago romano. Enterraron a don Alfonso el Batallador en un nicho abierto en la pared y recubierto con una lápida negra. Pero de la misma forma que  los oscenses se conmovieron con el centenario de la conquista de Huesca, en cuya celebración, se propusieron   la reconstrucción de Montearagón, en otros tiempos los recuerdos  de San Juan de la Peña y de San Pedro el Viejo, les influyeron  para celebrar el II Congreso de la Corona de Aragón. Los oscenses cogieron los restos del Batallador y ”depositados en una urna de madera, recibieron solemnes honras fúnebres en la catedral y luego fueron devueltos al nicho de la capilla de San Bartolomé”, en San Pedro el Viejo. Su aspecto trata de tomar como modelo las lápidas románicas del Panteón de Nobles de San Juan de la Peña, haciendo constar el nombre del rey Don Alfonso el Batallador.
Pero, sin embargo el interés por los Reyes de Aragón, ha movido a los aragoneses a seguir estudiando no sólo los sepulcros y la arquitectura de sus tiempos, sino que el día veinte de Junio del año de dos mil ocho, proceden a desenterrar a Ramiro el Monje y a su hermano Alfonso el Batallador, para analizar sus  genomas, el Gobierno de Aragón con la Unidad Genética de la Universidad de Zaragoza. Gracias a las investigaciones genéticas de los antropólogos José Ignacio Lorenzo y Belén Blasco, se conocieron  algunas cualidades físicas de Alfonso el  Batallador,  pero ahora  se sabrán características genéticas y se podrá componer el árbol genealógico  de aquellos Reyes de Aragón.
Cuando se estaban desenterrando los restos del Batallador, unos turistas franceses, que estaba visitando el Claustro de San Pedro, pudieron contemplar los huesos reales, que causaban una triste impresión,   por estar ennegrecidos por causa de la humedad.  Ambos arqueólogos afirmaron que “las  exhumaciones  nos han corroborado lo que las fuentes documentales nos han contado”. Pero el arqueólogo Lorenzo dijo que la Capilla de San Bartolomé  estaba en muy mal estado, con el suelo de tierra y la humedad atacando a los huesos,  que en poco tempo se hubieran convertido en polvo. Dicen que el cadáver de Alfonso I, volvió a San Pedro el Viejo el uno de Julio del año 2012. ¿Cuándo podrá volver a Monteragón?. 
En Montearagón  se evitó la ruina de la iglesia y se hizo alguna pequeña reparación, pero allí sigue elevado sobre aquel monte desde el que vigilaban a Huesca para conquistarla. Pero mi padre me contaba, que mi abuelo y los demás vecinos de Siétamo, vieron el Castillo-Monasterio arder igual que una enorme hoguera y tuvieron que respirar el humo que a ellos les llegaba desde  tan cerca. Yo que paso todos los días por debajo el Monasterio, que se eleva sobre el pueblo de Quicena, lamento su  abandono, pero recibo el consuelo de qué hace muy poco tiempo, al lado de la autovía, colocaron una gran imagen de hierro, del gran Rey duro como el hierro ,en sus conquistas, es decir de Alfonso I el Batallador. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Mambrú se fue a la Guerra!, y siempre tendremos más guerras.

    Yo nací antes de la Guerra Civil, y tal vez los niños de Siétamo, tuviésemos un aviso profético  de que no faltarían nunca guerras en ...