martes, 27 de noviembre de 2012

El “Pobre García” y Tony Leblanc




Estos días medito, leyendo los periódicos, sobre  el doble espectáculo, que  vivía, en los años de 1977 y 1978,  la gente sencilla, soportando a  la que ya  había perdido esa sencillez a causa del destape y del lenguaje de las osadías tremendas, que complicaban la vida de las gentes sencillas, a las que querían escandalizar. Pero Tony Leblanc se propuso destruir ese sistema tremebundo de deshacer  los sentimientos humanos,  sustituyéndolo por otro sistema más realista, más ético y más humano.

Y el periodista Juan Manuel de Prada, en el periódico del 26 de Noviembre de esta año de 2012, teniendo en cuenta su admiración hacia el actor, director y humorista, Tony Leblanc,  que, en un programa televisivo, anunció que tenía el propósito de atacar los atrevimientos osados, que usaban algunos  cómicos para escandalizar al público sencillo, escribió: “Llegó el día anunciado y Tony Leblanc,  se sacó del bolsillo un cuchillo y una manzana, que muy tranquilamente peló, antes de comérsela, también muy tranquilamente. Fue una lección magistral de humor,  con su perfume surrealista a contra pelo de las modas cómicas, que parecían exigir nuevos  finisterres   de sicalipsis y chocarrería”. Tony  Leblanc  estaba siempre con la sonrisa en su boca, repartiendo entre todos los que le seguían una alegría interior,  llena no sólo de sonrisas,  como he dicho, sino también de lágrimas, que corrían por sus mejillas.  

Nació Ignacio Fernández Sánchez, más conocido como Tony Leblanc, en 1922, en el Museo del Prado de Madrid y allí formó su inteligencia y adaptó su sensibilidad al Arte,  viendo como, desde tiempos lejanos, se creaba el Mundo, los judíos cruzaban el mar Rojo y en las continuas guerras, se mataban los unos a los otros. La evolución entra en la vida de los humanos y en el Museo del Prado, al contemplar sus numerosos cuadros, se pasa de los asesinatos al Cuadro de La Cena de Leonardo da Vinci. Se va evolucionando del mal al bien, pero no siempre es próspera dicha evolución, porque a lo largo de los tiempos se ha introducido el Comunismo y el Nazismo. Igual que Tony Leblanc, que observaba el realismo de la vida humana, quería hacer desaparecer el humorismo agresivo y destructor,  llenándolo de un humorismo cómico, que siempre ha ido acompañado del hambre y de la intemperie, pero lleno de amor a los humanos.  Recordemos las actuales expulsiones de las viviendas de muchas familias y del hambre, que han pasado desde los lazarillos, como el de Tormes, que hasta hoy mismo, pasan algunos niños españoles. Y esa hambre se ha convertido en un estímulo para que los jóvenes procuren subir en la escala de la vida. El mismo Tony empezó a subir la escala de la vida, siendo botones en el Museo del Prado, fue futbolista y campeón en el boxeo. Ese  hombre de corazón tan sensitivo,  ¿sería impulsado, a subir la escalera de la vida, por esas modestas actividades,  a ese deporte por la necesidad?.

Quizá sea Tony Leblanc el actor, director y humorista, que se ha fijado más en la relación que existe entre el juego tradicional  y el comportamiento de los hombres. Es un juego tradicional, el de los burros o de la  pídola, con el que  los muchachos, dan  saltos unos sobre otros, que se han encorvado y por la posición adoptada,  los llamábamos “burros”.  Se conserva este juego en todas las partes del Mundo,  porque parece ser que por medio de esa tradición, se estudiaba el comportamiento humano. La “Madre” es el personaje que ordena el juego, saltando la primera y cuando algún niño no sigue la modalidad, que cada uno ha de cumplir, pasa a ocupar el lugar de burro.

Tony parece ser que eligió procedimientos naturales, como la pídola o juego del burro, para saltar o subir por la vida, como parece que en su  comedia ”La terrible verdad de mis cuentos”, se sufre con los saltos del “burro”, que los empieza, haciéndose botones, luego futbolista y más tarde boxeador. Pero la claridad de su mente lo ha hecho merecedor de diez premios, desde Premio Goya de honor, hasta la Gran Cruz de la Orden del Dos de Mayo.

Yo, nacido en el pueblo oscense de Siétamo, he jugado siendo muy niño al “Burro”, como lo han hecho en distintas actividades culturales y religiosas, he comprobado que estos juegos lúdicos, buscan la actividad culta de la humanidad y van en contra de la violencia, aunque viven con austeridad.

Son muchas las frases y palabras que se pronuncian en los distintos pueblos y países, donde se juega. Yo recuerdo el entusiasmo con el que  cantaba. ”A la una anda la mula, a las dos el reloj, a las tres San Andrés y a las cuatro brinco y salto”. Tony Leblanc, a la una era ascensorista y botones, a las dos,  futbolista,  a  las  tres,  boxeador  de San Andrés y a las cuatro brincaba y saltaba en el Teatro, el Cine y la poesía con su corazón de oro y con su inteligencia.

Tony Leblanc, con su humorismo, no abandonó jamás la realidad, pues unió la vida al hambre, al dolor de “El Pobre García”, al subir y bajar del ascensorista del Museo del Prado, a las ilusiones  y desilusiones del fútbol,  a sus dolores del accidente de automóvil que sufrió y a las muletas de “El pobre García”,  en su película del mismo nombre. Todas estas vicisitudes las hizo alegres Tony Leblanc.

Todas las tristezas que acompañan al trabajo, se han aliviado en toda España, incluida  Cataluña, con el trabajo.  Nunca se debió huir del trabajo, porque si no,  ¿cómo se va a sacar a los españoles de la crisis estructural y económica que los abruma?, si se olvida el humor  superlativo de Tony Leblanc.    

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