miércoles, 13 de febrero de 2013

De Santo Domingo de Huesca al de Tenerife


Madre Berride



Cuando era niño, cantaba en la Parroquia, acompañando a todos los de Siétamo: “¡Viva María, viva el Rosario, Viva Santo Domingo, que lo ha fundado!”. El Señor que creó al hombre a su imagen y semejanza, les enseñó a los Predicadores a acercar a los seres humanos a la Oración del Rosario y con esta otra copla, a odiar el pecado, la cual entonábamos, cantando : ”¡Viva el Rosario, muera el pecado, porque es el diablo , quien lo ha inventado!”.
Siempre me llamó la atención la Iglesia y el antes Convento de Dominicos, y hoy Parroquia de Santo Domingo, de Huesca, a la que entraba para contemplar la belleza de su arquitectura, de sus coros, de sus pinturas ornamentales y de las bellas figuras de los Pasos de la Procesión de Semana Santa, que se guardan en sus locales.
 Allí estaba el Convento de Dominicos, en el que enterraron a la Dominica Madre Berride, nacida en Huesca, en 1658, y pariente mía. Ella fue la que fundó una Comunidad de Dominicas, y con ella,  crearon el Colegio de Santa Rosa. Un tío mío, sacerdote,  apellidado Zamora, les proporcionó el local.  
De la misma forma ocurrieron los hechos en San Cristóbal de La  Laguna de Tenerife, en el Convento de las Dominicas de Santa Catalina de Siena, en el que enterraron a la “Siervita”, a la que así, con gran cariño llaman, y que es la Sierva de Dios, Sor María de Jesús, que nació en el Sauzal (Tenerife), el día 23 de marzo de 1643 y que falleció el 15 de Febrero de 1731.
Esta “Siervita” nació el día 23 de Marzo de 1643, muy lejos en kilómetros, de Huesca, en El Sauzal (Tenerife), pero muy cercana a esta fecha nació en Huesca la venerable, también Dominica, Madre Berride, en 1658.
En el libro escrito por Don Pedro López y Franco, ponía  que la niña Josefa  Berride: “a los cinco a ocho años, sentía una simpática atracción a las flores blancas, en cuya confirmación,  sucedió cierto día, que paseando a orillas del río Isuela, no la podía su madre apartar de recrearse en sus apacibles flores, pues tan embebida tenía la niña su alma en  ellas y tanto la arrebataban  su belleza y blancura, símbolo de la pureza”. El río corría próximo a la iglesia de San Agustín de Foris, donde le rezaba a la  Virgen de la Piedad y al niño Jesús.
Le atraían, con gran amor, el color de las flores blancas y el mismo de las palomas también blancas y por ese color luminoso y brillante, le apeteció entrar en una Orden de Santo Domingo. 
No lo logró porque no tenía el órgano de la vista en buen estado,  pero el Hábito blanco y negro de Santo Domingo le atraía de tal forma, que consiguió que le “autorizaran a vestirse como una Terciaria Dominica y luego tuvo más compañeras y hermanas como Sor María Lay y Sor Victoria Leza”.
Sigue escribiendo Don Pedro López y Franco: “Sucedió muchas veces, que iba entre siete y ocho de la mañana a la Iglesia de Santo Domingo, se confesaba, oía Misa, poníase  de rodillas en Oración, y en la misma postura se quedaba extática y arrobada el alma, el cuerpo inmóvil como una estatua, por muchas horas y a veces hasta la tarde, sin recordar,  ni volver al sentido, ni tomar desayuno”.
Así como  esta Dominica María Josefa Berride, dejó admirados a sus devotos por la incorruptibilidad de su cuerpo, en el sepulcro  que dejaban a los fieles que lo contemplaran, la “Servita” Sor María de León Bello y Delgado, tiene también su cuerpo incorrupto en su sepulcro. Este sepulcro se custodia en la Iglesia del Convento de  Santa Catalina de Siena. De la misma forma que se produjeron éxtasis en la venerable oscense, María Josefa Berride,  se daban en “La Servita”, éxtasis, levitaciones, estigmas y bilocaciones.
 ¿Qué diferencia ha existido entre la custodia del cuerpo de “La Servita” tinerfeña y el de la  Venerable Madre Berride?.  Èsta fue enterrada en la Iglesia del Convento de Santo Domingo de Huesca. Era objeto de una gran devoción, pero en una ocasión, al abrir su tumba, se encontraron que habiendo caído goteras de lluvia en su rostro, ésta había hecho desaparecer la claridad de su rostro. De ahí trasladaron su cuerpo al primer convento de monjas dominicas, fundado por ella con sus compañeras. Cuando se construyó el nuevo Colegio de Santa Rosa, lo enterraron en la capilla de este Colegio. A esa capilla fui yo a ver su tumba. Estaba en el suelo, tapada con una placa de mármol y acompañada  María Josefa Berride, por el cuerpo de su compañera y Hermana Dominica, Sor María Lay. A un amigo mío Abogado, que vive en Madrid, para la Guerra Civil, las monjas de Santa Rosa, le  entregaron,  para que la guardara, una vasija que custodiaba,  Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Le pregunté a la Hermana,  si  se conservaba dicha vasija,  dentro de la tumba. Me contestó que no lo sabía.
Aquí todavía queda gente que se acuerda de la Madre Berride, pero es muy poca, porque no se ha reorganizado su veneración, ya que en tiempos pasados,  se tuvo que anular la Beatificación de la venerable, porque eran multitud los fieles, que abusaban de su devoción,  pero sin embargo ha existido inquietud por la canonización de la Venerable. El Señor Obispo              convocó una reunión en el Obispado para reiniciar el Proceso de Beatificación y se han publicado estampas de la Madre.
La familia Marquínez  Zamora tiene en su casa un Cristo, que poseyó la Venerable, y  yo en la mía tengo un cuadro con un retrato suyo. En el Obispado se encuentran retratos de la misma.
En cambio en San Cristóbal de La Laguna, se quedan los visitantes encantados al ver el Convento de Santa Catalina de Siena. “Este edificio se halla junto a la Plaza del Adelantado, en el Centro de la ciudad. Este Convento es muy conocido porque en su interior se conserva el cuerpo incorrupto de María de León Bello y Delgado, llamada popularmente “La Siervita”. El convento está custodiado por monjas de clausura de la orden de Predicadores (Dominicas)”.
Convento de Santa Catalina de Siena

Su “cuerpo incorrupto se conserva en un sarcófago donado por el Capitán Amaro Rodriguez Felipe ( llamado el corsario Amaro Pargo)”, que “le hizo un sepulcro-retablo en la parte baja del coro del convento”. Adornando el ambiente del sepulcro, cuando murió la “Servita” María, pusieron “un lienzo con una de las visiones que de Jesucristo atado a la columna, tuvo Santa Teresa de Jesús”.
No se permite contemplar todos los días del año el cuerpo incorrupto de la religiosa dominica, pero cuando llega el día 15 de Febrero, en el que se celebra el aniversario de su muerte, miles de visitantes hacen cola para contemplarlo. También se abre la sepultura el domingo siguiente al día 15 de Febrero.
La verdad es que la Sierva de Dios Sor María de Jesús de León Delgado, perteneciente a la Orden de Predicadores, “Siervita” de Dios, acompañada por todas las monjas del Convento de Santa Catalina de Siena, da todos las días un saludo de la Virgen del Rosario, de Santo Domingo y de los cristianos , a Nuestro Señor ,Dios Padre Todopoderoso. Aquel color blanco de sus hábitos, que recuerda la luminosidad de los cielos en las Islas Canarias, acompañado por el manto negro, al que recuerdan las oscuras arenas de sus playas, atraen a miles de fieles al piadoso convento de Santa Catalina de Siena, porque aquel ambiente de la Naturaleza y del alma, lo convierten en objeto turístico y en santuario de peregrinos.
A tal Convento llegaron mi esposa Feli y su amiga Pilar Godé el día 3 de Febrero de 2013, y se encontraron con un lugar, en que se unían la piedad y la hermandad y estuvieron presentes en un acto en que fue Consagrada en la orden de las Vírgenes, Clara Dorta Tejera, por Monseñor Bernardo Alvarez Alonso. ¡Cómo se adivinaba la unión de todos los hijos del Señor!.
Las dos oscenses, entraron en conversación con las religiosas y nombraron al Señor Obispo Retirado, Don Damián Iguacen, que todavía está por la diócesis de Huesca, predicando la palabra de Dios. Las monjas tenían un piadoso recuerdo de un Obispo tan piadoso, que invitaron a comer a las dos oscenses. Es que la unión entre el deseo turístico de ver tierras hermosas, y Santuarios al que acuden los peregrinos, es apreciado por las monjas Domínicas del Convento de Santa Catalina de siena, en la Isla de Tenerife.
Cuando Feli y Pilar circulen en Huesca por la Calle de la Madre Berride, se acordarán de la “Siervita” del Convento de Santa Catalina de Siena y cuando se encuentren con el reverendo Obispo, retirado como lo va a hacer nuestro Sumo Pontífice, le moverán gratos y piadosos recuerdos de la Diócesis de Tenerife.

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