viernes, 8 de febrero de 2013

Saturnino Puértolas de Bestué y la gaita

Juan Cazcarra


Cuando entras en un pequeño pueblo de la Montaña, como Triste o Botaya, que están subiendo a San Juan de la Peña o en Bestué del Valle de Puértolas, si no tienes suerte, no ves a nadie. En dicho Valle de Puértolas, se encuentran también los pueblos de Escoain y de Escalona. Esco en vasco quiere decir mano y Esca de Escalona, es el nombre del río, que de Navarra baja al pantano de Yesa. Antes los mayores contaban a los niños las historias, que ellos a su vez habían escuchado a sus abuelos y las costumbres que ellos practicaban en las Fiestas, con las gaitas y guitarras o cada día con las vacas, las cabras,  las ovejas o las gallinas. Sus escasos habitantes todavía trabajan en la conservación de su historia y de sus costumbres y mi amigo Saturnino Puértolas,  nacido en el lugar de Bestué, me ha hecho llegar la revista del “Gurrión”, de Labuerda.  En ella escribe, ayudado por su amigo Lorenzo Cebollero de Arguis, coplas populares sobre los antiguos gallineros y describe las gallinas, aplicándoles los nombres que les ponían sus dueños, como la del cuello “pelau”, la negra, la calzonuda, la de los huevos más gordos, la pintada y la mantuda. Añade :”Por cerca del perro, el gato y éste lo que tenía, era una desgracia muy grande, que nadie lo comprendía. Vivía por la cocina, alrededor del hogar, sin mas ni  más  le pegaban y lo echaban a cazar”. Por su segundo apellido Sesé, le venía a Saturnino Puértolas, el parentesco con el gaitero de Bestué, Juan Cazcarra, nacido en casa Orosieta, cuya vida ha escrito su también pariente Antonio Bestregui Sesé. La música es una lengua que nos habla de nuestra Historia, porque si escuchamos el antiguo instrumento musical, con qué los de Yebra de Basa, van a la procesión de Santa Orosia en Jaca, veremos como dicho instrumento es un antecesor del “txistu”. Tiene su explicación porque sus antepasados eran vasco-ibéricos. Pero no sólo poblaron Aragón los íberos, sino también llegaron los celtas, que se mezclaron con ellos, no sólo en Aragón sino también en Navarra y nos dejaron la gaita. Hemos oído hablar del gaitero de Santolaria, de Tierz, de Sariñena y de tantos otros. Ahora parece ser que quieren resucitar   su música de viento. Aquí, en el Altoaragón, hemos perdido casi todo desde el ferrocarril  canfranero y la autopista que desde Sagunto debía entrar en Francia. Si hemos perdido tantas cosas, poco capaces seremos  para hacer que funcione el ferrocarril central de los Pirineos. Antonio Bestregui ha escrito la vida del gaitero de Bestué, Juan Cazcarra, que nació en los últimos años de 1800. Siendo casi un niño estuvo de pastor del rebaño del Monasterio del Pueyo, donde aprendió a cantar y a amar la música, lo que le permitió,  al volver a Bestué  tocar las albadas y como su gaita era muy grande, acumulaba aire para seguir tocando cuando él ayudaba a cantar a los muchachos. De la misma forma que encerraba el aire en su gaita y luego lo repartía armónicamente entre sus vecinos, acumulaba en su interior el amor a los demás y los hacía felices. Por ejemplo el día de la fiesta del pueblo, honraba a la Virgen y hacía gozar a sus vecinos, porque a “primera hora, ya se iba a bailar a cada casa el baile de la chireta. Mientras unos bailaban el cascabillo, dos de los mozos subían a la casa con una fuente y un tenedor, a coger una chireta que estaba compuesta de panceta, arroz, patata, pulmón….perejil y especias”. Luego, cuando ya habían recogido cinco o seis chiretas, se cortaban en una fuente y se la comían acompañada de buenos tragos de vino. Siempre estaba el tío Juan organizando las fiestas “poniendo el jarro de vino en el suelo, la bandeja y los vasos de plata encima” y los mayorales salientes entregaban los ramos a los nuevos mayorales, a los que “el tío Juan se encargaba de ponerles  un pañuelo de seda a cada uno”. En Bielsa se organizaron fiestas musicales en las que Juan era el primer artista, ganando en Madrid el segundo premio. Tuvo que sufrir las penalidades de la Guerra Civil, de la que dice”no ganamos nada para nosotros, todo fueron pérdidas”, incluso dos hijos y un sobrino. ¡Qué renazca el sonido de nuestras gaitas, y recordaremos a su viejo amigo Juan Cazcarra!.

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