viernes, 10 de mayo de 2013

A José Romero, poeta y cantor andaluz




José Romero  el Sevillano, es andaluz  puro, pues nació en la capital de Andalucía que es Sevilla, que al que la conoce por primera vez, le parece una maravilla. Efectivamente porque, como dice una milonga, que es auténticamente andaluza:”Sevilla es la maravilla del salero y del amor. Quien hable mal de Sevilla, no tiene perdón de Dios”. En esta maravillosa capital, vivió durante treinta años y en ella le entró la ilusión de cantar flamenco en las Peñas que frecuentaba y en las reuniones a las que asistía. En una de ellas, cantó: “A mí me llaman ladrón, porque robé a un millonario. Hay quien le roba a un obrero y le llaman Gran Señor”. Esta canción que le salía del corazón, le llevó a trasladarse a Cataluña, a su capital Barcelona, donde lo mismo el señor que el obrero, viniera de donde viniera, eran acogidos con justicia, si eran buenos  trabajadores. José Romero,  el  Sevillano,  sacaba de su pecho las canciones, unas de amor y otras pidiendo justicia, pero de sus manos y de sus pies, salía el trabajo mecánico dirigiendo una máquina excavadora. A base de ese trabajo, durante largas horas, pudo sacar adelante a su familia, consistente en su esposa Isabel y sus dos hijas María José e Isabelita. A ellas les siguen tres nietos, que son bilingües, pues tienen un corazón andaluz y dos  lenguas, una castellana y otra catalana.

Cataluña es un país abierto a todos los españoles, que de la misma forma que hablan en catalán, lo hacen en castellano, lengua que se extiende por el mundo. Casi todos los españoles hemos conocido otras lenguas que no son castellanas, pero que el pueblo conservaba. Entre éstas se encuentra la Fabla Aragonesa, que también se usó en Navarra, al lado de las Cinco Villas de Aragón, donde se juntan el Javierr navarro con los cuarenta Javierres aragoneses entre pueblos y montes, donde se construyeron hace muchos años “casas nuevas”, hoy casi desparecidas. En Valencia y en parte de Teruel y de Zaragoza, se conoce el valenciano, pues en Valencia, se unieron catalanes y aragoneses con conquistadores bearneses, que se entendían con los valencianos con el occitano. Si bajamos a Murcia se encuentra una forma de comunicarse distinta de las lenguas anteriores. Los andaluces también se expresan en un castellano original y por Extremadura y Salamanca, se escucharon poesías de Gabriel y Galán, que escribió en lenguas no castellanas, como El Cristu benditu. Así se expresa en él: ¿Ondi jueron los tiempos aquellos,-que pue que no güelvan, cuando yo juí persona leía- que jizu comedias-y aleluyas tamen  y cantaris – pa cantalos en una vigüela?.

El catalán es quizá la lengua española, que después del castellano, mejor se ha conservado, pero en Cataluña se han creado problemas, cuando el castellano está ganando su uso en todo el mundo. Como un detalle digo que hace unos días,  en Pamplona, en una iglesia se ordenaron a muchos jóvenes de todo el mundo, de diáconos y a un filipino, que hablaba en castellano le pregunté el camino, que llevaba el castellano en su tierra. Me contestó que todavía quedaba su uso antiguo en ciertas comarcas,  pero que ahora estaba resucitando de nuevo. Yo creo que hay que cultivar el catalán,  pero no usarlo como un instrumento para arrojar el castellano, que se está apoderando del mundo.

Al poeta andaluz, me gustaría escucharlo hablar con el tono andaluz, con el catalán y recitar esos versos en castellano que emocionan los corazones y casi los hace explotar, cuando lo oyes cantar sus canciones.

Cuando levantaban en Siétamo la granja de gallinas del difunto y gran persona, que fue Antonio Ribera, había unos albañiles, que trajeron de Cataluña, que bromeaban entre ellos en lengua catalana, pero luego, cuando hablaban conmigo, lo hacían en un perfecto castellano. No habían nacido en Cataluña, pero eran unos perfectos señores bilingües.

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