domingo, 2 de junio de 2013

Música budista de Paniello



 
Campanilla Tibetana
Cerca de Graus y en la aldea de Paniello, llama la atención una comunidad budista con su templo, que no sé si así se llama porque no habla de la existencia o no de un Dios Creador,  sino que sigue las normas de conducta de Buda para alcanzar el Nirvana. Tienen un Dalai Lama, como lo tienen en sus comunidades asiáticas. Yo he estado allí varias veces atraído por sus ritos y he escuchado sus “mantras” o cánticos, que producen durante sus ceremonias. Son muchos y repetitivos, como los rosarios de quince misterios, pues parece que están repitiendo siempre lo mismo, como si intentaran hipnotizarse a sí mismos, para que cada célula y cada órgano de sus cuerpos vibren con la misma frecuencia. Si se altera esa frecuencia se rompe la armonía de células y órganos, para dar comienzo a una enfermedad. Pero es posible modificar esas frecuencias, que han sufrido cambios, haciéndolas regresar a sus ritmos normales.
Es curioso, escuchar como cada órgano tiene su música, por ejemplo el hígado tiene un sonido apagado, sordo y profundo; suena como si hablara el propio órgano, que desea mantener un eterno monólogo consigo mismo, pero si cambia el ritmo de ese sonido, los cánticos de la comunidad budista, quieren devolvérselo, para sanarlo. Ese sonido además de producirlo el hígado,  lo hacen sonar, por ejemplo el sistema cráneo sacral,  el cardiaco y el respiratorio. El ritmo de un órgano trata de adaptarse al ritmo vibratorio de otro. Un anciano me hizo observar como dos relojes de pared con sus péndulos,  que no oscilaban a la par, acababan sincronizando el movimiento de los mismos.
La “sanación” o curación terapéutica arranca de los budistas, hace ya muchos siglos, pero desde hace más de uno se está produciendo la convergencia entre la sabiduría de los antiguos y la de los actuales científicos.
En el Hospital el Fisioterapeuta Javier, parece ser que también aspiraba a alcanzar el Nirvana, pues cuando trataba de alcanzar la “sanación” de mis miembros, parecía cerrarse a los sonidos del mundo exterior y  su garganta producía sonidos, que me recordaban los que en alguna ocasión había escuchado en Paniello. “La terapia climática fue introducida en Estados Unidos hace treinta años y se ha utilizado para tratar el reumatismo…. la artritis y la fractura de huesos”, como a mí me ocurrió. Javier tiene sensibilidad musical, pues le he escuchado cantar la canción de su tío Pepe Lera, “S’ha feito de nuey”, que conmueve los órganos y principalmente los corazones de los aragoneses y esa concordancia le hace sentirla y buscarla en cada órgano que debe rehabilitar. Dicen que en 1983,  un grupo de artistas y músicos holandeses reprodujeron los sonidos de los latidos del corazón y la circulación de la sangre. Se reprodujeron en una pieza teatral. “Eric Brujin, que presenció la representación…comentó: Lo que oí fue exactamente el sonido de la orquesta del templo tibetano”.
Me voy de la rehabilitación y he encontrado en mi casa una campanilla tibetana,  que me regaló mi prima, hija de mi tío Silvio Kosty y que  usan en el Tibet. Cuando me ponga nervioso,  la haré sonar en mis oídos, como solitariamente  hacía sonar la suya un antiguo sacristán, el día de la fiesta de un viejo patrono, por las calles de Antillón o de Torres de Montes.

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