martes, 23 de julio de 2013

Rumanía y los rumanos



Rumanía es un país que se encuentra al Este de Europa, bañado en su costa oriental por el Mar Negro. Al Noreste limita con Ucrania y Moldavia, por el Oeste con Hungría y con Servia y al Sur con Bulgaria, nación de lengua eslava. Su capital es Bucarest y por el país baja el río Danubio. Su lengua es derivada del latín y ellos la aman y la conservan. Sus habitantes, los rumanos se dividen en dos razas, una la originaria y colonizada por los romanos y la gitana o mani, que presenta unas diferencias notables entre ambas. En España hemos podido observar la diferencia entre ambas razas, que ha producido un prejuicio en los españoles. La auténtica raza rumana es una raza que habla el español con facilidad, porque su lengua propia es derivada del latín. Son gente simpática y trabajadora, aunque los encargados de las obras encuentran también algún defecto en su comportamiento durante el trabajo. En cambio se encuentran los españoles con unos pobres mendicantes, que viven en grupos y se distribuyen los puntos en los que se han de dedicar a pedir limosna. Estos son los gitanos. Yo los he observado y he visto como el “viejo” de la cuadrilla, se metía un brazo entre las ropas interiores, para hacer ver a los donantes de limosna, que era un mutilado. Luego lo veías moviendo su brazo, que había aparecido, en medio de una cuadrilla de pobres, unos masculinos y otros femeninos, echados en el césped de los jardines de un parque. En el lugar en que piden algunos se ponen de rodillas y piden con voz lastimera un donativo.  El “viejo” unas veces está representando un papel en la vida, humilde y lastimero, pero cuando va por la calle rodeado por subjefes de la banda, parece el rey de la cuadrilla. Pero no todos los gitanos son mendigos, sino que también trabajan, como uno que estaba en la Paul o Arboleda de Siétamo. Le pregunté si era rumano y me dijo que no, pero luego en presencia del encargado de la obra, éste me lo presentó como gitano rumano y dijo que su padre y su madre eran gitanos, pero él no lo era. Al ver el papel que yo había escrito,  ya intentó cogerlo con su propia mano. Al ver su comportamiento lleno de contradicciones, ya no me quedó ninguna duda de que era un individuo rumano, de la raza “calé”. Pero no era sólo él quien pertenecía a tal raza, sino que un gitano español, que manejaba la pala mecánica con gran habilidad, llevaba la contraria al  encargado, que decía que era gitano. Era un caballero porque quiso ayudar a un anciano a pasar por la obra, evitando que se cayera. Con ese acto demostró que era un caballero, pero él veía una situación un poco humillante, el declararse gitano. Los gitanos al tonto lo declaran sabio, al soldado raso lo convierten en general y al “mosen” de un pequeño pueblo lo tratan de Nuncio de Su Santidad.     
Estas dos clases de rumanos hacen pensar a unos españoles, que los inmigrantes de Rumanía son personas de cuidado, porque han coincidido en la observación de los gitanos maní, entre tanto otros ciudadanos que han tenido la oportunidad de trabajar con los  rumanos auténticos, que hablan una lengua parecida a la nuestra, están contentos con su venida a España.
Esto de la emigración ha afectado a todos los europeos, pues no son sólo los rumanos los que vienen a España, sino que también van a Rumanía algunos españoles. Este hecho lo comprobé, hace escasos días con un antiguo amigo mío, que tiene la carrera de Químico. Ha montado en Rumanía una fábrica de productos químicos y va y viene a Rumanía. Me dijo que está ese país muy lejano del nuestro y que hay partes de la carretera, que dejan mucho que desear, pero él sigue con su coche, con la preocupación de crear un gran país europeo. En las últimas fiestas de Siétamo, paré en una barraca a comprar queso. La vendedora era un mujer rubia, alta y de buen tipo y además hablaba con mucha claridad y soltura. Me marché con el queso y ella en una ocasión en que pasaba por delante de su puesto, se acercó a mí y me preguntó por las costumbres de nuestra tierra y yo le pregunté por las suyas, de las que me aclaró muchas cosas. En la capital de Huesca, hay un monasterio dedicado a San Miguel y yo que lo frecuento, me he dado cuenta de que los domingos, acuden los rumanos a oír misa. El otro día encontré en la entrada de la iglesia a un sacerdote, con sotana negra de un corte diferente al de las sotanas que usan nuestros sacerdotes, que estaba acompañado por otros dos jóvenes, contando unos rollos de pequeñas velas, para repartirlas a lo largo de la misa a los fieles. Este sacerdote está casado, yo creo  que  es católico, pero de rito oriental. Estos días he  hablado con dos señoras rumanas y me dijeron que los sacerdotes en Rumanía tenían que casarse para evitar ser objeto de tentaciones de tipo sexual.

Llama la atención lo prolongadas que hacen las ceremonias religiosas, pero los que a ellas asisten, dkeben hacer que sus corazones se entreguen al Señor. Yo espero que esa devoción religiosa les haga ser felices en este mundo,  además de en el otro.   

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