domingo, 18 de agosto de 2013

Alcalde rebelde





Un alcalde democrático se volvió ácrata por un momento. Yo no lo hubiera podido creer y el alcalde no sabrá nunca que hubo un testigo de su rebelión. Este testigo es una persona inteligente que comprendió la actitud del rebelde, que me la contó a mí en secreto, sin darse cuenta de que los secretos compartidos, dejan de serlo.

Pero me reafirmo en mi aserto de que él,  durante muchos años  portador de la banda y el bastón, no sabrá nunca que hubo un testigo. No lo sabrá porque es de una lejana provincia, donde es difícil que lleguen noticias nuestras. Y se preguntarán  mis lectores: ¿en qué consistió su rebelión?. Fue primaria, simple y bajo visceral. En una noche de insomnio salió a dar una vuelta por las calles de sus mal llamados dominios y no viendo a nadie en ellas, no por necesidad perentoria, sino por un impulso de rebeldía incontenible contra su propia autoridad, se la sacó y se meó en plena calle, andando y dibujando eses líquidas en el pavimento. Se subió la cremallera y levantando la mano, exclamó:  ¡me gibo en todo!.

Por primera vez en su vida había roto el mito de su propia autoridad, había desbaratado el rito y había pasado del pito de la municipales para hacer uso del suyo propio. No era un hipócrita aquel señor, nunca abusó de aquel poder que el pueblo le había echado sobre sus hombros, pues como el pueblo se lo había dado, no podía volverlo contra él. Siempre antepuso los intereses del municipio a los suyos propios. Siempre tuvo que aguantar las pasiones de los de arriba y las impertinencias de los de abajo. Siempre tuvo que pedir favores, pero nunca para sí mismo. Nunca tuvo a todos contentos. Siempre pasó  por autoridad y siempre fue esclavo. Y es normal que los esclavos se subleven, pero lo extraño fue la forma de hacerlo. Un alcalde sueco se había suicidado; uno de la India se hubiera hecho yogui; un italiano se hubiera escapado con la secretaria, y un americano se hubiera emborrachado con Whisky; pero el español, más demócrata que ninguno, quiso manifestarse con los mismos procedimientos de rebeldía que el pueblo. Claro que si lo pescan, como al  alcalde no se le perdona nada, lo hubieran  llevado al manicomio para seguir prisionero. Por lo menos allí le quedaría el consuelo de creerse Napoleón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

San Urbez o SANTURBEZ desde Villalangua

  La vida de San Urbez se ha venerado en el Alto Aragón y se venera hoy en día, pero desde aquellos años en que los moros, invadieron nuestr...