viernes, 9 de agosto de 2013

Nasarre y otros pueblos del Parque de Guara


Tore y abside de Nasarre


Paseando por La Alameda he entrado en conversación con un señor y al escuchar su voz, me he dado cuenta de que era  montañés. Le he preguntado que de donde era y me ha contestado que de Nasarre. El me ha preguntado a mí, si  sabía dónde se encontraba su pueblo y entonces le he contestado que ya hace muchos años, yo iba por la carretera que sube de Huesca a Sabiñánigo y a la  derecha de La Manzanera que se encuentra sobre Arguis,  cogía una ruta, desde luego penosa, que pasando por Belsué, por su embalse de Santa María, cerca de Lusera y  siguiendo por Ibirque, llegaba al pueblo de San Urbez, es decir a Nocito. Desde  este lugar,  dejando a un lado Abellada y Azpe, pasando por  Used y  por la Pardina de Zamora,  se llegaba a Bara. Desde el Somontano, por Santolaria, subían los vecinos de Used, cuando volvían de llevar patatas para sembrar y subir aceite y vino para su consumo, en los lomos de sus caballerías. Subían por Cuello Bail y al llegar arriba, podían ir a Nocito o por la derrecha regresar a Used o a  Bara.   En Lusera se veía la iglesia en un lugar elevado, y en la parte baja, en un espacio amplio, estaban las comederas de ganado lanar y  en Bara   saludé a un ganadero, noble, que vivía en aquellas soledades, pero que conocía a todas las personas de aquellos pueblos de la Sierra y del Somontano, con un sentido de la hospitalidad, que por desgracia ya casi no existe en las ciudades. Leandro Campo de Nasarre también lo conocía y comprendía,  pues él también guardó ganado lanar en Nasarre y en Ola, en Casa de don Antonio Otal.  Estuvo como su paisano de la Sierra, San Urbez, cuidando el ganado, no sólo en sus montes, sino también en el pacífico pueblo de Ola. Para pasar de Bara a Nasarre y a Otín, hay que hacerlo por encima del río Alcanadre, cuyo paso sólo estaba protegido  por puentes de madera, que no ofrecían gran seguridad. Los niños de varios pueblos, como los de Letosa, Nasarre, Bagüeste y otros acudían a la Escuela de Otín. Entre los alumnos estaba Leandro  Campo de Casa Campo de Nasarre. Eran tres las casa abiertas en Nasarre, además de la de Campo, estaban Casa Laliena y Casa Español. Su hermano Pascual, el heredero marchó con su madre y con su esposa, a vivir a Barbastro, hace unos cuarenta y dos años. Leandro se fue de Nasarre a los veintisiete años a pastorear las ovejas  propias, junto con las de Otal de Ola y eran más pequeñas que éstas, con manchas negras en las orejas,  la cabeza y el resto de su cuerpo. No sólo iban a la Escuela, sino que tenían que pasar los puentes sobre el Alcanadre y sobre el Mascún, para aisitir a los entierros de sus paisanos, cuando se iban al otro mundo. Se conserva en Nasarre la iglesia del siglo XII, de estilo “Románico de la Montaña” y en la casa donde nació Leandro, en la dovela de la entrada  está esculpida una bella flor y al lado la fecha de su construcción. Recuerda con gran amor a su familia, pero se amaban con locura con todos los vecinos del pueblo y de los alrededores, pero ahora, que ha llegado la globalización a las ciudades,  ya casi no se conoce la gente. Pero al marchar cada uno por sus caminos, no se olvidan del pasado, pero tienen otros problemas, y  exclamó: ”¡qué bien se vive en Huesca!”. Se acuerda con nostalgia de aquellos tiempos,  pero vive bien en Huesca capital,  lo que le impide  derramar lágrimas.      

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