sábado, 21 de diciembre de 2013

CUENTO DE NAVIDAD Por Manuel Almudévar Casaus (2)



Es noche de Navidad,
Caminando un peregrino
Llega a una noble ciudad,
Que es final de su camino
Y vagando por buscar
Refugio y alojamiento,
Por fin lo logra encontrar,
Con un gran contentamiento
En un lugar que es modelo,
Bendecido por seis niños,
La abuela con sus cariños
Marca el camino del cielo,
Toma asiento junto al llar,
Desentumece sus miembros,
Y después de descansar,
Envuelto  por sus recuerdos
Se pone triste a pensar.
Con curiosidad los niños
Rodean al peregrino,
Y entre ruegos y cariños,
¡Cuéntanos de tu camino!,
Le dicen al buen viajero.
Por la faz del caminante
Cruza sombra de un dolor,
Recuerda en aquel instante
El hogar que con horror
Dejó en escombros y humeante.
Ofreciendo a Dios su pena
Sin más hacerse rogar
Su voz dulcemente suena
Y así comienza a contar:
Caminando, caminando
Por la senda de la vida
Girones me voy dejando
Del alma triste y dolida,
Cuesta abajo, hacia la muerte
Voy marchando
Y experiencia me van dando
Los vaivenes de la muerte
Rememorando mi hogar,
Que dejó deshecho y roto,
Me va dando por pensar
En lo lejano y remoto
En la infancia que dichosa
Y feliz con mis hermanos
Regía la santa esposa
De sentimientos cristianos,
Del padre que por hidalgo,
Era cristiano y austero
Y por cristiano e hidalgo
Era también caballero,
Juventud que presto pasa
Mientras tenía ilusiones,
Iba aprendiendo lecciones
Del gobierno de mi casa,
Y cuando la misión tengo
Por deber y vocación
De seguir la tradición
Y perpetuar mi abolengo
Encuentro ayuda y consuelo

En santa niña de ayer,
Que hoy es trasunto y modelo
De la perfecta mujer;
Dios bendijo nuestra unión
Regalando a nuestro hogar
Seis frutos de bendición
Que si llegan a lograr,
Con cariño y sumisión
Seguir el recto camino
De los que fueron y son,
De este humilde peregrino
Ser un orgullo y blasón.
Es el cuento relatado
Mi cuento de Navidad
Que otros años he contado
Muy lejos de esta ciudad,
En el lugar sacrosanto
De nuestros antepasados
Hoy envuelto en luto y llanto,
Por unos seres malvados
Que siembran duelo y quebranto,
En los campos asolados;
Pero Dios que da las penas
Por purificar las almas
Consuela a las gentes buenas
Consuelo me ha dado a mí
Al poder tender las alas
Y estar esta noche aquí.


Jaca-Diciembre de l936

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