viernes, 24 de enero de 2014

¡ Barquito de vela, vela, barquito de vela, va!.



Mi sobrino está cumpliendo el Servicio Militar en Cádiz, en un cuartel situado al lado de faro y cerca de la sonora sirena del puerto. Está encantado, pero como la felicidad nunca es completa, se queja de que entre el ruido de la sirena, la luz del faro  y el calor, no lo dejan dormir. Yo, por medio de estas líneas, quiero hacerle ver que su desgracia es bien pequeña. En primer lugar, aquí también pasaría mucho calor,  pero no podría bañarse en el mar y a este paso, puede ser que no pudiera hacerlo ni en la piscina, porque estamos padeciendo una sequía enorme, bíblica. Las fuentes y pozos se secan, pero el mar, yo creo, que todavía puede aguantar. En cuanto se refiere al ruido de la sirena, encontrará la solución leyendo a los clásicos griegos. Cuando las sirenas de verdad, habitantes del Mar Egeo, pretendían con sus cantos melodiosos seducir a los argonautas, éstos para defenderse de sus encantos, se taponaban los oídos con cera. Si hacían esto para no escuchar dulces melodías, mejor puede hacerlo mi sobrino para no escuchar el escándalo de la sirena mecánica. Él todavía lo tiene más fácil, porque como hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, venden unos cómodos tapones de goma para los oídos. Con respecto al faro, me parece que se queja de vicio, porque, ¿qué hay más romántico que vivir debajo de un faro de luz, que ilumina los mares del Sur?. Así podrá ver,  de día y de noche, ese barquito velero, que cruza la mar serena y del que unos dicen “que va pa Cádiz y otros que pa Cartagena”. Reconozco que alguna vez puede verse rota esa ilusión romántica, porque dicen que estos días, ha pasado secuestrada una lancha guerrillera del Ayatollá Jomeini. Pero luego seguirán pasando barquitos de vela, vela, barquitos de vela, va. También supongo que tendrá ocasión de distraerse, porque dicen que en Cádiz, hay muchos “entre curas y frailes y marineros” y aunque según algunos, esta palabra encierra un segundo sentido, no hay que escandalizarse porque tampoco conocerá a los curas y frailes, ya que éstos visten de paisano, a no ser que se trate de los de Palmar de Troya. Marineros auténticos, tal vez, vea muchos en tierra, a causa de los apresamientos que sufren nuestros pesqueros por parte de las patrulleras de Hasán. En fin que donde él se ve, quisiera verme yo, entre otras razones  porque no he estado nunca en Cádiz. Además un muchacho tan aseado como mi sobrino, tiene que encontrarse muy a gusto en la Tacita de Plata. ¡Querido sobrino, acuérdate de que el que no se consuela, es porque no quiere!.


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