domingo, 16 de marzo de 2014

San Vicente, segundo patrón de Huesca



San Vicente es un santo “victorioso” y consiguió su victoria por medio del martirio, logrando, ya en aquellos primeros tiempos del cristianismo una victoria espiritual, que le  convirtió de ser un santo oscense,  en un santo  universal .Debió nacer aproximadamente cerca de   los años doscientos ochenta , pues su sacrificio tuvo lugar siendo todavía muy joven, siendo martirizado en Valencia el año trescientos cuatro. Fue muy importante su repercusión en la liturgia y en la hagiografía hispana y universal,  pues los historiadores eclesiásticos no cesan de repetir  que “España no pudo dar a la Iglesia un mártir más célebre ni más universalmente  reverenciado”. Y dentro de España fue la ciudad de Huesca la que lo vio  nacer, siendo hijo de Eutiquio,  que pertenecía a la familia consular de Agreso y de la oscense Enola. Muchos  han querido decir que nació fuera de Huesca, por ejemplo en Valencia o en Zaragoza, pero no pueden demostrarlo. En cambio nuestra ciudad  lo prueba por medio de  Diego de Aisa, cuando dice que la primera iglesia que se dedicó a nuestro santo  estaba   ”fundada en la casa de su nacimiento cabe la Puerta Nueva”, pero además el pueblo sencillo de Huesca siempre ha contado  tradiciones que les han trasmitido sus padres, heredadas de sus abuelos, de sus bisabuelos y así sucesivamente hasta llegar a la época  romano-ilergete, en que San Vicente vivía. Cada vez que sales por los pueblos,  escuchas una historia que te relaciona a San Vicente con tu propia Huesca. Por ejemplo, cuando fui a visitar la ermita de San Valero, situada en Velilla de Cinca, descubrí que en su altar mayor estaban presidiendo con el titular San Valero,   San Lorenzo y   San Vicente. San Valero era  obispo de Zaragoza y San Vicente que se estaba formando con él, le acompañaba  y pronunciaba, como diácono, los sermones que le indicaba su maestro, que era bastante torpe de palabra, debido a su vejez. Iban visitando su Diócesis,  más bien la iban formando y en el citado pueblo de Velilla de Cinca, se encontraron con San Lorenzo
Que venía de Roma, tal vez a consolidar la Iglesia Oscense y de paso a visitar a sus padres, San Orencio y Santa Paciencia, ¡cómo se juntan los paisanos!.
Esa unión entre oscenses quedó consagrada desde entonces a lo largo de la Historia, porque es normal ver a los dos santos juntos en las iglesias, por ejemplo en la de San Lorenzo y el Obispo San Orencio, hermano suyo. Su distribución geográfica por el Mundo, no ha impedido que San Lorenzo desde Roma, San Vicente desde Valencia y San Orencio desde el Sur de Francia, hayan mantenido un lazo de comunión entre todos los oscenses, que hicieron a San Lorenzo el Patrono Mayor de sus Fiestas de Verano y a San Vicente  su segundo patrón, para que les protegiera en las Fiestas Invernales. En la Ermita de Santa María del Monte del pueblo de Liesa, había una hermosa colección de retablos, que fueron destrozados para la Guerra Civil, pero el amor de sus habitantes a San Vicente,  hizo que se conservara uno de ellos, que representa  con pinturas medievales su vida y martirio. Se encuentra a la vista de todos los oscenses en el Vestíbulo de la Diputación Provincial y se ve desde los Porches, a través de los cristales. Allí lo depositaron los hijos de Liesa, para que  estuviera en un lugar seguro, ya que pocos días antes les habían robado la imagen de Santa María. Desde que bajo el Imperio de Diocleciano, el gobernador  Daciano  lleva a San Valero y a San Vicente a Valencia. Los aragoneses  nunca hemos abandonado a nuestro santo, pues ya el Obispo aragonés San Valero, cuando en el año trescientos cinco, cesó la persecución, le levantó un templo y en Huesca se levantó otro,  donde antes se asentó la casa donde naciera. En Huesca los moros lo derribaron, pero en Valencia se vio el templo rodeado de numerosos monjes, que atendían al culto de San Vicente y a los peregrinos que acudían a su sepulcro a venerarlo. Los cristianos dominados por el Islam no podían construir iglesias,  por lo que se deduce que el monasterio y la iglesia que acogía el sepulcro del Santo, habían sido edificados antes de la llegada de los musulmanes a España.
Los oscenses nunca abandonaron a San Vicente, pues A. Mundó  afirma que el siglo VI, fueron obispos-monjes los hermanos Justiniano de Valencia y Elpidio de Huesca, en el monasterio de San Vicente de Valencia. Según escribe don Francisco Castillón Cortada: “El año 975 se procedió a la consagración de la Catedral de San Vicente  Mártir  de Roda de Isábena, actuando en la ceremonia el metropolitano de Narbona, Aymerico”
Los Reyes de Aragón siempre trataron de salvaguardar el lugar santo de San Vicente y Alfonso I el Batallador, enterrado en la iglesia oscense de San Pedro el Viejo, hizo en el año de 1125, una expedición a Valencia, donde se le unieron multitud de mozárabes. Alfonso II cercó a Valencia el año de 1172, quedándose con la iglesia de San Vicente con sus diezmos y primicias, todos los cuales cedió al Abad y monjes de San Juan de la Peña en el año de 1177. Jaime I con el mismo amor que Alfonso el Batallador  en 1237, dio para cuando los poseyese, la iglesia y el terreno de San Vicente al Monasterio aragonés de San Victorián de Asán y con su generosidad hizo continuar el conjunto de la Roqueta de San Vicente como centro de atracción a la devoción del Santo, conservada durante  los cinco siglos en que los moros dominaran. Hemos visto cómo siempre los oscenses siempre han peleado para que la influencia de sus santos se conservara y han luchado por la conservación de sus templos.
Ahora podemos ver como se quiere restaurar la Catedral de San Vicente mártir de Roda de Isábena y con qué entusiasmo se está trabajando en renovar la Basílica de nuestro primer Patrono San Lorenzo. Hemos visto como son inseparables San Lorenzo y nuestro segundo Patrono San Vicente, que provocan una comunión (común unión) entre todos los oscenses, por lo que yo creo que deben pensar en restaurar la iglesia de San Vicente, que no pertenece a los Jesuitas, sino a la Diócesis de Huesca, ya que su fachada y su tejado producen la sensación de dejadez y abandono.
La Historia de Aragón está unida a la de Valencia y ahora que se está construyendo la autovía que nos unirá todavía mucho más, debemos no sólo unirnos en el comercio y en el turismo, sino en lo espiritual, como es el ejemplo de un Santo como Vicente, que nació aquí y fue allá martirizado.

Si renovamos  la  iglesia  de San Vicente, oscenses  y valencianos, viviremos unidos, iremos a recordar a la ciudad francesa de Narbona y aspiraremos a una vida mejor. 

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