martes, 20 de mayo de 2014

Desarrollo de la mente humana



He escuchado contar los pensamientos de un muchacho que se llama Daniel, que tiene dieciocho años y a cuyos padres conozco e incluso  a su  abuelo conocí,  ya hace muchos años. Lo he visto haciendo sus deberes escolares, a la buena sombra de su madre, que con sus conocimientos y  su gran amor a los hijos, le ayudaba.
Daniel pensaba en los temas que le proponían en el Colegio, pero además con su propio cerebro, se planteaba problemas existenciales, religiosos y humanos. En su clase, ante la explicación de un profesor y a sus preguntas, respondió que él no creía en nada, que por sí mismo no pudiera comprobar con su visión. Por ejemplo no creía en la Creación del hombre por el Señor, porque nació, como todos nacemos, sin una inteligencia desarrollada, que tardó varios años en desarrollarse, hasta que entró en su juventud, que le hacía pensar en los orígenes de la Tierra, de la Humanidad y ¿por qué no? en los animales, empezando por aquel perro tal vez lobo, que acompañaba a sus abuelos en su casa de Banariés.
Sus pensamientos le dan vueltas por la cabeza ante cualquier problema que se le presente en la vida, por ejemplo cierto día le dieron un folleto de  Alcer o Asociación de Transplantes de órganos y él lo leyó y le dijo a su madre, me gusta esta forma de ayudarse los hombres, pero si doy algún órgano, tal vez no sería admitido allá arriba.
Hace tiempo que afirmó que no creía en el Creador, como decían algunos de los sabios que están en los Alpes, vigilando la aceleración de los protones, pero que al mirarlos, les recuerdan el Big-ban y dicen que su lugar de pruebas es la “pista de Dios”. Igual le pasa a Daniel, que le inquietan los problemas religiosos y está apuntado al Club del Tiempo Libre, en la Parroquia de Santiago y en la Parroquia del Perpetuo Socorro, le atraen los sonidos de las trompetas, como el año pasado le hacían gozar los sonoros golpes de los tambores.
En su cerebro se dan las reflexiones sobre Dios y los hombres, animados por el lenguaje musical de los tambores, las trompetas y las cornetas.

¡ Este muchacho se queda admirado al escuchar hablar de Dios y de los misterios de la vida, con el lenguaje musical, todavía más misterioso, de las notas que hace sonar en los tambores, en las trompetas y en las cornetas que hace sonar en las procesiones!. 

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