sábado, 13 de diciembre de 2014

Por Ayerbe a las Cinco Villas

A unos ochenta kilómetros de Ayerbe, se encuentran dos  altas e inaccesibles torres y  una ermita románica, dedicada a Santa Quiteria, que tiene esculpida la fecha de MCX, que indica cuando se construyó.  Esas torres y su capilla forman parte del viejo Castillo de Sibirana, que se encuentra cerca de Luesia y que pertenece al término de Uncastillo, siendo dicho Castillo de propiedad privada. Al verlas por primera vez, se lleva uno la impresión de encontrarse con un antiguo sueño, que aquellos entonces navarros y aragoneses del siglo XI, edificaron en el camino que sube de la carretera de UNCASTILLO  y LUESIA  a   la Val d’Onsella. Se puede entrar también en  la  Val d´Onsella, por un desvío desde la Carretera de Huesca a Jaca,  que arranca a unos metros del Puerto de Santa Orosia. En ella aparece el cartel que anuncia que por allí, se va a Longás y  siguiendo el trazado de este camino, por el valle del Río Onsella, se llega, pasando  por Isuerre y Navardún, por Sos del Rey Católico, a la navarra Sangüesa. En Navardún se desvía la carretera que comunica con el territorio  navarro de Pitilla de Aragón.


Más al Sur, sobre lo alto de aquellas torres de Sibirana, vigilaban el camino, que desde Uncastillo y Luesia subía a la Val d’Onsella.  Aquel camino era muy importante para Aragón y Navarra,  ya que por él, se comunicaban ambas partes de aquel que fue un Reino, que más tarde se  dividió. Aquel camino, unía,  dejando casi juntos a  Sos del Rey Católico, junto a la entrada en Navarra por el noble pueblo navarro de Sangüesa.
Pero también se acude al Castillo de Sibirana,  por  la carretera, que desde Pamplona, bajando por Tafalla, por el Monasterio de la Oliva y por Carcastillo, se llega al pueblo zaragozano de Alera. A continuación se llega a Sadaba. Desde esta población bajando hacia el Sur se llega a Ejea de los Caballeros. Pero yendo hacia el Norte, se sube por Uncastillo a Luesia y a Biel. Se encuentra uno por aquellos territorios, con dos ríos Arba, el de Luesia y el de Biel.
Cuando ya está uno muy cerca de Luesia, hacia el Oeste, se va subiendo por la orilla izquierda del río Arba de Luesia, para llegar a su afluente el barranco de Sibirana, y junto a dicho barranco, se llega a un conjunto medieval, en que dos torres, con sus siluetas casi olvidadas por el hombre, vigilaban el camino de Luesia al Valle de Onsella, lo que suponía vigilar la entrada a Sos del Rey Católico y a la navarra Sangüesa. Un poco más arriba se encuentra la Ermita de Santa Quiteria, en que sus constructores escribieron en un sillar de piedra, la fecha de construcción de MCX. En aquel camino, casi muerto, ¿se acordarán algún día de restaurar aquella ermita y de hacer que se puedan visitar las dos torres de vigilancia en la Sierra de Santo Domingo?.
Al recorrer estas tierras, me acuerdo de Sebastián Grasa, nacido en Salinas de Jaca, que murió en Siétamo a los ciento tres años de edad. Ahora se da muy escasa comunicación desde Salinas de Jaca, el Viejo,  en la parte oriental de las Cinco Villas, pues limita con el monte de Biel.  Salinas de Jaca, junto a San Felices y a Villalangua, se encuentra  en la provincia de Huesca, limitando con el territorio del pueblo de Biel, que es parte de las Cinco Villas. En mi artículo “Arba de Luesia”, escribo sobre  Sebasián Grasa Crespo, que, como acabo de decir, murió en Siétamo, en este siglo XXI, a los ciento tres años de edad. Nació en Salinas de Jaca el Viejo, pueblo ya desaparecido, que estaba situado en la Sierra de Santo Domingo, al lado mismo del territorio de Biel, en la Cinco Villas. A muy poca distancia, se recreó el nuevo pueblo de Salinas, al lado de la carretera,  que sube de Huesca a Jaca. Sebastián Grasa, vivió muchos años en Salinas el Viejo y como ganadero, recorría territorios lejanos, como los de Almudévar y estaba en contacto con los habitantes de Longás y de Luesia, de las Cinco Villas, con los vecinos de Salinas.
Esta zona oscense,  continuación de las Cinco Villas, era conocida y frecuentada por Sebastián. En cierta ocasión me subió mi yerno Santiago  a Villalangua. Es este un territorio de una belleza impresionante. Al llegar al mismo, se encuentra un Bar-Restaurante, desde el que se ve enfrente, en la Montaña, una “osca”, o camino de nombre igual al que baja desde la Sierra de Guara a la capital de Huesca. Por esa “osca” de Villalangua,  pasaba Sebastián Grasa,  en su niñez, cuando caminaba a Salinas el Viejo, para asistir a las lecciones de Doctrina Cristiana. Entre aquel camino y frente al lugar donde se encontraban los veladores, se cultivaban numerosos huertos, en alguno de los que,  ahora, se alzan pistas de recreo. Conocí, sentado en un velador a un señor de una gran simpatía,  que resultó ser primo de Sebastián Grasa. Por un lado del Restaurante, pasaba una pista, por la que se subía a Longás, pueblo de las Cinco Villas, donde nace el río Onsella, que desemboca en Sangüesa, en Navarra, en el río Aragón. Desde el Este, donde se encuentra Longás, hasta el Oeste, donde se hallan Sos del Rey Católico  y la navarra Sangüesa, se cruzan las Cinco Villas.
Hoy día parece imposible que se comunicaran Salinas de Jaca con la navarra Sangüesa, pero Sebastián,  me contó como él en ocasiones, iba a tal localidad a servirse del  Notario, para obtener alguna Escritura. Por este camino regresaban de Cataluña, muchos carlistas, a Navarra, que elegían los caminos de la  Montaña, para no ser atacados. Me contó Sebastián, que uno de esos carlistas, se apoderó de un caballo, allá por Agüero. Pero al fin lo encontraron abandonado ya cerca de Sangüesa. En esta entonces pequeña ciudad, estaba la madre embarazada de Fernando el Católico. Al darse cuenta de que le venía el parto, salió acompañada por sus familiares, hacia Sos,  para que al ser Rey de Aragón,  no le acusaran de haber nacido en Sangüesa, del Reino de Navarra. No se sabe si llegó a dar a luz en Sos, pero la cuestión consiste en que a este pueblo lo llamaron,  desde entonces SOS DEL REY CATÓLICO.
Sebastián Grasa o Garasa, que tienen muchos altoaragoneses como apellido, además de los desplazamientos con sus ganados, recorría las Fiestas de aquellos pueblos de la Sierra de Santo Domingo y conocía a varios de ellos, como a Chapalangarra, con los que celebraba las fiestas en Longás y en Luesia.
En aquellos tiempos, en que se cuidaban las ovejas y las caballerías, Sebastián Grasa, recorría los pueblos de la Sierra de Santo Domingo, pero ahora ya, casi no se comunican por aquel camino en que se encuentran las torres y la ermita de Santa Quiteria, desde Sadaba a Sos del Rey Católico ni a Sangüesa. Sin embargo suben muchos de los que buscan el paisaje y el agua agradable del Arba en el Pozo de Pigalo, en el río Arba de Luesia, al lado de Sibirana.
Desde Zaragoza se sube por Ejea de los Caballeros, hasta Sadaba, siguiendo por Uncastillo hasta un camino, que se encuentra a un kilómetro antes de la llegada a Luesia. Se toma el camino citado, que conduce al Pozo de Pigalo, en el río Arba de Luesia, así como a la Ermita de Santa Quiteria y a las dos Torres del barranco Sibirana. Se encuentra el barranco afluente del Arba de Luesia, ya cerca de la zona navarra de Pitilla de Aragón. Ambas torres y la Ermita de Santa Quiteria, se encuentran en el Camino que sube, desde Luesia  a la ribera del río Onsella, que conduce o más bien conducía a Sos del Rey Católico y a Sangüesa.
Para llegar a Luesia, desde Huesca, se va por Ayerbe y se toma la carretera que va a Navarra  por Santa Eulalia de Gallego, Biel y Luesia.
Desde Navarra se va por Carcastillo y el Monasterrio de la Oliva a Sadaba y por ella se sube a Uncastillo y Luesia.
El Castillo de Sibirana, todo él de estilo románico y  ahora, convertido en  un despoblado, se encuentra en el término municipal de Uncastillo, en la provincia de Zaragoza. Está a doce kilómetros de Uncastillo y a diez de Luesia. Viniendo de Navarra por Carcastillo,  se llega a Sadaba y se sube a Uncastillo y a Luesia. Por una pista, casi en el mismo pueblo de Luesia, se llega al Pozo de Pigalo y a Sibirana. Pero también se puede acceder al Castillo y Ermita, desde Sangüesa, pasando por Sos del Rey Católico, volviendo a entrar en Navarra por Pitilla de Aragón y a escasa distancia se encuentra uno en Sibirana.
En el siglo X, Sancho Garcés I de Navarra, se preocupó de crear una línea de castillos desde Vadoluengo, al lado de Sangüesa y entre los años 905 hasta el de 925, se levantaron los castillos de Royta, Sibirana, Uncastillo, Luesia, Biel, Castilliscar, además de torres fortificadas en Agüero, Sos, Navardún, Petilla de Aragón, Liso y Murillo de Gallego, entre los que se encontraba Secorún y  actualmente, queda algún miserable resto en un  terreno despoblado en Sabiñánigo. Las torres del Castillo de Sibirana son semejantes a las de los castillos de Luesia y de Biel.
Pero el Castillo de Sibirana ya existía antes del reinado de Sancho Garcés I de Navarra, que lo conquistó el año de 921, pues allí se encontraba una Torre Islámica, anterior, pues había pertenecido a los Banu Qasi desde el año de 891. En 1086, se le entregaron a Felicia de Roucy, al celebrarse su boda con el rey Sancho Ramírez de Aragón. Y en 1159 y 1162, estuvo  bajo la tenencia de Pero López de Luna. ¡Dios mío, qué historia encierran aquellas tierras, a las que Alfonso I de Aragón otorgó carta puebla a Luesia, en la que mandó escibir “y desde allí baxando a donde el río Sibirana”.
En la orilla derecha del Río Arba de Luesia, desemboca el barranco de Sibirana, y en un pequeño valle, se levantaron el Castillo, la Ermita y el poblado. Su situación en el camino, facilitaba bloquearlo, en casos de paso de tropas o de bandoleros. La finalidad de aquel puesto de vigilancia, era el de controlar el paso desde Uncastillo y desde Luesia al valle de Onsella, para llegar a Sos  del Rey Católico y a la navarra Sangüesa, por la que pasa el río Aragón.


La situación de las dos Torres, que forman el Castillo, está pensada con una lógica, por aquellos arquitectos del siglo X, que convendría respetar en el siglo XXI. Las dos Torres se construyeron en lo alto de una escarpada roca, que hace imposible tener entrada en ellas por el Sur. Para acceder a ellas por el Norte, se subía por una escalera de madera, que el tiempo se ha ocupado de destrozarla. Tienen cada una de las torres, una  superficie de cuatro metros de anchura por casa lado, y su altura es de veinticinco metros, que se reparten en tres pisos.
Están construidas ambas torres, en la parte alta de unas rocas, que impiden subir por su escabrosa superficie. Permanecen todavía abiertos los agujeros donde se asentaban los maderos necesarios para formar una escalera. La parte norte de las Torres carecen de aperturas que permitan el paso del frío cierzo. Se suministraban sus defensores del agua, que
La ermita sería, probablemente la parroquia del Castillo y de los escasos pobladores del desaparecido pueblo de Sibirana. Tiene la misma antigüedad que el Castillo, actual,  pues ya estaba levantada una torre en los tiempos árabes de Beni Qasim. En una piedra de sillería está escrita la fecha de su construcción, que dice que es el año de mil ciento diez (MCX).


Esta Capilla, ermita y parroquia hace ya siglos, es de arquitectura románica, pero de sus primeros tempos. Esta circunstancia ha llegado a que se escribiera  sobre la  que han llamado, época pre románica, pues   su construcción se realizó en el siglo  XI, pero se acabó en el siglo XII, como está escrito sobre piedra en MCX, es decir en mil ciento diez. En Santa Quiteria se encuentran formas de adorno del pre románico, como ajedrezados, que pertenecen al románico, pero que tienen una más antigua tradición. En los capiteles no se dan figuras humanas, como en el arte románico de San Pedro el Viejo de Huesca y en el templo de Santiago de Agüero. En Santa Quiteria, se ve claro, como en lugar de esas figuras humanas, se dan figuras, tal vez realizadas con biseles, que hacen un conjunto abstracto de ornamentación, compuesto de círculos, tal vez rosáceas y palmetas.


Para explicarse las formas usadas en el arte en la zona de los Pirineos, hay que fijarse en las distintas razas humanas, que la ocuparon y que convivieron entre ellas a través del tiempo. Los vascos han llegado por lo menos, hasta el Valle de Arán, por la provincia de Lérida, de Aragón y de Navarra. Llegaron los celtas y su cultura y sus ideas religiosas son poco conocidas, pero que se ve como han influido en el culto a las fuerzas naturales, pues ellas proporcionan la vida,  la muerte, el poder y la destrucción. Estos celtas influyeron en el ambiente local de los Pirineos y la tradición nos revela como se produjeron luchas y desprecios contra ellos. Estos individuos despreciados fueron los agotes. Eran estos rubios, de piel blanquecina, y la población de vascos, del Norte de Aragón, de Aquitania y del Bearn, eran la mayoría absoluta. Los agotes eran descendientes de los godos que conquistaron España y al ser derrotados por los moros, fueron despreciados. No podían vivir en casas de piedra, ni asistir a las iglesias junto a los vascos de aquellas tierras. No eran aceptados para trabajar en cualquier oficio, pues los dejaban, en los primeros tiempos trabajar de carpinteros, ya que consideraban la madera como productora de enfermedades. Pero a medida que avanzaba el tiempo, los dejaban ejercer de músicos, albañiles y artesanos. Vivieron despreciados desde alrededor del siglo XII hasta el XX. En el Bearn los llamaban Ca-gots o perros godos. Hay historiadores que, siendo los agotes, capaces de realizar trabajos de “carpintería y cantería”, construirían muchas iglesias . Estaban en relación con los Templarios, o más bien con los que estaban soñando fundar en Jerusalén en 1118, dicha Orden Templaria,  que se preocupaban de luchar por Cristo y se cuidaban de levantar iglesias en el Camino de Santiago. Antes se construyó la de Sibirana , que pertenece al estilo pre románico que la iglesia de Santiago de Agüero, que se encuentra cerca de ella. Los agotes eran capaces de realizar trabajos de “carpintería y cantería” domo acabo de escribir.
Valentín Cazaña habla de los agotes en Aragón en el siglo XVI y hace aparecer agotes en toda la zona aragonesa, donde se encuentran  Luesia y   Sibirana con sus castillos y su jglesia. Nombra a agotes de Sos del Rey Católico,  a otros de Uncastillo, de Salvatierra, de Ansó, a Bernardo Maxones de Majones, carpintero, y a otros de Villareal de Berdún y a algunos de Borau. En Canfranc aparecen “cagotes”, con el mismo nombre que en el Bearn. Yo mismo tengo escritos de agotes en el pueblo de Plan, en “ la Val de Chistau”. Muchos más tarde emigraron a América y algunos se fusionaron en Jaca con toda la población. Es curioso comprobar cómo  los apellidos de los agotes de Aragón fueron castellanizados, como Esteban, de Sos, Pedro Domíngues y Raimundo Martín de Uncastillo, los Arnaldo y Beltrán de Salvatierra, Arnaldo Sánchez de Ansó, y otros más. En Bezate, en navarra, hay apellidos que se encuentran todavía , que son puramente de lengua vasca, como Bidegain, Errotaberea, Zaldúa y Maistruarena. Hoy ya no hace caso de aquel desprecio a los que llamaron “agotes”. Estos agotes celtas trabajaron en la cantería y en la carpintería del Castillo y de la iglesia de sibirana. Su estilo era pre románico.  Son poco conocidos los conocimientos de los agotes, pero se ve en su obra , una inclinación al culto de la Naturaleza, que nos proporciona la vida, la muerte, el movimiento y la destrucción.
Yo conocí al ansotano  Pedro Puyó, siempre vestido con su traje ansotano,  con su gorro incluido, hace ya muchos años para la Guerra Civil, en cuya fecha yo estuve con mi familia viviendo en Ansó.  Cuando yo estudiaba en Zaragoza, lo veía y no podía escaparse su imagen de ansotano. Así como Valentín Cazaña le preguntó a Puyol sobre los agotes, a mí se me planteaba la admiración a un ansotano, que ha conservado su identidad  aragonesa hasta estos tiempos modernos. El siempre se ha manifestado auténticamente ansotano,  mientras que los agotes, han llegado casi a ocultar su personalidad céltica.
La diferencia de apellidos entre los agotes aragoneses y los vascongados, parece explicar el regreso del uso de la lengua vasca y su pérdida poco a poco. Pero ésta se ve en los nombres de los pueblos, montes y ríos de las Cinco Villas. Cuando vas por el río Onsella,  en su valle encuentras Artieda, por arriba y por la orilla del río  Undués, Isuerre, Urriés, etc. etc. Pero quedan muchos nombres vascos, por ejemplo el del pueblo desparecido de Isarre,  encima de Santolaria, en la Sierra de Guara.
Dicen algunos que en el Pais Vasco existen muchos celtas y yo no les llevo la contraria, pues se queda uno estupefacto con la cantidad de Agotes, ya integrados en la población general, pero que eran numerosos en Navarra, en Aquitania y en Aragón, aunque los apellidos se adaptasen a las diversas zonas que habitaban. Al expulsar a los moros de Pamplona y de Jaca, se refugiaron allí numerosos hijos del Pueblo Bárbaro. Estos días he visto niños marroquíes, que son rubios y descienden de los mismos pueblos bárbaros, que huyeron de España, al ser expulsados de ella. En mi pueblo de Siétamo, conserva su casa la familia Godé  (que viene de los godos). Mi amigo tenía de joven el pelo rojizo, con colores rojizos por su cutis, y que era descendiente de los agotes,  cosa que él mismo ignoraba. La raza vasca es de cabellos morenos, pero ahora se encuentran rubios en Navarra y en el norte de Aragón.
En la comarca zaragozana de las Cinco Villas, se habló el euskera, ya en tiempos de la invasión romana, hasta el siglo XVIII. En Sofuentes y en Sadaba se han hallado inscripciones romanas  con nombres vascos. En Sos he oído decir que allí, se hablaba vasco en tiempos pasados y a Sos lo llamaban Zaure. En la parroquia  del término de Uncastillo, dicen que están escritas en vascuence varias oraciones,  como el Credo, el Padre Nuestro, porque a principios del siglo XX, los feligreses rezaban esas oraciones. Por lo visto ya no les enseñaron a rezar esas oraciones en el pueblo, pero podían haberles enseñado a cantarlas en público, con lo que el pueblo sentiría la  participación de Aragón en épocas tan sentidas y tan nuestras en el pasado, como el euskera. En la iglesia de Santiago de Agüero, hay una inscripción, no muy clara, escrita en vascuence. Llama la atención como la civilización romana se desarrolló en Navarra y en las Cinco Villas. En el pueblo de Uncastillo, en cuyo término se encuentran el Castillo y la Ermita de Santa Quiteria. En Uncastillo se encuentran los restos de la ciudad romana de Los Bañales. De esta zona de las Cinco Villas, se repobló Zaragoza. Tomás Goya y Lucientes, hermano del gran pintor Goya, que se casó en Sobradiel con una baztanesa, hizo que Goya fuera el gran pintor aragonés.
Marino Latienda Urroz me habló de Sibirana,  de la que me dijo que era un Castillo defensivo de dos torres, acompañadas por la iglesia de Santa Quiteria y de algunas ruinas de un antiguo pueblo. Están ancladas ambas torres en un espolón rocoso. Aquel Castillo es el producto de un milagro arquitectónico militar, que hace inaccesible el acceso a él,  por una áspera roca, que impide el paso por ella. Su acceso fue posible gracias a la habilidad de los agotes, hombres habilidosos en la carpintería,  que crearon unas  escaleras de madera, que el tiempo destrozó. ¡Pobres agotes, que fueron perseguidos y odiados por el pueblo, pero que ellos en la Naturaleza, encontraban alivio. Por ejemplo, muy cerca de del Castillo contemplaban y se bañaban en la Poza Pigalo, sobre el río Arba de Luesia, rodeada de pinos y de robles.
Mi atención al Castillo y Ermita de Sibirana, se debe a MARINO LATIENDA URROZ,  propietario en Zizur Mayor, de la Librería Caligrama. Es un auténtico navarro, pues nació en Puente la Reina, donde al lado del río, donde se encuentra una casa, donde los peregrinos que iban y siguen caminando a Santiago de Compostela, dejaban en un buzón, sus reclamaciones o peticiones, y desde el dicho buzón, pasaban por el río por encima del puente. Hay en las paredes de edificios adjuntos a dicho puente, paredes picadas escritas sobre las actividades carlistas en tiempos pasados, que muestran los sentimientos de los navarros, por su tierra. Uno de los vecinos del Puente de La Reina, nos invitó a pasar por su casa a mi yerno Santiago y a mí y en esa casa abundaban los retratos de personajes carlistas y de sus tropas, cubiertas con sus grandes y nobles boinas que los identificaban con el Rey Don Carlos de Borbón.
Marino Latienda, formado en esa tierra tan propia de los navarros, se ha convertido en un historiador, que ha recorrido casi todos los monumentos de Navarra, de Zaragoza y de Huesca, territorios donde se ha dado una nacionalidad común. Posee un archivo de fotografías  del Monasterio navarro de Leyre y del próximo aragonés de San Juan de la Peña. Al bajar del Monasterio aragonés, se acuerda de la iglesia de Santa Cruz de la Serós, que dice Marino que es una iglesia extraordinaria.
Cada vez que voy a su tienda a comprar el periódico o algún libro, me saca a relucir  pueblos de la provincia de Huesca. El último día que lo vi, me contó que había sido invitado a asistir a una bodega del pueblo de Panzano, llamada Osca, pero sintió mucho no poder asistir. Cuando he ido a ver su pueblo, me ha enamorado la Ermita de Eunate, que es de una arquitectura de lo más original.
Cuando se pone a citar lugares históricos y artísticos, da la impresión de que no va a parar. El otro día nombró seguidos al Castillo de Montearagón, al de Loarre, siguió citando a Ayerbe, a Bolea, Sadaba, Un castillo, Sos del Rey Católico, a Biel, a Luesia, a Castilliscar a Barbastro y a Monzón. Le pregunté por Jaca y me dijo que le faltaba recorrer las tierras que la rodean y yo pensé: este hombre la próxima vez que lo vea, ya habrá recorrido toda la Jacetania.


1 comentario:

  1. ¡Que familiar se me hace todo esto!. Gracias. Soy de las Cinco Villas bajas

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