martes, 3 de marzo de 2015

José María Mur, oscense de origen y de vida



José María Mur Coronas, cuando tenía veintitantos años de edad, fue Presidente del Equipo de Fútbol de Huesca. Tuvo una dedicación incansable a este grupo deportivo  de Huesca, que le hizo estar pendiente de él,  hasta el punto de levantar, debajo de la Ermita del glorioso San Jorge, un hermoso Campo de Fútbol, para seguir con paz y con alegría, la lucha milenaria que enfrentó al Santo con los invasores africanos. Si, quería José María seguir luchando en favor de la ciudad de Huesca, capital de la Provincia, pero no, haciendo brotar sangre de los cuerpos humanos, sino produciendo alegría en los oscenses, en tanto sus defensores, los futbolistas, hacían brotar sudor de sus cuerpos. José María quería la paz y la alegría en los oscenses, pues él que tenía la carrera de Maestro Nacional, no quería la guerra, como aquella que se produjo en España, cuando él nació. Vino al mundo el día quince del mes de Diciembre de 1937, día en que Huesca fue bombardeado, con una crueldad salvaje. Este bombardeo que me ha descrito José María, no lo conocía por no poder acordarse de aquellas fechas tan oscuras, en las que vino al mundo, sino por los recuerdos que le contaron más tarde, su padre y sobre todo su madre. Entonces acompañaban a José María, el niño recién nacido y ahora, en 2015, el entonces pequeño niño,  me lo está contando a mí, que lo acompaño. Los padres de José María, tuvieron que salir corriendo de su  casa, en la Calle de San Justo y Pastor y se refugiaron en una oscura bodega, cercana a su domicilio.
 La matrona que asistió a su madre fue la señora doña Anita, casada con el militar Fuertes, con uno de cuyos hijos acudí yo al  Colegio. Vivían en el Coso Alto, frente al número 61, al lado de Santa Ana, por lo que nos apreciamos mucho.
Pero no fue solamente el fuego de la terrible Guerra, el que los amenazaba frecuentemente, como el cañonazo que cayó en una pequeña ventana, debajo de un balcón del Coso Alto, número 61,  que dejó aterrados a mi padre y a mi hermano Jesús, el pequeño, bomba que no explotó. Tuvo suerte la familia Mur, de que no les alcanzaran las metrallas, pero como acabo de decir, no fue sólo el fuego de las armas, el que amenazó a la familia Mur, sino que también se echaron sobre ellos, las amenazas políticas, porque hubo alguien que amenazaba a su padre de hacer señales luminosas a los aviones, que volaban sobre la ciudad. Acusaron a su padre y los que defendían la ciudad, fueron a su casa de la Calle de San Justo y Pastor, pero todos los habitantes del Barrio,  acudieron a defender al señor Mur. ¡Qué crueldad tienen las guerras, que destruyen las casas, donde se acogen los ciudadanos, los edificios religiosos y civiles, que acogen a la sociedad!. Destruyen las vidas de la humanidad y de los animales, hacen que penetre en los corazones el odio y en los estómagos el hambre y la miseria. Y para lograr estos criminales fines, se valen de todas las armas, de aviones, de artillería, fusilería, hambre y sed, acompañadas con el abandono de los hospitales. Pero la acusación que le hicieron algunos de los voluntarios que defendían Huesca, diciendo que el padre de José María, hacía señales a los aviones enemigos, le hicieron la misma, en el pueblo de Fañanás, a la madre de mi primo, el sacerdote Jesús Vallés Almudévar, diciéndole, que con  unas linternas, sin pilas, se comunicaba con los aviones nacionales. Se trataba de una guerra civil y se utilizaban las mismas acusaciones, en ambos bandos. A mi tía y a su hijo, de quince años, los fusilaron muy cerca de Bespén. Se utilizaban en la Guerra, las armas del espíritu, como la mentira, que no respetaba absolutamente, la dignidad humana.   

A la familia de José María Mur, no le pasó nada,  pero ante aquellas amenazas se fueron a Zaragoza. Pero, durante aquella Guerra, para llegar a esa Ciudad, tuvieron que subir por Ayerbe en un taxi, con su parte izquierda blindada contra las balas, que disparaban los gubernamentales, que se hallaban muy próximos a la carretera de Jaca. Una vez en Ayerbe, se dirigían los coches a alcanzar la carretera de Zaragoza, por Zuera. ¡Qué situación de cerco tenía Huesca!. Muy apurada se vio la ciudad, durante la Guerra, porque los Mur estuvieron en Zaragoza durante tres o cuatro años, y el año de 1940 ó 41, se volvieron a Huesca. 
¡Otra guerra le llegó a España el año de 1936, pero no es nada extraño que, como dice Quiñonero: “España lleva varios siglos sobreviviendo y saliendo del hoyo donde la meten regularmente las manías cainitas de sus élites gobernantes”. Tiene que ser muy fuerte España, para salir viva del “Duelo a Garrotazos”, que pintó Goya. Esas palizas recibidas, a las que el glorioso pintor representó, hace falta eliminarlas, “para renovar la arquitectura espiritual y cultural de España”. A renovar ese espíritu por medio de la cultura, entró José María Mur el día de su entrada en la Escuela Nacional del Parque de Huesca, entre otras razones por el cariño que recibió de la Maestra Nacional,  que lo trataba con ese gran cariño. Se llamaba doña Julia, y era la esposa del policía secreto, Señor Pano, nacido en Monzón, hombre elegante, que se cubría con un hermoso sombrero. Eran doña Julia y él, los padres de mi compañero en el colegio de San Viator y  amigo mío, de cuyo apellido me acuerdo con respeto.  
José María, recibió su formación en la Escuela del Parque, que convivía con la Escuela del Magisterio y con el Instituto de Segunda Enseñanza, Ramón y Cajal. Siempre asistió José María Mur a la Escuela Nacional y por tanto no asistió a ninguna Escuela de pago. Acabó la Carrera de Magisterio en 1956, pero de momento, ya no ejerció, porque habiendo sacado las oposiciones, pidió la excedencia. Habiéndose revestido de cultura, prefirió seguir el camino de su padre Don Ventura Mur, contratista de obras. Pero no fue un acompañante de lujo, para su padre, sino que actuó incluso de Albañil, y le ayudaba en todos los desplazamientos, que realizaba  por las diversas obras que emprendía. Ventura Mur se encargó de construir todas las obras que le ordenaba Don José Porta Callén. Levantó la Fábrica de Harinas, en la Carretera de Zaragoza, el Molino de Casayús y las distintas granjas, que hizo aparecer por la Hoya de Huesca.
El constructor don Ventura Mur, si viviera, sufriría enormemente, al ver como en estos últimos años, ha sido derribada por el suelo la grandiosa Fábrica de Harinas de Porta, elevada por él y destruida por una enorme tormenta veraniega y por máquinas destructoras. A mí también me ha causado pena contemplar las vallas metálicas que rodean su solar. Me recibía Don José Porta  en su despacho y teníamos conversaciones sobre su larga carrera de producir harina, para que el pueblo consumiera pan. En su despacho colgaba un pequeño cuadro, que hacía reflexionar sobre el ambiente que se vivía en un despacho de Harinas de Trigo. Ese cuadro lo recordaba don José, así como me hablaba de su pintor, mi cuñado Don Luis Tesa Ayala.
Ventura Mur también realizó, frente a la Fábrica de Harinas de Porta, el Parque de Deportes de Almazán, que con un hijo suyo acudí al Colegio de San Viator. A aquel Parque de Deportes, iba a contemplar los partidos de Baloncesto, en los que me llenaba de alegría el ver a mi primo Roberto Pérez Almudévar, gran jugador y gran fotógrafo de casi todos los rincones de la Provincia de Huesca. Era Roberto uno de los primeros oscenses que jugaba en Huesca, al Baloncesto. Al lado del Parque de los Deportes, se extendía el Campo de Fútbol y ambos han desaparecido, como solares de nuevos edificios. Pero a José María Mur, no le parecía bien dejar a Huesca sin su Campo de Fútbol y creó otro nuevo, al oeste del Cerro de San Jorge, cuando tenía unos veintitantos años de edad, y siendo, al mismo tiempo Presidente del Club de Fútbol de Huesca. 
Era José María Mur un hombre lleno de optimismo y  como Maestro  procuraba enseñar a los jóvenes a hablar, con un lenguaje limpio para  que no se escaparan palabras soeces, de las bocas de aquellos jóvenes. Como Maestro, buscaba la perfección de los hombres, empezando por su lenguaje, para que no ensuciaran sus bocas con aquellas sucias palabras, que trataban de imponer a los humanos, en aquellas películas, los artistas de cine endiosados en las películas. Y el poder político mundano, contribuía a tener a los hombres obsesionados por medio de películas de corrupción, como “El último tango”, interpretado por Marlon Brando y por  María Schneider. El Mundo con el Demonio y la Carne, no proyectaron “El último tango” contra la corrupción del sexo, sino para aumentar los deseos sexuales mezclados con  las violaciones.  Al prohibir que se representara en España, unos dos millones de españoles, hartos de sentirse sometidos sus pensamientos, se lanzaron, a Biarritz, a contemplar la degeneración erótica del “Último tango de París”. En esta película puede verse como el personaje masculino viola a la mujer, por conductos de residuos fecales, valiéndose de cierta cantidad de mantequilla, como lubrificante. ¿Buscarían aquellos hombres el mal, que con el Demonio, el Mundo y la Carne, esclavizaba su vida? o más bien, José María y su compañero Maestro Nacional Luis Zaborras, querían alejar de la juventud, aquella propaganda de la corrupción.    
El Maestro José María, como educador de los niños, buscaba en los mismos, la práctica del deporte, principalmente el del fútbol, al contrario que el Gran Capital buscaba la corrupción de los jóvenes  por medio del Cine. Cuando se anunció en Biarritz, que se iba a proyectar la película “El último tango”, tuvo la necesidad de ir a contemplarlo, acompañado por su colega Luis Zaborras, no para complacerse con su contemplación, sino para tratar de oponer a los vicios, un espíritu deportivo, para fomentar una juventud sana de cuerpo y de espíritu. 
Pero José María, al bajar desde Canfranc por el Bearn francés, quedó impresionado de ver la descomunal riada de españoles, que acudían como él, a contemplar “El último tango”. Aquella circulación de vehículos, formaban una especie de peregrinación desde España a Biarritz, para homenajear la corrupción del sexo, que trataba de oprimir los cuerpos y las mentes de los españoles. Parece que una profecía se estaba anunciando a los españoles, porque cuando iban a llegar a la altura del Puente del Estanguet, una enorme nube de polvo se alzaba al cielo desde el puente, que se caía o tal vez lo estaban derribando. Polvo era aquella nube, como si fuera un “polvo litúrgico”, como dice la liturgia:  ”polvo eres y en polvo te has de convertir”. José María y Zaborras, bajaron del automóvil Seat-1500, para contemplar el espantoso derribo  de aquel puente, que se estaba convirtiendo en polvo. José María se puso a meditar sobre aquella cremación y pensó que los Pirineos fueron en otro tiempo un País, disputado entre España y Francia. Carlomagno fue derrotado cuando volvía de Zaragoza y en aquellos momentos Francia, derribaba su  comunicación  con la península y con Marruecos, al que se pensaba en abrir  un túnel por debajo del Estrecho de Gibraltar. Ahora hace unos cincuenta años que Francia derribó el puente y se negó a restaurarlo. Y Aragón está con casi toda España incomunicado con Francia y con Europa, por esas montañas pirenaicas, como si ese Aragón no existiera. Ahora las tropas españolas se retiran de la Montaña y bajan a Zaragoza, que es un futuro paso obligado de la Península a Europa. José María quedó horrorizado de aquella enorme polvareda que causó la caída de aquel puente sobre el río…Su corazón se sintió triste, al contemplar dicha pérdida, cuando él,  lo que buscaba era la solución al problema que iba a traer a los humanos, la búsqueda de la felicidad por medio del deporte, que iba a provocarle  la proyección de esa película: “El último tango”. El principal actor de ella, fue Marlon Brando, que debía representar el amor, pero que representó el odio a una hermosa mujer, llamada María Schneider que acabó su vida, en un hospital psiquiátrico. Tal vez, una vez vista la película se dio cuenta del odio de Francia a España, cuando tantos españoles tenemos nuestro origen en el Bearn. En el Pilar de Zaragoza está enterrado un Conde del Bearn, que conquistó Almudévar y Zaragoza. Menos mal, que en los tiempos actuales, los franceses del Bearn, están restaurando la Vía Ferroviaria, que volverá a unir España con Francia.    
Esta es la película que no pudo llenar de gozo a los que la contemplaron, como se ve en el fin de su actriz María Schneider. Tal vez José María, pensara más en el porvenir europeo de España, con el ferrocarril restaurado de Canfranc  a Pau y la autovía interrumpida de Zaragoza a Toulouse.
Pero sobre todo estaba pendiente José María, del AMOR, que después de tantos años le hace todavía soñar en la señorita de Almudévar, en cuya casa lo he visto meditar muchos años después de muerta. Su difunta esposa se llamaba Carmen Laclaustra Oliva y todavía conserva en Almudévar, José María, la gran casa, en la que pasaban temporadas. Cierto día, me mostró su casa matrimonial, de la que no puede olvidarse y en algunos periodos, va a acordarse del  amor de Carmen. Me emocionó la visión de aquel caserón, con su biblioteca, sus dormitorios y su salón, en el que escuchaba en tiempos ya pasados, la música de aquellos instrumentos, provocada por unas pequeñas agujas de acero, que giraban sus discos, con amor. En aquellas gramolas, con sus grandes altavoces, estaba un pequeño perro blanco, que al lado de ellos, escuchaba la música.
Aquel ambiente y aquella música, le hacían recordar la historia de los actuales habitantes del Alto Aragón y pensaba en el origen francés de su apellido, igual que yo me acuerdo de mi origen bearnés. José María recuerda que su apellido Mur, es de origen francés, pues de Mur viene la palabra Muro o pared. De este origen les ha venido a los Mur, la afición a construir edificios. Venían los miembros de la familia de José María Mur del pueblo de Bolturina, del que sólo permanece la iglesia, pero en este pueblo apareció el Santuario de Torre  Ciudad, entre Graus y el Grado. ¿Cómo a los miembros del Opus Dei, no les da por conservar la fe en la pequeña iglesia de Bolturina, de la cual nació el Santuario del Opus Dei?. Esta obra es una de las grandes obras realizadas en España. Sería hermoso contemplar la prolongación de la fe de los albañiles y herreros de Bolturina, en el Gran Santuario, en el que se puede ver el respeto, que los opusianos han conservado en las rejas de la Catedral de Huesca. 



Aprovecharon las antiguas rejas de la Catedral para alabar a Dios,  y amar a su Madre, de la misma forma que los viejos postes de gas, de Barcelona, los aprovecharon para convertirlos en faroles, desplazados por las explanadas del Santuario.
Igual que Arguis, pueblo de la Montaña  se asoma a la Plana de Huesca, al llegar a Nueno, los Mur bajaron de la Montaña, para vivir en nuestra capital. Desde esta capital, José María Mur, se fijó en Francia, donde recibió la profecía del Puente de L´Estanguet, en Torreciudad, en el Cerro de San Joge de Huesca, donde levantó el Campo de fútbol y en todas las localidades, donde ha viajado, acompañando a los jugadores del equipo de fútbol de Huesca.
Es que José María tiene un cerebro que se fija en la historia del Alto Aragón, pues conserva la casa, antigua y moderna, que le dejó su esposa, en el pueblo del Sabio o Saputo,  Pedro de Almudévar. Así como este corrió toda la provincia de Huesca, su “amigo” José María, pasa temporadas en la casa de su querida y amada esposa Carmen Laclaustra Oliva, a la que va con frecuencia y donde vivió el amor, que le tenía a Mari Carmen. Todavía se lo tiene, porque, al verlo sentado, en varias ocasiones en algún Bar de Almudévar, yo me preguntaba: ¿en qué estará pensando este hombre, que conoce la provincia de Huesca con todo detalle? Me he dado cuenta de que no era sólo el ambiente del gran monte de Almudévar, sino el recuerdo que conserva en su mente y en su corazón, de su amada Mari Carmen. 
Pero era un cúmulo de pensamientos, los que le llenaban su memoria. Basta simplemente recordar aquella ocasión, en que me prometió que me enseñaría un maletín lleno de papeles, en los que se van nombrando unos quinientos pueblos de la provincia de Huesca, que ya no    existen, porque han ido desapareciendo. Basta recordar el pueblo de Bolturina, en cuyo monte se encuentra el Santuario de Torre Ciudad. Pero José María no podrá olvidarse de ese pueblo de nombre tan curioso, porque en él nacieron sus antepasados. Hoy de Bolturina, sólo queda su antigua parroquia, entre Graus y El Grado. ¡Cómo a los del Opus Dei les dio por acrecentar la fe de aquella minúscula parroquia de Bolturina, levantando un Santuario, que con sus grandes obras, incrementa la fe por toda España!. Aprovecharon aquellos adornos, que otros abandonaban, como las rejas férreas de la fachada de la Catedral de Huesca. De la misma forma aprovecharon los antiguos postes de gas, de Barcelona, para convertirlos en farolas, dispersas por la  explanada  del Santuario.
José María Mur, representa ahora la vida del Alto Aragón y con su nacimiento en la bombardeada ciudad de Huesca, su huida a la capital de todo Aragón, la creación en su pueblo de origen Bolturina, la desaparición de cientos de pueblos, su viaje en el que contempló la destrucción del Puente de L`Estanguet, le hacen lamentar la falta de comunicación de Aragón con Europa por Canfranc. Este ferrocarril haría el milagro de que Aragón fuera la comunicación desde Marruecos y de casi toda la Península con Europa, sueño perdido con la muerte del Emperador Carlomagno. Hay épocas en las que se ven circular numerosos coches de toda España, por la carretera, ahora casi acabada de convertir en Autopista, que van a Torreciudad. Con esas comunicaciones se unirían no sólo el progreso material de Aragón, acompañado por España, sino le fe, uniendo El Pilar de Zaragoza, el Santuario de Torreciudad y la Virgen de Lourdes. ¿No se contribuiría a crear un círculo comercial e industrial entre Zaragoza y Toulouse?.
Ahora en España, se habla de los dos lados del Pirineo, como estados independientes. ¿Es que quieren castrar a la Península?. Aragón lo puede evitar, comunicando a la Península con Europa.
Me encuentro, con cierta frecuencia con José María Mur, y tomamos un café en el Bar del Hotel Abba, que está muy próximo a su domicilio. Hoy  hemos estado  unidos en esta agradable Bar, hablando de la vida y el “porvenir” de Aragón,  uniendo Europa con España. Hace escasos días, lo contemplé y escuché en la televisión, hablando y dando explicaciones de la pequeña historia de Huesca, en un programa de fútbol. 
José María conoce a “tout le mond” de los Pirineos franceses y españoles y todo el mundo lo conoce a él. En nuestras conversaciones hablamos de nuestros conocidos y últimamente que mi hermano Luis y él mismo,  fueron dos amantes de la vida y del trabajo. Nació José María en Huesca en 1937, en plena Guerra Civil y mi hermano Luis, nació en Siétamo en 1932.Fue feliz en Siétamo,  pero no llegó a asistir a su Escuela. Llegó la Guerra y así como José María, vivió su niñez en Huesca y en Zaragoza, Luis vivió su niñez en Huesca. Tuvo que huir con nuestra familia a Jaca y a Ansó. Al acabar la Guerra, volvieron a Huesca y Luis asistió al Colegio de San Viator, mientras José María acudía a la Escuela Pública, hoy Escuela del Parque. Cuando acabó el bachillerato, estudió el magisterio en la Normal. Se conocieron con mi hermano Luis, a través de la familia de Feli Nasarre, que ha muerto este mismo año de 2015, cerca de los cien años de edad. Feli fue amiga íntima de  Mariví, hermana de Luis y mía.  Con los Mur tenían un trato familiar y subían a visitar a la familia de Feli Nasarre, que ha muerto en esta año de 2015, y que cultivó una gran amistad con mi hermana Mariví. Estaban, hace ya muchísimos años, los Nasarre viviendo en la hermosa aldea de Badain. Estuve yo,  en cierta ocasión, a visitar la encantadora aldea, en la que vivieron Feli con sus padres. Era una aldea pequeña, pero con un gran encanto. Su padre era encargado de un grupo eléctrico y vivía con su esposa y con su hija Feli, felices en aquel pueblo de hermosos balcones de madera, al lado de una iglesia, en uno de cuyos lados se encontraba el cementerio. En aquella altura de los Pirineos, miraban al cielo y a la tierra, en la que crecían bellos árboles, como cerezos. Eran felices en aquel ambiente, donde gozaban de la vida y respetaban la muerte, que dormía en aquel pequeño fosal. No les producía terror la muerte de aquel cementerio, sino que les ayudó a prolongar sus vidas,  durante muchos años. El padre de Feli con su esposa y con la niña,  bajaron a vivir a Huesca, donde en una escalera, en cuya parte alta se ve un mosaico, donde aparecen Santa Nunila y Alodia, abrieron una tienda de frutas y de hortalizas, desde la que se subía a la Catedral.
En mi artículo titulado “Barain”, escribo : “Se entraba en el cementerio entre la tumbas, casi todas ella adornadas con flores y con plantas ornamentales y mirando los nombres de aquellos difuntos, como estarán los nuestros cuando el Señor lo disponga, veías apellidos altoaragoneses, que ocupan todo Aragón, porque los hermanos de sus antepasados, bajaron a vivir en la Tierra Baja y muchos aragoneses marcharon a Francia y allí estaba  la tumba de  uno de Badain, en la que ponía:”De ton frère”. Aquellas tierras vivieron unidas muchos años con los franceses y más tarde en el Alto Aragón, recibimos muchos de ellos y a Francia pasaron numerosos montañeses”.
Los Pirineos han formado siempre un País y España con Francia los han dividido, pero cuando estuve en un Molino de harinas, cercano a la frontera francesa, y su molinero me hablaba del amor que sentía en su corazón, con los franceses que acudían a su molino. Se sentían los habitantes del Pirineo, con sus fablas, como un mismo pueblo. Pero los políticos, unas veces franceses y otras, españoles, han obrado con el Pirineo, como en el río Ebro, en el que no han actuado limpiando su cauce, por no atacar a la Naturaleza. Consecuencia han sido las inundaciones causadas por el río, que han hecho salir de sus casas a miles de ciudadanos. Dicen que hace unos años, fue mayor el caudal de agua, que discurrió por el Ebro y sin embargo, no  se  inundaron tantas hectáreas.
 Como ocurre en el Pirineo Aragonés, donde por gozar de su belleza, no han querido nuca comunicar España con Francia, con lo que han conseguido, que si no por motivos turísticos, ya estaría desierto el Pirineo Aragonés. Siempre han cruzado la frontera, unas veces los españoles hacia Francia  y otras los franceses hacia España. Ahora, que España ha entrado en el Mercado Común Europeo, se le siguen cerrando las puertas de comunicación de Zaragoza con Toulouse.  
Pero José María sueña con la educación y con el fútbol del Alto Aragón. En una carta de José María Mur Coronas, en la que escribe “la vinculación existente entre educación y fútbol”, se refiriere a los ejes de su vida, que junto con la gestión empresarial, han sido y son el fútbol y la educación. En numerosos años, ya pasados, escribió a la autoridad para que dejara entrar gratuitamente a los niños, en los partidos de fútbol, gracia que no le fue concedida.
José María Mur sufrió porque su pensamiento, le decía: “El fútbol es educación, deporte, sociología, economía, matemáticas y geometría política”.

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