martes, 12 de mayo de 2015

Duques de Villahermosa y Condes de Guara


Palacio de los Duqes de Villahermosa (Huesca)

He visitado el antiguo, pero en estos momentos, moderno Palacio de los Duques de Villahermosa, que  además de muchos otros títulos ostentan también el tan oscense de Condes de Guara. En lo alto del techo que cubre las escaleras, se observan numerosos escudos de tan ilustre familia, entre los que destaca multitud de veces, el de las cuatro barras rojas de Aragón. Cuando convertían en moderno el Palacio, encontraron una aljama, que me recuerda el bello maderamen que ocupaba el techo de la sala del Monta Tanto…que se encuentra en el palacio episcopal, junto a nuestra Catedral. Entre los escudos de tan histórica familia, ligada a la historia de Huesca y de todo Aragón se repiten las “podaderas” que están representadas en el escudo de los Condes de Guara. El colorido de este techo de madera, reforzado por los mismos clavos, con qué sus autores unieron unas piezas con otras de aquella vieja madera, alegra los corazones de los que conocimos esta arquitectura, pero que ignorábamos la existencia de aquellas figuras humanas y animales, que hacían resaltar la nobleza de los escudos nobiliarios de Aragón y de Huesca.
 Y es que Huesca está en los estribos de la Sierra de Guara y no puede hacer menos que cantarle esta jota,que reza así: ”Sierras de Gratal y Guara,-Ruinas de Montearagón,-Fuentes de Marcelo y Jara.- Huesca de mi corazón”, porque en Ibieca se encuentra la ermita de San Miguel de Foces y de la familia de Foces se descuelga la que poseía el apellido Azlor de los condes de Guara. Y siguiendo la ruta hacia las cuevas de Bastaras y de Chaves,llega uno a Ponzano, donde se encuentra la casa, que poseían los Condes de Guara y en la que se encuentra el escudo de los Azlor ,condes de Guara.
Pero en el recinto del Palacio, no pude evitar un recuerdo de la Condesa de Bureta, perteneciente a la citada familia Azlor, que tuvo un comportamiento heroico en Zaragoza por los años de 1808 y 1809,que recibió de manos del Rey Fernando VII el título de heroina en la Guerra de la Independencia. Se guardan memorias de ella en el palacio de su segundo marido el Barón de Ric, en Fonz.
Villahermosa es el nombre con que es conocido el Palacio y conociendo su historia de origen aragonés ,han hecho muy bien las autoridades en exigir la conservación de su fachada, porque ya en 1476,Alfonso de Aragón ,siendo ya Conde de Ribagorza recibió el título de duque de Villahermosa. Más tarde lo nombraron Duque de Luna. Y siguiendo su historia nos encontramos en 1730 con Don Juan Pablo de Aragón y Azlor, que se casó con Manuela  Pignatelli .Tuvo relación en París, entre otros con D’Alembert y con Voltaire y dejó escritas varias obras literarias.Siendo sobrino del canónigo Pignatelli,colaboró con él, financiando  la creación del camino real a Pamplona y trabajó por la Sociedad de Amigos del Pais , que tanto intervino el los riegos de Aragón.
Todas estas observaciones nos hacen ver como los Villahermosa miraron siempre por la cultura de la sociedad y así siguieron modernizándose, dejando su palacio a los Viatores, para que fuera un centro de enseñanza de la cultura. Por cierto a mí también me tocó participar en los estudios, que allí se desarrollaron. Por eso al ver tantas y tantas pantallas de ordenadores en diversas salas, en mis tiempos aulas, me doy cuenta de la evolución de la enseñanza, porque a mí un profesor me enseñó a manejar el teclado de una antigua máquina de escribir y ahora me sirve aquello para manejar mejor los ordenadores y con estos van a aprender a escribir,  a dibujar, a calcular y a mil otras ocupaciones los que ahora son niños. El día de mañana yo, ya no veré los resultados, como no  ven los Duques que su obra cultural ha venido continuando. Quizá la Caja de Ahorros llegue a colocar las obras de Don Juan Pablo de Aragón en la magnífica biblioteca que han colocado de el Palacio.

En el aula magna o clase más amplia del antiguo colegio, un domingo nos representaron una película muda de Charlot y los niños reíamos y alegrábamos nuestros genios, escuchando sonar el piano en el que tecleaba el profesor Don Félix. En medio de cambio tan enorme pude localizar el espacio en el que se encontraba dicha sala, pero ahora no se escucharán las conferencias ni se admirarán los sonidos de un concierto en la misma, sino que abajo, en un magnífico salón, se cultivarán todos los procedimientos destinados a ver más felices a los hombres.   

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