viernes, 25 de septiembre de 2015

Recuerdos de un hombre de ciento tres años. (Cándido Otín)


Apies (Huesca)

Barluenga (Huesca)

Cierto día de este año de 2015, acompañado por un vecino del pueblo de Ola, fuimos a ver a una tía suya, que vivía en una Residencia de Ancianos, en la Calle del Parque. Mi amigo es un hombre curioso, que se interesa por lo que pasa por el Mundo, por lo que vendrá y por lo que ha pasado. Con estas cualidades no pudo menos,  al ver a un señor anciano de muchos años,   que preguntarle datos sobre su persona. Aquel anciano, que ha vivido durante ciento tres años, le contestó que su vida fue  como una historia de España, con toda la felicidad que puede vivir un hombre y con todas las desgracias por las que tuvo que pasar él,  su familia y sus conciudadanos, durante ciento tres años. Se llama este señor Cándido Otín  Barreu y nació en un pueblo que se encuentra encima de Huesca, llamado Apiés. Estaba el señor Cándido sentado en una silla de ruedas, frente a una mesa. Pero, al recibir preguntas sobre su vida, no dudó ni un minuto en levantarse, para mostrarnos retratos de sus familiares y nos emocionó,al leernos un pliego de papel, que le había escrito una biznieta. ¡Qué poetisa debe de ser aquella niña, que en aquel papel, canta la bondad de aquel abuelo, que tanto había sufrido para la Guerra Civil y cuanto había luchado y amado,  al mismo tiempo, desde que de muy pequeño, luchaba por sacar a delante la vida de aquellos inocentes corderos. Porque ya desde muy pequeño se dedicó a  corderero,  oficio éste que ya no se ejerce, pero entonces, compraban sus padres algún pequeño  cordero, que había nacido gemelo y que su oveja madre,  no podía alimentar a los dos. Tetaba unos días en su madre, pero se lo tenía que llevar y  darle, algunos días un poco de leche de alguna cabra. Cogía Cándido a sus pequeños corderos y él que tampoco tenía más que unos diez años cumplidos, los llevaba a algún lugar del monte, donde brotara la yerba. Poco era lo que sacaba para sus padres del negocio de los corderos y lo llevaron a Barluenga, a servir en casa de Lanuza, que se encontraba cerca de Casa Almudévar, de la que José Almudévar, casado con  una Escabosa Azara, marchó hace ya muchos años a casarse en Siétamo. La Casa de Lanuza, se encuentra muy cerca de Casa Almudévar.
Tenía Cándido un tío, llamado Antonio Barreu, nacido en Castilsabás y que era hermano de su madre, que se casó en segundas nupcias,  con Benita,  viuda de un  Almudévar, dueño entonces de dicha Casa. El hijo de Antonio Barreu y de Benita, también llamado Antonio hoy posee la Casa de Almudévar, porque se la compró a un Almudévar, que luchó en el ejército republicano. Este Almudévar volvió a España y  está enterrado en La Peña. Tenía dos hermanas, una Josefa, a la que llamaban en forma aragonesa, Francheta, con la que tuve una gran amistad a causa del parentesco que nos unía y estuvo casada en Castejón de Arbaniés  con un pastor muy simpático, que también lo llamaban Francho y la otra hermana, que murió en la Residencia de Ancianos de Angüés. Francheta Almudévar era dueña de una casa y de un patrimonio en Ibieca. Y en ese pueblo reside su hija  con su marido y un nieto y una nieta,de profesión sanitaria.
Cándido, eterno trabajador empezó labrando las tierras con bueyes,  antes de los dieciséis años, pero a esta edad se marchó a Barcelona para vivir y ser protegido por su hermano, que perteneció a los Regulares y sirvió en Larache. Llegó la Guerra Civil, en la que los dos hermanos Otín no tuvieron ninguna culpa, como tampoco las tuvo el pueblo sencillo El mayor al acabar la Guerra, huyó a Francia, donde los alemanes lo cogieron prisionero y lo fusilaron. Cándido, que estuvo haciendo el Servicio Militar en Larache y luego fue a trabajar a Barcelona y desde ella fue voluntario en  la Guerra Civil,  en la Columna Durruti.
Le pregunté si había estado en Siétamo con Durruti y me dijo  que no. En mi casa de Siétamo en la ventana que se encuentra al Norte de ella, vivió Durruti ,tratando de ganar la Guerra, pero tuvo que marchar a Madrid, donde murió.
Hizo la Guerra en Madrid,en Benicarló y ¡en tantos lugares!. Al acabar casi esta Guerra, lo cogieron prisionero como a su hermano, de los que me acuerdo de Madrid y de Benicarló y tuvo que pasar siete meses  de hambre y de sed. En Madrid estuvo un mes y allí comía y bebía, pero fue llevado a Alsasua, formando parte de un Batallón Penitenciario, que trabajaba en las canteras.
Le dieron la libertad en Alsasua el mes de Octubre de 1940  y   se marchó a Barcelona. Cuando se jubiló se volvió a Huesca, donde trabajó en la Construcción, y  acordándose de la hermosa Casa de Sopena, de la que yo también recuerdo la cantidad inmensa de agua que brotaba de sus cimientos.
El mes de Octubre de este año de 2015, cumplirá Cándido Otín Barreu, ciento tres años de edad. Con tal cantidad de años es un hombre optimista y goza de buena memoria, porque en las paredes de su dormitorio, demuestra su identidad,  exponiendo una fotografía suya vestido de soldado y después de paisano, con un aspecto de señor, cubierto con un elegante sombrero. Está retratado su elegante hermano, muerto por los alemanes.
Y él, hombre ya muy mayor, tiene expuestas varias fotografías con un elegante sombrero y una pañoleta verde alrededor de su cuello. Parece una dedicación de triunfo en su larga vida, contra las ocasiones de muerte, que por cientos de veces se le brindaron durante la Guerra Civil. Ese color verde es el color de la Esperanza, que él expone con orgullo y con amor a la vida y al pueblo español.
Está Cándido Otín Barreu, sentado delante de una pequeña mesa camilla, mirando unas veces por la ventana y otras a las paredes donde brillan las fotografías de su vida dolorosa y por otra parte alegre.
Es un personaje Cándido Otín  Barreu, que vive en su alcoba y contempla  a los paseantes que van al Parque y espera a sus numerososo familiares, que lo van a ver y darle besos y a dedicarle poesías ,como la que una biznieta,le adjuntó a la pared de su alcoba. En esa poesía , se lee: “Para yayo Cándido, un árbol centenario cuyas fuertes raíces nos han dado vida a todos.

¡Te queremos muchísimo superyayo!. Muchísimas felicidades y besos de tus hijos, nietos y biznietos..

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