sábado, 31 de octubre de 2015

Todos los Santos y las Animas




En el segundo Libro de los Macabeos, del Antiguo Testamento, puede leerse: ”El valerosísimo varón Judas hecha una colecta, envió a Jerusalen doce mil dracmas de plata, para que se ofreciese sacrificio por los pecados de los que habían muerto, pensando con rectitud y piedad de la resurrección. (Pues si no esperaba que habían de resucitar aquellos que habían muerto, tendría por cosa vana e inútil el orar por los muertos). Y este es un pensamiento santo y piadoso”.
Ya vemos que siempre ha habido hombres y mujeres que han procurado ser fieles a Dios y a sus prójimos, pero Cristo abrió su boca enseñando a las turbas las Bienaventuranzas, diciendo: ”Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de Justicia, porque serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque conseguirán misericordia, Bienaventurados   los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por amor a la Justicia, porque de ellos será el Reino de los cielos. Bienaventurados vosotros cuando os maldijeren y os persiguieren, y dijesen contra vosotros falsamente todo genero de mal por causa mía: alegraos y regocijaros porque vuestro premio es grande en los cielos”.
Los primeros años del Cristianismo no se celebraba la Fiesta de Todos los Santos ni la de las Animas, pero fue el templo famoso del Panteón dedicado a todos los dioses el que dio ocasión a Bonifacio IV, que lo purificó y lo dedicó a la Virgen María y a todos los Santos Mártires de los cuales trasladó de las Catacumbas al Panteón veintiocho carros cargados con sus  huesos.
Como vemos  en este relato, ya morían los hombres y mujeres antes de Cristo y buscaban su eterna salvación, problema que sigue en pie hoy día y que los que tenemos fe, tratamos de salvarnos a nosotros mismos y a los demás.

Y son los huesos que movidos por músculos y dirigido por espíritus, los que siguen preocupando al mundo actual, pues igual que de niños vaciábamos cucurbitáceas calabazas, dejándoles ojos y boca y también nariz y poniendo dentro de ellas una vela encendida,  las colocábamos en lo alto de la fuente, en ventanas bajas de las casas y en la Iglesia Parroquial, para que así hombres y mujeres recordaran las almas de quienes estaban en el Purgatorio y rezaran por ellas. Dicen que otros colocaban calabazas para asustar a las personas y evitar que rezasen por las almas. Hace ya años, circulando por la ruta que pasa por Novales, vi una luz extraña que me obligó a parar y al hacerlo, me encontré una de esas almas calabaceras con su vela dentro, la noche de las Animas. Cuando ya creía perdida esta costumbre, en la noche de Animas de mil novecientos noventa y seis, en la iglesia de Siétamo encontré cuatro niños, con sus caras pintadas, con una calabaza animada por su vela, cuya fotografía conservo para que me recuerde el día de mi muerte.

miércoles, 28 de octubre de 2015

“España llega tarde a todas partes…” (Blas Otero)



“España llega tarde a todas partes…” aunque  en cuestión de Autonomías actuó con mucha rapidez,  pues dejó muy pronto   de ser una Nación Autónoma.  Esto lo escribió Blas de Otero y y yo, al leerlo, me fijé  que España  y su pueblo, al dividirse en naciones o regiones autónomas, ya no es dueña totalmente  de sí misma. Hay naciones como Cataluña o como el País Vasco, de donde salió el nombrado escritor Otero y está Aragón, que según el Conde de Aranda era una nación.
Y  ahora,  Blas Otero, exclama: “Por tierras de Aragón, oigo sonar las viejas hojas secas del árbol de unos libros, abiertos entre las sombras que aún perduran”. En su libro que trata de España, nombra poco a Aragón, pero cuando oye sonar las viejas hojas secas del árbol de unos libros, parece referirse al Arbol de Sobrarbe, presente en el Escudo de Aragón, con la Cruz de Iñigo Arista elevada en la copa del Arbol. Iñigo Arista jefe común de Navarra, de Aragón y del Sobrarbe, aparece también en el Escudo de Aragón. Cuando Otero nombra aquellas viejas hojas secas del árbol de unos libros, me recuerda aquellas,  que nombra Madoz , en su “Libro geográfico, estadístico e histórico”. Caen aquellas hojas de los árboles de las orillas del río Ara, que corre por el Sobrarbe y Madoz  habla de ellas, al verlas salir por el caudal de la   Fuente del río Mascún, cerca de Rodellar.  ¿Son esas, que bajan por simas excavadas en la Sierra, desde el río Ara hasta el Barranco de Mascún,  las viejas  hojas secas del Arbol de Sobrarbe ?.
Va nombrando Blas Otero  a Castilla y a León y a Francia con su capital parisina y a China y a Cuba, pero a Aragón lo nombra de una forma breve. Parece que busca el porvenir de la sociedad española, pero a Aragón,  le “hace soñar en las viejas hojas secas del árbol de unos libros”, que parecen referirse al Arbol de Sobrarbe.
Históricamente  Aragón fue la nación que formó,  bajo el gobierno de Fernando el Católico, con Cataluña, Valencia y Baleares, una potencia que se unió a España. Y ahora Aragón se siente humillado,  ante los territorios que ponen de manifiesto  que son naciones.  Sí,  se proclaman, como si lo fueran, por ejemplo con sus ferrocarriles que pasan por Port Bou o por Irún, como si ellos, vascos y catalanes, fueran sólo ellos, vecinos con Francia.  Aragón, queda olvidado,  como un rincón, que no tiene porvenir. Parece que  quieren aislarlo   de Francia, para ser los vascos y los catalanes, los que gobiernen  el tránsito de la península con Europa.
Aragón  parece no acordarse del ferrocarril del Canfranc  y de la autopista que desde Zaragoza, llega hasta la frontera francesa. En “Aquellos libros abiertos en medio de las sombras,  que aún perduran,  escritos por Joaquín Costa, “se oyen  sonar las viejas hojas secas del árbol de unos libros” y los oigo, como se ven las hojas caídas de los árboles  del río   Ara,  que por debajo de la tierra, en corrientes de agua subterráneas, llegan hasta Mascún. Aquí, en Aragón,  los ferrocarriles no pasan  nunca a Francia, pues por lo visto ya lo hicieron bastante en tiempos pasados y por las carreteras, se circula a veces, y pasan con muchas dificultades. Dice Otero.”España llega tarde a todas partes…en su concepto histórico, único que queda de ella, no es una nación autónoma, dueña de sí”. No es España autónoma, pero lo son casi todos sus  territorios. Blas Otero murió en 1979 en el centro de España y nació en el País Vasco el año de 1916, pero él quería a toda España, cuando  ahora,  los que gobiernan, no buscan la Autonomía para toda España, sino que  quieren algunos vascos y catalanes, una vez conseguida su propia autonomía, su propia independencia. Piensan y  obran muchos, que quieren esa independencia, porque “en su concepto histórico, único que queda de ella, (de España) no es una nación autónoma, dueña de sí”.  Esto lo escribió el vasco –español, Blas Otero, en unos versos dedicados a Aragón. Añade el poeta:”Dime lo que el pueblo come, y te diré el papel que desempeña en la historia”.  ¿Cuántos aragoneses viven y comen en su tierra?.  Son muy pocos, porque en Teruel están desapareciendo sus escasos habitantes, como pasa también en los pueblos de Zaragoza y de Huesca. La capital de Aragón, Zaragoza tiene más habitantes  que el resto de Aragón,  pero está esperando que se abran los pasos de los PIRINEOS  y entonces será el corazón, del comercio y el turismo entre España y Europa.  Y hace Blas Otero, esta observación:”Dime lo que el pueblo come y te diré el papel que desempeña en la historia”. Anima el poeta, diciendo: “transformaremos, este río seco en río vivo y corriente”. Ya lo intentó Carlomagno, hace muchos siglos. Y ya lo dijo Joaquín Costa y lo escribe Blas Otero en su poesía sobre Aragón: “Escuela y despensa, despensa y escuela”.   
Me he quedado emocionado de leer las obras de Otero, el vasco,  que sentía España en su corazón, pues dice: “Claro que el mundo no es España. Ez significa en euskera, no. ¿ Sabemos acaso  qué es España?.  Meditemos. ¿Es un cielo? ¿una historia?”.
 Otero vivió tres etapas en su vida, siendo la primera la religiosa, pues era cristiano practicante y creía en las doctrina de la Iglesia Católica. En el año de mil novecientos cuarenta y cinco, pasó de la etapa religiosa a la existencial, porque al verse vacío del consuelo religioso, lo buscó en la poesía existencial. La pérdida de su fe, le hizo buscar a Dios, como ocurrió con su “Cántico espiritual”,  con el que Blas Otero buscaba el amor a lo divino. Pero no lo alcanzaba y llamaba al Señor, con gritos, que le daban, al escucharlos una impresión de soledad, lejos de conseguir la paz de su alma. Se sentía aislado y sólo, llamando a Dios y no sintiendo su respuesta. Esta falta de unión con Dios, le hizo pensar en que esa deseada unión, la encontraría en la muerte.
En estas fases de abandono y soledad, se puso a  pensar, en diferenciar el “ser” del “existir”. Se fijaba en los objetos, que no tienen ninguna acción derivada del pensamiento, del que carecen y se ve claro,  que allí “están”.  Pero, en cambio, el hombre “existe”, porque  tiene un alma, que tiene un fin espacial y tiene a su vez un cuerpo,  que ”es”, simplemente, una cosa más. Los cuerpos humanos han sido incluso venerados, pero en los tiempos actuales, esos cuerpos son abrasados, convertidos en polvo. Los cadáveres del hombre en distintas épocas prehistóricas y también en otras épocas históricas, ha sido quemado, desde luego por procedimientos lejanos a la técnica actual. 
El cuerpo “es” y va desapareciendo, pero sigue “existiendo” el alma que tiene aspiraciones a la eternidad. Esta Etapa del Existencialismo, llamada la segunda etapa del pensar de Otero, la asumió el año de 1950 y  le hizo sufrir, porque llamaba a Dios y no le contestaba.
Y se encontró en una Etapa Social, en la que se pasaba  del “yo” de la persona, al “nosotros”. Blas Otero pasó de su primera Etapa Religiosa, a una  segunda Etapa con ideas que le producían  la poesía existencial, que con la doctrina existencialista, le hacían buscar  a Dios. Se sentía el hombre aislado y sólo y buscaba a Dios, pero se dio cuenta de que la única forma de alcanzar esa unión con Dios, es la muerte. Y en esta Etapa Existencial que le llegó en 1950, piensa en las diferencias que se dan entre el “ser” y el “existir”. Los objetos que “son”, no protagonizan ninguna acción. El espíritu del hombre  existe, porque la muerte, aparta del conjunto humano su cuerpo,  que “es” una cosa, pero permanece su espíritu, que tiene un fin especial, porque “existe”. El espíritu humano del hombre, tiene un fin en los espacios, después de vivir contenido en su cuerpo. Antes de morir tenía el hombre, una aspiración a la eternidad. El hombre que tiene un cuerpo que “es” y un alma que “existe”, con ese espíritu,  aspira a la eternidad.
Ya sus pensamientos le llevaban a darse cuenta de que la existencia abarca la Etapa Social del hombre. En 1955 su poesía convirtió el “yo”  en el “nosotros”, uniéndonos a todos los hombres, en cuya solidaridad busca una religión, basada en  la libertad y el amor. Debo preguntarle a San Agustín si existió en aquellos siglos una religión de la libertad y del amor.
Esta Epoca de poesía social, comienza en el año de 1955 y el camino que buscó en la religión, lo busca en la solidaridad de los que sufren. Sus sentimientos sobre España, le proporcionan,  amor y dolor. Con el dolor evoca un pasado lejano, pero también un pasado cercano: el odio, la guerra, la sangre. Con esos sentimientos, a la vez lejanos y también próximos, conoce estas tierras españolas. Tuvo el poeta un extraño sentimiento  de odio y amor simultáneamente, que lo llevó a ir a París. Ese sufrimiento causado en él,  por su lucha interior entre del amor y el odio, lo desvió a afiliarse en el año de 1952, en el Partido Comunista. Pero no fue una filiación política, sino por afinidad, porque en sus doctrinas veía concretos sus ideales humanistas.
Se le estaban presentando problemas y buscaba soluciones a esos problemas humanos. Blas Otero estaba encontrando una solución al problema de la lucha entre el amor y el odio y a él y a muchos hombres,  les parecía que el verso se había convertido en el medio de hacer desaparecer el odio entre los hombres.
En los últimos años de su vida se convirtió en misionero del pueblo llano, pues “convivió y trabajó con mineros, recorrió los pueblos del interior de Castilla y León, sin apenas dinero, viviendo del trabajo y de lo que le ofrecían los amigos que iba haciendo por el camino”.
Parece ser que buscaba a Dios, como Cristo, Dios y hombre verdadero, como el “nosotros” y el “yo” de la doctrina existencialista. Blas Otero se queda con Dios y con “nosotros”. Y yo me quedo con Cristo, que también es Dios, ”que sin apenas dinero, caminaba por el Mundo, Pidiendo la paz y la palabra”.


martes, 27 de octubre de 2015

Ekiñe, desde Santurce a Bilbao



Ekiñe es una bilbaína, que vive en Huesca y que me ha hecho recordar aquella marcha cantarina, que dice: ”Desde Santurce a Bilbao, vengo por toda la Ría”, que tantas veces he escuchado en el País Vasco. Al oírla, te llenaba de optimismo, como me alegró el corazón, al enterarme de que la bella muchacha, era bilbaína y  yo había escuchado en tan elegante ciudad, muchas veces, cantar ese “Desde Santurce a Bilbao, vengo por toda la Ría, con la falda remangada, luciendo la pantorrilla”. Me acuerdo de la Ría, cuando estaba toda ella invadida por industrias metálicas, que le daban un color ferruginoso, pero ahora la han reformado, con la supresión de las grandes naves industriales y la limpieza de sus aguas. Parece que hasta la industria ha escuchado las coplas, que tanto allí se cantaban y que vuelvo a pronunciar: “Desde Santurce a Bilbao, vengo por toda la Ría, con la falda remangada, luciendo la pantorrilla”. Ahora llama la atención su belleza, por la limpieza de sus aguas y me he alegrado, el enterarme de que Ekiñe, fuera hija del Gran Bilbao, porque yo no la había visto nunca, con faldas, que, como dice la canción, se levantaba la bilbaína, para pasar por la orilla, para cantar: “luciendo las pantorrillas”. No, no lleva faldas, porque esta tierra es de secano, sino que, por esta tierra, va constantemente con pantalones.
La conocí hace muy poco tiempo, pues vino a Huesca desde Zaragoza, donde iría por circunstancias de la vida, y me di cuenta de que era una muchacha trabajadora y emprendedora, pero independiente y optimista, pues siempre la contemplaba alegre, repartiendo dicha alegría entre los clientes del Bar-Restaurante, en el que yo la veía. Es trabajadora y hábil desempeñando el trabajo de cocina y sirviendo a los clientes.
Adorna su cabeza con una hermosa mata de cabello, que lo lleva recogido sobre su testa y que un día en que le soltó los colgantes con los que la sujetaba, parecía que era la Ría de Bilbao, no de agua sino de cabellos, que se prolongaban, no hacia el Mar, si no  por el Bar.
No puede ocultar su nacimiento en la Ciudad de Bilbao, pues si alguien ironiza sobre su ciudad natal, se irrita fuertemente, por haber insultado su corazón, pero nunca pasa nada, porque su carácter es tan cariñoso, que le dura muy poco tiempo su enfado. No contrastaban sus largos cabellos sobre las aguas de la Ría, pues parecían corrientes capilares, en competencia con la corriente del agua.
En Ekiñe, la bella doncella, domina un gran respeto y cariño  a los clientes, a los que trata con esas dos virtudes, unidas a unas enormes ganas de trabajar.
Sí, tiene ganas de trabajar, porque se coloca detrás del mostrador y parece que canta, señalando los bocadillos y las tapas: “Mis sardinitas que ricas son-Son de Santurce las traigo yo”.

Si, Ekiñe es como una ondina que ofrece a los clientes los mariscos del Bar, como las sirenas ofrecen los mariscos del Mar.

viernes, 23 de octubre de 2015

La Humanidad y el verde de la Esperanza



Yo paso recreándome con su ambiente, por el estanque,  que provisto de agua por la acequia que baja desde el Pantano de Arguis, alegra el ambiente del Parque de Huesca. Pero esta refrescante agua, mantiene el color verde del césped, que brota en los distintos pisos provistos de tierra vegetal fecunda. Cuando pasas por ese césped, encuentras a los y a las jóvenes, que se recrean sobre el esperanzador verdor de la yerba. Unos hablan,  otros cantan, algunos hacen sonar,  en ocasiones, sus instrumentos musicales. Otros más niños, acompañados por sus padres, lanzan sus balones, que a veces caen en el agua. Hace gozar el vuelo de los ánades, que bajan del cielo a nadar y bañarse en el agua. Los niños les lanzan migas de pan, que ellos consumen con gran placer. Se ven parejas de patos enamorados, que se siguen y persiguen por la superficie del agua y cuando les apetece impulsan sus graciosos cuerpos, desde el agua a los aires. Pero cada día ascienden a los cielos y bajan a la superficie del agua, en la que gozan nadando y consumiendo los alimentos que los niños les proporcionan.
Hoy he intentado pasar una vez más, en las múltiples ocasiones que mi madurez me ha ofrecido, por tan verde y fresco lugar, pero un hombre con su enorme barba, me ha impedido el paso por la bella y enorme balsa del Parque de Huesca, rodeada por diversos pinos y plátanos ornamentales, con diversas plataformas de color verde, que prometen la fecundidad y le dan felicidad a  la ciudad de Huesca.
El aspecto del señor, que he citado, semejaba  el aspecto de un rey original y poderoso, pues tenía y sigue luciendo una cabeza que derrama ideas geniales por unas lentes, que  reflejaban todo el inteligente contenido de su cerebro.
Era su cabeza armoniosa, como he dicho, pues sus gafas armonizan su cabeza, que le servían  para ver mejor e intuir. Esa cabeza está adornada por cabellos negros, mezclados con canas, que le cubren el cerebro, con una larga raya en medio de ellos, que le   traspasa, desde delante hasta atrás todo su cerebro. Iba esa raya desde la frente a su nuca posterior, de la que le pendía, una abundante melena, que por delante, dejaba descubierta una frente que pensaba y pensaba. Por detrás, desde las patillas, por sus maxilares, hasta casi su cintura, le colgaba una barba, digna de  ser portada  por un ser poderoso, en el arte natural del hombre y en el de la Naturaleza. Iba el encargado de la obra de la Laguna del Parque con su tórax cubierto con una especie de blusa, negra, pues el color negro, oculta todos los secretos que se esconden  en la tierra. Los pantalones, con ambas tibias y peronés ocultos, mostraban dos  bandas de tela, dotadas de colorido y sus pies los calzaba con zapatos andadores, rápidos y  ligeros.
Pocos días después del comienzo del cerco de la laguna, para dar salida a los restos vegetales y a las hojas de los árboles descompuestas, al caer en Otoño a sus aguas, por medio de modernos aparatos que los echasen en la acequia, ¡ya habían arrancado una buena extensión de este verde césped!. Salía el “humus” de un color de estiércol oscuro, que ennegrece la tierra natural.
Un muchacho, conduciendo un pequeño tractor, labraba los jardines de césped y muchachos atléticos, acompañados por bellas chicas, lo seguían siendo, mientras sacudían las matas arrancadas al jardín de césped, con el fin de conservar el “planton” de la tierra y arrojar las plantas arrancadas.
Cada día adelantan en el trabajo de colocar un desagüe, para conservar con el verde del nuevo césped, que van a sembrar en el jardín, que renueve, cada día,  la esperanza en la dulzura y la belleza del Parque.
Así podrán los visitantes del Parque, gozar del Gran Teatro de la Laguna, en que se divierten los ancianos,  dando de comer a los ánades, divirtiendo  a los niños, además con ligeras pelotas.  Y podrán los jóvenes hacer sonar sus instrumentos musicales, que comulgan la sonoridad de su música con los sonidos naturales, que produce el vuelo de los patos y el canto de los pájaros y los chorros de agua, que va cayendo desde la acequia al volumen de la Laguna.

Me da la impresión de que este hombre, con su cerebro y con su enorme barba, piensa: “Haec aqua benedicta, sit  nobis salus et vita” (Esta  agua bendita sea para nosotros salud y vida).

lunes, 19 de octubre de 2015

Aragonés de antes y de ahora

Almonacid de la Sierra ( Zaragoza ).


Conocí a Lorenzo Morales, nacido en Almonacid de la Sierra en un Bar, cuyo dueño  cuida y ama la Fabla Aragonesa. Está situado dicho Bar en la carretera que sube desde Huesca a Jaca y por la que se baja a Zaragoza.  Y hablando con Lorenzo, me dijo que por esa misma ruta, hacia el Sur, se alcanza el pueblo de Almonacid de la Sierra. ¡Dios mío, qué nombre tan bello y  tan moruno, unido a la palabra Sierra!. Cuando me hablaba de él, lo llamaba con todo su cariño “mi pueblo”. Lorenzo Morales es un hombre fuerte de cuerpo y más de espíritu, pues su cuerpo se fortaleció en aquellas tierras serranas, que subían por la Sierra, hacia el cielo y descendían hacia abajo, hasta el fondo de sus bodegas de vino. Pero de esa aspereza del terreno, los hijos de Almonacid, obtenían desde siglos pasados, el aroma, el sabor divino, la fortaleza que le daba esa tierra y una energía a sus cuerpos y una visión de la vida, que alegraba sus espíritus, con un pequeño trago de buen vino. Lorenzo es y ha sido, uno de esos hijos de Almonacid, que él mismo declara que esas tierras que cultivaban eran  pobres e inclinadas, en las que tenía que hacer esfuerzos y sacrificios para “picarlas” con esas azadas, que ahora nadie roba, porque exigen sacrificio para usarlas.  No eran tan crueles las épocas de poda de las cepas y se convertían en épocas de alegría, aquellas en que se vendimiaban las múltiples uvas, de nombres que da gusto escuchar a Lorenzo, desde garnacha hasta la uva dulce, como el moscatel.  Aquella tierra parecía pobre,  pero producía una inmensa alegría entre los vendimiadores con la variedad de colores, como el tinto, el clarete, el rosado, el blanco y una variedad inacabable de ellas, que alegran la vista de los vendimiadores. El sabor dulce de aquellos mostos les alegraba la vida, que los hacía bailar para pisar esas uvas, que sacaban unos vinos, que a lo largo del año hacían optimistas a los hombres.
Eran y son optimistas los hombres como Lorenzo Morales, porque la alegría de la vendimia los impulsaba a cantar jotas, pero no sólo este baile y este canto de Aragón, sino que en el mismo Bar de Avelino Artero, nos cantó tangos argentinos. Eran cantos nobles, fuertes, alegres y a veces tristes, que Lorenzo con su voz recia, nos hacía sentir una emoción, provocada no por el alcohol,  sino por el recuerdo de la hermandad entre argentinos y españoles. Tengo una fotografía de mi tío José María, vestido con ropa de gaucho y con un látigo en la mano, que le trajeron de la Argentina. Todavía conservo el bastón con su vara  escondiendo un largo cuchillo. Cuando vienen mis parientes argentinos, se lo enseño y al darles a beber un trago de vino de Aragón, se les alegran los corazones.
Pero Almonacid de la Sierra tiene un pasado común con Siétamo,  no sólo con el vino, sino con la gloriosa figura de Don Pedro Pablo Abarca de Bolea, Conde de Aranda.
La casa de estos Condes tenía su sede en Aranda pero heredó su corona condal, Don Pedro Pablo Abarca de Bolea, nacido en el el Castillo- Palacio de Siétamo. Don Pedro Pablo era el X Conde de Aranda, si no por sus cuatro costados, lo fue por la mitad, ya que su madre era catalana. Además de Conde de Aranda fue,  Duque de Almazán, marqués de Torres de Montes, Vizconde de Rueda y de Broto, Barón de Gavín, de Trasmoz , de SIÉTAMO, Clamosa, Eripol, La Mata, Antillón y La Almolda, y señor del valle de Rodellar y de los castillos y villas de Maella, Mesones, Jarque, Tierga, Sestrica, Nigüella, Lucena de Jalón, Epila, Almonacid de la Sierra, Salillas, Lumpiaque, Urrea de Jalón, Almazarre, Ola, Los Certales y Pui de Cinca.

La vida  familiar de Aranda estuvo muy unida a Aragón, pues sus padres decidieron casarse en Sangarrén, buscando un lugar de su boda, que tuviese  lugar entre Zaragoza y Barcelona. El Conde de Aranda formaba parte de la Nación Aragonesa, pero era Hijo de España y buscaba la unión de toda ella. Se casó con una catalana y poseía una fábrica de bellos mosaicos, en Valencia, a cuyos obreros, en tan viejos tiempos, les dio la oportunidad de cobrar los retiros. Soñaba con hacer navegable el río Ebro, pero con su muerte en 1798, al hacerse la división de España en regiones y provincias, entregaron a Cataluña la desembocadura del río Ebro. Siendo Diputado de Huesca, recibimos en la Diputación, una carta en que un ciudadano de la zona de Tortosa, reclamaba el aragonesismo del Ebro, con lo que se hubiera proclamado la influencia mutua de Aragón con Cataluña, Valencia y Baleares. Don Pedro Pablo Abarca de Bolea, con su esposa catalana, buscaba la unidad española. Por eso amaba a la catalana, hija del río Ibero. 
 Almonacid de la Sierra y Siétamo, tuvieron un padre para el primero, porque al heredar el título de Conde de Aranda, se hizo cargo de su cultura y de su economía, y un hijo para Siétamo, porque nació en dicha Villa y asumió el nuevo título, al de Marqués de Torres de Montes y al de Barón de Siétamo. Fue el noble aragonés Pedro Pablo Abarca de Bolea, X Conde de Aranda, nacido en su Castillo- Palacio de Siétamo, con sus graneros y bodega como en Almonacid, donde pasó largas temporadas  y donde tuvo casa, bodegas y otros edificios, durante el siglo XVIII, pues murió en 1798. Don Pedro Pablo, tenía su Castillo-Palacio en Siétamo, con bodega y granero, edificando en 1740 un edificio, que se ha usado como granero hasta hace muy pocos años y en mi vida agraria, como yerbero. Pero al ocupar su título de Conde de Aranda, tuvo muchas  casas, bodegas y otros edificios en Almonacid de la Sierra y el Gran Palacio, centro del Condado de Aranda en Epila, donde fuimos muchos sietamenses a celebrar unos funerales el año de 1998. Está enterrado en San Juan de la Peña.
El ilustre militar y estadista, el noble conde de Aranda, tuvo multitud de casas, como acabo de decir, residencias bodegas y graneros por  Aragón. Durante el siglo XVIII, vivió en la Guerra de Italia, en Moscú, en Polonia y en París. Se tuvo que ocupar  al mismo tiempo de las bodegas, entre las que destacan las de Almonacid de la Sierra, que se encuentran bajo tierra y son de una enorme capacidad. Más tarde se han utilizado esas bodegas, como lugares en los que se celebraban meriendas y se hacían exposiciones de buen vino. Me imagino al hijo de Almonacid,  Lorenzo Novales, gozar en esas meriendas de ese divino sabor de los vinos de la Sierra, pero no sólo gozaba con el placer de beberlo, sino que complacía a los asistentes, que con él se reunían, con la belleza y filosofía de altura,  como la de Voltaire, haciéndoles oír sus poesías sobre el vino. 
El Conde de Aranda, era un productor de vino, que hacía famoso por toda España y por el extranjero. 
Mandaba Don Pedro Pablo lotes de vino exquisito a personajes famosos, como Voltaire. En 1773, recibió una carta de este gran filósofo, en la que le decía: “Si este vino es de vuestra propiedad, hay que reconocer que la tierra prometida está cerca”. Con estas palabras le agradecía Voltaire el envío de sus sabrosos caldos de la bodega de Almonacid de la Sierra.  
En mi artículo: ”Siétamo, Geografía e Historia” se lee que en el siglo XVII, leyendo el libro de Don Saturnino Pallaruelo de Puyarruego, se ve la elegancia que los Condes de Aranda (todavía no eran Condes de Aranda, sino que eran poseedores de otros muchos títulos, como el de Marqueses de Torres de Montes y Barones de Siétamo), pero como antecesores de los mismos, “se ve la elegancia que los antecesores del Conde Aranda crearon en las salas del Palacio. Recibía en ellas, entre otros, a la familia de los Azara de Barbuñales, parientes de las Azara de Siétamo y amigos íntimos con el Conde”. Severino Pallaruelo, en su obra “Bardají”, escribe lo siguiente.”En Siétamo, no lejos de Barbuñales, alzaba sus muros de arenisca dorada el palacio de los Condes de Aranda, amigos de la casa de Azara. Un tío de María Ana era canónigo de la catedral de Huesca. Cuando Azara iba a visitarlo pasaba por Siétamo. Se detenía en el palacio de los Condes. Admiraba los salones. Allí había libros y estampas, telas exóticas y muebles hermosos, todo el lujo tranquilo y claro, confortable y pulcro que promovían los ilustrados del siglo como ambiente donde desarrollar tertulias razonables, conversaciones interesantes y debates acerca de la felicidad del género humano, conseguida por medio de la inteligencia y de la riqueza”.”La lectura de Severino Pallaruelo me emocionó porque me hizo recordar algunos mueles y  mosaicos, que mi padre recogió entre las ruinas del Palacio”, de los que conservo alguna.
¡Cómo se ha desarrollado la Historia en el pueblo donde nació el Conde de Aranda, Siétamo, con su castillo-palacio destruido y en Almonacid de la Sierra, donde en año de dos mil catorce, el poeta que le canta al vino, sigue bebiendo y recitando sus grandezas!.
En el mes de Julio de 1936, la familia Almudévar había abandonado su casa de Siétamo y Antonio Trisán,  nacido en Fañanás, después de reconquistar los nacionales por unos días, mi pueblo, se paseaba por las habitaciones, en tanto los soldados estaban bebiendo vino en la Bodega del Palacio del conde de Aranda. Su alma estaba limpia y no quiso participar en esa juerga del alcohol y como recuerdo se cogió un libro de Manuel Bescós Almudévar, de sobrenombre Silvio Kosti, en el que ponía esta “dedicación magnífica del autor. Reza así: al ilustre tío Manuel, mayorazgo y Jefe de mi estirpe”, Silvio Kosti.
Sigue escribiendo Silvio Kosti: ”Tomo como recuerdo el volumen de Kosti y salgo a la calle…El vino se nota en el ambiente. Cantan esos soldados esas melopeas de los que están en el límite de sus posibilidades alcohólicas”. Como dice Antonio Trisán, en un torreón del Palacio,había envejecido un buen vino. Efectivamente, según me dijo mi padre, eran unos seiscientos mil litros los que se encontraban en la bodega, fruto del cultivo de viñas en el Somontano. Se ha dado en crecimiento, en esta tierra, la producción de vino, pero en Siétamo ya no quedan prácticamente viñas. Esas bodegas fueron encontradas con mucho placer, por “rojos y blancos”, que como cuenta Antonio Trisán se las bebían hasta emborracharse. Con esa sensación se olvidaban de la sangre constantemente derramada por sus compañeros y por sus rivales.”El vino se nota en el ambiente. Cantan los soldados esas melopeas de los que están en el límite de sus posibilidades alcohólicas”…Alguno piensan “mañana hemos de enterrar muertos en el cementerio del lugar”.  
 Dicen que el vino siembra poesía en los corazones, pero así como en Almonacid de la Sierra, Lorenzo Morales, abona esa poesía, en cada ocasión que puede llegar a las bodegas de Almonacid, con el placer del vino, las poesías que le salen de su corazón y los cantos que con su voz, resuenan por ellas, en Siétamo aquel Palacio, donde nació el Conde de Aranda, perdió lak ilusión. Se acabó la bodega de los seiscientos mil litros, el Palacio que llenó de ilusión la mente del escritor Ballarín y el fuego criminal, como dice Sender, “arrasó todo el pueblo”, desde el palacio con su bodega, la iglesia y los domicilios, hasta la vida de los hijos de Siétamo.
Cuando vas por Almonacid, aquellas laderas serranas, a pesar de su aspecto en ocasiones árido, están cubiertas por sus verdes cepas y sus uvas divinas de  las que bailando, hacen desde hace siglos brotar el vino, que alegra los corazones humanos, como llenó de placer kincluso el de Voltaire. Las profundas bodegas encierran y guardan los millones de ilusiones humanas, que produce el vino, divino tesoro de sus viñas. En ellas se reúne Lorenzo Morales con sus amigos, y cantan,  meriendan y acompañan de alegría aquellos ratos, que el vino impulsa y acompaña.
Como escribió el judío Ibnalfín, los de Almonacid  “vierten la sangre de uvas en copas de cristal puro, como fuego aprisionado en el granizo”. Y esa conservación del vino con el granizo frío, que hace de cristal de las copas, ha ido conservando el equilibrio en las viñas y en las bodegas y les ha hecho prosperar, nadando en el vino y por el vino. En cambio no le hicieron caso a Ibn Nagreda que les aconsejaba: “y no dejéis el vino por las noches, apagad la candela,y que os iluminen, que en la tumba no hay cantos, ni vino ni amigos!”.
“El vino siempre ha sido acompañante fiel del hombre”, pero el hombre, en ocasiones ha dominado el abuso del vino y no ha apagado la candela, que ilumina su paso por la vida. Porque  “el vino siempre ha sido acompañante fiel del hombre”, como se apoderó de los hombres, en la Guerra Civil de Siétamo. Escribe Antonio Trisán “el vino se nota en el ambiente” 
Y en la bodega del Palacio se conservaba un mar de vino que atraía con una enorme fuerza a los hombres en guerra, que en aquel mar alcohólico,  sin nadie que lo protegiera, “con sumo placer”, unos rojos y otros blancos, que bebían hasta emborracharse y dormían el sueño de “los justos”. En aquel sueño se olvidaban los hombres de la sangre derramada por sus compañeros y por sus rivales. “El vino se notaba en el ambiente Cantaban los soldados esas melopeas de las que estaban en el límite de aguantar sus posibilidades alcohólicas”.
En cambio, en las orillas del río Guatizalema, era fusilado un joven sacerdote a Alquézar, ordenado sacerdote en el mes de Junio, que no tuvo en su corta vida el tiempo necesario para beber la sangre de Cristo, consagrada con aquel vino, que ahora servía para emborracharse.
Ante tanta muerte, Siétamo, pueblo del Somontano, todo él plantado de viñas, se olvidó de las cepas y ya no plantó ninguna más.   
Y tú, Lorenzo Morales de Almonacid de la Sierra, sigue cantando y recitando poesías inspiradas en el vino, porque alegras nuestros corazones.

sábado, 17 de octubre de 2015

JUAN BACHOCAS, ALIAS CORAZON SECO





Juan Bachocas "no en teneba d'enemigos", cosa rara en estos tiempos y en todo tiempo y lugar. Las cosas raras no lo son tanto, pues cada día que pasa, ocurren rarezas sin cuento. Entre los ancianos del pueblo, era famoso, pero yo nunca me enteré de la vida y aventuras de este hombre y decidí saber y transmitir algo de la misma.
Al paso que vamos, me parece que lo normal será  lo anormal y se dará  raramente aquello que siempre fue rutina y cotidianeidad o ¿es que las bachocas o vainas de las judías, habas y garbanzos, no constituyen la rutinaria repetición diaria de ser comidas por nuestros campesinos?.
He tratado de analizar las causas por las que Chuan Bachocas no tenía enemigos. Al principio pensé que sería un filántropo, que amaba al hombre por el hombre mismo o tal vez un buen cristiano que amaba a su prójimo por amor de Dios. Me intrigaba este enigma, más que aquella extraña palabra que te falta para dar fin, con éxito, a un crucigrama.
Subí al coche y me dirigí a la Villa de Almudévar, donde se había desenvuelto una vida tan hermosa y tan olvidada, con el fin de preguntar a las gentes sobre el héroe que me preocupaba. Preguntando, preguntando no saqué ninguna conclusión, porque todos ponían cara de extrañeza. Debía ser porque nadie había dado importancia a una vida que consideraban vulgar. Yo también debí parecerles un excéntrico y me marché, sin dar explicaciones, por donde había venido. Pero mi cabeza seguía dando vueltas al asunto y me decía:todos nacemos con agresividad, que puede llegar a ser dominada o desarrollarse hasta términos "nucleares".
Si Juan Bachocas dominó tal agresividad, supongo que en tanto lo conseguía, daría a alguien oportunidad para que por lo menos le tuviera ojeriza; es fácil que tuviese algún pequeño enemigo aunque no fuese declarado. Hay quien ofrece la paz y le declaran la guerra. Pero Juan Bachocas consiguió vencer la violencia y ganar la paz, porque comía a diario las bachocas  de las habas y de las judías, que poco a poco lo iban convirtiendo en un hombre que descuidaba las riñas con sus vecinos, convirtiéndose en un ser buenazo, llano, ajeno a toda consideración, que crease  violencia.                        
Llegué a descubrir que Juan  Bachoca no era agresivo, porque, pensando en las bachocas, me di cuenta de que estaba identificado con el consumo de vainas de unas legumbres, como judías o alubias, habas y garbanzos. Y ese consumo era un factor que creaba en el hombre, la paz. ¿Cómo no iban a repartir la paz aquellas bachocas, que son sencillamente, las vainas de unas alubias ya granadas y maduras, que se conservan  todavía de tal forma, con un tenue verdor? . ¿Cómo iba a tener el corazón seco Juan Bachocas, con esas vainas de judías, que comía y que todavía conservaban “ un tenue verdor”. Aumentan la paz de los que consumen esas bachocas, trozos de cebolla, dientes de ajo,  tomates  maduros y pimientos. Y una copa de vino lanco alegra y da aroma a todo el que todavía consume tal guiso, al que se le añadía el sabor de los “boletos edulis” o con champiñones que se  echaban en el plato.
Desde el Moncayo, cantado en las poesías de mi paisana Doña Ana Abarca de Bolea, tía del Conde de Aranda, se consumen las bachocas por Aragón. Desde Siétamo, en días despejados, se divisa el Moncayo y en todos los pueblos se consumen las bachocas del dicho y contemplado Moncayo. Se consumen varios platos de judías, como las pochas o Bachocas. En Alberite de San Juan, todo el pueblo goza del encanto del Moncayo, que consumen, llenando sus vientres de bachocas, que a veces, les hacen disparar ventosidades, no agresivas, sino pacíficas. En Alcorcón consumen las bachocas, con la vaina húmeda, que conserva todavía el frescor de los huertos, donde se han cultivado. En numerosos pueblos guisan las pochas con codorniz, plato exquisito acompañado por el vino de Aragón. En Lecera de Zaragoza, el día de San Cosme y San Damián, consumen bachocas, cuyas propiedades sanitarias, están confirmadas por esos dos santos médicos. No me cabe el pensamiento de que las  bachocas  no fueran un buen
Medicamento,  pues se ve que dulcificaban psíquicamente el temperamento de los que lo consumían. El gran escritor aragonés, Don Pedro Arnal Cavero, que fue Director de las Escuelas Públicas Joaquín Costa, en Zaragoza, escribió el Vocabulario del Alto del Alto –Aragonés de Alquezar y pueblos próximos), y otros variados títulos, como el de “Refranes, dichos y mazadas, en el Somontano y montaña oscense”. Nació Don Pedro Arnal Cavero en Belver de Cinca, pero se considera como una gran figura del pueblo de Alquezar. Nació en 1884 y murió en 1962. En su “Vocabulario del Alto Aragón-Aragonés de Alquézar y pueblos próximos”, habla de “esbachocar” y de las bachocas. Estas costumbres gastronómicas se conservan también en el Alto Aragón.  
Yo tengo interés por Arnal Cavero y he mantenido conversaciones sobre él con su sobrino Fernando Arnal, que estudiaba conmigo Veterinaria en Zaragoza. Luego ejercimos los dos en la provincia de Huesca, siendo ambos Diputados Provinciales.  Tengo que agradecerle, que en cierta  ocasión, me avisó  de que en Zaragoza trataban de castigarme por un escrito de protesta de los veterinarios interinos. Algunos de éstos, me pidieron que firmase con ellos un escrito de protesta a la Diputación General y así lo hice, pero los crueles y aprovechados que me pidieron mi firma, no firmaron ninguno más de ellos, con lo que me vi amenazado con un traslado a un puesto lejano. Gracias a él y al Director de Sanidad de Huesca, me liberé de tal castigo. No sé si me salvaron las bachocas  a través del sobrino inteligente y recto de Don Pedro Arnal Cavero.


Me he acordado de Juan Bachocas, pero, ahora, al acabar este artículo, me acuerdo de Mosen Bachocas, recuerdo lejano, pero que sin duda procede de algún párroco aragonés, que era dueño de un temperamento pacífico y agradable. Lamento no acordarme de él, pero pido a algún lector, que haya oído algo de él, que me lo comunique, que entre los dos resucitaremos una persona aragonesa, que ya ha sido olvidada.

jueves, 15 de octubre de 2015

Clamosa y Puidecinca




Año de mil setecientos noventa y ocho.-Especial para recibir y cobrar y Luir en su caso.
(Los Azara y los Almudévar).
En el Lugar de Siétamo a los once días del mes de Septiembre del año mil setecientos noventa y ocho. Que nosotros don Joseph de Almudévar y doña Francisca de Escabosa y Azara ,conyuges y vecinos del Lugar de Siétamo, y como Patronos y yo dicha doña Francisca Escabosa y Azara, como capellana de la Capilla mía fundada por nuestro difunto tío don Juan de Azara Presbítero que fue y Cura Párroco del Lugar de Puidecinca y por lo mismo y sin revocar los demás procuradores por nosotros antes de ahora nombrados como patronos y Capellana sobre dichos ahora de nuevo, en dichos nombres y de Nuestro buen grado y ciencia cierta y certificados de todo nuestro derecho, constituimos y nombramos en tal a don Miguel Pons, labrador y vecino del Lugar de Clamosa, ausente como si fuese presente, especialmente y expresa para que por y a nombre nuestro y en el del Patrono y Capellán sobre dichos pueda recibir y cobrar, reciba y cobre todas y cualesquiere sumas y cantidades de dinero, capitales y pensiones de censos y cualesquiere otros efectos y cosas, que a nosotros como patronos y  Capellana sobredichos y tocante y pertenecientes y que nos pueden tocar y pertenecer. Y de todo lo que en su razón recibiere y cobrase el dicho nuestro procurador, pueda otorgar y otorgare recibos, cartas de pago y cancelaciones que le fueren pedidas o que le parecerá, con todas las aseguraciones y salvedades y en su caso con las cláusulas  correspondientes de recibos, Apoca y Cancelaciones para el mejor y debido efecto de lo dicho y de cuanto en virtud del presente perviva y en su razón sea necesario otorgar en favor de los solventes y  redimentes o luyentes en su caso: Assí mismo, para que a nombre nuestro y en el de patronos y Capellana sobredichos pueda intervenir e intervenga en cualesquiera pleitos, cuestiones, peticiones y demandas civiles, que tenemos y esperamos tener con cuales quiere personas, cuerpos, colegios, capítulos y universidades de cualquier estado y condición, que sean para lo cual así en Juicio como fuera de él se presente y ofrezca de cuales quiere peticiones, presente (Euras.cio) Autos, testigos, probanzas, recusaciones, pida secuestros, execuciones, embargos, desembargos, oiga sentencia de sentencias, así interlocutoria como definitiva, acepte las favorables y ya con libre y general administración ya con facultad de substituir  en cuanto al pleito tan solamente, y nombrar uno o más procuradores, revocar aquellos y nombrar otros de nuevo, pues para todo ello ()largefiat().
Testes: José Viñuales y Francisco Zabal, ambos labradores y residentes en el dicho lugar de Siétamo.
Joseph Almudévar en dicha causa otorgo lo dicho.
Francisca Escabosa.
Francisco Isabal, soy testigo de lo dicho y firmo por  mi con riesgo. José Viñuales que dice no saber.

Nota de Ignacio Almudévar, hecha el año 2002.-

Los Marqueses de Torres eran barones o Señores de Clamosa y Puidecinca, donde el presbítero Don Juan Azara, estableció la Cofradía que fundó en Siétamo, siendo cura de Puidecinca  y de algún  lugar más, como en Clamosa y Puigdecinca; sería ¿algún sobrino o hermano suyo?. Esto contribuye a demostrar que estos Azaras eran parientes de los de Barbuñales y por tanto amigos del Conde de Aranda, Marqués de Torres y Barón de Siétamo y además de los dos citados pueblos. El escudo de los Azara que está grabado en una alacena junto con el escudo de Almudévar, coincide con el de los Azara de Barbuñales, en un ave que parece un azor, pero que dicen los libros de genealogía que se trata de un ave un tanto arisca.  Más tarde en el escudo de armas de los de Barbuñales, fue creciendo en armas, por su larga carrera de nobleza.
En el libro de Severino Pallaruelo, titulado ” Bardají”, que estudia la historia de una familia de la pequeña nobleza aragonesa, durante cinco siglos, dice que en la Plaza de Graus estaban las casas de los Bardají (Palacio).”Desde los balcones, a la derecha, se veía una casa también hermosa pero más pequeña”. Esta era la casa de los Heredias.”Andando el tempo una Heredia se casaría con un hermano de Dionisio Bardaxí, el de la Rota”.”A finales del siglo XVIII, cuando los vasallos de Bardaxí comenzaban a cultivar patatas, en casa de los Heredia, vivía el sabio don Ignacio. Era un  ilustrado. Un hombre de su tiempo, dirían algunos. Había estado en París. Había sido comisario de guerra. Había servido muchos años al Conde de Aranda como secretario”.
En la página 158 del libro “Bardaxí, escribe Severino PALLARUELO:”Cerca de Barbuñales había lugares señoreados por nobles de título que vivían en palacios grandes amueblados con esmero. Albergaban en sus ricos caserones cuadros con retratos de antepasados, terciopelos, damascos y rasos. La casa de Azara de Barbuñales estaba bien relacionada con los marqueses, los condes y las dignidades eclesiásticas. En Siétamo,  no lejos de Barbuñañes, alzaba sus muros de arenisca dorada el palacio de los condes de Aranda, amigos de la casa de Azara. Un tío de María  Ana era canónigo de la Catedral de Huesca. Cuando iba a visitarlo pasaba por Siétamo. Se detenía en el palacio de los condes. Admiraba los salones. Allí había libros y estampas, telas exóticas y muebles hermosos, todo el lujo tranquilo y claro, confortable y pulcro que promovían los ilustrados del siglo como ambiente donde desarrollar tertulias razonables, conversaciones interesantes y debates acerca de la felicidad del género humano conseguida por medio del desarrollo de la inteligencia y de la riqueza.”
Un  día de este mes de Septiembre del 2004, llegó a Siétamo Ana Alfaro, viuda de Palacio, que estaba encargado de los obreros en la construcción de la dos últimas torres del Pilar y del puente de Santiago en el río Ebro y me dijo que había vivido en el Palacio del Conde y su hermana Dorita había nacido en él. Contaba que cuando llegó la guerra civil del 1936, rompieron los platos y vajillas, que pertenecieron al Conde y que eran de porcelana fina con muchos adornos dorados.
La familia de los Azara constaba de muchos hermanos y sólo de una hermana. Hermanos, como José Nicolás acabó de embajador en París, Félix fue naturalista  y escritor, Eustaquio llegó a ser obispo de Barcelona, Lorenzo presidió el cabildo de la catedral de Huesca y Antonio se quedó en su casa de labrador.”Las mujeres en aquellos días, sólo podían aspirar a una carrera: la del matrimonio. En 1758 María Ana tenía 18 años. Ya estaba en la edad. Era necesario buscarle un buen partido”. Y se casó con don Joseph de Bardají de Puyarruego.
En el Arbol genealógico de los Azara, que se encuentra en casa Ric de Fonz, pude ver como Juan Francisco Almudévar se casaba con Justa Los-Certales de Adahuesca y con escasa diferencia se casaba un Azara con otra mujer de dicha casa y familia.



lunes, 12 de octubre de 2015

Caldearenas y su comarca del río Gallego



Me he encontrado en Siétamo, con el abuelo, llamado Laurentino Artero Piedrafita, de dos hermosos niños gemelos. Y siendo yo otro abuelo de seis nietos, en mi pueblo de Siétamo, nos hemos puesto a hablar,  no de cosas futuras, sino pasadas. Me contó, en primer lugar que había nacido en el pueblo que se ve muy bajo, desde lo alto del Puerto Montañés de Monrepós a mil y doscientos sesenta y dos metros de altura. He dicho que sólo sabemos hablar los viejos o ancianos de cosas de antes y efectivamente, Laurentino me ha explicado la historia de la antigua Fábrica de Harinas de Caldearenas.  Fábrica,  que no quisieron deshacer, ya que tenían una llamada del futuro, que les daba esperanza y se dieron cuenta de que en una zona de Montaña tan abrupta, esa Fábrica  podía ser un síntoma de un buen  futuro. Efectivamente,  ese porvenir,  se basaría en la unión por medio de Autopistas, de Sagunto, en el Mediterráneo con el Atlántico, circulando los trenes por las laderas montañosas de Caldearenas, perteneciente al Ayuntamiento de Sabiñánigo, que hasta ahora han presentado una circulación irregular en la carretera, desde el kilómetro 603, en Caldearenas,  hasta el 596, en Arguis.


En nuestra conversación entre Laurentino Artero y un servidor, se encendían ideas progresistas de futuro, porque,  como si ocurriera un milagro, al escuchar  tal conversación, los niños, sonreían.
Aquella zona está quebrada o rota, pues parece difícil la construcción de una autopista, que supere  el Monrepós, desde los I2O2 metros de altura del mismo Puerto de Monrepós, hasta el nivel mucho más bajo en que se asienta el nivel del cauce del río Guarga. Es de esperar que cuando se acaben las obras, sea dulce circular por esta Autovía. El río Gallego  pasa por el lado de la citada Fábrica de Caldearenas. Para endulzar el paso tan quebrado por la autovía, se levantan pistas elevadas, de cemento y numerosos puentes.
Ya no se utiliza la Fábrica de Caldearenas  como molino de trigo, sino que, con muy buen criterio se conserva utilizable, para ser un  estímulo del futuro. Desde la Fábrica llevaban los sacos de cien kilos de harina de trigo al muelle de la Estación de Ferrocarril. Este ferrocarril forma parte del que va de Zaragoza a Canfranc, más quebratado que la carretera. Esta Fábrica no funciona pero puede hacerlo, porque han convertido este Molino en un Museo.
Vemos como se ha hablado, hasta ahora, de acontecimientos pasados, pero los dueños de la Fábrica, que no  quisieron acabar con ella, tenían una llamada del futuro y se dieron cuenta de que una zona de Montaña tan abrupta, tendría un porvenir. Y este porvenir se basaría en la unión del Mediterráneo, desde Sagunto pasando por Canfranc, hasta el  puerto de Burdeos,  por sus laderas montañosas, que, como he dicho, hasta ahora han presentado una circulación irregular desde el kilómetro 603, en Caldearenas, hasta el kilómetro 596, en Arguis.
En nuestra conversación entre Laurentino Artero y  un servidor, parecen encenderse ideas progresistas de futuro, pues al escuchar aquella conversación, los dos niños, sonreían, como aquel que se da cuenta de un porvenir feliz. Aquellos niños, parecían presidir la conversación entre Laurentino Ascaso Piedrafita y yo, tal vez porque eran profetas de ese feliz porvenir, a pesar de que  aquella zona está quebrada desde los mil doscientos sesenta y dos metros de altura hasta  el bajo nivel de Caldearenas, al nivel del cauce del río Gállego. Es de esperar que cuando se acaben las obras, será dulce circular por esta autovía.  El río Gállego pasa por un lado de la Fábrica y sus aguas molían el trigo. La presa era de piedra y me dice Laurentino que la llamaban,  no sé si sería en lengua aragonesa, Matral.  En aquellos pueblos no había luz, hasta el año de 1929, pero hace ya más de setenta años se puso una turbina,  que dio luz a Jabierrelatre,   con su embalse, a Caldearenas, a Aquilué, San Vicente y Serué, que se ve desde el Puerto de Monrepós. Subiendo por Orna de Gallego, se alcanza Abena, Ara, Binué y torciendo,  a la izquierda se puede llegar al Oroel de 1770 metros de altura cerca de la Virgen de la Cueva. Está toda esta Comarca llena de los misterios del Oroel y de la virgen de la Cueva     El año de 1942, el padre de Laurentino era muy labrador y arrendó la Pardina de Camporés, cerca de Ara y de Abena, camino del Monte Oroel. Por el Norte, llega la cordillera hasta Bailo, Botaya, Bernués, Ara.Por el Este, Sabiñánigo se acerca  a orillas del río Gallego. Por el Oeste se encuentran Salinas de Jaca, Agüero,  Anzánigo, para unirse con Caldearenas. Parece que caminas por una tierra sagrada, con el Monte Oroel, al que el pueblo de Bailo te invita a subir a San Juan de la Peña, y en Agüero contemplas la Iglesia de Santiago, donde parece ser que hay en la piedra, un escrito en vasco. Los nombres de esta zona recuerdan el vasco con los nombres de Jabierrelatre, Latrás, Orna de Gallego, Arto, Ara, Abasa, Navas y muchos otros.
El río Gallego te va llevando a Murillo de Gallego, que por Ayerbe, va bajando hacia el río Ebro, encontrándose con la Carretera de Jaca. Hay en este espacio límites por el Norte con la Peña Oroel y San Juan de la Peña, por el Sur con la Sierra que eleva el Puerto de Monrepós, por el Oeste con la carretera de Jaca y por el Este con la nueva Autovía , que sube a Sabiñánigo y que esta ciudad baja. La de Sabiñánigo se preparó para la Guerra Civil, para comunicar a Huesca con Sabiñánigo  y que luego convirtió la aldea de Sabiñánigo en un Centro Industrial.
Pasado el túnel superior de la Autovía hacia Sabiñánigo,  al nivel inferíor de las corrientes de las aguas, y encontramos a la derecha el río Guarga,  circulando por su precioso y casi abandonado Valle, acompañado por una carretera que nos conduce al Serrablo. ¡No quedan casi personas en aquel Valle y en el vecino de Nocito, pero permanece un recuerdo espiritual y humano de San Urbez!. Pero quedan pequeños  pueblos y restos de ellos, como Ordovés, Abenilla, Molino de Villovas y Villobas,Yéspola ,San Esteban de Guarga, Lasosa….Aineto y otros más.
En el lado izquierdo de la Autovía, que sube, buscando el Norte, hacia Sabiñánigo, con Caldearenas al Sur y los pueblos de Aquilué, San Vicente y Serué, se asienta a orillas del río Gallego, con su Fábrica de Harinas, que no se acaba,  aunque no muele, pero aparecen por la primitiva zona del monte de Caldearena, señales de futuro, como cuatro túneles y trece viaductos, que facilitan el paso hacia Sabiñánigo.  Aquella,  hoy olvidada zona, ya estudió en otros tiempos su comunicación con Jaca, pasando  desde Caldearenas por el Embalse de Jabierrelatre, Latrás, Orna de Gallego, Arto, Ara, Abena y Navasa, entre otros pueblos, para llegar a Jaca.
Nace el Gallego en el límite con Francia, pues su nombre de Gallego o Galaico, viene de las Galias, pasa el Pirineo y baja por Sallent, Panticosa y Biescas, para pasar por Sabiñánigo, donde el Gallego hace un “codo”, que se mete  por Orna de Gallego, para pasar por Caldearenas y cerca de  Jabierrelatre, va a parar a Triste, discurriendo  por Murillo de Gallego, Santa Eulalia de Gallego y acabar desembocando en la provincia de Zaragoza. De ese “codo”, sale el río Gallego, que da unidad a todo él, hasta Salinas de Jaca. Cuando se construyó la Carretera de Sabiñánigo,  se separó de la de  Jaca. Y esta obra creó el desarrollo de Sabiñánigo.  No ha perjudicado esta nueva carretera a Jaca, que ahora verá acrecentada su actividad turística, favoreciendo al mismo tiempo  el porvenir industrial de Sabiñánigo y de esa zona desde el Oroel hasta Monrepós y el Valle del Serrablo.
Siguiendo desde el cruce del río Guarga con la autovía, se va hacia Sabiñánigo,  pasando por Lanave, por el Hostal de Ipiés, por Ipiés, y  por el lado del embalse de Jabarrella, se llega a Sabiñánigo, después de abandonar el encuentro del  Valle del Serrablo, con la Autovía.
Sabiñánigo, a cuyo Ayuntamiento pertenece Caldearenas, ha sido un ejemplo de aldea convertida en una Ciudad Industrial, que ha dado esperanza a Aragón, unido desde Francia hasta Zaragoza por el río Gallaico. Estaba construida la carretera de Jaca, pero se acertó al inaugurar la de Sabiñánigo. En aquella zona desde Jaca y Sabiñánigo hasta Monrepós y Ayerbe y desde la autopista en construcción, que pasará por Lanave, Ipiés y Hostal de Ipiés hasta Agüero y Ayerbe, hay monumentos como Santiago de Agüero, la parroquia de San Miguel de Orna de Gallego, que pertenecen a la Pedanía de Sabiñánigo, que se encuentra sobre una meseta, a orillas del río Gallego, que se construyó en el siglo XI, con los estilos lombardo y jaqués.   
En nuestras conversaciones con Laurentino  Gallego, parecen presentarse ideas de progreso de la zona del Gallego, cuando me citaba emocionado la fábrica de harinas de Caldearenas, que todavía puede funcionar y aunque no lo hace, parece que espera, que esté en marcha la cercana Autovía, que comunicará Sagunto con Francia, por Canfranc.  Sus nietos, pequeños niños, se reían al  oírnos.  Al lado de San Juan de la Peña, se encuentra Botaya, de donde tengo antepasados y en el Monasterio está enterrado el Conde de Aranda, hijo como yo de Siétamo, que fue un genio del desarrollo de Aragón, que quería crear como Puerto Marino de Aragón, la desembocadura del río Ebro  en el Mar Mediterráneo. Menos mal que ahora estaremos unidos con el Mediterráneo, desde Sagunto hasta Europa.
Laurentino Ascaso Piedrafita, el que está sentado en un banco de la Plaza Mayor de Siétamo, tiene un recuerdo que le une con las tierras que cruzan las aguas del Gallego, al que recuerda con un gran cariño. El año de 1942, hará unos setenta y tres años, cuando él sólo tenía seis, lo subieron con toda su familia a la Pardina de Camparés, de arrendadores, para cultivarla. Desde ella se veía la Peña Oroel y estaba cercana a Ara y a Abena. Parecía aquel monte un terreno bendecido por el Cielo, pero  era un lugar de inmensa soledad., pues estaban a unos siete kilómetros del pueblo de Ara. No tenía porvenir en dicha Pardina y cuando fue un poco mayor se puso a trabajar con Cáncer y Cebrián, que fabricaba los camiones Pegaso y en tal trabajo estuvo unos treinta años. También trabajó en el desaparecido pueblo de Salinas de Jaca, donde obtenían sal para la industria.

Hoy, sentado conmigo en un banco, contemplando a sus dos nietos gemelos, se acuerda de la soledad de la Pardina de Camparés, pero está lleno de cariño, contemplando a  sus dos nietos, que sonríen por un porvenir, que alegrará la Autovía en Caldearenas y  los pueblos por los que se corre el río Gallego. 

miércoles, 7 de octubre de 2015

Doña Ana Loriz Clavero, de La Cuadrada

Pozo del huerto de la Cuadrada

No he estado jamás en La Cuadrada, pero en Pertusa, muchas veces. Distan ambos pueblo, uno de otro, unos seis  kilómetros. El párroco de ambos pueblos es un paisano y amigo mío, al que tengo la confianza de llamarlo Manolo y que por apellido tiene el de Bibián. Hace ya muchos años, su tía, la señora Concha, que lo quería como a un hijo, les habló a los “rojos”, que iban a incendiar la casa donde yo nací, pero sus palabras, los convencieron de que si la quemaban,  se quedarían también ellos sin vivienda. El amor de su tía Concha, hizo que pudiera seguir mi familia ocupando esa casa, igual que Manolo, me ha llevado al Convento de Santa Teresa, cerca del Cementerio de Huesca, en cuyo huerto cuidaba las plantas de huerta y a la abejas que producen la miel, pero estaba formando también mi espíritu. Pero, por  desgracia, al perder por mi edad, el carnet de conducir, no he podido seguir escuchando sus palabras y seguir sus caritativos ejemplos. Por él, me enteré de la existencia del pueblo de nombre tan curios como el de La Cuadrada y escuché que en ese mismo pueblo eran escasas las personas que vivían.
Pero el día veinte de Agosto de esta año de 2014, estaba sentado en un velador de los Bares del Tubo y llegó por allí, una señora ya anciana, pero airosa y me habló de que tenía amistad con los camareros del Bar Pakistaní, ya que su casa que estaba en reparación, se encuentra casi a su lado. La hice sentar, para que tomara algo en el velador y me contara sucesos de años pasados. Yo mismo me quedé sorprendido de los sucesos  que pasaron por su vida, cuando me dijo que ya tenía noventa y nueve años de edad, pero que yo no lo creía. Me dijo llamarse Ana Lóriz Clavero y haber nacido en el pueblo de La Cuadrada. Me dijo que le gustaba su pueblo,  pero que prefería la vida en la ciudad, que es lo que ahora pasa con la enorme emigración, que está despoblando el campo. Algunos, ahora piensan por qué pasa esto, cuando el campo producía alimentos a la sociedad y ahora, con los pueblos despoblados, va aumentando el hambre en las ciudades. Me decía doña Ana, que cuando todavía no estaba construido el Canal, que ahora pasa por Pertusa y por La Cuadrada, manaba una fuente, que producía un agua que beberla, enamoraba al que la bebía. Pero además,  con ella regaban huertos que producían tomates, judías y pimientos gruesos y colorados. Muchas de estas verduras las regalaba a los señores Maestros, que no eran ricos y hacían una labor cultural impresionante, entre los habitantes del pueblo. Pero mi hijo Manuel me dice que en La Cuadrada, además de la fuente, había multitud de pozos de los que en otros tiempos obtenían  agua para regar los campos, con molinos de viento o con asnos que daban vueltas y vueltas al pozo para sacar agua de ellos. Me dice que más tarde llegó el Canal del Cinca, que toma sus aguas de los embalses de Mediano y El Grado. También pasa por Pertusa y se mezclaron las aguas de la fuente con la que lleva el Canal. Ana Loriz Clavero lamenta esta pérdida de bienestar sencillo de beber agua pura, a cambio de un volumen mayor, que renta más dinero, pero hace perder algo del placer de vivir confortablemente. Con su feliz memoria, me recordaba cómo al marchar a Huesca con su familia, vendieron dos campos a Cavero de Berbegal.
La Cuadrada es el último pueblo del Somontano y por sus tierras pasa la Cabañera, que procede de los Altos Pirineos ,desde Broto. Todavía quedan en sus proximidades unos corrales en que se refugiaban los ganados, que pasaban por la Cabañera que unía el Valle de Broto con Mequinenza, a orillas del río Ebro. Caminando por la orilla del Canal hacia Pertusa, que se encuentra a unos seis kilómetros de La Cuadrada se llega a Pertusa, por donde pasaba el itinerario de Antonino, en el siglo III, circulando por Vías Romanas. Pertusa era un paso seguro de la vía romana   Ilerda- Osca.
Ana Loriz es un precedente de la emigración de los pueblos a las capitales. A ella le gustaba el pueblo  pero le atraía la ciudad y se vino a Huesca con sus familiares. Su ejemplo, de principios del siglo XX,  ha sido seguido por multitud de habitantes de los pueblos agrícolas y ahora esos pueblos están sin población o acabándose y sin Escuelas que sembraban la cultura en sus niños. El hambre está creciendo en las capitales, pero Ana comprende que se vive mejor en las capitales,  que en los pueblos.
Ana Lóriz Clavero, se acuerda de La Cuadrada, de sus calles que se cruzan y de las que una se dirige a Berbegal, de los huertos y de sus verduras, de los Maestros a los que respetaba y regalaba tomates y pimientos, de la fuente en la que bebía un agua potable, que rejuvenecía los cuerpos, de los campos que se vendieron, dos de ellos a los Cavero de Berbegal. Recuerda también los juegos con otras niñas, con las que se entretenían en lavar la ropa de sus moñas o muñecas y se acuerda también de las Fiestas, en que se cantaban jotas, de las que sin duda, todavía se acordará de alguna de ellas.

Pero Ana Lóriz Clavero, goza de los mismos placeres que en su niñez, porque a orillas del río Isuela,  compró un huerto, que le siguen unos conocidos suyos y recibe de ellos, verduras que en su casa cocina y consume. Esto me lo demostró, abriendo una bolsa de la que sacó cuatro pepinos. Eran sólo cuatro porque me dijo que les había dado a unas vecinas y se había quedado cuatro para ella. De los cuatro, a mí, me regaló dos, que pensé que lo mejor sería colgarlos, para tener un recuerdo de la Señora Ana, durante mucho tiempo.

martes, 6 de octubre de 2015

LOS HORTELANOS DE HUESCA



Atanor (antiguo)


Los hortelanos de Huesca no necesitan maestros para cultivar sus huertas. Casi todos ellos están  concentrados en la zona de San Martín, antiguo barrio extramuros, habitado por los moriscos, que fueron tan hábiles para crear huertas y cultivarlas. Las palabras  árabes han pasado a nuestra lengua y las referentes al riego las usamos con profusión:"entre las flores el agua oculta corre, pasa y suena por acequias, regatas y atanores". (A. Machado). La palabra atanor que utiliza el poeta no nos resulta muy conocida, pero acequias, azud, alberca y azarbe nos son familiares.
Nuestros términos se llaman La Almunia, El Almériz, Algascar, y tenemos las albercas de Cortés y de Loreto, el azud del puente de San Miguel y el aljibe de Loreto. De aquellos moriscos han heredado su oficio nuestros hortelanos: Calasanz, Lairla,Garcés, Oliván, Andacá, Pisón, Venturis, Barbereta, Lacoma, Ezequiel "El Ruso" y otros. A sus conocimientos se fueron añadiendo los de Ferrando que vino de Barbastro, donde tan pulcramente exponen los hortelanos sus verduras en los porches de la Plaza, los de Tarradellas que vino de Lérida y los de Solanes, que vino de Fraga y emparentó con los hortelanos oscenses, de cuya rama procede Victorino el de la Torre del Gallo  que llegó a ser  Mayoral de los danzantes.
Tenía su casa Solanes y todavía vive en ella ,en la calle de la Campana y todos la llamaban la casa del Fragatino. Allí preparaban las cabezas, que recordaban ,a las que cortara Ramiro  el Monje, en las fiestas del barrio y contrastaban con las fragantes flores de la huerta que llevaban las mozas. ­Qué bien "fragaban" las fragantes flores de casa del fragatino!.Y dejo a Teresa Ramón vecina en su infancia de la calle de la Campana, describir el lugar preferido de toda la chiquillería de mi calle para jugar"."­Qué recovecos para practicar el escondite!.­Y qué bondad la de los moradores de la casa para soportarnos!”.
El pozo misterioso y atrayente debe seguir allí, impasible a los adelantos de los frigoríficos y de las aguas cloradas. En la calle, era de rigor ir con pozal o pozalico, según la estatura del crío portador, a sacar agua del fondo, para refrescar el botijo y el porrón de comidas y cenas veraniegas. Ten la seguridad de que el antiguo pozo ha hecho con su frígido contenido las delicias de casi todos los vecinos de la Calle de La Campana...En nuestra imaginación infantil, el pozo del Fragatino, era como una gran pila de agua, poco menos que bendecida".
Y doy la razón a Teresa en eso de los pozos misteriosos, porque: venas ocultas, más que las acequias, llevan el agua a los pozos y forman una pupila cristalina que refleja las verdes plantas asidas a las grietas de las piedras doveladas para un arco horizontal, no para un arco vertical. Es el pozo, ojo de mirada profunda que sólo mira hacia arriba, esperando que al brocal se asome la luna llena, los rubios rayos del sol, la cara de la hortelana, los ojos tristes del viejo o los curiosos y atónitos de los niños.
Por la carrucha, chirriando, subía y bajaba el pozal, que al desbordarse el agua, producía un sonido de cristal. Quedan pocos hortelanos, pero su sabiduría antigua debiera ser más consultada por la ciudad. En cierta ocasión Daniel Calasanz se quejaba al arquitecto de que las calles del ensanche no hubieran sido trazadas más rectas y al espetarle el técnico que como lo sabía, le contestó, en mi huerta puede usted comprobar la derechura de los caballones y para conseguirlo me basta con una cuerdeta.
La Campana y el pozo, el pozo y el pozal, el agua y la huerta, los vallos y la cuerda: Hotelanos de Huesca.



El Instituto Ramón y Cajal, por los años cincuenta

Me he acordado del Instituto Ramón y Cajal de Huesca, al hablar con un amigo de mi hermano Jesús, con el que juntos estudiaban. He reflexion...