domingo, 29 de noviembre de 2015

Don Jerónimo Borao, autor del “Diccionario de Voces aragonesas”, en 1884.






Este libro, que es parte de la Biblioteca de mi abuelo materno, que fue Diputado Provincial, hace unos cien años, Don Ignacio (López de) Zamora, lo he conservado muy cerca de mí, pues la Fabla Aragonesa ha formado también, parte de la cultura de mi padre Don Manuel Almudévar, que escribió en Jaca, donde habíamos huido desde Siétamo en Diciembre de 1936, al estallar la Guerra Civil. Nos dedicó con amor y con dolor, estos versos, dedicados a su esposa y a sus seis hijos: “Mi santa niña de ayer-que hoy es trasunto y modelo- de la perfecta mujer- Dios bendijo nuestra unión-regalando a nuestro hogar-seis frutos de bendición. Quise llegar a lograr,-con cariño y sumisión-seguir el recto camino- de los que fueron y son,-de este humilde peregrino- ser su orgullo y su blasón. –Mi cuento de Navidad-que estos años he contado-muy lejos de esta ciudad- en el lugar sacrosanto de nuestros antepasados (Siétamo)-hoy envuelto en luto y llanto- por unos seres malvados-que siembran duelo y quebranto – en los campos asolados”.
Y mi padre, para acabar esta poesía, se expresó así : “Contento me ha dado a mí- el poder tender las alas- y estar esta noche aquí”.
Y dos años después, en la Navidad de 1941, nos dedicó a nosotros, sus seis hijos, una historia en  Fabla Aragonesa, diciéndonos: “Quiero esta noche, tratando con todo el respeto, cariño y veneración que merece, hacer mi cuento de Navidad, valiéndome del lenguaje vulgar, que se hablaba y todavía se habla, cada vez con menos extensión, en los pueblos de este Alto-Aragón; y al mismo tiempo que rendir tributo de devoción y recuerdo al Niño Jesús, introducidos de este modo, con éste y otros casos, al conocimiento de algo sobre las costumbres, carácter  y hasta modalidades del lenguaje de los Andes, del Congo o del Himalaya, valga por ejemplo y no conozca nada de lo que un erudito llamaría Folkclore Local o características de su País.”
Ya han pasado años desde la publicación del “Diccionario de voces aragonesas” de Don Jerónimo Borao, en 1884, hasta que mi padre escribió en Navidad de 1941, el Cuento de Navidad en Fabla Aragonesa. Pero ha sido mucho  el tiempo en que se ha olvidado el cultivo de la Fabla Aragonesa, hasta que Francho Nagore, emprendió una fuerte investigación de la misma. Esperemos que la obra de Francho no desaparezca, como ocurrió con la de Don Jerónimo Borao, que casi fue olvidada, en Aragón. Este gran aragonés, escribió:”El éxito literario que tuvo la obra, (su obra), fue lisonjero por todo extremo; pero no seré yo quien indique siquiera las numerosas pruebas que de ello ello  tengo en mi poder …. De suerte que los gastos de mis viajes científicos y los de la modesta edición que hice, no fueron compensados ni aun aproximadamente. Pero, acostumbrado como escritor a vivir en pleno patriotismo, me di por contento con que la obra corriera, muy bien recibida por España y Francia, con que antes de su aparición tuviera en Zaragoza un número muy selecto de  suscriptores y con que cada día, me hayan solicitado ejemplares personas distinguidísimas, a quienes en mí era punto de honra, al regalarles un libro, que honraban con desearlo”.  
“Otra de las más copiosas fuentes de donde el idioma español ha tomado un gran número de palabras, es la lengua árabe, que correspondiendo a una civilización muy adelantada sobre todas las de Europa, hubo de forzarnos a admitir, con sus raros conocimientos en las ciencias y en las artes, las voces que servían a desarrollarlos. No se habló en Aragón aquel idioma como en otras provincias, y es que tampoco no fue tan larga la dominación árabe, reconquistada Zaragoza en 1118 y Valencia (por Don Jaime) en 1238, pero fué todavía lo bastante para imprimirnos su influencia; y sobre todo nos impusieron los árabes en adelante, aún después de sometidos, ese suave yugo que, por lo mismo de no ser impuesto a la violencia sino en el seno de la paz, es, no sólo más duradero, pero aún tan honroso a los conquistados y a los conquistadores”.”Todavía subsiste, sobre todo en Valencia, pero también en Aragón y aún en Navarra (en la Plaza del Catillo de Pamplona, se construyó un enorme aparcamiento y en él salieron enterrados varios moros), y claro es que en muchos otros puntos de España aún sin contar la Andalucía, prácticas agrícolas, costumbres indelebles, restos del traje, calles y barrios, y principalmente muchos vocablos de la lengua árabe con que la nuestra ha venido a enriquecerse”.  Los árabes transmitieron unas mil quinientas palabras a Aragón, unas que eran tales pero otras procedentes del griego, como albarán, alcohol, alfarda, algorín, almenara, almud o medida de áridos, que se emplea en el escudo de los Almudévar, almudí, rafe, sirga y zafrán”. En Siétamo, se han encontrado al lado del cementerio, otro árabe, con sus tumbas mirando al sol saliente.
Al observar el apellido Almudévar, no extraña que los conquistadores de tal Villa, conservaran su nombre árabe, y unos individuos del Bearn, lo adoptaran por su apellido. En la Catedral de Olorón, en su pórtico principal, hay dos fuertes imágenes de piedra, que representan a dos moros  y los bearneses al conquistar Almudévar y mirarse al tozal donde se alza una hermosa iglesia, veían la redondez de aquel tozal, al que rebautizaron en árabe. Almudévar en árabe quiere decir Tozal Redondo, como el tozal que existe en Siétamo o aquel más grande, sobre el que se asienta Berbegal.
“El idioma lemosín, del Midi Francés, formado en el siglo X por el borgoñés y el latín corrupto, modificado por la casa aragonesa  del siglo XII, decaído y transfigurado en el  siglo XIII, no hay duda  que se difundió por toda la corona aragonesa casi al mismo tiempo en que nacía verdaderamente el castellano,  viniendo a formar en cierto modo los dialectos y romances (que ya se hicieron idiomas auténticos) catalán y valenciano”. El catalán y el valenciano tienen su origen en el limosín, pero “el lemosín puro fue modificado por el catalán…que tuvo cierto aire castellano (sin duda influido por Aragón), que le quitó cierto carácter lemosino”. “ Se atribuye a Alfonso V de Aragón y a Fernando el Católico, la influencia castellana sobre Nápoles que llegó (según dicen) hasta el punto  de hacer allí vulgar la lengua castellana. Ya sabemos que un hombre ilustre de raza aragonesa, Antonio Pérez, hizo familiar el idioma español entre las personas cultas de la Corte de Francia, con provecho de dicha literatura”. Los reyes de Aragón, ocupados por sus conquistas de Baleares, Sicilia y Nápoles, se preocuparon más de vivir alejados constantemente de Zaragoza, porque en ésta, que fue la principal capital del Reino,  conservaba más puras las libertades de Sobrarbe. La zona de Barcelona y Valencia, frente a las Baleares les hicieron más agradable su estancia en ella, que llegaron a despreciar su residencia en Zaragoza, además de por su clima y posibles conquistas de nuevas tierras, pues siendo la capital del Reino, conservaba más puras las  libertades del Sobrarbe, que con frecuencia humillaban a los más altivos monarcas”. Los Reyes de Aragón casi no se desplazaban de las orillas del Mar Mediterráneo a Zaragoza.
La influencia provenzal fue en Aragón extraordinaria y es raro que de esta circunstancia no saliese un “dialecto” como el catalán o el valenciano. Los versos de mi padre son restos de la Fabla aragonesa, que recuerdan la belleza de aquella lengua lemosína.  El autor del libro “Pedro Saputo”, D. Braulio Foz, escribió que en la parte oriental de Aragón, concretamente en Tamarite, se escribía ya en catalán literario. Este Braulio Foz, cuando escribe de la conquista de Valencia por el gran Rey D. Jaime, dice que éste dio fueros en lemosín, creyendo que esta lengua sería mejor entendida que otras lenguas españolas. Los aragoneses creyeron que sería mejor el aragonés.
Jerónimo Borau, dice que habiéndose perdido el aragonés en las riberas del Ebro, bueno sería que el castellano utilizara  en beneficio común, la lengua aragonesa. No todos los aragoneses están  de acuerdo con la caída de la Fabla y luchan por conservar dicha lengua.
Respecto al valenciano hay diversas teorías, pero es evidente que existía el valenciano derivado del latín durante el período de la invasión árabe. Este hablar valenciano, se vio enriquecido por el catalán, el aragonés, el lemosín y el castellano. Pero el valenciano es independiente del catalán y es totalmente original. Esta originalidad ¿no la recibiría el valenciano de la lengua lemosina, unida a la lengua románica, que persistió en Valencia, bajo el dominio árabe?
Uno de los escritores más ilustres del valenciano fue mi pariente Onofre Almodóvar o Almudévar y que también firmaba con el apellido Almudéver. Este venía del Bearn, que se unió en Ayerbe  en 1118 al mando de Alfonso I de Aragón, para conquistar Zaragoza, pasando antes por Almudévar. Mi antepasado después de la conquista de Almudévar, fue nombrado Bayle o Alcalde, del que descendemos todos los Almudévar de Loporzano, Abiego, Sieso, Casbas, Barluenga, Siétamo , etc., etc. En la Iglesia de San Pedro el Viejo, está enterrado  un  Almudévar en el Claustro, al lado de su esposa. Otros guerreros del Bearn, entre los que se encontraban los Buil, el mismo noble que dirigía el Bearn, Gastón IV  y quedándose algunos en Zaragoza, como dice en la Biblioteca del autor Gregorio Mayans que un hermano de Onofre Almudévar, que era Arquitecto o Maestro de Obras, estaba en Zaragoza en los años 1759 y 1782 y siguiendo otros a Valencia, unos llamados Almudévar, otros Almodóvar y otros Almudéver, procedentes de la pronunciación lemosina o valenciana. El apellido Almudévar se cambia muchas veces en Valencia por Almudéver.
Hay una poesía en Fabla Aragonesa, muy antigua que dice: “De ros altos Perineos, m`en baixé en ta tierra plana, pa corteixar a una nina,  que Marichuana la claman. En as pochas d’o gambeto,  le trayeba unas manzanas, de güenas  que li sapeban, se le cayeban as babas, como a ro güey cuando llabra”. Si, bajaron los bearneses “de ros altos Perineos” a Almudévar, a Zaragoza y al Reino de Valencia, hablando en su lengua lemosina. Por el Pirineo y el Somontano todavía quedan dialectos influidos por esa lengua lemosina, se perdió por Zaragoza y en Valencia, le dieron vida a la antigua lengua valenciana de los cristianos.
Un bearnés se quedó en Almudévar, donde lo hicieron, después de su conquista, Bayle o Alcalde, del que salieron descendientes en Huesca y en el Somontano. Otro, del que se sabe que era Maestro de Obras, se sabe que vivió en Zaragoza desde 1759 hasta 1782.
Y Onofre Almudévar, Almudéver o Almodóvar, cuyo origen se encontraba en el Bearn, corre kilómetros y kilómetros, bajando por el Pirineo, por Ayerbe, por Almudévar, por Zaragoza y alcanza el Levante español y lo inmortaliza con la lengua lemosina. En mi artículo “La Lengua del Midi, por Almudévar, bajó a Valencia”. Pero no sólo llegó a Valencia la lengua lemosina, sino que por el camino que baja de los Pirineos, fue dejando su belleza en el pueblo de Almudévar, en la Montaña Aragonesa y el Somontano. Mi padre Don Manuel Almudévar Casaus, cuando ya no se acordaba Aragón del lemosín, escribió el año de 1941, un Cuento de Navidad en la fabla aragonesa, que yo creo pertenece a la lengua lemosina, a la que buscaba en su pasado.
Presentaba el Cuento de Navidad con las siguientes palabras: ”Los pastores del abuelo, narraban bellas leyendas, y hoy Noche de Navidad os referiré una de ellas. Era por derecho y costumbre, el sitio del Mayoral, un puesto junto a la lumbre, a la entrada del hogar. Y desde allí, con  decires  de cadencias ancestrales nos narraba efemérides y cuentos de Navidades. Quiero emplear el lenguaje que el Mayoral empleaba en recuerdo y homenaje a la tradición pasada. Dejemos pues que se oiga en esta noche su voz, para cantar las leyendas que en otros tiempos narró:
María y José marchan de camino
Van con esperanza de que un ser divino,
Que mora  n’antraña, de ra Virgen Pura,
Alcuentre un asilo, palacio u cabaña
Que haga menos dura, ra triste chornada,
De ro viello esposo y ra esposa amada.
Ra Virgen teneba frío
Y San José, se chelaba,
Caminando  caminando,
A burreta resollaba.
Llegaron en ta Belén
Un lugar mu chiquirín
De ros qu’ay en os Belens,
Feitos de zurio y serrín.
Iban pidiendo posada,
Trucando de puerta en puerta
Y nenguno les ne daba.
Ra Virgen qu’era mu güena
Mu santeta y conformada
Le deciba a San José,
Que no mirara ya, nada,
Que aunque  estara en un rincón,
De pajar u de tinada
 Se pararían a nuey
Pa guardasen d’a chelada,
Se’n fueron ta ras afueras,
Que sirvía de cubijo,
A ros bajes do lugar.
En as pallas d’un  pesebre,   Ascape s’acomodaron, Y una muleta y un güey,
Al inte calor le daron.
Y dando gracias a Dios  Se quedaron adormidos, Pues de tanto caminar, S’alcontraron mu rendidos.
Pero a ixo de media nuey  
Sintieron una mosica 
Y d’encima d’o Portal,
Se posaba una estrellica,
Pregunté que qué sería  
San José todo asombrau
Y le respondió María:
Es qu’o tiempo ya a llegau  
De cumplise a profecía  
De que todo un Rai d’ós Cielos, 
A’ste suelo bajaría, 
Pa redimirnos a toz,  
D’os pecaus y as herejías.
Mientras isto iba dijendo  
Como si fuera un milagro  
Un zagaler mu bonico, 
Se refirmaba n’os brazos; 
Este era el Niño Jesús, 
Qu’en cuanto abrió ros ojetes, 
Desanchando ros bracetes, 
Fizo a fegura de Cruz, 
Y  golviéndose a sus padres 
Con cariño y con amor, 
Levantando ra maneta a ros dos los bendició.
Ra  Virgen y San José 
Al inte s’arrodillaron, 
Lo besaron como a fillo 
Y como Dios l’adoraron, 
María lo cogió ambrazos 
Y con gran veneración, 
L’en  ofreció a Nuestro Dios 
Para nuestra redención. 
Un angelico de Dios 
Con os güellos como soles, 
Les avisó a ros pastores, 
Qu’abía puos alredoles; 
Y ascape fueron  llegando  
Repatanes y mairales,
Craberizos, vaciveros, 
Yeguas, erizos y duleros,
Boyateros y zagales 
Mocetas d’íxas que cudian 
Os pavetes y os verracos 
Y mientras filan estambre,apacientan os rezagos. 
Todos veneban contentos y todos trayeban algo, pa ofrecelené a Jesús 
Y al mesmo tiempos adóralo. 
Trayeba figos de Fraga,Orejones d’Estadilla Y pansas d’ixas qu’escaldan 
En Lacellas y Velillas, 
Vino de Castilsabás 
Y corderetes d’Albero,  
Bellotas de Banastás y conejos de Pebredo,Tortas  d’aceite d’Ayerbe 
Turrón guirlache de Jaca, 
Castañas de Mazapán 
D’a zucrería Lasala. 
Tortadas de Berbegal 
Y pan moreno d’Angüés, 
Pedos d’as monjas de Casbas, 
Juguetes de Bandaliés. 
Entre gente tan humilde 
Tan humilde como güena, 
Quiso’l Redentor do Mundo presentarse aquí, en a Tierra. Era pa danos ejemplo
 Que toda su vida dio 
D’humildad y de pacencia. 
De mansedumbre y amor.
Y aquí termina o relato, 
Venida del Hombre-Dios 
Que Nuestro Señor del 
Cielo Por padre nos envió. 
Y si Cristo es nuestro Padre, 
San José,  si semos güenos  
Nos tratará como a nietos 
Y nos llevará t’al cielo.

En esta lengua usada por mi padre Don Manuel Almudévar Casaus, se nota su semejanza con la que Ana María Abarca de Bolea, sobrina del Conde de Aranda, usó en un escrito del siglo XVII.”Ista yera, no más y nada menos que Ana Abarca de Bolea.¡Qué goyo fa tener nada más y nada menos os escritos de Fabla Aragonesa!. “Parixe que veyes a prozesión d’o Corpus de Zaragoza, como si estase agora. Antiparti tien ixe humor y alegría qu’en tien, u en teneba, o pueblo d’Aragón”.
En la Biblioteca Virtual de Cervantes, se leen tres sonetos en castellano, uno de Ana María  Abarca de Bolea, Abadesa del Monasterio de Casbas y tía del Conde de Aranda, otro de Luis Abarca de Bolea y Castro, que fue poeta, Marqués de Torres, Conde de Las Almunias y Caballero del Hábito de Santiago. De Valencia en el mismo siglo XVII, el poeta  Onofre.
José Almudévar se casó en Siétamo con una Escabosa Azara y administró su ganado lanar encima de Sieso, en el Valle de Rodellar, en propiedades del Conde de Aranda.
El soneto de Onofre Almudévar es el siguiente. “Armas, hechos, linajes y edificios-de muchos bullicios.
Los grados, dignidades, los oficios-como cuando y porque fueron fundados-los tiempos, las mudanzas recostados - veréis sin que verdad salga de quicios.
Denle pues la lección victoria vana- frecuenten los lectores tal victoria y alaben nuestra patria valenciana.
Laureen al amor de fama y gloria-pues la verdad desenterró Viciana- de cosas tantas dignas de memoria.”
En el siglo XVII ,Ana Abarca de Bolea perteneciente a la familia Abarca de Bolea, all´por el año de 1623,escribió esta soneto m dedicado a la muerte del príncipe Baltasar:

“Lapidario  sagaz,duro diamante
labra, resiste firme al golpe fiero,
tíñelo en sangre y pierde aquel primero
rigor a la labor menos constante.
Contra Carlos el mal no era bastante,
Que queda al golpe cual diamante entero,
tíñelo en sangre amor, y el mal severo,
sujeta con amor a un hijo amante.
El mal lo agrava y el amor lo aflige,
Aquel pide remedio, este no tiene,
Y quien conoce aquel, a este no alcanza.
No rige el mal, que amor de madre rige,
Y Carlos por amor a perder viene
La vida en flor, y España la esperanza”.

Don Luis Abarca de Bolea y Castro, Marqués de Torres de Montes, Conde de Las Almunias y Caballero del Hábito de Santiago, fue un poeta del siglo XVII, nacido en Siétamo( Huesca),de la misma familia que Ana Abarca de Bolea y del Marqués de Torres de Montes, predecesor del Conde de Aranda, escribió un soneto que figura en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
Los tres sonetos de los poetas, fueron publicados en dicha Biblioteca. En la obra de los tres poetas figuraban obras en limosín o influenciadas por él.
El lemosín que bajaba del Midi francés, lo conservaron Ana María Abarca de Bolea, en diversas obras, una sobre una romería en el Moncayo y otra en la procesión del Corpus en Zaragoza. La obra de Onofre, el valenciano fue escrita en castellano y en el “valenciá” impregnado por el lemosín. En el año de 1941, mi padre Manuel Almudévar Casaus, escribió la Navidad, inspirada  tal vez por Luis Abarca de Bolea, nacido en Siétamo, y recogiendo las palabras lemosinas del pueblo del Somontano oscense.
Valencia no podrá nunca olvidar la influencia lemosina del Bearn en la formación de su lengua, como no puede olvidar su comunicación ferroviaria y automovilística, con sus orígenes en el Midi. Los separatistas catalanes es preciso que se olviden de sus teorías económicas de comunicar España por sus costas del Mediterráneo a Francia, porque ahora, el tren podrá pasar por Canfranc, desde Marruecos, Murcia, Andalucía, Extremadura, las dos Castillas y el Centro de España, la capital de Madrid. 

En la buena relación entre Aragón y Valencia se encuentra Onofre Almudévar, Almudéver y Almodóvar. Este escritor en castellano y en Valenciano, merece un estudio especial, que tengo que emprender, porque tenemos el mismo origen bearnés, almudevano y cultivador del valenciano influído por el lemosín,en el que escribieron los altoaragoneses.

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