sábado, 18 de junio de 2016

El pajariquero




Un amigo mío tiene una tórtola, que no es de esas clásicas, que anidan cada año en algún almendro o en algún olivo de nuestros montes y de las que resulta difícil encontrar uno de sus nidos, porque me da la impresión de que cada vez van quedando menos, como ocurre con tantas otras especies de animales. Pasé por casa del “pajariquero” y vi una tórtola en una amplia jaula y me alegré porque me dije: “Voy a comprársela a mi amigo para que tenga pareja y le críen”, pero al fijarme me di cuenta de que era una tórtola clásica y me extrañó, porque no veía ninguna de ellas hacía ya tiempo. Tal vez hubiera resultado bien el amor entre ellas, porque es fácil que críen dos animales tan parecidos, igual que lo hacen los équidos, caballos y asnos. Estaba Jesús podando unos rosales, de esos que, como decía él mismo, dan tantas rosas de “pitiminí” y al mismo tiempo hablaba con un gitano ya mayor, que explicaba lo “bien que se está en el campo y se sienta uno en una piedra y nadie ni nada le molesta” y añadió: “¡Ay, qué bien si en una rama canta una tórtola!”. No podía seguir hablando de las tórtolas, pero era igual porque seguía llegando gente y para todos tenía conversación Jesús, que además de aficionado a los pájaros, es albañil. Una de las personas que llegó era una señora que venía con su nieta del colegio y le dijo si le vendía algún brote de aquel rosal que estaba limpiando y no se lo vendió, sino que le regaló varios de ellos, eligiéndolos con cuidado. Se fueron marchando todos los visitantes y entonces le dije: “Parece mentira que no tenga ninguna tórtola de ésas que llevan collar negro, que trajeron de Turquía y que están ahora mismo volando por esos pinos de aquí al lado”. Me contestó que él no se dedicaba a cazar pájaros, sino a cuidarlos, como la tórtola de la jaula, que resultó herida en una cacería y él la tenía en el enorme jaulón para cuidarla. Me dijo: “Ahí en la jaula hay unas alodas y algunos las llaman alondras”. Como Jesús nació y se crió en Nueno llama a las alondras con su nombre aragonés, es decir alodas. ¡Qué lástima que no tengas ninguna tórtola turca, con su collar que le rodee el cuello, con su dorso pardo claro y su cola larga!. Es quizá un poco más pequeña que la tórtola clásica, porque viene a tener unos veintiocho centímetros y cría en los árboles y en los huecos de las viviendas humanas. Hace unos cuarenta años, crió en un cuarto alto de mi casa la pareja que me dieron en Esquedas. Yo querría que otra pareja de tórtolas turcas le criaran a mi amigo, en la caseta de su huerta.

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