miércoles, 5 de octubre de 2016

Morgana, la bruja



Julio Caro Baroja en su obra “Las brujas y su mundo”, habla de la diversidad de formas, que a lo largo de la historia, ha adoptado la brujería, entre las que figura la brujería vasca  a lo largo del siglo XVI y “los grandes procesos inquisitoriales de comienzos del siglo XVII (como el de las brujas de Zugarramurdi), ...de la persistencia en el sigo XX de ese género de creencias dentro de sectores rurales colindantes con centros urbanos e industriales altamente desarrollados”.  El, como conocía muy bien los problemas de su País Vasco, no hablaba demasiado de la brujería en Aragón. Yo, sin haberme dedicado a investigar este problema,  he vivido en mi tierra asuntos realmente de brujería, pero no hace falta haber vivido esos problemas, pues basta mirar alguna revista o estudio, para encontrar afinidad entre lo vasco  y lo que ocurría en los pueblos vasco-ibéricos que vivían en la provincia de Lérida y en la de Huesca.
En un artículo del DIARIO DEL ALTO  ARAGON del día diez de Agosto de 2004, fiesta de San Lorenzo, la escritora Julia Emperador, dice: “Empezamos a subir la suave y prolongada cuesta de Arratiecho...hacia la Caseta de las Brujas...Cuentan que las brujas del valle de Tena fueron muy famosas y en Búbal, en el Museo de Tradiciones existe una sala dedicada a ellas. Quizá en este mismo paraje en medio de la naturaleza, se reunían las brujas del valle de Trasmoz, que engañaron a la joven sobrina del cura y surcaban los cielos del pueblo montadas en escobas o las brujas de Tamariz, llamadas Jina Bardaxí y Margalida  Escuer, que en combinación con los demonios provocaban grandes tormentas, o las brujas de Tella se reunían y organizaban grandes aquelarres. Todavía se conserva en esa localidad el museo dedicado a la brujería”. 
En cualquier lugar de la provincia que uno pregunte, sale saturado de cuentos o historias de brujas. En cierta ocasión, le pregunté a un barbastrense y me dijo que hubo una ¿bruja?, llamada Julieta, a la que venían a ver unas habitantes del planeta Venus. En su juventud fue una mujer bella, teniendo relaciones con el conde de R. y con el abuelo de una ilustre familia de Huesca. J. B., me contaba que en Barbastro salió un escrito en el periódico, ya desaparecido Zimbel, allá por los años ochenta y tres al ochenta y cinco. Por las noches llegaban a su casa, varias mujeres en un aparato espacial, desde luego mejor que la simple escoba, aparato que fue pintado en un dibujo para una revista por María Pilar Chinestra. Las visitantes trataban de convencerla para que se marchara con ellas. A mi amigo J. le decían: ”quieren que me vaya con ellas, pero yo no quiero ir”.La transvección o desplazamiento  de las brujas, es tradición que lo hacían volando en escobas, palos o palas y antes de la Edad Media se decía que lo hacían sobre carneros ,machos cabríos, en bueyes, gatos o perros. Parecía razonable que las brujas se  trasladaran ayudadas por los demonios como lo hacían los ángeles y los  santos en virtud de la gracia del Señor.
Vestía en Barbastro de “clochard” con su gabardina, sus botas y una boina negra. Era en resumen una bruja pobre pero  moderna, aunque su historia interplanetaria ya se había dado muchas veces en dicha historia. Yo creo que no era bruja, es decir que no tenía pactos con el diablo, porque éste, cuando introducía a una mujer en la brujería, le daba un ungüento volador y ella,  negaba a sus amigas el volar hacia el planeta Venus, que requería haber recibido del demonio ese ungüento, a  base de mantecas de niño, acónito, belladona y cicuta. Estas drogas les daban alucinaciones, entre las que estaba la de volar y flotar por el aire, ya que se sabe que algunas brujas que habían declarado acudir volando a los aquelarres, se sabía que habían permanecido en sus camas durante el tiempo que decían haber estado volando. Además copulaban las brujas con el diablo y de Julieta no se sabe tal cosa, pues parece ser que lo hacía con el conde y con el señor de Huesca y la Iglesia consideraba a la mujer “moralmente débil y potencialmente pecaminosa”.
A sus diecinueve años y en posesión de una gran belleza (murió a los ochenta y pico de años), se bañaba desnuda en la Punta Flecha y en la Malinquera del río Vero, donde la veía el padre de mi amigo J.,que fue un buen maestro.
En tiempos pasados había mujeres dominadas por la diosa Diana y Julieta tal vez estaba poseída por la diosa Venus. Poseído, poseso o endemoniado es un hombre o una mujer, que se siente poseído por  un espíritu impuro, que le hace comportarse o decir las cosas, no como él desearía, sino como ese espíritu desea. Pero yo creo que Julieta no llegó a estar poseída por el demonio, sino sólo por el pecado y aún en este tema habría que escuchar la opinión de San Miguel Arcángel de si hacia el amor por pecar o solamente por amar. Los individuos preferidos por el demonio para poseerlos  eran los más inocentes de este mundo,  a saber los niños y las monjas, porque los demonios encontraban más facilidad en influir sobre ellos. Se sabe de monjas, unas en solitario y otras en grupo que influidas por algún sacerdote infiel a Cristo caían víctimas de la posesión y a veces era alguna novicia, que había sido introducida en el convento a la fuerza y que tenía grandes apetitos sexuales. El demonio tenía y supongo que sigue teniéndolo, un gran interés por poseer a las monjas de clausura, porque estas hacían y hacen una labor en el mundo favorable al Bien, pues rezan, se sacrifican y compensan la labor nefanda de una, diría yo, multitud de  hombres y mujeres, que no rezan ni se preocupan por sus almas, unos porque no quieren y otros porque no pueden. Los demonios  tratan de sembrar el mal en el mundo y a veces parece que van a triunfar y es por eso por lo que quisieran anular la labor de esas monjas.
El poder de las brujas se basaba en la magia, que no necesita ayuda divina como el milagro y vemos como las brujas la usaban para dar buena suerte, para alcanzar el amor, para trasladarse volando, para curar a enfermos o para matar a personas, para metamorfosearse convirtiéndose en perros, gatos u otra clase de animales. Y estas costumbres siguen influyendo en la superstición y en el miedo a lo desconocido y no es difícil encontrarse con casos de esta naturaleza.
¡Pobre Julieta!, que vivió entre el bien y el mal y al hacerse vieja ,después de vivir entre el bien y el mal, de ser una muchacha enamorada, estaba movida por un erotismo exagerado para su edad. Ella era pobre y vendía periódicos, vivía en el hueco de la escalera de Casa Argensola y soñaba con Venus. Era como se dice de las brujas que además de ser viejas, feas, derrotadas y fracasadas, eran brujas o se lo hacían ser por el desprecio y  falta de caridad de la gente. En el Mundo luchan el Bien contra el mal y viceversa. El Bien está presidido por Dios y el mal por los demonios, que son criaturas de Dios y que se sublevaron contra El. Dios es el Triunfante de esta lucha, pero en las luchas hay gente que sufre y a Julieta le tocó sufrir y Dios quiera que a última hora se arrepintiese porque ahora sería feliz. Tal vez no tuviera culpa por haber lavado su cerebro con hierbas, que tan bien conocían las brujas al ir a buscar alimento por el monte, donde encontraban también cualidades nocivas como estupefacientes peligrosos. Con algunas aumentaban el deseo sexual y en otros conseguían la impotencia. Así como los cristianos utilizaban la oración, que en ocasiones daba origen a algún milagro, las brujas empleaban la magia
Todavía se venden libros como el de San Cipriano, que tratan de brujería y que fue el que quería quemar en el hogar aquel vecino de Siétamo(Huesca), pero no pudo porque se le escapaba por la chimenea.
Hace unos días estuve en el viejo Seminario de Huesca y se conservaba en una pared un cuadro en el que había una cruz y debajo ponía: In hoc signum vinces, con este signo vencerás.
Hablan los libros de la metamórfosis, magia por la cual las brujas se podían transformar en animales y dicen que esta fue una forma de magia de las religiones primitivas. Shakespeare dice en su obra el “Sueño de una noche de verano”: ”Unas veces seré caballo, otras sabueso, cerdo, oso sin cabeza”.Todo el mundo creía que las brujas podían convertirse en  pájaros, y en culebras, en sapos, comadrejas y perros y gatos.
En la Historia de la Brujería de Frank Donovan pone lo siguiente. “Se ha visto a mujeres adoptar formas de gatos, los cuales han sido heridos por quienes los vigilaban secretamente, y al día siguiente las mujeres mostraban heridas y miembros de menos”.y es curioso como en el Alto Aragón, existían toda clase de brujerías, porque aquí parece que tenemos vergüenza de figurar en la historia de la humanidad, pero al leer este pasaje, me acordé del caso que ocurrió en Siétamo después de la Guerra civil y que todavía hoy, recuerda y comenta la gente. En casa de la señora Polonia decían que había una bruja, que asustaba a los que iban a ayudar a la citada señora, pero tenían que marchar horrorizados por el miedo que les producían esos ruidos que hacía sonar la bruja .Entre otros acudieron mi padre y el practicante señor Jorge y mi padre me afirmó que ellos no se habían dado cuenta de nada.
Y llegó el fin, cuando el mozo más valiente de Siétamo, que había sufrido mucho para la Guerra Civil, vio un gato en la escalera, se sacó el cinturón de gran hebilla que llevaba puesto y golpeó con dicha hebilla al gato en la cabeza. El gato entonces le gritó: pégame más, porque si lo mataba quedaba libre el gato de la posesión que lo esclavizaba y pasaba a ser poseso el que lo matara. El Tuerto no quiso darle más  y al día siguiente apareció el cura del pueblo con la cabeza vendada. La gente del pueblo creía que era el cura el causante del embrujamiento, pero no fue así, porque el Tuerto tenía cualidades de brujo y se supone que lo que quería era desacreditar a la Iglesia.
El Tuerto efectivamente parece ser que tenía algo de brujo, porque en cierta ocasión en que asistía a un velatorio, en Siétamo, inició la conversación sobre brujas. A una hermana de la señora Joaquina le molestaba sostener una conversación de tal carácter en un velatorio y le dijo, que por favor, que callara y entonces el Tuerto se enfadó y le gritó: “te voy a hacer bailar sola en la Plaza Mayor”.
En mi libro Retablo del Alto Aragón y en la página cuatrocientos cuarenta y tres, narro la aventura de un cazador que sorprendió a una bruja, que se había transformado en gato, para acudir a Velillas a maldecir a una mujer preñada para darle el “mal dau”,con el fin de que muriera su futuro hijo.
En la página cuatrocientos cuarenta y dos y en mi conferencia sobre Encantos, desencantos y encantamientos, escribo: ”Un cazador de Sieso(Huesca) caminaba por el monte, pero aquel día en lugar de ver perdices, conejos o liebres, fue algo insólito lo que divisaron sus ojos: sobre una piedra que marcaba la divisoria entre dos campos se encontraba toda la ropa que una mujer de principios de siglo necesitaba para encontrarse bien arropada. Por su mente pasó el leve encanto de la posibilidad de ver un bello cuerpo de mujer, ocasión tan difícil en unos tiempos en que el sol no era buscado para broncear los cuerpos, sino rechazado por las mujeres, que tenían a gala para su piel, conservarla blanca como la leche. Pasó también por su imaginación la sospecha de un crimen ritual, pero no descubrió señales de sangre en las ropas de víctima.
Optó el cazador por esconderse en una espesa mata de carrascas y esperar a la mujer, que necesariamente tenía que llegar a vestirse. Aso obtendría, por un lado, el placer de contemplar lo que nunca había visto y, lo que era más importante entre los habitantes de los pueblos, saber quien era la descocada, para correr a contárselo a sus convecinos. No es esta última apreciación peyorativa o una ceremonia dirigida a los pueblerinos, pues hoy día conozco a caballeros ciudadanos y modernos, que dicen: ¿ de qué me sirve yacer con la señora marquesa, si no se enteran todos que he yacido con la señora marquesa?. Pero volvamos al caso que nos ocupa; el hombre seguía esperando y estrujando su sesera, pensó en que tal vez las brujas anduviesen por medio”. Y efectivamente, apareció una bruja, como esas que dicen que también andaban por Almudévar. El cazador había puesto una medalla con una cruz, encima de las ropas de la bruja y la obligó a volver a Velillas, para que no muriera el niño al que quería matar.
Así sigue ocurriendo en este mundo, en que siguen luchando el bien y el mal.


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