domingo, 19 de febrero de 2017

EL SALTO DEL CABALLO EN LA HOYA DE HUESCA




Los hombres sueñan, cada día, en sus correrías por la Historia y en las que desearían dar por el Universo. Esas marchas las ha dado montado en sus caballos, compañeros de su vida o las ha querido dar en vehículos, cuyos modelos han sido siempre, los mismos nobles animales. Siempre han intentado ennoblecerse, hacerse caballeros, como expresa el poeta medieval,  al escribir: ”Helo, helo por do viene el infante triunfador, caballero a la jineta,  en caballo corredor”. De tal forma soñaron los hombres con los caballos, de cuya anatomía, unida con la humana, llegaron a formar como unos nuevos dioses, las figuras unificadas del hombre y del caballo, es decir a los centauros, con cabeza humana para pensar y con brazos y manos para ejecutar, con su largo cuerpo horizontal propio de un caballo, con sus raudos remos para andar, trotar o galopar y una ondulante cola para presumir de su doble personalidad. Parece que los hombres ansiaban aquella frase bíblica, que dice que “todas las cosas serán creadas y renovarás la faz de la Tierra” ya que  no sólo soñaron los primitivos con cabalgar por el Universo, sino que yo, cuando era todavía un niño, escuchaba cantar a las niñas de la escuela:”Quisiera ser tan alto como la luna, como la luna, para ver las montañas de Cataluña, de Cataluña”.  Y para alcanzar la altura de esas montañas crearon unos caballos voladores, movidos por motores  a base de “caballos”. Sender en su libro “Monte Odina” habla de la llegada del cometa Halley, que llegó a dicho Monte en 1909 y después de atribuir al cometa todos los males que ocurrían por entonces en el mundo, decía:  “no sé por qué  me sugería la eternidad. Esa eternidad que nadie puede imaginar y que más tarde yo he tratado de materializar en la esfera. En la esfera de los caminos sin fin”. Y al niño Froilán se lo llevó el cometa Halley y está viajando por el Universo y lo mismo pensaron los sabios del mundo y crearon una especie de cometas,  más bien de cohetes, que conducidos por hombres ya han llegado a la luna.
Pudo el artista  Paco Giral producir un cuadro abstracto en el que hubiera que adivinar como Froilán, el muchacho de Sender, viajaba en el cometa Halley, o como los testículos del caballo de Roldán eran arrastrados por las aguas del río Flumen, pero él es un hombre optimista y sin dejar de hacer pensar en los misterios del mundo, nos los recuerda con un realismo impresionante, con un caballo y su jinete, que van por el aire y recreando a los que contemplen su cuadro, con el verde de la Hoya de Huesca, tan relacionada con los caballos.

Mi amigo Paco Giral es un pintor, amante de los caballos, de los que posee una yegua modelo de elegancia y ha realizado un cuadro tal vez inspirado por el salto que el militar de Carlomagno,  el caballero Roldán dio  en la Sierra que cubre el horizonte y él  en la llanura o Plana de Huesca. No trata de demostrar las teorías,  por mí expuestas, sino que su sentido artístico, las convierte en realidad. Ese bello cuadro representa una verde y primaveral llanura con su fondo cerrado por Guara, Salto Roldán y Gratal y en el centro de la base un obstáculo de postes de madera, sobre el que pasa volando, un caballo de capa obscura  y montado por su jinete, con sus ropas de diversos colores, como distintas son las ideas de cada individuo, para coincidir en la historia de los caballos,  caballeros y pilotos de los satélites. El caballo lanza sus orejas  hacia delante, en tanto que el jinete apoya con fuerza sus pies en los estribos y los remos recogidos, como en una fase de su galopar, en tanto el jinete, compagina su salto con el del caballo, pues los dos son los que lo llevan a cabo, como dice el verso: el salto del caballo lo realizan “hombres y caballos juntamente”.

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