lunes, 27 de marzo de 2017

Ultimo Café cantante (6-I-1986)




Resulta esplendorosa la gran ciudad cuando uno llega a ella desde el pueblo. Aquellas avenidas no parecen tener fin, son las calles más anchas, las columnas más altas y más gruesas, las gentes más numerosas y parecen eso, más gentes, aunque creo que individualmente son tan personas como las demás. Las tiendas son como torres de Babel, en las que no se suelen dar los buenos días ni las buenas tardes, y aunque algún despistado los diera, nadie le contestaría. Supongo que entre tantos pobladores habrá más muertos que en los pueblos, pero no ve uno entierros y,  sin pretensión de faltarles, da la impresión de que los muertos pueblerinos son más muertos, quizá porque se ve el ataúd cuando lo llevan a hombros por las calles, sin autobuses,  a la iglesia y de ésta al cementerio, mientras se escucha el dim-dam fúnebre de las campanas de la torre.

Me acuerdo cuando, hace  muchos años, caminando bajo los árboles del paseo, los gorriones evacuaban sobre nuestras cabezas de estudiantes, pero ahora en lugar de árboles estáticos, hay automóviles mecánicos y los gorriones,?¿se habrán ido a algún pueblo?

No todo es nuevo en la gran ciudad, también hay viejas calles estrechas como tubos (El Tubo) y en una de ellas hay un viejo café con columnas revestidas de espejuelos plateados en la entrada, altos techos de yeso pintados al aceite y ennegrecidos por viejos humos siempre renovados y,  al fondo, un escenario con músicos y mujeres, que enseñan sus encantos cuando son jóvenes y sus abundancias cuando son maduras, a los numerosos viejos, sus admiradores. Casi todos ellos llevan boina caída hasta las orejas, que parece consustancial con sus personas. Quizá en los pueblos  de origen mirarían a las bañistas, ocultos tras los chopos, como los ancianos de la Biblia espiaban a la casta Susana. Trasplantados a la gran ciudad, no tienen necesidad de esconderse, sino que, cómodamente sentados tomando café y envejeciendo cada día más el techo con el humo de sus farias, miran “columnas de oro sobre base de plata, tales son piernas hermosas sobre firmes talones".(Eclesiástico).

Si estos firmes talones se basan sobre altos y firmes tacones, que taconean al son de músicas de castañuelas andaluzas y aragonesas, esos viejos se sienten rejuvenecer… 

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