domingo, 7 de mayo de 2017

El Almeriz




Ha llegado a mis manos el programa de Fiestas de San Martín del año 2005 y quedé sorprendido al leer “El pueblo de las campanas de colores” y dedicado a los vecinos del Barrio de San Martín, que tuvieron que abandonar sus hogares. Lo había escrito,  nada menos que mi amiga Ana. Aquella frase, en la que dice, hablando de las campanas : ”El paso del tiempo había dejado su profunda huella, estaban comidas y oxidadas, pero se alzaban erguidas y majestuosas como testigos mudos de la historia de aquel pueblo… al mirarlas te embargaba una profunda tristeza”, ¡sí!, me llena la memoria de recuerdos de la vieja calle de San Martín , porque enfrente de la Plaza, donde se encontraba su Iglesia y que pasó a ser llamada la Plaza de los Tocinos, se levantaba ya hace muchos, muchos años la casa de mi abuelo Don Ignacio Zamora Blasco, diputado y compañero del cacique Camo, que edificó el Casino Oscense y amigo de los hortelanos y por la parte baja de la calle salía la calle de los Cuatro Reyes, en la cual vivía en una casa también de su propiedad, el hortelano Solanes, pariente del otro hortelano, también famoso en Huesca, de igual nombre, que tenía su huerta “entre tapias” del Almériz  En el “cobajo” de San Martín vivía el hortelano Barbereta, cerca del lavadero, ya desaparecido. De la misma forma que se me llena de recuerdos mi memoria con el bello párrafo de Ana, se llena de tristeza mi corazón al ver tan lejanos a mi abuelo y al abuelo de Barbereta, que era pequeño de estatura y ágil porque saltó la pared, que rodeaba la celda de una cerda, cuando a él y a mí, como veterinario, nos quiso atacar, como defendiéndose de mi jeringuilla. También viene a mi recuerdo el abuelo de Solanes, que andaba encorbado por haber pasado su vida inclinado sobre la tierra, con la azada  entre sus manos; en la  actual vivienda de su hijo, cedida por mi abuelo Ignacio y vendida por mí,  guardaban las cabezas de los Cuatro Moros del escudo de Aragón. En dicha casa manaba el agua en un pozo, al que acudía, a veces, la escritora Teresa Ramón,  no sé si a darse unos remojones, igual que Ana iba a la “vieja fuente, también para darse unos chapuzones de agua”.

También escribe Julio Brioso y Mayral el año 1999, sobre las Tenerías, lugar en otro tiempo de huertas, cerca de Santa María de Foris y regadas por la acequia del Almériz. Julio vivía cerca de la Plaza del Justicia o de los Tocinos y allí acudía a conversar con él y su buena madre me invitaba a tomar café con leche y pastas. De niño iba a jugar al almacén de Campaña, con el entonces llamado Maito y apellidado Mallén Campaña, que estudió Medicina.

¡Cómo han ido desapareciendo nobles piedras de muchos edificios, desde  la antigua iglesia de San Martín, al lado de la cual nació la hermana de mi antepasada por parte de mi abuelo Zamora, Madre Berride, propuesta para ser canonizada! Y después las casas de la parte baja de la Calle de San Martín, como la de Barbereta. Pero no sólo han acabado las casas sino también las generaciones de hombres y mujeres, que tanto trabajaron en las huertas, llevando al Mercado sus verduras.

Los edificios van surgiendo otra vez, como la bella casa de Venturis y la ajardinada vivienda de los Barbereta a orillas del Isuela, en uno de los caminos que conducen a la Ermita de Salas. Hortelanos, por desgracia cada vez quedan menos en el Almeriz. Pero al entrar a comprar planta para el huerto, se encuentra uno con el marido de Ana y con su hijo y con ella misma, que aparece algunas veces, en lo alto de una escalera por la que se entra en su cocina. Ellos trabajan horas y horas seguidas y atienden a los que cultivan sus huertos, pero sin Ana , no sé qué harían, ya que los cuida y les da café y agua fresca.

Ana, el año 1991, ya prometía que iba a ser un ejemplo de mujer, porque escribió.”A ti, mujer, madre, esposa, ama de casa, trabajadora. A ti que cada mañana, con el canto de los pájaros te desperezas y gritas al viento:¡Un nuevo día! . A ti,  mujer, quiero dedicarte este pequeño homenaje, como un canto a la esperanza, a una ESPERANZA, con mayúsculas…” Esa que describes tú “ esa eres tú , mujer”. Sólo te faltan los largos pendientes que llevaban al Mercado las hortelanas del Almériz. En 1996 vuelves a escribir sobre las hortelanas, que como dices son “Mujeres que, cuando rayaba el alba, lozanas y frescas, lucían al aire sus ricos pendientes y comenzaban su larga jornada de trabajo: barrían y “arrujiaban” sus patios y aceras…porque con su trato afable y cordial defendían ,día tras día, su pequeño negocio”. Añades después : “ han sido y son mujeres oscenses de los pies a la cabeza, han profesado un gran amor a San Lorenzo …¿quién no recuerda a Pascuala Solanes, Rosario del Ruso, la tía Juana, la Barbereta, la tía Emilia de la Torre Mendoza, Ascensión Lacoma?.

En 1977, en el programa escribías: ”Cuando puedas, acércate en un corto paseo hasta nuestra ermita de la Virgen de Salas y de la Huerta. Es como una pequeña maravilla en medio de fértiles huertas”. Piensas como pensaba mi abuela Agustina Lafarga, que siendo yo un niño y teniendo ella muchos años, me dijo lo mismo que tú, Ana les dices a los oscenses y yo me fui con ella a ver a la Virgen de Salas y a la de la Huerta; allí  aproveché para coger regaliz y al volver entramos en el Campo Grande, donde cosechamos algunas peras y ciruelas.

Tu eres una enamorada de las huertas y de los hortelanos y hortelanas, pero a mí me has hecho recordar, viéndote y leyendo tus artículos que has escrito durante años para las fiestas de San Martín, que además de recordar me has transmitido “un sentimiento de gratitud y emoción…que correrá por mi cuerpo” y por el de todos los hortelanos que van a la Torre de Barbereta a buscar planta


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Doctor Vicente Vanaclocha.

  Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Valencia (grado de Licenciatura de Sobresaliente), es doctor en Medicina, (apto cum...