domingo, 22 de octubre de 2017

Los jabalíes



Durante toda mi vida me han llamado la atención esos salvajes cerdos peludos, que viven de un modo primitivo en  nuestros montes, y que en cierta ocasión los vi correr por las calles de mi pueblo de SIÉTAMO, cuando venía la noche. Nos daban miedo a los niños, porque iban armados los mayores por dos colmillos óseos, que les salían de su boca, que inspiraban un terrible miedo a que atacaran a los seres humanos. Tienen su cuerpo cubierto de pelo oscuro, al contrario de tener su cuerpo liso de pelo, como sus hermanos los cerdos y son mucho más ligeros en sus desplazamientos. Los jabatos nacen con rayas longitudinales a lo largo de su cuerpo, que les da el nombre de rayones. El tiempo les da transformaciones en su color, porque se tornan de un pelaje oscuro. 
Los cerdos o Suis  Scofra  doméstica, son mucho más mansos que los jabalíes, pues en una laguna, entraron unos de estos y no podían salir. Tienen por costumbre meterse en balsas de barro para regular su temperatura. Unos ciudadanos se pusieron a ayudarles y los jabalíes se lo agradecieron, atacándoles con sus colmillos.


Yo he encontrado en el monte de Siétamo, en mis paseos por él, grupos de  jabalíes, a los que no vi, pero que escuché sus gruñidos, que me hicieron escapar con prudencia del lugar en que estaba encamada una familia de jabalíes. Un día, se salvó mi hijo Manolo, viniendo de Huesca, pues involuntariamente atropelló a un jabalí y gracias a  Dios, se salvó de darse un golpe.
Pero visitando a mi hija Elena y a su esposo Santiago en Pamplona, me acompañó éste por el monte de Zizur y encontramos a un vecino de Pamplona, acompañado por su perro.  Nos llamó la atención el aspecto del perro navarro que le acompañaba y hablando con él nos hizo el siguiente relato: “Cuando yo, Teófilo García, nacido en el pueblo navarro de Asarta, en el camino que conduce desde Pamplona al Valle de Berrueza, que muga con la Sierra de  Santa Cruz de Campezo y que sirve de límite entre Navarra y Alava, se fue a pasear por el monte acompañado por su perro pachón navarro, con el que entre otros tiempos de atrás, salía a cazar. En esta ocasión se querían tanto, que simplemente se acompañaban el uno al otro. El sabía que por aquellos terrenos, habían estado cazando varios alaveses, que habían arrendado aquel monte para cazar jabalíes. Cuando ambos compañeros volvían de pasear toda la tarde y empezando a oscurecer, de repente a Teófilo le sorprendió la presencia de un enorme jabalí, que surgió de un zarzal, en el que estaba escondido; pesaría el animal más de cien kilos y como estaba herido, usó el comportamiento que dichos animales tienen por costumbre, cuando por sus cercanías se aproxima alguna persona. Iban por un camino, en cuyos lados proliferaban encinas y bojes y como acabo de relatar surgió de repente de un zarzal muy espeso un jabalí con su boca abierta, que dejaba contemplar, asustando a Teófilo, unos grandes colmillos, que parecían navajas agresoras. Ante tan cruel amenaza, se cayó el que iba a ser atacado por la fiera y lanzó un grito de desesperación, al verse indefenso y con su vida en auténtico peligro y con la perspectiva de sufrir crueles mordeduras. “Chin” su fiel perro, al escuchar tal grito, acudió en defensa de su amo o más bien de su compañero y se lanzó sobre el jabalí, mordiéndole en las orejas y en el cuello y jugándose su vida por defender la de su compañero. El dueño tumbado seguía en el suelo, temblando de pánico y contemplando la dura pelea que mantuvieron los dos animales hasta que el perro logró hacer huir al atacante, quedándose  Teófilo libre de una muerte terrible. Pero la emoción no acabó con esta huida del jabalí, sino que se hizo más emotiva con el comportamiento de su compañero el  heróico  perro navarro, “Chin” , que se acercó a su dueño y le lamía la cara como queriendo aliviarle el sufrimiento que había padecido”.
Se está dando en la provincia de Huesca, una despoblación de numerosos pueblos, lo que hace que aumenten los jabalíes y también se produce un aumento de ejemplares en cotos de caza en los que se aumenta su número por la alimentación que se proporciona en comederos artificiales. Ese aumento de ejemplares en los montes, los aumenta también en las carreteras, lo que produce un aumento del número de accidentes en las mismas, que aumentan también el número de víctimas humanas. Yo me he encontrado con ver recrearse jabalíes,  jugando entre ellos en los campos de Siétamo y algunas veces escapando a correr de mi vehículo, con una velocidad ligerísima.
He visto casos de muerte en individuos que han comido carne de jabalí, que no había sido examinada de si en ella, había presencia de parásitos, pues todavía quedan personas que creen que los jabalís consumen productos muy sanos, como trufas, bellotas, setas, caracoles y vegetales.
A mí, me ha tocado examinar carnes de jabalí por medio de triquinoscopios, para descubrir en algún caso Nemátodos del Género Triquinella Spirallis. Estos pueden llegar a producir síntomas gastrointestinales como diarreas, que llevan a los consumidores a  muerte.
La caza del jabalí está muy presente en los cazadores, según unos por su gran tamaño, por ser una pieza salvaje y fiera, que abunda en los bosques de España.
 Son numerosas las especies de animales iguales al jabalí, por su alimentación,
 y por su reproducción posible entre ellas. Se ha conocido en no lejanos tiempos los “cerdolis”, que es un suido que es fecundo con los jabalís. Una asociación navarra de cazadores, ADECANA, ha descubierto que se cruzan los cerdolís con los jabalís.
Cerdolis.

Coinciden con  Adecana que este cruce de especies, da lugar a un nuevo animal, conocido como cerdolí, que puede poner en peligro, la pureza genética del jabalí.
Hay que tener en cuenta el peligro que dan a la circulación los jabalís en una tierra, que está en peligro de despoblación y si es importante la vida de los jabalíes, lo es más la de los seres humanos.

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