martes, 31 de enero de 2023
El Baranda
El jacetano Adolfo Almudévar Gabarre (Parte II)
A Jaca acudíamos y era un placer observar una “cuadrilla” de cuatro niños, amados por su buena madre Lurdes, hasta que José Manuel se casó en Madrid, donde recibe a sus primos con gran cariño. Jesús y Luis se fueron a Zaragoza y su madre y su padre acabaron marchando también a esta capital. Jesús ama a Carmen y han tenido un niño, llamado Lucas, que se parece a su madre y a su abuelo. Queda Adolfo, al que su padre le ayudó a sacar la carrera de Geología y que trabaja en el sector del petróleo. Hace unos meses salió en una revista de Jaca, en la que habla de los jacetanos por el mundo. La leí con entusiasmo, pero la perdí; se lo dije a Carmen y me mandó una copia, en la que va a ser Adolfo el que hable de sí mismo. Empieza diciendo : ”Me llamo Adolfo Almudévar Gabarre. Llevo nueve años en el sector del petróleo y desde hace dos, trabajo en las plataformas de Noruega, aunque vivo en Jaca donde nací el Primer Viernes de Mayo de 1968”. Su niñez la vivió en Jaca, donde como dice Adolfo la vida se disfrutaba como en cualquier país del Sur de Europa y se confirma esta afirmación al decir:”Unos seis mil noruegos viven de forma permanente en Alicante”. Se pregunta Adolfo a sí mismo, ¿es esta vida en la Costa Oeste de Noruega, donde tanto llueve, la de un paraíso?. Por un lado le parece que sí, porque los salarios son altos, pero añade que también los precios y los impuestos. Además tiene el derecho de acordarse de su vida en Jaca, en el Sur de Europa, donde goza el placer de la conversación con los amigos, unas veces en el fútbol o en otros deportes y sobre todo en las meriendas que organizan unas veces en los domicilios y otras en las excursiones que hacen por la Montaña. Adolfo reflexiona sobre la diferencia que existe entre la vida en Noruega y la que él gozó en Jaca, porque dice que “el modo de vida tiene poco que ver con el que disfrutamos en el Sur de Europa”· Continúa diciendo: “Aquí la vida social se hace de puertas adentro (sobre todo en invierno) y todo está más programado, es menos espontáneo”. En Jaca, su vida era de “puertas afuera”, porque hablaba con su padre, con su madre y se reía con José, con Jesús y con Luis. Tenía y todavía sigue teniendo amigos jacetanos, con los que jugaba, hacía deporte y en invierno esquiaba y en verano escalaba por aquella Montaña y a veces rezaba en el lugar sagrado de Aragón, es decir en San Juan de la Peña. En ocasiones acudía a ver a sus primos de Barbués, donde se bañaba y vio como su padre iba convirtiendo esa finca de secano en huerta. También en ocasiones acudía a la casa de su padre en Siétamo, donde se lanzaba al agua de la piscina como se lanzan las ranas.
lunes, 30 de enero de 2023
El jacetano Adolfo Almudévar Gabarre (Parte I)
sábado, 28 de enero de 2023
Una Fisioterapeuta de Torres de Barbués.-
Huesca
Capital se encuentra debajo de la Sierra de Guara y de los Montes de su
Cordillera, como si se hubiera rebajado, huyendo de los Montes Pirineos, para dominar
su visión, para observar, huyendo de los Pirineos, desde las alturas montañesas
la Tierra Plana, que más abajo la recorre el río Ebro y baña la Capital
aragonesa de Zaragoza. Huesca fue situada por los vascuences debajo de la
Montaña Pirenaica, al comienzo de la Tierra Baja, debajo de la Sierra de Guara,
como buscando la Tierra Llana, como se ve mirando la elevada Plaza de la
Catedral, a donde suben y bajan los oscenses, que cultivaron la Plana de Huesca
y se ha ido extendiendo como vigilando la Sierra de Guara, y desarrollándose
por la Gran Llanura o Plana que baja desde la Sierra de Guara hasta el río
Ebro.
En
todo el Somontano y los Monegros se extienden muchos pueblos, como Siétamo por
su destruido Castillo del Conde de Aranda y como Barbués, con su palacio, en
cuya vecindad nació Lourdes Gabarre, casada con mi hermano Jesús Almudévar. En
el cercano pueblo Torres de Barbués nació Clara Gabarre, que ganó el puesto de
fisioterapeuta. Era amiga de mi hija Pilar y tuvo ilusión de acogerme para
sanar mis dificultades motoras debido a mis años de envejecimiento. Fui acogida
en una clínica moderna y que estaba situada en la parte norteña de la ciudad de
Huesca, encima del Gobierno Civil que llama la atención por la altura de sus
viviendas que acumula un gran número de pisos.
Esa
Clínica acoge a los enfermos que acuden a ella para conservar su vida y allí fui
atendido por la joven Clara Gabarre, que ganó el puesto sanitario de Fisioterapeuta.
Tuve la gracia de ser atendido sanitariamente en dicha Clínica, pero la
desgracia de que dejara de ser atendido, después de ser visitado tres veces por
la citada Clara. Yo ya tenía el deseo de ser sanado de mi torpeza física, pero
tuve un despido como si fuera abandonado por tan competente señorita, pues
enfermó y ya no fui recibido más veces por su inteligente figura. Era una mujer
que no conocía su rostro, como ella tampoco conocía el mío, porque entrábamos
en la Sala donde me guiaba Clara para perfeccionar mis ejercicios, con nuestros
rostros tapados por unas “ojeras de tela”, que impidieron conocernos mutuamente
nuestro rostros. Después de la tercera visita nos despedimos hasta la próxima,
pero ya no nos volvimos a ver y ella ya no ha podido conservar, entre otras
cosas para trabajar, en mejorar mi vejez, convirtiéndola en una parecida
juventud.
Nos marchamos de la Clínica, conociendo
nuestra personalidad, pero sin conocer nuestros rostros, por haberlos llevado
durante tres días tapados con sendas pañoletas.
Salió
de la clínica a despedirme y nos dijimos adiós con gran respeto, pero ya no he
sido tratado sanitariamente por la profesional Sanitaria Clara Gabarre.
Qué
sea lo que Dios quiera y ya nos dirá el porvenir lo que ha de pasar después de
su porvenir porque mis ojos ya durarán poco tiempo para gozar de su visión y
percibir el consuelo de su terapéutica labor curativa.
jueves, 26 de enero de 2023
Echo, en Fabla aragonenca
Dedicado a Veremundo Méndez Coarasa (Hecho, 14 de mayo de 1897 - id., 30 de diciembre de 1968) fue un escritor y poeta español en aragonés cheso.
Una begata, que puyé en ta Echo pa recullir un chicote premio, declaré, en un inte de espontaneidá, que d´a mesma maniera que pa aprender, cal ir ta Salamanca, pa aprender a fablar en agagonés, ye menester puyar en ta o lugar que nos ocupa, porque en er, encara lo en charran.
Ixo a feito Mariví, puyar dende Zaragoza en ta Echo y baixar y tornar a puyar. Parixe que puyar y baixar, igual qu´as notas del pentagrama, ye o suyo destino, como escribe n´o libro “Plevia Grisa”: “Querería estar pino verde y alto, que l´ausín m´abrazase y tremolar, sentir la nieu entre las mías tallas, a las aves que han frío, cobexar”.
Y, a mida, que sigue o libro en ta debán, s´en ritorna a la crosira d´os cobaltos, cuan s´aclama: “M´aganaría estar pino d´un mon de lo Pirrineo, pa meterme todo blanco con la nieu de lo ibierno”, y por si belún s´en creyese a suya baruca, era, tozoluda, terne que terne, repite dica cinco begatas. “Si fese fagüeño, chiflase l´ausín, o soflase cierzo, yo, plantau allí”.
Mariví camina a lo suyo propio peso específico y ye ponderable por a suya obra literaria y ponderata por a suya obra literaria; ye leve, lixera, pero no sólo porque puya y baixa camins y endrezeras, sino antiparti porque o suyo esmo ye parellano a ras libélulas, que susurran cuan esbolastrean, como susurra Maribí cuan romancea os suyos versos, que están os uns, verdes como las fuellas berdas dempués d´a Plebia Grisa y si, como as fuellas, en bi–a de libélulas verdas y grisas como a Plevida, atros versos están azuls como libélulas, azuls igual qu´e o cielo d´o que escribe: “Entó alto, lo azul tan raso que duele ,si lo miras queda”.
M´olvidaba d´as libélulas amarillencas, d´a color d´a palla o de chunco ixuto, lo que diz Mariví.
Acochaba lo chunco, lo tallo verdiblanco, pa beber d´a agua fresca, de lo barranco. Pero lo cauce siempre-xuto trovaba-- que feba muitas lunas- y no plevizniaba. –Si, se morié de set- que lo barranco-s´imple cuando lo chunco-yera ya canso.
Os temples, as ganas, os esmos, os animos u as animas s´en veyen unas vegatas eufóricos, atras goyosos, atras placibles, con crosira u tristeza u desesperatos como os colors que tan bien nos pinta l ‘autora de Plebia Grisa, con parabras qu´aplica como si estasen pinturas a ixos estados de l´alma.
Charra de grisas retes, de grisas plevias, de blanca espuma y de blancas bolisas, de platiadas estrelas, de verdes follas, de chuncos verdiblancos, de abellas que amarillencan. En zagueras describe la negror d´as nueis que dis li s´han tornau mui negras y en atri verso que “la nuei sin d´estrelas se te caye enzima”.
Rubén, cantor del optimista fabla d´a libélula vaga de una vaga ilusión”, pero Mariví sape que a libélula ye també un caballero d´o diaple y os diaples envidan d´ilusions y carrean tristuras,”negras , nueis de l´alma”, como as de San chuan de la Cruz”.
Pero l´amor de l´Amado feba que “beyera alredol que todo dispierta, que las flos…más s´abren, más la luz reflexa, mas bien canta l´aire, más lo sol calienta”.
A tí, Mariví y a os que leyan o tuyo libro, les salvará la poesía, que ye l´Amado d´os poetas y d´as personas sentítas.
He dito que a tuya poesía y o tuyo cuerpo están leves, lixeros pero a tuya persona ye grave, funda y seguntes diz Milán Kundera “ ye insoportable la levedad del ser”, que t´a empentato a deseyar “ estar pa no repensar tan sólo … una peña”.
Pero no están leves solamen as barucas, ideyas y crosiras que prexina, sino que, antiparti, ye leve o tuyo estilo d´éscribilas.
Dicen que os de Echo, están os andaluces d´a Montaña y leyendo a Veremundo Méndez, a Rosario Ustariz y a mi amigo Lapetra, me trobo que no esbarran, pero, cuan yo siento os tuyos versos siento o gozo:”La luna redonda-que con los tuyos rayos brinco a la comba”, ya creigo, zereño, que yes leve como os poetas andaluces. Y si un d´istos deciba: “Sobre el olivar, se vió a la lechuza,volar y volar”, tú dices “lo papirroi s´arrieba plantau en un tremolino. Yera cantando a la plebia con los suyos filaus trinaos”.
Uey s´en fa muita de poesía que mira os trovos poéticos drento d´as mugas d´una acracia informalenca, que plega a parixer una fabla en clau, abstrauta y misteriosa, que solamén pueden apercazar os intelectuals.
Mariví surte d´a rutina porque no pué aturar y drento de una rima, unas vegatas rotundamen consonán y mas a ormino levemén asonante, como romanceabam y s´avientan ta lo ritmo y ta lo plano musical y os chovens huei.
No ye a os intelectuals a os que l´is agana a Fabla, ni ras chens d´os lugars están muito decantatas en pro d´a luenga que lis han amostrato que ye fiera.
Yo en ras Escuelas de a Fabla s´en pué a mostrar a os chovens y a os ninos, que cantarán goyosos esta copleta de Mayestra Mariví : “ Verde borda-borda verde,- verderol,-¡Canta aunque no faga sol”.
En o lugar de Echo, están muito decantatos en pro d´a luenga d`os suyos pays- Y en´as escuelas d´a Fabla s´en puede amostrar a ros chovens y a ros niños, que cantarán goyosos ista copleta d´a Mayestra Mariví: “Berde borda-borda verde,- verderol,-¡canta anque no faga sol”.
Caldrá que ra autora de Plevia Grisa, siga escibiendo, porque si no, se planteyará a demanda de Rosalía de Castro: “Daquelas que cantan as pombas y as frores, todos din que tienen alma de muller. Pois eu que n´ás canto, Virge de Palma, ¡ai!, ¿de qué viviré?.
miércoles, 25 de enero de 2023
Morgana, la bruja
martes, 24 de enero de 2023
Velillas y San Ponce de Tomeras
Catedral de Saint-Pons-de-Thomières |
domingo, 22 de enero de 2023
Los pastores.-
Yo tengo un recuerdo sagrado de los pastores con los
que he convivido y es que Silvestre Bara, que estuvo de pastor en mi casa antes
de la Guerra Civil, y durante la misma,
tuvo que separarse del dueño del ganado. Aunque apartado del dueño, no
se separó del rebaño, para que una vez
acabada la trágica lucha, pudieran reunirse otra vez, en Siétamo el dueño, el
pastor y las ovejas. Pero en aquellos tiempos en que las vidas humanas peligraban,
las de los animales desaparecían rápidamente por el hambre que envolvía
las tristes vidas de los ciudadanos. ¿Qué hizo a Silvestre volver, después de una guerra, a la antigua
“tiña” o paridera de su amo, rodeado de ovejas?. Tenía Silvestre un gran
sentido de la responsabilidad, una gran fidelidad a su “amo”, que tenía que
demostrar cuidando sus ovejas, a las que amaba
enormemente, llegando a identificarse con ellas, que formaban un cuerpo
colectivo o un rebaño y él se constituía en su cabeza, para buscarles alimento,
cuidarlas, esquilándolas en su momento y apartándolas del peligro de ser
robadas y sacrificadas por los que apetecían sus carnes. En nuestra era
quemaron todos los pajares y cuando estaba pasando el fuego a través de un
grueso madero a la paridera, Silvestre se dio cuenta y en lugar de huir, apagó
el fuego echando cubos o pozales de agua. Todos los pastores tenían alguna
oveja preferida, con la que se entendían hasta casi identificarse, pues cuando
ellos comían sentados debajo de una carrasca, le daban a su amiga algún trozo
de su pan. Como he dicho, a las ovejas
les combatía las pulgas y les quitaba las “caparras” o garrapatas, que chupaban su sangre. Cuando llegabas a
hablar con el pastor Silvestre, junto a él se encontraba alguna oveja
“panicera”. Esto de mimar a las ovejas,
me recuerda a un señor de Huesca, que llegó a fabricar alimentos para
millones de animales, ya que siendo todavía un niño que vivía en un molino al
lado del río, donde poseían una docena de ovejas, escuchaba las palabras que su
padre y su madre, que le decían al pastor, que él, como todos sus compañeros,
siempre tendrían un pan encima de la mesa. Tal vez ese pan no sea siempre
tierno, pero no les faltará, decían los abuelos. El pastor pasaba todos los
días por nuestra casa o nuestro molino(como decía mi amigo), junto al río
Isuela, para integrarlas en el rebaño colectivo de todo el pueblo. Pero las
ovejas, por la ya obscura tarde, volvían
solas al molino, y el amo, es decir su padre, salía a recibirlas para echarles
alfalfa en aquellos días invernales en los que en el monte ya no salía yerba.
Cuando ya se había disuelto el rebaño por las casas del pueblo, el pastor se
daba una vuelta por el molino; entonces hablaba con el molinero y éste le solía
dar pan o algún bocado de carne del cerdo que habían matado o algún trozo de
torteta o algún gancho de morcilla, igual que el pastor había regalado con su
pan de cada día, durante todo el día a sus ovejas “paniceras”, que le ayudaban
a dirigir la marcha colectiva del rebaño. No sólo era el pan y la morcilla lo
que querían el “amo” y el pastor, sino que tenían necesidad de comunicarse ente
ellos y hablaban, unas veces del tiempo, al que el pastor seguía su curso,
cuando en el monte ojeaba el horizonte, miraba la Sierra y las nubes del cielo.
Algunas veces pronosticaba que las boiras iban a echar el agua sobre los
campos, porque veía como se movían las nubes en la Sierra y los aires que
soplaban por allá arriba, les proporcionaban humedad El pastor demostraba su inteligencia cuando,
después de pronosticada, la lluvia mojaba los campos y las casas y refrescaba
los rostros de las personas y la lana de las ovejas, que no dejaban pasar el
agua hasta su piel, porque se sacudían la lana y el agua caía. El molinero y
sus hijos admiraban el poder de observación del pastor y de tanto hacerlo se
convirtió, como dice mi amigo, en un sabio. Mi amigo sigue pensando y tiene
inquietudes en su cabeza, que le hacen a uno reflexionar sobre el porvenir de
la humanidad. No quedan ya casi pastores ni ovejas, lo que hace pensar de donde
en España se sacará la carne de cordero. Está claro que habrá que comprarla en
el extranjero y cara. Algo veremos.
viernes, 20 de enero de 2023
El signo de la rosa (18-01-1987)
ROSAS Y LIRIOS
Para las angustias, para las tristezas,
cuando nieva el tiempo sobre las cabezas
y llueven congojas,
ese es el instante de las rosas rojas.
Para los momentos que traen ilusiones
y dan azucenas a los corazones,
y dulces delirios, blancos, blancos lirios.
Rubén Darío
He
repasado, uno por uno los signos del Zodiaco y entre ellos no he encontrado el
nombre de la rosa. Nadie se llama Libra, ni Géminis ni Escorpìo y sin embargo
estas constelaciones influyen en el carácter y destino de los hombres. Pero yo
me pregunto:¿por qué el rojo, el añil, el violeta y el arco de todos los
colores no pueden influir irisando las almas de los hombres y mujeres? Si creo
que si ya que la margarita blanca nos impulsa al olvido del pasado, la petunia
no inspira temor con esperanza y la gama de colores de la rosa nos recuerda la
belleza, los celos, los encantos y el amor voluptuoso. Los colores se concretan
en la rosa desde la “roja émula de la llama”hasta la blanca que los refleja
todos. La rosa blanca es el símbolo del sigilo y sigilosamente ha trabajado
Rosa la luz que inunda las solanas donde dan las flores su color y aliento
perfumado, pero, de repente, en el mes
de Enero ha inundado con cuadros luminosos nuestros ojos. Al lado de las
flores blancas aparecen los frutos rojos y los bosques azules con añoranzas Rubenianas
nos trasladan a nemoradas encantadas. Hay también videntes y sibilas que
escudriñan un futuro misterioso y se suceden estaciones que auguran una fecunda
obra, mientras Júpiter se intuye volando sobre Leda*.
*En la mitología griega Leda (en griego Λήδα) era una princesa etolia que se convirtió en reina espartana, y también fue una de las féminas seducidas por Zeus.
No sé si ocurrió en Tafalla o en Olite……..(Hace muchos años).
No me acuerdo. Había, por lo viso, en
una de esas localidades un Cuartel y dentro de él, un sin número de soldados que
hasta ahora han sido siempre machos o
“mastos” y digo hasta ahora, porque con eso de la igualdad entre hombres
y mujeres, a lo mejor de ahora en adelante los ponen mezclados, con lo que se evitaría lo que pasaba en Olite, en
Tafalla o en Tudela, que no me acuerdo donde, o en Calatayud o en la
Cochinchina.
¿Qué pasó? Muy sencillo. Aquellos
soldados cuando salían del Cuartel, lo hacían como cuando en mi pueblo sueltan
los machos al “bacibo”, pues no paraban de encorrer a las mozas y algún
propasado llegaba a meterles mano. Llegaron las quejas a oídos del coronel,que
se subió a la parra y quería empaquetar a los propasados. El no tenía ese
problema, pues como era Coronel, tenía paga de tal y los soldados, como cuando yo
lo era, cobraban sólo dos reales. El capellán hombre más conocedor de las
debilidades humanas, aplacó las iras del Coronel y le dijo: “Déjemelos a mí”
Así lo hizo; reunió a todos los soldados y les habló así: “Si veo a uno de
vosotros por la calle del bracete de una tía bombón, le diré ¡Viva la madre que
te parió!, pero por favo, cuando vayáis en grupo y veáis a una chica guapa, no
os echéis encima como las moscas acuden a la miel; siempre hay alguno de
vosotros más bien plantado y más ingenioso que le pueda echar un piropo bonito,
que seguramente le agradará; a la próxima vez le podéis decir adiós, a la siguiente
hablarle y a la otra llevárosla al huerto.
¡Qué razón tenía ese mosen! Los
hombres trabajando en equipo y con un buen líder, como el soldado que echaba
los piropos pueden hacer lo que quieran, desde conquistar mujeres, pasando por
grandes obras, hasta regenerar la nación. Para regenerarla se forman equipos
políticos, que deben trabajar unidos bajo la dirección de un líder, pero en
lugar de hacer equipos, hacen partidos que como su nombre indica, parece que no
hace más que reñir entre ellos. Es como si los equipos de futbol se pegaran entre
ellos en lugar de dar patadas al balón y al portero contrario. ¿Qué consiguen
así en los partidos? En los de futbol perder y en los otros además de perder
las elecciones, perder el prestigio porque habían prometido acabar con los
pobres, y ahora dice la televisión que hay en España ocho millones de ellos. De
todas maneras, el pueblo que hace el papel de tonto, pero no lo es, ya decía
hace años: se han empeñado en acabar con los pobres pero se “jibarán”, que cada
día “en habrá” más.
Pero volvamos al capellán del
ejercito, que también aconsejaba a los soldados para sacar la conclusión de que
hay que hacer el amor y no la guerra, ya sea de sexos, de clases, de escuelas
de la patada, la de los precios de los blancos contra los negros, de la ciudad
contra los pueblos, de la industria contra la agricultura, de los agricultores
contra los ganaderos, de las mujeres contra los hombres, de los segundones
contra los herederos, de los payos contra los calés o de las suegras contra los
yernos o de las nueras contra los suegros. Luchan también los toreros por ser
el número uno; luchaban en mis tiempos Arruza para desplazar a Manolete, como
ahora lo hace Espartaco para ganarle a no sé quién. Uno dice que da mejor las
verónicas y el otro que hace mejor las manoletinas, igual que la Rocío Jurado
le dice a la Pantoja que tiene mejor delantera y ésta le dice a Rocío que tiene
mejor garrón. Así se pasan la vida, como los dos conejos que discutían sobre si
los perros que venían eran galgos o podencos y al fin se los “trincaron”. Eso
les pasará a las dos divinas, que si pechera que si pierna y mientras tanto
pasará el tiempo, se arrugarán como las pasas y los hombres se mirarán a otras
que ya vienen empujando.
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