Por el Camino de Santiago caminaban ingleses, franceses y españoles, que contaban múltiples leyendas de sus países de origen como la del rey Arturo y la Mesa Redonda con su caballero Lancelot en busca del Santo Grial.
martes, 30 de abril de 2024
De Basilio Lanzarote, hasta el pasado y el futuro
Por el Camino de Santiago caminaban ingleses, franceses y españoles, que contaban múltiples leyendas de sus países de origen como la del rey Arturo y la Mesa Redonda con su caballero Lancelot en busca del Santo Grial.
lunes, 29 de abril de 2024
El Paseo de la Alameda, hace ya muchos años
Por el sol saliente rodea a Huesca la
Isuela, nombre de un río con reminiscencias ibéricas, hoy el río pudiera ser
llamado la cloaca, que lanza emanaciones putrefactas.
La Isuela era un río; yo me acuerdo de
pescar con caña en él y tenía a sus orillas un paseo: La Alameda. Sigue la
Alameda al río desde el Puente de San Miguel y hasta el otro puente que cruza
al otro lado de Santo Domingo. En medio está el Puente del Diablo, pues en esta
tierra nuestra, santos y diablos se mezclan en místicas peleas, orgías y
romerías, tal como Goya las pintó en sus aguafuertes. Lame el río la Alameda
por su ribera izquierda y por la derecha se alzan las murallas romanas y
moriscas. A la izquierda de la Alameda se eleva el Pueyo de Don Sancho, la
Ermita de las Santas Nunila y Alodia y el cementerio donde reposa Manolín Abad.
Alineados los Álamos formaban la Alameda, que era el Paseo elegante de Huesca.
Allí, a la sombra de los pópulos albus y trémulus, las señoritas de blancas
pamelas, botines de cañas finísimas y mirada picaresca, paseaban su porte y
temblaban sus corazones de amor, por primera vez.
Florinda con sus amigas llegaba a la
Alameda por el puente de Santo Domingo, después de haberse tomado su horchata
de trufas, para iniciarse en las lides del amor.
De Flora decían si había pasado o no el
puente del Diablo a altas horas de la noche. Tal vez se la quiso “llevar el río
creyendo que era mozuela” o tal vez tuvieran que ver “las lenguas de doble
filo”, pero “nadie supo de fijo saber” si en alguna torre, Flora había comido
churros con chocolate. Tuvo lugar un duelo bajo las Murallas para aclarar el
honor de Flora y los álamos que eran los únicos que sabían la verdad, estiraban
sus copas, curiosos. Por el puente de San Miguel, cruzaba Floripondia,
que bajaba de la calle de la Malena con su corte ruidosa, porque se iban a las
choperas a beber cazalla y ron. Las Choperas son las Alamedas, pero en basto y
en ellas no hay que guardar etiquetas para beber en sus fuentes, ni para folgar
en sus sombras.
Floripondia guisaba, Floripondia
cantaba, alcahueteaba y engordaba y los días veintinueve de cada mes, una vela
encendida le ponía a San Miguel. ¿Qué hace San Miguel a la orilla de un río?
porque San Miguel Arcángel es más propio para un monte altivo. Pero ¡oh
paradoja!, tiene un puente alado y entrañable donde los soldados rompen el paso
marcial al pasar y debajo el puente es como una cueva, más propia de San
Martín. Allí se alojan gitanos y gitanas. Encima del puente un azud retiene la
corriente, para desviarla hacia el Almériz. En el remanso se mira la luna
blanca y en ese remanso se reflejan las caras negras de las gitanas y las caras
tordas de burros y mulas. Pasa de noche Don Pepe, caballero en su jaca castaña
por encima del puente, ladran los perros, se inquietan las bestias y para
calmarse beben el agua de la ”badina”, se mueve el agua, riela y ríe la luna en
la cara del río, la gitana se mueve, brilla el blanco de sus ojos negros en la
enramada. La jaca vuelve por el camino de las tres cruces y tres sombras se
confunden en una. Yo les he preguntado a los peces del río, a los chopos del
soto y a la luna lunera. Los ladridos del perro se los llevó el aire, a los
peces de plata se los llevó el agua, las hojas del chopo se fueron con el
otoño, pero siempre ha existido una respuesta de gitanillos rubios. ¡Cuántas
cosas pasaban por el puente y el Ermita, por la Ermita y las eras, por éstas y
las cuevas! Se oía un silbar de sílfides en el río (hoy léase ratas), de silfos
en los chopos, de flechas de sátiros, de sagitas de Cupido y de arcos
matadores, como el que hirió a Don Sancho.
¡Alameda, hoy te recuerdo pero no te
reconozco!
domingo, 28 de abril de 2024
Candelabro de hojalata
En una chatarrería se encontraron una cruz, para ser portada por un hombre, tal vez vestido de sacerdote o de sacristán, acompañada de varios candelabros. Todos esos restos de un conjunto de objetos de alguna cofradía, tenían su belleza, pero estaban rotos, aplastados y abollados porque eran de hoja de lata y debían haber pasado muchos años de abandono. Debían estar creados en el siglo XIX o en el XVIII. Llevé el candelabro, que me pareció mejor conservado a la Escuela de Enseñanza y Restauración de Huesca y allí, bajo la dirección de su Directora, los alumnos lo restauraron. Quedó con un aspecto venerable, como si esa obra estuviese efectuada con nobles materiales. Alguien opinó que se le podía haber superpuesto por su superficie, una capa de oro o de plata, pero la Directora pensó que sería mejor guardar un respeto a los ejecutores de tal obra de arte. Efectivamente su autor realizó una obra de tal categoría, en medio de la pobreza de materiales de que disponía y tal vez él mismo mantendría pobremente de cuerpo, cuando su espíritu se recreaba trabajando obras de arte. Así compensaría los padecimientos de su cuerpo con los placeres del espíritu.
Fui una mañana del mes de Mayo a buscar el candelabro, que había sido expuesto en la que fue antigua iglesia conventual de las Monjas Capuchinas, junto a retablos de otra iglesia, que se eleva a los cielos en Alquézar, cuadros, esculturas y otras numerosas obras de arte; me dieron el aparato y al salir, yo no sabía donde colocarlo, pero tuve la idea de llevárselo a las monjas del Convento de San Miguel, que está cerca de la Escuela. Pensé que en dicho Convento, lo colocarían en algún altar o ante un cuadro que representase a un santo y allí alabaría al Señor, con un cirio encendido y daría también a que alguna de aquellas monjas se acordase de rezar por el pobre hombre y rico artista, qué lo creó; ya no sé el número de años que su cuerpo descansa, pero su arte sigue despertando en las almas que lo ven, admiración y reciben una sensación de placer.
Así lo hice, llevándolo al convento, donde ya está ante un altar de San José y me dijo la Madre Superiora, que cuando se dieran posibles tormentas, encendería el cirio para evitar que los campos de los agricultores, resultaran dañados.
sábado, 27 de abril de 2024
Miguel Ruiz Orús, Maestro en la Escuela de Siétamo
viernes, 26 de abril de 2024
Fumar o no fumar
Bajaba cierto día por las escaleras amplias de un edificio oficial y al llegar a uno de los vestíbulos de cualquiera de sus pisos, desde los que se penetra en alguna de las múltiples oficinas, acogidas por la gran casa, encontré a un viejo amigo que en ella trabajaba; me llamó la atención su actividad, que consistía en pasear con sus pies, con su mano acercar un cigarrillo encendido a su boca, por la que lanzaba olorosas humaredas y para otros, malolientes expulsiones de tabaco quemado.
Me llevé una sorpresa al contemplar el cambio de las modas y de las costumbres durante el no muy largo viaje que voy haciendo por la vida, pero comprendí lo que dicen las revistas o la televisión sobre lo molestos e incluso perjudiciales para su vida y para las ajenas, que resultan los fumadores.
Yo, bromeando le dije: ¡ay que ver, cómo antes era el ser fumador un orgullo y ahora, van y te despachan!.Pero él se acordaba de la canción que decía: “fumar es un placer, genial, sensual”,”fumando espero al hombre que más quiero” y él sin esperar a nadie o más bien a algún ciudadano que fuese a verlo para arreglar un documento, estaba contagiado por esa espera amorosa y esperaba, necesitaba esperar. Y ¿a quien esperaba?
El no lo debía saber, pero tal vez, estuviera expectante de la felicidad que todos los hombres y mujeres necesitamos. Y a esa necesidad se le añadía otra que era una dependencia que en su interior se había creado y que le hacía sentir ese “placer genial, sensual”, que trataba de sustituir esa busca de una felicidad humana que lleva consigo la filosofía de la vida, por otra, que le hacía suicidarse poco a poco. Se van los fumadores inmolando y tal vez sacrificando a sus compañeros, lo que me hace recordar a los que se queman en solitario y otros llevándose por delante a todo bicho viviente.
Yo también he sido un fumador suicida y a veces perjudicando a otros con los que estaba trabajando o pasando el rato. Me acuerdo de toser después de echarme un cigarrillo o una faria y del mal rato que pasaba el alcalde de Tamarite en una sala, que estaba como una niebla espesa y maloliente de humo de tabaco y que tenía que respirar forzosamente.
Si “fumar es un placer genial, sensual”, mayor es el bienestar que siente el que sin fumar respira profundamente y goza de la vida. Todos esperamos la felicidad, como lo hacía la mujer que cantaba “fumando espero al hombre que más quiero”, pero no es el fumar ningún substituto del amor a otros seres humanos.
jueves, 25 de abril de 2024
La razón y la sinrazón
La razón hace funcionar los ordenadores, no su propia razón de la que carecen esos maravillosos aparatos, descendientes de las simples plumas, primero de las aves y más tarde de las plumillas metálicas, sino de la razón de los hombres a los que devuelve el Espíritu Santo, los frutos de la oración a El dirigida: “Envía, Señor, tu Espíritu y todas las cosas serán creadas y renovarás la faz de la Tierra”.
Se agotó el continente de tinta negra, en la que se mojaban, yo no sé si mi razón no conoce cómo el automático ordenador, hacía que esas letras salieran escritas sobre un folio. ¿Cómo iba a saber tales operaciones ,que a mi corta razón le parecían obras de brujas, después de ver ,simplemente mojar las plumillas en los tinteros, para transcribirlas al papel, durante multitud de años?.
Mi razón me movió a buscar un nuevo aparato contenedor de tinta negra y fui al Almacén y Comercio, donde, mostré al buen joven que atendía amablemente a los clientes, dicho contenedor de tinta, ya vacío. El, siguiendo los impulsos de su razón, me sacó una cajita, en la que estaba escrito el mismo número que en el aparato que yo le llevaba. Yo contento como un niño corrí a colocarlo en el lugar que le correspondía en el Ordenador. Pero la razón del mismo le impidió, que la escritura se gravase sobre el folio. No hice más experimentos, tal vez por sentirme incapaz de comprender el adelanto que han dado los hombres en escribir con ordenadores en lugar de con plumas. Pero la razón de mi sinrazón se sublevó y corrí al Almacén a pedir explicaciones, que yo no podía comprender. El joven vendedor tan razonable, comprendió que yo no había probado los distintos mecanismos por los que podría haber conseguido conmover la razón del Ordenador. Pero allí hubo una confusión muy humana porque la razón de la sinrazón, que a su razón, razón se le hacía, luchaba con mi sinrazón, que también quería convertir en razón, aquella razón tan simple que no podía convencer a la razón del Ordenador. ¿Cuál fue esa sinrazón ?. Sencillamente, el peligro que vio el vendedor en que yo le pidiera la devolución del coste del contenedor de tinta y yo me vi con mi orgullo caído, por negar la razón comercial del vendedor, que unía a la razón de conocer el Ordenador, su profundo conocimiento de la técnica comercial, yo no sé si más razonable, pero desde luego más práctica.
Desde luego la vida moderna complica las cosas corrientes del convivir diario, pero, desde luego el vendedor tenía razón, porque al volver a mi casa, hice lo que me dijo, el que espero que sea mi amigo, y surgió triunfante la razón del Ordenador, al escribir con claridad, obedeciendo las órdenes del vendedor.
miércoles, 24 de abril de 2024
A Peña Guara (26 de Enero de 1982)
Cañon de Añisclo (Huesca).
Nuestro
Pirineo es el más agreste de toda la cadena que también recorre el Sur de
Francia, Navarra y Cataluña. Las puntas de nuestros picos recuerdan la
agresividad de las astas del toro, del macho de lidia, en contraste con las
montañas navarras y sobre todo las de la Cerdeña, tan idílicas donde pastan las
vacas mansas. Pero dentro de este inmenso templo natural, hay, como lo había en
el de Jerusalén, un Sancta - Sanctorurn, un lugar, en este caso un valle
(una val), que condense en él toda la belleza salvaje de nuestra montaña: es el
Valle de Añisclo”. Por él discurren, profundas, unas aguas incontaminadas, las
del río Bellós, donde brincan unas truchas con una raza (iba a poner
personalidad, si los peces la tuvieran), que no tienen el resto de los
salmónidos que por otros cursos navegan. Állí, en constante lucha biológica,
las persiguen las nutrias (fuinas). En los árboles hacen sus equilibrios las
ardillas (esquiruelos), que parecen decir burlonamente a los turistas: ¡rabia,
rabíña, que como una piña que tiene piñones y ‘tú no los comes! Debajo del
pino, trapecio de la ardilla, hoza el jabalí de corvos colmillos (catirons) y
se recrea en el placer de comer estas multiformes y policromos. Este santuario
también tiene su santo y muy aragonés: San Urbez que recorrió todo el Alto
Aragón, llegando hasta Ola, a diez kilómetros de Huesca. Cuando nuestro santo,
pastor de oficio, llegó con su rebaño al Cañón de Añisclo, profundo y estrecho,
tendió una vara entre ambas orillas, a modo de puente y pasó por él y pasaron
sus ovejas. En la entrada del Valle, se encuentra la fuente de la Salud, donde
tantos enfermos de toda España van a buscarla con fe, para Curar su alma,
reumas y otros males. Yo creo, que sólo con el ejercicio que hacen para
alcanzar el agua milagrosa y la respiración de un aire tan puro, se curan.
¿Váis a consentir los de Peña Guara y los montañeros, que profanen el Sancta -
Sanctorurn de nuestra raza altoaragonesa, con la derivación de sus aguas,
‘dixandoa val ixusta como o desierdo d’os Monegros”?
martes, 23 de abril de 2024
¡Mambrú se fue a la Guerra!, y siempre tendremos más guerras.
Yo nací antes de la
Guerra Civil, y tal vez los niños de Siétamo, tuviésemos un aviso
profético de que no faltarían nunca guerras en este Mundo. Cantábamos la
canción que así se expresa: “Mambrú se fue a la Guerra, Mambrú se fue a la
guerra, no sé cuando vendrá”. No he podido desde 1930 hasta el año actual de
2015, olvidar ni la letra ni la música de esta canción infantil. ¿Cómo iba
despreciar la realidad de las guerras, escuchando la canción de la
Guerra de Mambrú, cada vez que me daba cuenta de que explotaban la Guerra de
1936, la Europea ,la Mundial y las que todavía no han acabado?. Teniendo en
cuenta de que casi cada día estallan otras, no nuevas, sino envejecedoras
de la vida humana Yo inocente niño con mis cinco años,
estando sentado en el hogar de Siétamo, escuchaba las conversaciones de
mi tío José María, que acompañaba sus palabras, con gestos airados, imitando la
cara airada de Musolini, como las que exhiben los fundadores de las
guerras. En la Escuela Nacional cantaba con otros niños y niñas aquella canción
guerrera que se expresaba así: ”Mambrú se fue a la guerra, qué dolor,
qué dolor, qué pena. Mambrú se fue a la guerra, no sé cuando vendrá, ay,
ay, ay, qué dolor qué pena, no sé cuando vendrá. Vendrá para la Pascua, qué
dolor, qué dolor, qué pena, si vendrá para la Pascua o por la
Trinidad. La Trinidad se pasa, ¡qué dolor, qué dolor, qué pena!, la
Trinidad se pasa, Mambrú no vuelve más”.
Estaba la gente
esperando noticias de nuevas guerras y por el camino vieron llegar a un paje y
le preguntaron qué noticias traía y él con su
dolor, siguió cantando el romance, en el que decía: “Que
Mambrú ya se ha muerto, que dolor, que dolor, que pena, que Mambrú
ya se ha muerto y lo llevan a enterrar, que do-re- mi, que do-re- fa, lo llevan
a enterrar”.
A Mambrú, el querido
Mambrú, ya “lo llevan a enterrar, que do –re-mi, do-re fa, ya lo llevan a
enterrar”, ”en caja de terciopelo, y tapa de cristal. Que do-re-mi.que do-re-
fa, y tapa de cristal”.
En mi pueblo los niños
estaban alegres, cantando tan triste canción y comenzaban a morir los niños y
los mayores, al estallar la Guerra Civil. Y son muchos los muertos, de los que
unos treinta, tienen sus nombres esculpidos en una lámina de mármol,
en el pórtico de la iglesia. Faltan otros tantos en el mismo portal, pensando
todos, a su manera, en un mundo justo, pero todos haciendo la
guerra. Cientos de cadáveres quedaron repartidos por los campos.
“En Huesca conozco a
un enterrador, que amaba, con locura, a un nieto suyo y
por eso, al darse la fecha de que el niño hubiera cumplido cuatro años, fue al
cementerio y le llevó un pájaro de colores, que compró en una juguetería. Al
llegar, con la comitiva familiar al frente del nicho y mostrarle el
pajarico, otro pajarico vivo, se puso a cantar sobre una rama próxima. Mi
amigo, el enterrador de las manos duras, sintió reblandecerse su corazón al
escuchar cantar al verderol y de sus ojos salieron lágrimas de felicidad”.
¡Qué bien representa “Mambrú se fue a la
guerra” la vida alegre de los políticos, que entristece la triste de los
guerreros, y que necesitan los niños cantar la gloria guerrera de los que
como Mambrú, van a la guerra!. Sí, porque con la música, lloran y se alegran al
mismo tiempo, cantando la diaria historia de los hombres. Tenemos como los
pajaricos del cementerio en que trabajaba mi amigo, el enterrador del
cementerio de Huesca, una sensibilidad, que nos hace cantar la muerte de los
vivos. Al escuchar al verderol, se reblandeció su corazón, hasta derramar
lágrimas por sus ojos.
¡Qué sensibilidad
tenía el corazón del que creó cantando “Mambrú se fue a la guerra”, porque
los pajaritos del cementerio, como el verderol de Huesca, “detrás de
la tumba, ¡qué dolor ,qué pena!, y detrás de la tumba, tres pajaritos van.
Do-re- mi-do-re-fa, tres pajaritos van. Cantando el pío-pío, ¡qué dolor, qué
dolor, qué trío!, cantando el pío. Pío, cantando el pío–pa. Qué do-re- mi, qué
do-re-fa, cantando el pío –pa.
LA PAZ, el sueño de la
paz, ha tratado de calmar los ardientes deseos de odio y de guerra en el Mundo.
Por eso el romance de “Mambrú se fue a la Guerra”, sigue conmoviendo sobre todo
a los niños, que no quieren guerra. Es un romance, que se compuso después de la
batalla de Malplaquet (1709), que se llevó a cabo, durante la Guerra de
Sucesión española, entre ingleses y franceses. Murió el inglés John
Churchill, duque de MARLBOROUGH, que equivale al nombre de Mambrú, en español.
“La música de Mambrú se fue a la guerra”, parece ser antiquísima ya que dicen
que proviene de la música árabe, que trajeron los Cruzados. Dicen que del
pueblo llegan las canciones a los nobles y en este caso, que a una nodriza de
un delfín de Luis XVI, la escucharon éstos y pasó luego a oírse por todo el
Pais. Se empezó a cantar en Francia, Inglaterra y España y
luego se cantó en América, desde Méjico, pasando por
Centroamérica, por la República Dominicana, por Colombia, llegando a propagarse
por la Argentina.
En el Uruguay, en el
año de 2003, los artistas de ese Pais Rubén Rada y Horacio Buscaglia, buscando
la Paz, como siempre la había buscado el “Mambrú se fue a la guerra”,
escribieron lo siguiente: “Mambrú no fue a la guerra”. ( ¡Oye Mambrú!-No vaya a
la guerra.- ¿pa qué va a ir allá? , ¡y quédate aquí con nosotros de
fiesta!”. Y entre otros deseos, manifiestan, que: “Mambrú no fue a
la guerra-porque no quieren odiar….a mambruces, mambrucitos, -porque sean
diferentes y no piensen igual.La Paz es como un beso de mamá y de papá.Es un
juguete nuevo, un gol de media cancha, en las vacaciones y la Navidad. La paz
es una casa, que vas a estrenar. La paz es tu sonrisa y la de los demás. ¡¡¡La
Paz somos nosotros que vamos a cantar!!!.”
Y en un estribillo, van cantando: “¡¡¡ Mambrú, Mambrú no fue a la guerra!!!. ¡¡¡Mambrú quiere la Paz!!!. ( Oye,Mambrú!.Tú si que lo sabes todo,¡eh!¡Suéltame la paloma!) “..
lunes, 22 de abril de 2024
Las lecciones de Avelino.-
Fabrica fabrica de harinas de Siétamo en 1953
El día nueve de este mes de
Enero del presente año de 2008, recibí una carta de un catalán, llamado Antonio
Segalés, que ha colaborado en la formación de la Hispanidad, siendo un gran conocedor
del altoaragonés Don Félix de Azara. Me escribía lo siguiente: “ Días pasados,
llegó a mis manos, su bien documentado escrito, que empezaba con su lamento(qué
es el mío también),de que van desapareciendo nuestros pueblos…. y le estoy
agradecido por haberme notificado que Avelino se nos iba”. Hace ya muchos años
que trabajó como fabricante de harinas en la Fábrica de Siétamo, que levantó mi
abuelo el siglo pasado y allí conoció a Avelino, que toda su vida laboral la
pasó en dicha Fábrica. Después Antonio se marchó a Paraguay y ahora vive en
Barcelona, viajando con frecuencia a dicho país hispano-americano, a recordar a
Félix de Azara. Pero también se acuerda de
Avelino Zamora, al que venía a visitar a Siétamo con alguna
frecuencia; por eso cuando se puso
grave, yo le avisé y cuando murió,
acudió al entierro una hija suya acompañada por su marido. Yo conocí a Don Antonio en una de esas
visitas que hacía a Siétamo, para hablar con Avelino y recordar aquellos
años en que fue feliz en nuestro Somontano.
Recuerda el amor que tuvo una galga con
un raposo y que dio a luz un cachorro híbrido, pero se acuerda más de los
hombres y mujeres que con él trabajaban a las que llamaba “gentes de buen
proceder”.
Vean como se acuerda de
amigos viejos, como Avelino Zamora y del
más reciente Gregorio Castellón de Villanueva de Sigena. En su carta escribe
así: “Hace dos años, cuando menos lo esperaba, allá en Villanueva de Sigena,
encontré a un nuevo amigo.¡Qué grato recuerdo el de aquel día, en que en
plácida hora mañanera, Gregorio nos dio su amistad, dándonos incluso la entrada
en su casa!.
Otro hombre del Somontano,
Avelino, apreciado ciudadano de Siétamo, que hace pocos días ha dejado este
mundo, me dio también desde nuestra y austera juventud, ejemplos de buen
proceder y de amistad de calidad auténticamente aragonesa. ¡Gracias Avelino!,
tu proceder, tus buenas lecciones,
llegaron a muchos. Quisiera poder pregonar en todas direcciones y a plena voz,
que con nuestros Gregorios y Avelinos, el trato entre los humanos, alcanzaría
niveles de sentimientos, que llenarían mucho mejor los días de nuestra terrena
existencia”.
Yo iba con frecuencia a
consultar a Avelino, a su casa de la Calle Alta sobre distintas fases de la
historia de Siétamo. Allí, en medio de un ambiente agradable, conversaba con él
y con su buena esposa Dolores de Germán. A veces me acordaba de su eternamente
sonriente madre y a cualquier hora me encontraba con alguna de sus cuatro
bellas hijas, con sus nietos y en ocasiones con sus esposos. Si no estaba en
casa, es que se había bajado con su moto al huerto, que no ha dejado de
cultivar hasta pocos días antes de su muerte. No podía dejar su huerto y por
eso cuando Antonio Segalés lo invitó a pasar unos días en su casa de Barcelona,
tuvo que decirle que no podía. ¡Allá arriba estará Avelino, gozando de la
frondosidad del Huerto Celestial.
domingo, 21 de abril de 2024
Cardús y el agua.-
sábado, 20 de abril de 2024
Los alumnos convertidos en profesores.-
jueves, 18 de abril de 2024
La muerte, la niña y el hombre caramelo
¿Tres años tiene la niña?, tal vez
cuatro, no lo se. La conocí en el coro de San Pedro el Viejo,
donde acude a una misa con su madre. El hombre del caramelo le dio uno y no lo
pudo olvidar. Hoy ha vuelto y decidida se acomoda en el mismo banco donde
siempre suele hacerlo. Venía con su bolsa de plástico llena de granos de maíz
tostado, ha vuelto a ver al hombre que le diera un caramelo y encarándose con
él y confiada, se lo ha vuelto a pedir. Se lo ha dado, lo ha tomado presurosa y
ha vuelto a pedirle más. ¿Quién sería capaz, pudiendo complacerle, de ‘rechazar
su petición? Hace acopio sobre el banco de granos de maíz y caramelos y sopla
inflando la bolsa de plástico, para arrugarla después. De repente y atrevida
desaparece del coro y al poco tiempo regresa con dos hojas parroquiales. Le da
una a un antiguo periodista que oye misa junto a ella y comenta los grabados de
la otra con su madre, para entregarla después al hombre del caramelo.
Hoy coinciden en la iglesia parroquial
la misa dominical con un rito funeral. Allá, delante, el escaño con el féretro
que acoge los restos de una señora que vivió casi cien años. En el coro, unos
señores que sonríen, ante una vida incipiente. No es la risa, en que Espronceda
trocase su dolor profundo ante un cadáver más en el mundo. Es la sonrisa que
sirve de consuelo ante la muerte, al contemplar que todavía hay niños que harán
posible el milagro de la vida. ¡Mamá! ¿Porqué no rezas?, interroga la niña y un
consuelo infinito se abre entre la gente, ante el contraste entre la muerte y
la niña inocente.
Muchos quieren ser protagonistas en todo
acontecimiento; convierten en dios su ego y quisieran ser los reyes, los
galanes y chistosos, en las bodas ser los novios y en los entierros el muerto,
para llamar la atención. La niña fue para todos el centro de las miradas sin
saberlo y sin quererlo, porque era toda candor. Cada vez en Europa hay menos
niños y no es que el hombre le tenga miedo a la muerte, la ignora simplemente,
A quien teme es a la vida, que hemos puesto tan difícil entre todos. Y ese
temor a la vida es más terrible, quizá que el que inspira la otra vida, porque
es semilla de muerte, una muerte colectiva.
miércoles, 17 de abril de 2024
San Urbez o SANTURBEZ desde Villalangua
CAROLUS REX Y LAS MUJERES
Estaban dos jóvenes varones al borde de la acera y a su altura, han parado su coche dos jóvenes mujeres. Entre risas de unas y entre bromas ...
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