domingo, 2 de noviembre de 2025

Aranda y su castillo-palacio


Torreón Castillo de Sietamo.

Un número del Heraldo de Aragón dice en un número del mes de marzo de 1992, lo siguiente:”En el sur de la Hoya de Huesca, a muy pocos kilómetros de la capital, varios castillos viven el abandono, la ruina o la restauración de urgencia para evitar su derrumbe. Las construcciones militares y defensivas de Siétamo, Monflorite, Novales, Barbués, Argavieso, Sangarrén, Corvinos…, ofrecen un variopinto panorama de este apartado del patrimonio aragonés. Desde el edificio al borde de la ruina al monumento en restauración, pasando por la construcción conservada en aparente buen estado, todos forman parte de la historia regional. Paradójicamente, la comunidad autónoma carece de un inventario de arquitectura militar, aunque todos los castillos de España fueron hace tiempo dotados del carácter de monumento nacional. La ley de patrimonio los convirtió automáticamente en bienes de interés cultural, por lo que gozan de la máxima protección legal y las instituciones regionales tienen, en teoría, la obligación de preservarlos de la ruina”. Y sigue Mariano García, ”En la parte sur de la Hoya de Huesca, en un puñado de kilómetros, se alzan varios castillos señoriales construidos en piedra durante el gótico tardío, siglos XV y principios del XVI. Las fortalezas de Siétamo, Monflorite, Novales, Barbués, Argavieso, Sangarrén  o Corvinos ofrecen un variado muestrario de la situación del patrimonio histórico aragonés. Hay castillos abandonados, en restauración, rehabilitados y ominósamente perdidos. Muchos de ellos no responden a las características típicas de los castillos. Se trata en muchos casos, de mansiones señoriales con diverso grado de fortificación, aunque en algunos de ellos se descubren restos de fosos y murallas”.
Muy poco se puede salvar del primitivo castillo de Siétamo. Unicamente queda en pié un largo lienzo de su barrera exterior, pero en él se encuentra un torreón cilíndrico con almenas apuntadas. Es un detalle arquitectónico importante, ya que es prácticamente único en la provincia de Huesca. Está a punto de desmoronarse…La construcción, dañada en la Guerra Civil, fue demolida años después para utilizar sus piedras en la reconstrucción de los pueblos de alrededor de Huesca, aunque es imposible recuperarlas, los trabajos arqueológicos resultarían muy interesantes, ya que la localidad recibe el nombre, por ser el “Septimum miliarium” de la vía romana de Osca. La presencia árabe en la población, avalada por varios documentos históricos, pervive también en algunos sillares del lienzo de la muralla. Según Julio Brioso, ”Que hubo sarracenos en Siétamo parece probado por el documento fechado el día 5 de Mayo de 1093, en que el rey Sancho Ramírez y su hijo Pedro dotan a la Real Casa de Montearagón con las iglesias de Siétamo, Olivito, Arbaniés, Castejón de Arbaniés y Alcalá, con todas sus décimas y primicias, así como sus mezquitas y todos los bienes de los moros
“Cristóbal Guitart asegura que era uno de los castillos más representativos de las baronías oscenses. En él nació Pedro Pablo Abarca de Bolea y Ximénez de Urrea, IX conde de Aranda y uno de los políticos más notables de la Ilustración. Guitart señala que era un palacio cuadrangular, de piedra y macizo, cuya torre miraba hacia la Plaza Mayor y conservaba sus matacanes continuos. Por un arco lateral se llegaba a una plaza de armas donde estaba la fachada principal, con puerta semicircular, balcones modernizados y una galería aragonesa de arcos semicirculares de ladrillo, posterior al edificio”.
En las almenas de los torreones de la muralla, en su cima había unas bolas de piedra, que uno no sabe dónde fueron a parar.
Don Antonio Naval Mas en el Diario del Altoaragón del 5 de marzo de 1995, en un artículo, escribe:”El palacio del Conde en fachada respondía a casa entre dos torres que al tiempo de su desaparición estaban desmochadas, si es que alguna vez fueron terminadas lo cual el lo más probable. Estas torres enmarcaban una galería de arquillos de ladrillo que recorría todo el alto de la fachada sosteniendo el alero según solución muy corriente en casa distinguidas aragonesas. Con toda probabilidad esta parte del edificio existía al menos a principios del siglo XVI. Los balcones serían abiertos con bastante posterioridad pues uno de ellos se interponía entre la entrada y el matacán o balconcillo defensivo, que fue colocado sobre ella para la protección del acceso. La casa-palacio estaba yuxtapuesta a una enorme torre que en el momento en que fue hecha la fotografía(Foto publicada en el libro”Huesca en imágenes”, editado por la CAZAR) todavía conservaba las ménsulas del matacán que rodeó todo su entorno. Obviamente sería la parte más primitiva, la medieval, que comenzaría estando exenta para despiués ser ampliada con la casa que se apoyó en ella.
“Todavía quedan las bases de esa torre, de la que se dice va a ser restaurada en algunos metros.
Don Ricardo del Arco escribió lo siguiente:”La gran torre es robusta, de fuertes sillares, ligeramente rectangular. Mide 20 metros de altura por once de ancho, su cara mayor. Tiene matacanes en lo  alto y estuvo almenada. Junto a ella hay un arco por el que se entraba al castillo desde el pueblo, pasando antes por otra puerta abierta en la muralla, sigue un típico pasadizo con dos arcos y se entra a un descubierto o plaza de armas. A mano derecha está el palacio que ostenta ventanas góticas con mainel, hoy cegadas y matacanes sobre la puerta de entrada…
La puerta de entrada a aquel es de arco circular; en el patio hay dos arcos robustos, uno de medio punto y otro ojival, que arrancan del pavimento y sustentan las vigas del techo…a mano derecha está la escalera. En su primer rellano hay una mazmorra. Acaba en otro rellano con galería arqueada y antepecho de yesería. Acaba en otro rellano con galería arqueada y antepecho de yesería. Estos son adición del siglo XVII. A la izquierda, una gran puerta de entrada a las habitaciones palaciales, espaciosas, aunque divididas hoy por tabiques. Enfrente de la escalera hay otras habitaciones. Se conserva la sala y la alcoba(con molduras doradas) donde nació el conde de Aranda, el célebre ministrote Carlos III. Hay otra del siglo XVIII también con azulejos en el zócalo y una chimenea”(La casa aragonesa, 1919,pág. 22).
El palacio tuvo su ruina a raíz de la Guerra Civil. Este edificio estaba habitado, según Cardús, por dos familias, pero según mi padre llegaron a vivir en él hasta catorce familias. Para la Guerra fueron bastantes los vecinos de Siétamo que allí se refugiaron, al ser atacado el pueblo de Siétamo por el Frente Popular, pero al quedar cercados huyeron por la huerta a la Costera y otros se quedaron en el pueblo. La fecha de su huída fue la del día del Santo Cristo de los Milagros. Los rojos se vengaron desvalijando el edificio y además lo incendiaron. Acompaño testimonio escrito de Isidro Artero que lo esenció desde su casa en la calle Alta. Después de la Guerra primero la casa y más tarde la Torre fueron empleadas para reponer de piedras a Siétamo, Apiés, Banariés, Chimillas,Huerrios y otros pueblos de la Hoya de Huesca ,que quedaron destruidos.
En este castillo vivieron unas seis generaciones de los Aranda, que tomaron posesión del mismo por la boda de un Abarca de Bolea con la hija del Señor de Castro, que trasmitió sus bienes a dicha hija y cuyos documentos poseo.
Los Condes de Aranda tuvieron casas en muy diversos lugares, como Epila, Zaragoza, Huesca, etc. En dichas casa pasaba largas temporadas y en la de Zaragoza nació, como ha descubierto Angelines Campo, Ana María Abarca de Bolea, que llegó a la categoría de Abadesa del  Monasterio de Casbas y a escritora y poetisa castellana y en aragonés.
En Huesca poseían varias casas, que no hay que confundir con la de sus parientes los Abarca, que estaba en la calle Sancho Abarca, sobre los almacenes Simeón, que derribaron el año 2002 y han edificado, imitando a la antigua.
La desaparición del castillo-palacio de Siétamo es verdaderamente lamentable, pero consecuencia de la Guerra civil y Antonio Garrigues Diaz-Cañabate dice de esa oportunidad:”La guerra civil no fue una cruzada, sino acaso dos cruzadas, una religiosa y otra laica. Y ambas impuras en cuanto a su fe respectiva, puesto que entraban y participaban en ellas otras pasiones e intereses humanos, bien humanos. Fue una lucha fanática, heroica, en la que se jugaban la vida o muerte dos formas de ser, dos ideales, dos
Credos, no sólo los consabidos de las dos Españas sino de otros muchos pueblos, que con eso vinieron a luchar y a morir  aquí, y a uno y otro lado de la cambiante frontera estratégica y la lucha por muchas cosas :dinero, fama, honra, prepotencia y otras mil vanidades, pero sólo se muere por unas pocas en las que se cree. Esas creencias, ya divinas  ya humanas, fueron el núcleo genésico de la Guerra Civil española. La marea universal de las publicaciones en todas las lenguas, revela que no se trató sólo de una guerra civil más entre las dos Españas, sino de algo muy profundo, muy universal. Esto es lo que da su grandeza, su sentido histórico, y, si hay-dudosamente –guerras justificables, su justificación.
En la Escritura de Capitulación matrimonial de Don Manuel Almudévar y Vallés  y Doña Pilar Casaus y López, vecinos del lugar de Siétamo, autorizada por el Notario de Huesca Don Pablo Linés y Sarrate, el día 24 de Julio de 1881, se dice en el nº 66, Tomo 146, Folio 3, Fº.n.166: Un edificio llamado el Palacio, sito en dicho pueblo de Siétamo
,en la calle baja, señalado con el número 16, de nuevecientos metros cuadrados de superficie, lindante por la derecha entrando con campo de esta herencia, y por la izquierda con camino y por la espalda con calle y casa de Ramón Laguarta: estimado en dos mil quinientas pesetas y no tiene cargas.
En la Escritura de Capitulación matrimonial de Don Manuel Almudévar Casaus con Doña Victoria Zamora Lafarga, ante el Notario de Huesca Don Félix Marquínez y Ruiz del Burgo, de fecha diecisiete de Febrero de 1923, viene la misma escritura.

En el Testamento de don Manuel Almudévar Cavero, a cuatro de marzo de mil  ochocientos setenta y tres, ante Don Pablo Linés Notario, se lee una escritura igual a las dos anteriores, pero a la que añade: Que dichas cuatro fincas(huerta de Palacio, Tapiado,  un Horno de pan cocer, que limita por la derecha entrando con casa y corral de Joaquín Aquilué, por la izquierda con casa y corral de Pascual Carilla y por la espalda con casa y corral de Ramón Laguarta y un edificio llamado Palacio) las adquirió el expresado Don Manuel Almudévar y Cavero por compra que de ellas hizo según escritura otorgada en veinticinco de octubre de mil ochocientos sesenta y cinco ante el Notario de Barluenga Don Sebastián Ferrer, la cual se halla inserta en el Registro de la propiedad del Partido, Tomo ciento cuarenta y seis, Libro tercero de Siétamo, Folio, tres, seis, doce y quince, Fincas número ciento sesenta y seis, ciento sesenta y siete, ciento sesenta y nueve y ciento setenta, Inscripción primera, con fecha nueve de Diciembre del mismo año(1865), según consta de la nota puesta al pie de su primera copia de la calendada escritura que se me ha exhibido. 

sábado, 1 de noviembre de 2025

Caminos recorridos desde la niñez a la vejez


Belsue (Huesca).


Yo estuve en Belsué cuando no había carretera para llegar a dicho pueblo y en la Ermita de Aniés conocí a pastor José María Aquilué, para bajar con él a Belsué a vacunar sus ovejas. Lo conocí cuando ambos éramos jóvenes, vacunando sus ovejas en el citado lugar. Aquella tierra yo la amaba, porque mi abuelo materno, que fue Diputado Provincial de Huesca, descendía del próximo pueblo de Zamora, desaparecido hace ya muchos años. De ese pueblo de Zamora, heredó el apellido de López de Zamora.   Se encontraba entre Used y Bara, en plena Sierra de Guara. El tuvo su familia cerca de esos pueblos, en casa Zamora de Caminos recorridos desde la niñez, hasta la vejez.
El domingo, día dieciséis de Octubre de este año de 2016, subí al pueblo de Belsué a acompañar a mi nieto Pablo, para que conversara con el pastor José María Aquilué, para hacer un estudio sobre el ganado lanar, ya que José María había sido pastor toda su vida.  Yo conozco a dos de los últimos  habitantes de Used. Estos me han contado varias veces los caminos difíciles que recorrían para bajar a Huesca y subir desde ella a Used.
Entonces todos los transportes los hacían con mulas y subiendo aquellas laderas de la Sierra, cuando llovía o nevaba, resbalaban por aquella tierra en la que vivían. En cierta ocasión, en que el tiempo estaba totalmente revuelto, los vecinos de Used, tuvieron que soltar las riendas con las que ordenaban la marcha de las mulas, pero ellas, totalmente conocedoras del camino, subían aquellas laderas, en ocasiones de lluvias o nevadas enormes, obedeciendo a su conocimiento de aquel territorio, casi sin camino.  
Aquellos dos serranos, se cansaron de recorrer aquellos que no eran caminos, y abrieron un Bar en Huesca en la calle Artigas, paralela al Coso Bajo, con su entrada por la Calle de Villahermosa y allí estuvieron trabajando hasta que se jubilaron. Ahora los encuentro paseando por las calles de la Capital y siempre nos detenemos, para recordar tiempos pasados.
Si,  recordamos tiempos pasados, unos en Siétamo y ellos, mis amigos en Used y vemos como se  han despoblado los pueblos de la Sierra, y se han abandonado las casas, que se fueron demoliendo, han disminuido los rebaños y se está convirtiendo la Montaña en un lugar de turismo, porque ya casi no queda población fija.
Los vecinos de Used, ya no van casi nada por su pueblo natal y han aumentado la población de Huesca capital. Dice la prensa de estos días del año 2016, que en España van a disminuir sus pobladores en cinco millones de personas en unos pocos años. Esto se explica por la despoblación de muchísimos pueblos y la repoblación de las capitales. Los vecinos de las capitales suelen tener pocos hijos y además ha aumentado el número de divorcios. En las fincas grandes ya no hay trabajadores  y los tienen que ir a  buscar a las capitales, siendo muchos de ellos inmigrantes, que han llegado aquí, provenientes de otros países.
En Belsué queda tan sólo el pastor José María Aquilué, que conserva la llave de la iglesia y está pendiente de que nadie se lleve objetos litúrgicos. Yo subí a Belsué acompañando a mi nieto Pablo   a visitar al buen pastor José María y pude encontrarlo en el monte,  donde estaba apacentando sus ovejas, gracias al interés que demostró Vicente Laliena, que nos acompañó, hasta que lo encontramos. A Vicente lo encontré rodeado  por su familia, entre cuyos hijos se encontraba un doctor en Medicina y como Vicente me conocía por haber trabajado en la Gasolinera de Siétamo, no me abandonó en ningún momento. Vicente es de Belsué y ha  reconstruido  su casa, con muy buen gusto y allí pasa muchos ratos gozando de la Naturaleza y huyendo del mundo. El,  con su coche recorrió terrenos, hasta que encontró a José María.
José María es el guardián de Belsué. En cierta ocasión llegó a pedirle la llave de la iglesia, un canónigo de la diócesis de Huesca, vestido de paisano, para ver su interior y el custodio del pueblo desierto, dudaba si aquel individuo sería canónigo, como le afirmó. Al fin,  al darse cuenta de que era un hombre honrado, lo acompañó a contemplar aquel templo, que era su Iglesia Parroquial, dedicada a San Martín de Tours. Están decorados sus muros con pintura mural, que recubre el “testero” de la Capilla Mayor. Parece ser de estilo Románico. Esta Iglesia es un templo románico – lombardo del siglo XI. A José María Aquilué, lo conozco desde que yo estuve soltero, dedicado a cuidar ganado lanar y cabrío y está identificado totalmente con aquella tierra, donde vivían los cristianos en la Edad Media, siendo su iglesia de estilo mozárabe. Vivían entonces escondidos de los árabes en aquellas montañas de más cerca de dos mil metros de altura en la Punta de Guara y de unos valles  profundos.  Pero siguió durante muchos siglos una tierra escondida y mal comunicada con la Hoya de Huesca.
 Yo estuve de veterinario en  la villa de Bolea y tenía que subir a Belsué a vacunar las ovejas contra la Basquilla. Entonces no existía la elevada carretera que une Belsué con el turístico pueblo de Arguis y los vecinos del citado pueblo de Belsué, arreglaron mi llegada a su pueblo para vacunar sus rebaños. A la Ermita de la Virgen de Aniés, en una gran elevación,  suben de peregrinación, habitantes de pueblos como Bolea y Aniés, que miran desde el Sur de la Sierra, como acuden los habitantes de los pueblos del Norte de ella, como los de Belsué. Me convocaron en dicha Ermita, el día de la Virgen en plena romería y desde allí me bajaron los vecinos de Belsué a vacunar su  ganado. Yo me monté en una mula y cabalgué por aquellos terrenos casi completamente inclinados. Los vecinos de Belsué me invitaron a apearme de la caballería, pero yo me sentía orgulloso y no quise bajarme. Si la mula hubiera dado  un  traspiés, yo hubiera bajado por aquellas laderas montañosas, para morir en ellas. Estos casi caminos eran los mismos que usaban los vecinos de Used y de Bara y estas situaciones me hacen recordar, la dificultad que tenían los habitantes de la Sierra de Guara, para vivir durante siglos caminando con enormes dificultades, como Cristo , camino del Calvario.
¡Qué bien lo pasé en Belsué, vacunando aquellas ovejas, con un cielo claro, pero yo desprecié la bondad de aquellos serranos, que me invitaron a dormir en el pueblo, para marchar al día siguiente!. Pero yo recordando la peligrosa venida al pueblo de Belsué, me dio miedo el estar por más tiempo en él  y tenía ganas de acabar esa marcha con aquellos maestros  de camino en la Sierra de Guara. Para volver de Belsué, monté en una mula y me bajó dirigida por un belsetano, hasta la Ermita de la Trinidad de Bolea. Aquí se acabó mi aventura para ir y volver a  Belsué.
Han pasado unos cincuenta años de mi viaje a Belsué, pero he tenido ocasión de repetirlo de nuevo, pero por una carretera, que construyeron hace unos años, que sube por Arguis  y pasa por el Molino Nuevo. Este Molino Nuevo está en lo más alto de la carretera y cerca del Túnel de la Manzanera. Pero no subimos por ese camino y seguimos por el camino asfaltado, que nos lleva al valle de Belsué y a Nocito. Es un camino sinuoso y estrecho, por el que hay que circular con gran prudencia  y más cuando vienen otros vehículos en dirección contraria. Descendiendo de la altura del Molino Nuevo, se ve Belsué, con sus casas construidas con piedra, muchas de ellas en ruinas, y con tejados de pizarra. Cerca se ven las aguas del Pantano de Belsué, que le proporciona el río Flumen.
Llegué a Belsué para que mi nieto Pablo , conociera al sabio pastor José María Aquilué. Subimos primeramente a su casa, y frente a la puerta de su casa, estaba atado a su caseta un perro de pastor, que casi no nos ladró y entre la puerta de su casa y la caseta del perro, caminaba con pasos que suelen dar los ánades e iba y venía, desde el perro a la puerta de su casa. Los que van por el mundo huyendo del trabajo, para vivir en plena Naturaleza, dos o tres días antes, habían penetrado en su casa, ya que José María, no tenía la costumbre de cerrarla con llave y allí los encontró, como preparando su refugio natural , sin tener que construir con ladrillos y tejas. Es curioso que José María Aquilué tenga que defender de ahora en adelante su domicilio de la invasión de algunos  que huyen de las ciudades.
Era difícil para nosotros encontrar ningún “carrilano” en su pueblo de Belsué, pero gracias a Vicente, encontramos a José María a orillas del río Flumen o de una corriente que desemboca en el dicho Flumen. Es curios que por pueblo tan norteño corra un río con nombre latino, como las cabezas de mármol romanas,  encontradas en Nocito.
Mi querido nieto Pablo estudia en Pamplona una Carrera, que hace que los que la estudian, hagan películas de cualquier espacio del Mundo. Algo tenían tratado  entre el pastor José María y él mismo. En cuanto se encontraron estuvieron hablando y quedaron en  verse el siguiente domingo. En tanto hablaban el bueno de Vicente y yo comentábamos mi antigua visita a Belsué y él me habló de su emigración del pueblo y de su amor a tal lugar, que le llevó a reconstruir su casa natal y yo gozaba viendo su casa y hablando con su simpática esposa y con sus jóvenes hijos.
¿Qué tiene este rincón montañoso de este lugar casi vacío , que me produce recuerdos emocionantes y que he tenido la suerte de volverlo a pisar y a hablar con mi viejo amigo José María Aquilué y gozar de la compañía de Vicente, que trabajó en la Gasolinera de Siétamo?.

Aranda y su castillo-palacio

Torreón Castillo de Sietamo. Un número del Heraldo de Aragón dice en un número del mes de marzo de 1992, lo siguiente:”En el sur de la Hoya ...