sábado, 13 de diciembre de 2025

El río Guatizalema


                 Santa Eulalia la Mayor – Casbas de Huesca


Hay una antigua novela escrita sobre el río Guatizalema,en la que intenta casarse un musulmán de Argavieso con una vecina cristiana de Siétamo.No sabemos quien fue su autor.En esa obra se lee sobre la belleza del río .Y Sender describe la formación del árbol de Sobrarbe ,cuando unos pastores “marchando a los confines-de Ribagorza,su oración cantaban….Con el granizo de los horizontes-a los dos lados del Guatizalema,-el rayo sobre el árbol descendía-en cruz de oro y el nuevo rey decía:-arrodillaos,que este es nuestro emblema-.En la guerra civil,al llegar el ejército a las verdes orillas del río,se encontraron tan cómodos y tan frescos en un ambiente tan agradable que se echaron debajo de los árboles ,como aquel que ya ha alcanzado la felicidad.
Este río no ha sido despreciado por el pueblo de Siétamo,sino que ha intentado aprovecharse de sus aguas para regar;primero el año 1823,después el año 1915,cuando con otros pueblos de sus orillas firmo la construcción del pantano de Vadiello y en tercer lugar ,cuando iban a traer a Huesca el agua del pantano del Grado.Rectificaron la obra e hicieron el canal cien metros más abajo ,con lo que perdieron el riego ,entre otros pueblos Azara ,Angüés ,Velillas ,Siétamo Loporzano y en gran parte Huesca,que pudo pedir la construcción de una acequia más pequeña que el canal ,para suministrase de agua potable.
El pantano de Vadiello se construyó durante la Dictadura y sus aguas las entregaron en parte a Huesca capital ,que había despreciado rellenar el pantano de Arguis con las aguas procedentes del pantano de la Peña.
Siétamo se quedó sin regar su monte y sus aguas fueron a Huesca ,como antes habían marchado las de San Julián ,suministrando de agua ,con miseria a Loporzano ,a Sasa del Abadiado ,etc.
Ahora nos dicen que hay que protestar contra el trasvase del Ebro ,pero nosotros debemos callar porque nos han dejado sin río.
Yo me consuelo porque no se han debido acordar de nuestra ribera mas que para aprovechársela la capital ,mientras los pueblos van disminuyendo su población por falta de riego.
Se debieron de acordar porque alguien decía :”Las ciudades tienen un entorno rural,en el que hay muchas cosas que hacer valores ambientales, ecológicos ,etc.)”.La capital de Huesca no puede hacer la Concentración Parcelaria ,como la ha hecho Siétamo, en un esfuerzo por obtener los riegos.Un técnico comunica en cierta ocasión que se han hecho encuestas en la zona rural que rodea a Huesca ,pero se olvidaron de venir a encuestar a Siétamo.La Mancomunidad estudia con el pantano de Montearagón los riegos del Isuela y del Flumen,pero no los del Guatizalema,sino es para regar Novales y Sesa a través del trasvase de las aguas del Guatizalema al pantano de Montearagón.Y ahí viene la cuarta faena para Siétamo ,que en riego por boquera ,tiene derecho a ragar antes que todos los pueblos que están debajo de él.El riego por boquera es una palabra aragonesa que quiere decir que se empieza a regar por arriba ,para terminar por abajo,cosa natural ,como se ve en los pantanos que se construyen ,ya que a los vecinos del pueblo en que se encuentra situado dicho pantano se les conceden ventajas.A Loporzano le han propuesto regar cuatrocientas hectáreas por elevación ,como han pedido en la Mancomunidad de Huesca para ciertos terrenos ,que nunca han visto un río y a los de Siétamo que vivimos ya hace siglos en las orillas del Guatizalema ,parece que nos quieren dejar sin riego.

viernes, 12 de diciembre de 2025

Con dinero y sin dinero



Se oye, con frecuencia cantar la canción mejicana, con letra y música de José Alfredo Jiménez “Con dinero o sin dinero, hago siempre lo que quiero y mi palabra es la ley. No tengo trono ni reina, ni nadie que me comprenda, pero sigo siendo el rey”. En España piensan igual algunos gitanos, que cantan: ”soy de la raza calé y el mundo dicta sus leyes, ¡hijo de padres gitanos!”, y éstos “llevan la sangre de reyes en la palma de la mano” y por tanto, ellos siguen siendo reyes, con sus sombreros y sus bastones elegantes, fabricados por ellos mismos. Cuando tienen dinero cantan y bailan y comen e invitan a sus vecinos y parientes de su misma raza y cuando no lo tienen, ayunan o se les plantea ir a una huerta a coger alguna col o alguna fruta para seguir viviendo.En la puerta del cementerio de Huesca pusieron el año 1945, un cartel, que decía: “El que no sea estraperlista ni tenga huerta, este invierno pasará por esta puerta”. Este anuncio hace una advertencia al público sobre la necesidad del dinero, pues sin él, el que no tuviera huerta estaría en peligro de morir de hambre, pero si no la tenía, ya podía en los años cuarenta y cinco dedicarse al estraperlo, al contrabando o al robo. Se reflexiona sobre la necesidad del dinero, para comer y por tanto para vivir, y muchos discuten sobre la forma de adquirirlo. En una reunión en la que me encontraba, uno decía que con dinero se compra todo y sin dinero se pasa hambre. Afirmaba que casi todos somos honrados, por lo menos un noventa y nueve por ciento de personas, pero lo somos hasta que dejamos de serlo, vendiendo nuestra conciencia, según la cantidad que nos ofrecen. Este hombre, no pensaba como el mejicano que canta “Con dinero o sin dinero “ ni como los gitanos que prefieren ser reyes de su propia persona, que tener el dinero a millones. No sé si el moreno que no tenía trabajo y vendía pañuelos de papel a los automovilistas, entraría en el uno por ciento de hombres honrados, pero lo era, porque devolvió varios millares de euros que se encontró, entregándoselos a la policía. El perdedor le dio, al parecer, cuatro perras en agradecimiento. Estas cosas no son agradables de escuchar ni de leer, cuando se trata de las ventas de la honradez y es agradable escuchar el caso del moreno, que sin ninguna duda era honrado y que se dedicaba a vender pañuelos de papel, a los conductores en Madrid. El cartel del cementerio de Huesca tal vez lo colocara algún ciudadano que se veía obligado a pasar unas veces aceite y otras algún cordero por los Portales de la ciudad de Huesca. Me acuerdo del Portal de la carretera de Jaca, que estaba en casa Alegre, del de la de Zaragoza, situado en la actual Granja Anita, aproximadamente, donde un portalero le decomisó un cordero a un pueblerino, que se lo traía al Señor Retortillo; otro portal estaba al lado de la Cárcel y otro en Santa Clara. Uno de los asistentes a la reunión, que tal vez fuera el que colocó el cartel en la puerta del cementerio, tenía necesidad de dinero para mantener a su familia y con un coche “cuatro-cuatro”, compraba un botico de aceite en Los Molinos de Sipán y en combinación con un profesional portalero, pasaba por los Portales y le daba parte de lo que se ahorraba de pagar al Ayuntamiento. El que afirmaba lo de que el noventa y nueve por ciento de los hombres se venderían por más o menos dinero, contó como le pasó un cordero a un señor de Sasa del Abadiado, por el camino que va del antiguo Manicomio a la zona industrial, que está al lado del monte de Quicena. Cinco duros le dieron y además lo que le quedó al amo y el cordero, que se salvó de que se lo comiera el Portalero. Es peor el dinero chupado por altos cargos, que arruinan al pueblo o el que calculan las matemáticas del gran capital, que saben lo que gana un obrero en toda su vida y le venden en ese precio el piso en que ha de vivir. Un negocio judío se arruinó y los jueces dijeron que se había arruinado por dar a los que trataba más del veinte por cien de ayuda caritativa. Así daban el dinero exagerado de los créditos, que han arruinado a muchos españoles, con peligro, incluso, de arruinar a los mismos bancos.

jueves, 11 de diciembre de 2025

¿Hay poesía en las grandes ciudades? (Escrito de mi libro Claroscuros)

                      


     

Yo he vivido siempre en ambientes rurales y de pequeñas ciudades. Cualquier cosa en estos medios resulta entrañable e invita a la poesía. De las grandes ciudades sólo tengo noticia por los periódicos, por las revistas y por haber pasado someramente por ellas. Y la verdad es que su imagen me resulta deprimente. Me pregunto: ¿será posible que en las megalópolis no exista poesía?. En las películas americanas se ven caer hombres y mujeres, desde lo alto de los rascacielos, unos impulsados por su propia desesperación y otros por una mano, cuyo dueño se esconde en las sombras. Las novelas describen con toda serie de detalles, cómo cuatro muchachos de catorce  años, arrastran fuera del paseo, hacia los árboles, a una enfermera vestida de blanco, de unos dieciocho años. En el barrio de Harlem las ratas viven o sobreviven en compañía de los negros, que no hacen más que eso, sobrevivir.

De  París tenía una imagen romántica; me había creído a Maurice Chevalier cuando cantaba “Ma pomme”. Indudablemente él y otros trataban de descubrir a los parisinos  algún aspecto poético de París. Y sacaban a la luz la Ciudad “Lumière” a los “clochards sous les Ponts de Paris”. Yo fui a París a tratar de descubrir estos aspectos poéticos, pero sólo  descubrí  alineadas a lo largo de algunas calles, mujeres blancas, negras y amarillas, que se ofrecían al último postor. También había seres humanos de sexo indefinido  y pechos turgentes, que ofrecían su artificio a hombres y mujeres indistintamente. Había negros de la negritud francófona, que extendían sobre las aceras sus pobres mercancías, consistentes en collares de semillas y pequeños “tam-tams” y era lamentable ver como eran arrojados de sus puestos de venta por la policía. En los escaparates las maniquís humanas, inmóviles, imitaban a las muñecas articuladas y éstas, a su vez, casi se identificaban con las humanas. ¡Qué morbosa competencia!. Los “clochards” van cambiando las bóvedas de los puentes por lo menos románticas, pero más cálidas del Metro. Sentados unos y acostadas otras sobre los bancos de la estación, bromeaban borrachos, escondiendo sus botellas a la sed de sus compañeros. Era un día de elecciones y uno de los discípulos de Baco, levantando su botella en actitud de brindis, exclamó: ”Yo  he votado a  la derecha, porque la izquierda dice que los vagabundos tienen que acabarse”. Este fue el único canto a la libertad que escuché en París. Estos días, hasta nuestro divino Dalí ha salido desengañado de la capital del Arte. Su exposición ha sido boicoteada por una huelga. Se ha marchado  exclamando : “Paris c’est fini”. Pero a pesar de estos cuadros, que he intentado describir, no me resigno a creer que no existe la poesía en las grandes ciudades. Me acuerdo de aquel negro americano que hizo amistad en la celda de su prisión con un ratón con el que compartía su queso. Y me viene a la memoria el preso medieval, pobre cuitado, que ni  sabía  cuando era día, ni cuando las noches eran, sino por un pajarillo. No me extraña que el negro fuera amigo de un ratón, pues yo, de niño, era amigo del “Ratón Pérez” y hoy a mi hija Pilar se le ha caído un diente y el mismo ratoncito le dejará un pequeño regalo. Y también me imagino a “ Mickey Mouse” haciendo felices a los niños americanos. Y el borrachín del Metro parisiense, brindando a la libertad, pone una nota de ilusión en mis tristes pensamientos. Y deduzco que allí, donde haya seres humanos, parece existir poesía.

miércoles, 10 de diciembre de 2025

Barrio de San José.-




Los hombres siempre han estado contemplando puertas, por las que salir de un lugar o  entrar en otro. Osca, nuestra ciudad, está relacionada con la puerta que por la Sierra de Guara o Salto de Roldán, se abrió para que los cristianos de la Montaña entraran en la Hoya de Huesca. Osca quiere decir puerta o apertura y de ella tomó su nombre la capital. No se encuentra sola dicha puerta en Aragón, porque el señor Sebastián Grasa de más de cien años de edad y muerto hace muy poco en Siétamo, me contaba que  allá en Salinas de Jaca, la antigua, cuando subían por aquellas sierras, en ellas se encontraban varias osquetas,  aperturas o puertas por las que se veían obligados a pasar. Mi sabio amigo Julio Brioso conoció una de estas osquetas. Además todos nuestros ganaderos a sus ovejas les hacían osquetas o aperturas y todavía se las hacen en sus orejas, para identificarlas. Huesca siempre ha tenido en consideración las puertas, pues ahora se preocupa de abrir túneles en el Pirineo para crear las puertas a Europa y de Europa a Aragón.
Aragón  a lo largo de la Historia ha intentado abrir puertas con esos fines, como la del Canfranc, para hacer más fáciles aquellas difíciles puertas u osquetas por las que  antes ya pasaban  de España a Francia y de ésta a nuestras tierras. Entre el pueblo sencillo y los nobles, lo han hecho a lo largo de la Historia; han pasado y pasan por dichas difíciles puertas, pues  esa Historia, nos habla de  Carlomagno que cruzó los Pirineos para bajar a Zaragoza y del caballero Roldán, que saltó con su caballo el Salto de Roldán, es decir la osca  o apertura, que se abre encima de Huesca.
Los que vivimos en esta Huesca, también hemos visto abrir pasos o puertas y  hemos visto como han intentado  guardarlas, como la de La Porteta, con un fin no productor de intereses, sino de emociones y de recuerdos. Antiguamente se cerraban las puertas de la ciudad por la noche y todos, al anochecer, tenían que regresar al interior. Después se crearon nuevos barrios, como por ejemplo el de San José, con su Parroquia. Dicen que se comenzó a construir hace unos veinticinco años y entonces vimos como al hablar de puertas, se volvían a mezclar los nobles históricos y el pueblo también noble y trabajador. Igual que Alfonso XII y su hijo Alfonso XIII, visitaron las obras y saludaron a los obreros, entre los que se encontraba Andrés Lobateras de Siétamo, que trabajaban para abrir la puerta del ferrocarril de Canfranc.  No recuerdo  si subieron a Canfranc, a finales del siglo XIX o primeros años del XX, preocupados por la apertura de la puerta,  que si entonces era necesaria, más lo es ahora, ya que hemos entrado sin puertas en el Mercado Común Europeo.
En este Barrio de San José, al identificarse, hace ya veinticinco años, se sintió la necesidad de abrir puertas para que el pueblo se pudiera comunicar con los demás barrios oscenses. Esa necesidad se presenta por el Oeste, ya que el ferrocarril dificulta que se abran y se cierren puertas para pasar al  Barrio de La Encarnación y de éste al de San José. En aquellos tiempos en que yo iba a la Torre de Casaus, no existía el Barrio de San José ni siquiera su Parroquia y pasaba  y pasaban los que tenían que hacerlo por cualquier sitio, pero no hemos progresado en este tema, porque colocando redes que aislaban la vía, se cerraron  todas   las puertas y  como eso iba   contra  la buena  vecindad de uno   y otro Barrio,  luego abrieron puertas partiendo  las redes y hoy día   muchos vecinos nuestros han pasado y siguen pasando por esa puerta falsa. Este problema por obra del tiempo se arreglará, porque están haciendo una nueva vía que pasa cerca de la Universidad Laboral y cuando funcione, toda la vía férrea que separa a los dos barrios, desaparecerá, como desapareció el Muro de Berlín. Allí tienen ocasión los vecinos de San José de lanzar las ideas que les surjan sobre como acondicionar la antigua vía, como por ejemplo convirtiéndola en una Avenida de paseantes, como pasa por el Este, donde el pueblo pasea por el Parque.
 Por el Sur del Barrio y debajo de la Fuente del Ibón, se encontraba el campo de fútbol, llamado Villa Isabel, porque fue propiedad de la hace poco tiempo difunta Isabel de Cativiela, casada con el simpático y culto señor Castelar. Allí jugaba Garcieta, del que tengo un recuerdo simpático. Al lado del campo de fútbol se encontraba la Piscina de Almazán. Allí jugaban los oscenses en el frontón y yo veía a mi primo Roberto Pérez Almudévar, formar parte del equipo de Baloncesto. En sus proximidades se encontraba y gracias a los oscenses, todavía se pueden ver  el   Matadero Municipal, que ha cambiado su destino de suministrar alimentos a la población por el de hacer exposiciones de pintura y el de dar conferencias. Yo estuve ejerciendo mi carrera de Veterinario en el Matadero, cuya estructura era de estilo francés, donde se exhibían esculturas de cabezas de toros y de ganado ovino.
Y   llegando al Este del Barrio, se sigue hacia arriba por la Calle de Baltasar Gracián, acompañada por mis recuerdos y buscando las puertas que se abren para entrar por  el Parque, que vive  en los dominios o más bien servicios de San José y dejando a  la  derecha edificios y calles, que pertenecen a la Parroquia de San Lorenzo.
Subiendo hacia el Norte, por la arbolada Calle del Parque se encuentran varias   puertas del antiguo Parque Municipal, que se fundió con el Nuevo para   convertirlo en un Gran Parque y podemos recordar  los Jardines de Lastanosa en el antiguo y la Huerta del Barón de Naya, en el nuevo. Eran símbolos del descanso de la inteligencia y del espíritu aquellos jardines y la huerta, era un lugar, donde los ciudadanos trabajaban para alcanzar el “pan nuestro de cada día”
El Parque creado por don Vicente Campo tenía una superficie doblemente pequeña de la que tiene ahora y sin embargo todavía podía un muchacho perderse entre sus setos y las sombras de sus copudos árboles. Efectivamente, cuando de muy niños íbamos al Colegio de los Salesianos, “Chano Retortillo”, que llegó a ser Ministro en la Democracia, y yo, un día me pidió que lo acompañara a través del Parque a su casa, que estaba en la entrada de la Plaza de Navarra, desde la mía, que se encontraba en el Coso Alto, al lado de Santa Ana. Al volver, me perdí entre los límites del Parque y recorrí las puertas del Parque Nuevo, donde un guarda, llamado Liborio, me arreó un varazo en mis espaldas, ya que estaba inclinado para entrar en el interior de un arbusto, del que yo soñaba, como si fuese una habitación de hadas o de gnomos. Había un camino por donde se pasaba a las numerosas huertas, que por allí se cultivaban y por donde se escondían por las noches algunas parejas de novios. Debajo de la acequia que bajaba las aguas de riego, ahora adornada con sauces y con flores, se elevaba una pared.  La principal de dichas huertas era la  de Naya. El misterio del jardín de Lastanosa, con sus estatuas, sus flores, su laberinto de setos y su canal, por el que se deslizaban las barcas, había ya desaparecido, pero se iba a abrir la puerta para entrar entre otras,  en la Huerta de Naya. Naya es un apellido altoaragonés, que llevaron unos somontaneses de Labata y que alcanzaron la nobleza recibiendo en 1700 el título de Barones de Alcalá del Obispo, pero sin embargo su nobleza venía de su noble y generoso comportamiento con el pueblo. Antonio Naya fue el promotor del Banco de Crédito y Fomento del Alto Aragón en 1862, con un capital de 12 millones de reales, distribuido en 6000 acciones de las que el Barón de Naya,  poseía 150. Era un hombre que quería el progreso de su tierra, porque ¿a cuántos altoaragoneses prestaría el Banco dinero para comprar o levantar casas o industrias?. Ahora que  el Barrio de San José se encuentra lleno de Cajas de Ahorro y de Bancos, siguen haciendo préstamos, con intereses unas veces más caros y otras más baratos. Pero como se acabaron los Jardines de los Lastanosa, se acabaron los dineros y la vida del Barón de Naya. Ya hemos oído decir al pueblo que “todo tiene fin, hasta el violín”. El último Barón de Naya ha sido Don Santos, cuya esposa era pariente de la mía  y que murió con una gran dignidad, conservando su belleza,  en una residencia de Zaragoza, hará ya unos cuarenta años. Maruja, que tenía tal nombre, nació en  casa Bercero de Callén, también desaparecida como la de Lastanosa. Fueron  el  tiempo  y  los hechos humanos, de los que la Historia escasamente recuerda, realizados por  unos bandidos, como por ejemplo el Cucaracha, las causas de su ruina y al casarse con el Barón de Naya, se oía cantar al pueblo aquella copla,  que así decía: ”La hija de Bercero-la más pequeña-se casa con don Santos- por la moneda- la moneda se acaba y el viejo queda”.Mi suegro, que murió a los noventa y seis años, era muy callado pero tenía una gran sensibilidad y no podía pasar sin irla  a ver con cierta frecuencia a su residencia. No sé si vivía todavía Don Santos, que creo estaría ya en el otro mundo, pero serían sus herederos, que  con gran desprendimiento y generosidad, cedieron la famosa Huerta de Naya al Ayuntamiento, siendo entonces su alcalde mi primo José Antonio Llanas Almudévar, para ser convertida en el Nuevo Parque, cediéndoles a cambio la construcción de una casa, cerca de la Parroquia de San José y rodeada por el Norte y por el Este por la calle de Don Saturnino Baquer. En la esquina noroeste del Parque, se construyó el Pabellón Deportivo. Recuerdo como  uno de aquellos días en que se realizaban las obras de construcción, se desplomó su techumbre, sin pasar nada a ningún trabajador. Es que el patrono de la Parroquia, como también era un trabajador no consintió que pasara nada a nadie.
Por el Norte del Barrio hace ya muchos años, construyeron el edificio de la Seguridad Social, con sus oficinas y un obrero, al que yo conocía, aunque no me acuerdo de su nombre, en las excavaciones encontró, dentro de una vasija de barro, un número notable de monedas, no recuerdo si romanas o árabes españolas o moras. El era un infeliz  y, naturalmente, se las reclamaron y fueron llevadas a Madrid y no sé si le darían algún dinero como recompensa por el hallazgo. Es que en Huesca se abren las puertas para salir y sacar, pero no para venir a  traer y a devolver. Pero a pesar de esas circunstancias se van creando barrios, que hacen que la ciudad de Huesca, crezca. Viniendo del Coso Alto al Barrio de San José, se pasaba por el Arco de las Capuchinas, para ir a buscar agua a la Fuente del Angel, que también ha desaparecido, pero la han recordado, dándole ese bello nombre a una calle. Para la Guerra Civil, íbamos a esa fuente a buscar agua, ya que el terreno del Barrio abundaba en ella, pues además de estar situada al Norte la Fuente del Angel, al Sur y bajando  por la Calle de la Fuente del Ibón a la carretera de Zaragoza, cerca del paso a nivel se podía contemplar esa Fuente. Había necesidad de agua, porque durante la Guerra Civil, cortaron las tuberías de suministro a la ciudad. Yo, cuando era niño y más tarde un joven estudiante, iba a la Torre de Casaus y pasaba al principio  por el Parque, después  por caminos que, entre huertas, te llevaban  a la vía del tren y después por un campo que era de la familia Susín, estaban las paredes de la huerta de la citada Torre. Cuando volvía lo hacía por la carretera de Zaragoza y al llegar al paso nivel, se encontraba en un terreno más bajo, la fuente del Ibón.  Su figura me recordaba otras fuentes antiguas, como la de Siétamo o la de Abiego y a veces me encontraba con labradores amigos, que habían venido con sus mulas, a la fuente para abrevarlas. No me acuerdo del nombre de un labrador recio, al que vi hace poco tiempo y estuvimos recordando aquellos “viejos tiempos”. Me ayudó la memoria porque al tener este recuerdo me entraron ganas de cantar en mi interior aquella jota que dice así: “Viva Huesca que es mi pueblo- San Lorenzo mi patrón-  las mozas que van por agua- a la Fuente del Ibón”. Fuente pétrea, con sus caños de bronce y el agua manando por ellos y convertida en charcos por los suelos,  puedo recordarla más íntimamente con el sonido emocionante de la jota.
Cerca de la Fuente del ibón, se hallaron restos ibéricos, como una figura humana que se puede visitar en el Museo provincial. Ya verían aquellos antepasados nuestros, que hablaban el vasco-ibérico, que el Barrio de San José llegaría a repoblarse y ha tardado por las diversas invasiones y guerras que han retrasado a España.
Al lado de la vía del tren y casi encima de la Parroquia, se encuentra una extensa y todavía no gran plaza, en la que se asentó la Textil Bretón, obra realizada por el señor Bretón, ingeniero no sé si de Obras Públicas, que más tarde se cerró, pero que es un ejemplo de la inquietud de un hombre muy delgado y muy serio, por el progreso de una ciudad. A su lado estuvo la fábrica de Luna, en la que se montaban grúas, Carivín embotellaba el vino también cerca del viejo edificio de Textil Bretón y ahora queda el edificio de una carpintería de dos hermanos y que está cerrada, pero sin embargo en ella viven numerosos gatos, a los que gente sensible les lleva comida, para que vivan felices. Como he dicho que en el Barrio de San José hay mucha agua, ahora recuerdo que en dicha plaza hay un pozo.
Cuando recordaba la Fuente del Ibón, se ponían en movimiento las figuras visuales y aquellas llamaban a las auditivas. Estos recuerdos me aproximan a la Iglesia de San José, porque me parece que a esas visiones audiovisuales se añaden otras, espirituales, que abren puertas desde el Barrio de San José a la Eternidad  Es que en dicho templo, en la presencia de San José, santo y trabajador, recuerdas las vidas de los vecinos que murieron y que te acompañaron por la tuya, como por ejemplo nos acompañó el vecino de este Barrio, nuestro querido  Pepe Loriente, aparejador que trabajó desinteresadamente en la construcción de nuestra Parroquia y ves a tu patrono San José, al que de niños cantábamos: “ Levántate José y enciende una vela y mira quien pasa por la carretera. Los ángeles son que van de carrera y llevan un Niño vestido de seda. ¿De quien es ese Niño?, de María. ¿Dónde está María?, hablando con José. ¿Dónde está José?, hablando con San Pedro. ¿Dónde está San Pedro?,  abriendo  y cerrando las puertas del cielo”. 

martes, 9 de diciembre de 2025

La ilusión que me producen los pájaros.-



Ya desde que era muy niño, gozaba oyendo cantar a los pájaros en el jardín del hoy edificio de Santa Ana. En el jardín de la casa con número municipal 61 y en su entresuelo, crecía con vocación de gigante un rosal que nos mostraba a los hermanos Almudévar, unas flores blancas y menudas. Se apoyaba en la pared de la iglesia de Santa Ana y daba la impresión de que quería subir a venerar a  la santa  posándose  en  las ramas más altas que parecía que querían subir al cielo. En aquel “rosal” gigante, anidaban los gorriones que todavía quedan en Huesca, no tan numerosos como entonces. Lo mismo ocurría en el antiguo Hospital Provincial, que estaba, frente al también antiguo Museo Provincial, donde el Rey de Aragón cortó las cabezas de los nobles, que se oponían a su autoridad. En su capilla inferior colgó esas cabezas formando la “Campana de Huesca”.

 En ese Hospital gobernaba el Señor Del Cacho, padre del amigo y compañero de mi hermano mayor, Manolo Almudévar Zamora. En aquel Hospital no eran todo tristezas, las enfermedades, heridas y muerte de aquellos que allí ingresaban, sino que el compañero de Manolo, no sólo se preocupaba de las enfermedades y consiguientes muertes de los enfermos, y  heridos, sino que alegraba su vida, con los gorriones, que por allí acudían a buscar sus alimentos. El compañero de mi hermano Manolo consolaba la tristeza que le causaban aquellos enfermos y heridos, y con ese  amigo,  se  preocupaba  de  cuidar  aquellos  inocentes  pájaricos. Los hacía llegar a sus manos y los alimentaba, dándoles de comer la escasa miga de pan,  que en aquellos tiempos era un alimento que era escaso. Mi hermano Manolo aprendió de su amigo y compañero de estudios, el amor a esos pajaricos, “que no habían  participado  en la Guerra Civil”  y como en el jardín del piso donde vivía con los miembros de nuestra familia, que veía y escuchaba aquellos inocentes pajaricos, acabó dándoles de comer migas de pan. A aquellas “crietas”,  Manolo  las alimentaba con migas de pan y para darles ese alimento las llamaba para que acudieran a sus manos y en ellas les echaba migas dentro de sus picos, que se contentaban con su piar. Cuando estaban ya hartas, escapaban desde la galería a las enormes ramas de aquel árbol o rosal gigante, donde se posaban en sus ramas. Mi hermano Manolo, yo y los pajaricos formaban un grupo de niños y de gorriones, que convivían y se alimentaban los pequeños pájaros con la convivencia de mi hermano, pero casa día, acudían menos a nuestra ayud2a, y era debido a que iban creciendo y ya buscaban alimentos por el medio libre de las aceras de las calles.
 Pasaron los años y un amigo mío, que vivía en la zona del Sur, del bloque de viviendas, quedó tristemente viudo, pero sus hijos en un jardín que se encuentra  entre huertos,  al  Norte  de  la  capital, consolaron la ausencia de este mundo de su madre y en aquel bello huerto-jardín construyeron una bella nave, en la que instalaron un domicilio de pájaros, lleno de jaulas, para que en ellas, con sus cantos, recordaran a su madre. Y aquellos hijos de mi amigo, fueron poblando aquel “romántico habitáculo de bellos canarios  y de distintas razas”. Mi amigo con su coche me llevaba a ver y a escuchar aquel sonoro jardín ,en que una vez dentro de él, escuchabas aquellos cantos ,que parecían ser de origen celestial. Unos sonidos musicales brotados de aquellos bellos y distintos colores, emocionaban mi sensibilidad musical y salía emocionado de aquella nave en que cantaban multitud de canarios. No se hacían propaganda de conciertos musicales en su finca, pero se sentían felices con aquellos conciertos diarios, que los hacían felices. No sé el estado de salud de mi amigo, pero me acuerdo de él y le pido al Señor que le devuelva su salud.

lunes, 8 de diciembre de 2025

Mi burra torda y las flores


 


Cuando con mi hermano Manolo, llegaba a Huesca desde Siétamo, subido en un carro traqueteante, la burra torda cambiaba el paso por el trote desde el puente del Isuela hasta la posada de Laviña; el animal iba al pienso sin pensar y yo pensaba, viendo a mi izquierda a Santo Domingo y a Santa Rosa al otro lado, que había entrado en un ambiente dominicano. Me acordaba del Rosario del mes de Octubre en que cantábamos: ”¡Viva María, viva el rosario, viva Santo Domingo que lo ha fundado! ; veía salir a las niñas de Santa Rosa, la dominica limeña que había nacido el día de San Lorenzo y una rosaleda de cuentas de rosario, hechas con pétalos de monjas de Santa Rosa, de niñas colegialas, de rosas místicas, de rosas del paraíso, de rosas de Abril, de rosas de bronce y de rosas de Belial, florecía en mi imaginación. Me parecía que iba a hablar con mi parienta la venerable Madre Berride, que participó en la fundación de Santa Rosa y estuvo enterrada, primero en la iglesia de Santo Domingo y luego en la de Santa Rosa y hoy yace en la capilla del Colegio.
Puedo resumir estas impresiones, apoderándome de la poesía de Valle-Inclán:
“Esta emoción divina es de la infancia,
cuando felices el camino andamos
y todo se disuelve en la fragancia
de  un(dominical)Domingo de Ramos”.
Yo debí haber cambiado Ramos por rosas, pero no rima y no puede uno hacerse la ilusión de que los ramos eran de rosas y éstas había que ir a buscarlas al rosal.
No lo digo yo, lo dicen los poetas:
“Era un jardín sonriente; era una tranquila fuente de cristal, era a su borde asomada, una rosa inmaculada de un rosal. A la orilla de la fuente un caballero pasó y la rosa dulcemente de su tallo separó”.
Los hermanos Serafín y Joaquín Alvarez Quintero se lamentan a continuación de la desaparición de la rosa y a mí me ocurre como a ellos al pasar por el colegio de Santa Rosa. Me acuerdo de la poesía, un tanto anacrónico, en medio del ruido y de los humos de los automóviles, mirando el edificio y digo, como ellos: ¿Quién te llevó la rama, que no estás en el rosal?.
Me acuerdo también de Valle-Inclán cuando decía: ”El misal donde rezaba aquella santa, que  oía en su rezo el canto que encanta, del ave celeste, del celeste Abril; del ave que sabe la áurea letanía, de Nuestra Señora la Virgen María.¡Azucena Mística!,¡Torre de Marfil!.

Habla el poeta de azucena mística, cuando la letanía reza rosa mística y es que como el hábito dominicano es blanco, trocó la rosa en azucena, pero la explicación del cambio es más prosaica, pues lo hizo simplemente por falta de sílabas en la rosa. Sin embargo yo creo en la mentira verdadera del poeta, pues ellos los poetas y los niños entienden este juego de mentiras con la boca, que son verdades para el corazón.

domingo, 7 de diciembre de 2025

A la una, salta la Mula………




Una de esas mañanas,  en que la Feria divertía al pueblo con sus diversos aparatos de entretenimiento  para los niños,  en  una garita aparecían  unas pequeñas  cañas de pescar, para que los niños entraran  en la aventura de hacerse pescadores.  Del extremo del cordón de la caña, pendía un imán en lugar de un anzuelo y el otro imán, que llevaba el pez artificial en el extremo de su boca, se atraían y los niños y niñas, sacaban a sus manos, el pescado artificial que habían pescado. No se podían comer el pez, pero el dueño de la garita, les compensaba con algún pequeño juguete, que los hacía felices.
Otros muchos puestos de la Feria, divertían a su manera a los niños y los mayores que los acompañaban. Yo mismo era feliz, viendo dar vueltas por las calles y la Plaza Mayor del pueblo, a unos burros auténticos, en los que se   había   montado un jinete en cada uno de ellos.  Yo me sentía feliz, como ellos, al recordar tiempos pasados, en que era yo mismo con mis amigos y hermanos, uno de los que  montábamos en aquella burra torda, que  estaba atada en su pesebre, en la cuadra de mi casa, antes de la Guerra Civil. Después de ella, apareció otra vez en mi casa y siempre estábamos jugando,  ella conmigo y yo con ella. Para poder montarme, la aparejaba  a cualquier hora y la dirigía al abrevadero de la fuente, y ella bebía, si tenía sed, pero como eran tantas las veces que la llevaba a beber, muchas veces se negaba  y empezaba el juego en que ella se divertía conmigo. Una vez en la fuente, se daba media vuelta y emprendía una rápida carrera, que nos llevaba a la era, donde había montones de trigo o de cebada, en los que se saciaba. Al morder hacía un ruido, como de molino,  deshaciendo con sus muelas, los granos de trigo. En una de esas carreras, en que  me llevaba galopando desde la fuente hasta la era, un día me tiró en la cuesta que sube de la fuente a la Plaza Mayor y me dejó una cicatriz, que el Señor Jorge, barbero y practicante durante largos años de  Siétamo, en su barbería, que era el único resto que quedaba de su casa, me curó la herida.  Después, siendo ya mayor,  tuve otra burra, también torda, con que fui por el monte, acompañado por un galgo, a intentar cazar alguna liebre. Por fin  le vendí la burra  a un muchacho de Bierge, que era pastor y que todavía encuentro por las calles de Huesca.
Una de estas mañanas, al levantarme,  me acordé de ambas burras y de aquellos cantos o gritos alegres que hacíamos sonar los niños de Siétamo, cuando jugábamos  a la Pidola o Salto del Burro o de la Mula. Y recordando, volvía a pronunciar algunas palabras, que me causan un respeto,  parecido al litúrgico, decía “A la una anda la mula- a las dos el reloj, a las tres San Andrés, a las cuatro brinco y salto” y por más que estrujaba mi memoria, no me salían más versos. Entonces bajé al Bar y allí le pregunté a Luis Mora, eterno hortelano y tampoco se acordaba de ninguno de aquellos versos que de niños cantábamos, cuando saltábamos el burro o la mula, pero de repente siguió con el verso número cinco y exclamó: “A las cinco el mayor brinco”. Le recordé a Joaquina lo que me pasaba con esas frases y ella, rápidamente me dijo:  “ a  las cinco el tío Jacinto”. A las seis: abrevando un “güey”. Esta expresión la dijo con una palabra aragonesa. “A las siete, coge la bota y bebe”, pero ya no se acordó de nada más.  Me acordé,  del juego del Salto del Burro o de la Mula, a que jugábamos en aquellos viejos tiempos  los niños, porque era un juego colectivo,  en el que participábamos todos los del pueblo, no cómo ahora, en que unos se ponen a jugar como pescadores, otros a tirar al blanco con escopetas de aire comprimido. Y el que no tiene dinero, se queda sin jugar. Entonces había mucha pobreza, pero sentido de la justicia ya lo tenían aquellos niños,  que sorteaban la plaza de burro o de mula.  Entonces, los niños sin dinero se divertían todos unidos en el mismo juego. El atractivo de aquellos saltos de mulas o de burros, todavía hace sentir la ilusión de los niños por la Naturaleza, porque no faltan jinetes que se monten en los simpáticos burros, que caminan por El Arrabal y por la Plaza Mayor. Seguí preguntando a algunos vecinos de Siétamo, entre otros a las hijas del señor Avelino y me recitaron algunos pasajes que se pronunciaban en el salto de la burra, y algunos ya no eran iguales que aquellos de los que yo recordaba. No me extrañaron aquellas mutaciones de los versos del Salto de la Burra, porque el tiempo fue el origen de aquel juego, tan antiguo. No nos hemos fijado en la belleza de aquellos juegos, como se  fijó, el gran pintor Goya, que pintó   un cuadro, en que unos niños realizan el salto, no sobre una burra, sino sobre otro muchacho, que le ha tocado hacer de burro. El tiempo se ha pasado desde Goya hasta nosotros, pero durante él, se ha saltado sobre el burro por muchos países de mundo y esto se ve, mirando sellos de Correos de Holanda, de Bélgica y de países africanos y americanos. Se ha considerado el juego de los niños, como una actividad  sin valor, pero,  uno siente en su espíritu el valor de aquellos versos improvisados, muchas veces, por los niños, que saltando, desarrollaban sus facultades físicas,  queriendo convertir ese juego en un concierto físico e intelectual, cuidando a los niños de las posibles patadas, que podían recibir en sus saltos.  Saltando y pronunciando  los versos, que en ocasiones ellos mismos pronunciaban, eran solidarios y se divertían.  A Goya, yo creo que le impresionaron la poesía, la sátira, el humor y el amor  de esos niños, que saltaban el Salto del Burro.
Me acuerdo, como antes de empezar nuestros saltos, se echaba  en suerte quien tendría que ejercer de burro. Una vez elegido el burro, que no era humillante, sino que estimulaba al niño a salir de esa situación de asno o de mula, para convertirse en un  caballero, que saltaba sobre las dificultades,  que el mundo nos presentaba. Para ejercer de asno,  tenía que perder su verticalidad, que le permitía contemplar el cielo, para adoptar una postura horizontal,  como la de los animales cuadrúpedos. El que se había de convertir en burro,  para aguantar la marcha de saltos,  unas veces poéticos, otras satíricos,  se inclinaba hacia delante apoyando su curvatura, con los codos en las rodillas, ocultando su cabeza, para evitar accidentes.  
El jugador que le tocó  hacer de asno, se inclinaba  y lo hacía,  para que por encima de él, saltasen  los otros compañeros de juego,  con las piernas abiertas en el aire. Y cada uno acompaña el salto con una corta canción.  El primero dice al saltar sobre su compañero: “A la una anda la mula”. El segundo,  “a las dos el reloj”, cantaba el de Siétamo,  pero en otros lugares, gritaban: “a las dos la coz”. El tercero,   gritaba : “ A las tres San Andrés” y el cuarto seguía gritando: “a las cuatro brinco y salto”, mientras en otros pueblos : “tres saltitos de San Andrés, daré y no me quedaré” . El quinto saltarín,  como me dijo Luis Moreta, el hortelano de Siétamo: “ A las cinco el mayor brinco”, o  “a las cinco doy un brinco”, exclamaban, en otros lugares.  Este salto, lo califican de el mejor, porque no tiene que apoyar las manos. En el sexto salto el  saltador, anunciaba : ”a las seis,  salto del rey”.
Durante todo el juego, se ve como los saltarines, quieren ejecutar varias habilidades  a la vez,  pues este salto han de hacerlo, apoyándose  con una sola mano, porque dice: “A las siete coge la mula y vete”. Una mano ha de tenerla preparada para sujetar a la mula y la otra ha de atender el perfecto apoyo de su cuerpo, cuando salta. El octavo salto resulta más difícil todavía,  porque el saltador dice: “a las ocho, comemos bizcocho”, porque después de saltar apoyado con las dos manos, ha de llevárselas a la boca. En el salto número nueve, exclama el niño:” a las nueve no te mueves”, “a las nueve, papas al nene”. En el último  salto  “a  las diez, me echo a correr”, porque tenía que hacer una carrera larga.  
He aprendido estos días que a este juego recordado por mí, lo llamaban además del salto del burro o de la mula, con la palabra  castellana, Pidola, de origen latino.
Como hemos visto este juego es tradicional, que consiste en saltar los jugadores, por encima de un compañero que hace el papel de un burro o una mula. Este muchacho, que hace de sostén del peso de todos  sus compañeros,  ha de doblar la cintura y esconder su cabeza entre las manos. En tanto los que han de saltar, forman una fila para saltar por encima del que hace de potro. Cuando saltaban,  apoyaban sus manos en la espalda del jugador que hace de potro, y abrían ampliamente sus piernas, para que al pasar por encima de su compañero,  no le dieran golpes en su cabeza. La humillación  entre los que saltaban y el que hacía de potro, no se imponía, sino que se sorteaba. Antes de dicho potro, se trazaba una raya en el suelo, que no debían pisar los que se lanzasen a saltar. El que pisaba la raya, había perdido y tenía que sustituir al potro, que había cumplido su misión y el que quedaba liberado,  pasaba a la cola de los saltadores. Si nadie  faltaba a las normas del juego, se aumentaba la distancia de la raya. Este juego, no sólo existe de esta forma, sino que hay variedades, como una que recuerdo, en que se ponía un niño, con la cabeza frente a una pared y sobre él, saltando,  se colocaban otros, que sentían la necesidad de colocar un  potro más, detrás del primero, pero a veces se cargaban tanto los potros, que aquella muchedumbre de niños,  acababa en el suelo. ¿ No sería este juego un aviso a los niños, de las dificultades que les iba a traer la vida para vivir, sin caer  y encontrarse revolcados por el suelo?.

 Pero en California , hacían las carreras más largas que se hacían en mi pueblo, pues un grupo de estudiantes, prolongaban el juego y hacían tan largas las carreras, que en una ocasión, estuvieron más de diez días, llegando a recorrer con sus carreras más de ciento seis kilómetros. No sé si este éxito deportivo fue hace años o ha tenido lugar uno de estos años, que me parece más creíble, porque el mundo se está lanzando a la conquista de la luna, que no logrará con el Juego de la Mula, pero, sin embargo la voluntad que ponen en correr kilómetros y kilómetros, les encienden su voluntad de alcanzar el espacio, con una poderosa Mula Mecánica.

sábado, 6 de diciembre de 2025

Los desterrados, hijos de Eva…

 


Somos, efectivamente, los humanos, los  desterrados hijos de Eva, como he podido experimentar a lo largo de mi vida. Teniendo aproximadamente seis años de edad, recuerdo que al llegar la época de siega, me llevaban a los campos a contemplar aquellos fajos de  mies. En aquellos fajos, cogí con mis manos un insecto verde, que guardé envuelto en mi pañuelo y al poco rato, quizá con la presión que le hice al envolverlo, me repugnó el extraño color de los líquidos, que sacaba de sus entrañas. Asustado por esas  misteriosas entrañas del insecto, lo Paz entre los hombres, como se produjo el derrame de los líquidos interioreLs del insecto. Así como llegó la pérdida de la vida, con los colores misteriosos del insecto, se interrumpió la recogida de aquellas abundantes  mieses, ya segadas,  pero no dio tiempo a recogerlas al llegar en pocos días la Guerra Civil y allí se perdieron con el ambiente y con el fuego.

Así comenzó el destierro de mi familia, sufrimiento al  que siempre siguió  obligando a los humanos,  sometiendo, el porvenir de la Humanidad. Dejó mi padre abandonada la cosecha de trigo del año de 1936 y subidos con otros vecinos de Siétamo, en un camión, nos llevaron a Huesca, lejos de nuestro pueblo. Entraron los voluntarios de los sindicatos en él y siguieron atacando a la ciudad de Huesca. Cuando llegaban los bombardeos, nos bajábamos a las bodegas de la casa, pero aún así a mi hermano el pequeño Jesús, le pegó un tozo de metralla en un pie, pero no le hizo una herida grande. Ante esos bombardeos, que con los cañones y los fusiles, herían y mataban a tantos ciudadanos, en Siétamo y en Huesca, nos subieron en un camión y nos condujeron a Jaca.

Yo, no había todavía llegado a los seis años de edad, pero lloraba cuando mi abuela recogía las ropas, que nos íbamos a llevar al destierro de Jaca. Ella, como no podía llevarse todo lo que necesitaría para su destierro, iba dejando objetos y ropas en Huesca y yo, con mis cinco años y pico de edad, lloraba al ver a mi abuela abandonar, los objetos y las ropas.

Llegamos a Jaca, donde encontramos el consuelo de tratarnos con el primo hermano de mi padre, Don Paco Ripa y su familia, que nos dejó ropa para dormir en  la casa de Mazuque. No recuerdo el tiempo que pasamos en Jaca, pero sí que mi hermano mayor Manolo,  iba a los Escolapios y Luis, Jesús y yo mismo al Colegio de Santa Ana. En Jaca también había un ambiente de guerra, pues mirando desde lo alto de la meseta en que estaba situada la casa en la que vivíamos, se veían llegar desde Sabiñánigo, grupos de ciudadanos, que huían del dominio de los sindicatos, en el mismo. Mi hermano Manolo no tuvo daño con el trozo de metralla que le rasgó su cinturón.

Un día,  cuando íbamos al Colegio, empezaron a sonar   las sirenas que proclamaban los bombardeos y nos ocultamos rápidamente en el sótano del Ayuntamiento de Jaca. Otro día, estábamos con mi madre rezando en la catedral de Jaca, y se oyeron los sonidos de la aviación acompañados por bombazos. Nos horrorizamos y mi madre con un gran terror, se tiró al suelo debajo de uno de esos grandes bancos, en que se acomodan los fieles en los templos.

 En tanto morían inocentes, como una niña del pueblo de Bellestar, próximo a Siétamo, que cayó en el parque de Jaca, a causa de un bombardeo.

¡Qué horror causaban los fusilamientos que producían unos y otros!. Y en el frente, salían unos heridos y otros muertos, Me acuerdo que estando en Jaca, nos vinieron a ver voluntarios en la guerra, como José Antonio Llanas y Gabarre de Pueyo. Este ambiente de odio y de sangre, unido al miedo de ver a sus hijos muertos, mi padre Manuel Almudévar  Casaus nos impulsó a seguir el destierro de su familia. Y subimos a Ansó, en la frontera francesa. En Ansó todavía había ansotanos y ansotanas, vestidos con sus ropas típicas, que les proporcionaban una personalidad elegante y con mucha personalidad. Frente a la casa donde fuimos a vivir, estaba una pequeña Plaza, donde una ansotana ya mayor, se sentaba en una pequeña silla, donde hilaba lana para tejer calcetines, mientras en un cajón a su lado tenía una gallina “clueca”, que cuidaba una nidada de pollitos. Aquella señora, vestida totalmente de ansotana, parecía en lugar de una pastora montañesa, una auténtica reina, de la que me he acordado siempre y lo seguiré haciendo hasta que muera. Mi hermano menor,  Jesús, jugando con los pollitos, acabó con los mismos. El disgusto en mi familia fue enorme, pero la buena ansotana, en lugar de protestar, sonreía y no aceptó de ninguna forma, una compensación por el perjuicio que le habíamos causado. Íbamos a la Escuela y al llegar el invierno, los alumnos teníamos que llevar, para encender su estufa, un trozo de leña y yo recuerdo, que careciendo   mi familia de leña, no podía llevar. Me dio vergüenza no colaborar con los compañeros y no entré en el aula. Cuando se enteró mi padre, fue a hablar con la Señora Maestra y ésta le dijo que dada nuestra actitud de desterrados, no teníamos obligación de aportar leña a la Escuela.

¡Qué ansotanos tan nobles habitaban en este pueblo montañés, al lado de Francia!.

Pero a pesar de tales hechos, mi padre seguía con temor a dejarnos huérfanos y condenados a ser desterrado a Rusia, de los que todavía ahora, se escriben artículos de ellos. Y subió con mi abuela materna, Agustina Lafarga a Zuriza, en la misma frontera francesa, para conocer el camino, que tendríamos que seguir de desterrados, hacia Francia. Pero al volver a Ansó, se enteraron de que estaba cambiando el panorama de la Guerra Civil, porque se había dado el principio del fin de  la Guerra.

Entonces, llenos de optimismo, subimos otra vez a un camión y volvimos a Huesca, a casa de mi abuela. Era imposible volver a Siétamo, pues casi todo él, se encontraba abrasado por la Guerra y mi padre, recogió las parejas de mulas, que quedaron en la Torre Casaus, en Huesca, y con el señor Jorge, pariente de la señora Concha, que siempre nos había ayudado en las faenas de nuestra casa, siguió labrando sus tierras. Tras unos escasos años, puso sus tierras “a medias” con el señor Borruel y acomodó en una de las habitaciones de la casa de Siétamo, y la citada familia, se dedicó a practicar la agricultura. Mi padre no podía estar separado de su esposa, que sufría del corazón ni de sus seis hijos e hijas. Mi madre que había nacido en 1900, murió a los cuarenta y tres años, dejándonos a sus seis hijas e hijos. Mucho tiempo después de volver a cultivar nuestras tierras, sentí el dolor de mi padre por la muerte, después de unos treinta años, al verlo llorar en recuerdo de la  madre de sus seis hijos.

Este destierro no ha cesado nunca, pues si entonces estábamos huyendo siempre de la muerte y ahora, siguen otros pueblos, huyendo y muriendo de Irak, de Siria y de tantos otros lugares.

Yo ya soy viejo, pero siguen los destierros en este mundo, que he podido comprobar. Por ejemplo, yo tengo un amigo venezolano, de sesenta y cuatro años, con sus estudios  de Medicina, que ha huido de Venezuela, donde ejercía su carrera. El Doctor de apellido de Alicante, donde nació y marchó con sus padres a Venezuela,  el año de 1957. Me  habló de que su padre era Corredor de Seguros y emigró a Venezuela, donde estaba creciendo la economía, creyendo que en él, aumentarían sus negocios. Se quedaron a vivir en la gran ciudad de Caracas y allí, después de estudiar el bachillerato, fue a la Universidad  para salir Médico. Acabada su carrera, ejerció la Medicina en Caracas durante cinco años, en tanto su hermano sacó el título de Ingeniero Electrónico. Allí sigue trabajando en la  Compañía Telefónica de Venezuela, pero mi amigo el Médico, encontró dificultades en la práctica de la Medicina y marchó a España, sufriendo su propio destierro. Ahora,  con sus sesenta y cinco años, podría cobrar el retiro, pero, como su título no está obtenido en España, se quedó en una situación de necesitado.

Hoy vemos como de Venezuela emigran  numerosos ciudadanos al extranjero y tenemos la desgracia de ver las situaciones tristes de tantos venezolanos, que caminan por nuestras  calles, pero con enormes dificultades económicas. Mi amigo,  nacido en Alicante, volvió a España el año de 2013, acompañando a su hija, que se colocó en el comercio, teniendo elevados estudios de Biología. ¡Pobre señorita, ya que le ocurrió una situación delicada, debida a las tristezas de la emigración, que le produjeron una situación delicada y mi amigo tuvo que marchar a vivir en pensiones, que puede pagar,  porque un hijo suyo, que vive en Zaragoza, se las paga, con sacrificio de su pobre economía.

 Aquí,  en Huesca, mi amigo pasa sus apuros para dormir y para comer, pero muestra un rasgo de alegría, que siendo triste, es más placentero el ambiente social en España y no tan triste como el ambiente venezolano. Es un hombre culto, que reflexiona y siente alegría, a pesar de pasar a veces hambre el espíritu médico y el de un estómago humano, de un emigrante.

Esta historia del desterrado médico venezolano, en una más de las que inundan nuestra península, de los africanos, asiáticos e incluso abisinios cristianos, como nosotros.

He comenzado a escribir los destierros que la vida, ordena en este mundo y yo ,dando gracias al Señor, en la casa natal de los Almudévar de Siétamo, de la que el año de 1936, salí desterrado hacia Francia, sigo escribiéndolos, en el cuarto, donde había un molino para partir granos de cebada , para alimentar a las caballerías. ¡Gracias, Señor, por haberme concedido la gracia de volver a ocupar la casa de mis abuelos y de mis padres, a la que ya no pudo volver a hacerlo a mi madre Victoria Zamora Lafarga, esposa de mi padre Manuel Almudévar Casaus!. Cuántas personas murieron a causa de la Guerra Civil y de los caminos del destierro, que tuvieron que emprender. Ahora se mueren en España más ciudadanos que los que nacen y muchos que se van como desterrados al  extranjero. ¡Cuánto dolor ha experimentado la sociedad española y qué peso de dolor cae sobre mis ya numerosos años de vida!.

Hay otros altoaragoneses, que padecieron con las guerras, pero los hay que sufrieron por sus consecuencias. José Luis Bruis Lapuerta, primo hermano de mi ya difunto amigo, Joaquín Bruis de Siétamo, nació,  como yo mismo, el año de 1930. Yo marché de mi casa, debido a la Guerra Civil, el año de 1936, pero José Luis Bruis Bruis Lapuerta, se marchó de Velillas, unos años antes. ¿Cúal fue su lugar de destino?. Al poco tiempo de nacer, se fue a Francia, con sus dos padres, a saber José Luis Bruis, primo  de Joaquín Bruis de Siétamo e Isabel Lapuerta de Velillas. No se fueron por motivos bélicos, sino por la pobreza   que reinaba en aquella vida tan miserable. ¡Era tal la  pobreza qué reinaba en estos pueblos del Somontano,  que tuvieron la decisión de emprender su emigración a Pau!. Yo estuve el año pasado en Oloron, que con Pau, son las dos poblaciones más importantes del Bearn francés.  En un parque de Oloron, estaban grabados varios apellidos altoaragoneses. No es extraño que José Luis Bruis, encontrara apellidos aragoneses en ese territorio. Emigraron al Bearn, pero no es éste un espacio ajeno a Aragón, porque el Barón del Bearn, luchó en la Reconquista española y murió en dicha guerra, estando enterrado en el Pilar de Zaragoza.

No es extraño que entonces, José Luis Bruis, cuando fue a Francia, conociera algún individuo con un apellido altoaragonés. En el Pórtico de la Catedral de Oloron, hay dos estatuas de moros, haciendo un esfuerzo para sostener el Pórtico y en Velillas todavía recuerdan un convento francés.  Del Bearn, por Canfranc, fueron las tropas del Bearn a conquistar Zaragoza, tomando en su caminar por Aragón,  la Villa de Almudévar, en la cual pusieron de alcalde a un bearnés, que recibió el apellido de Almudévar, del que descienden los Almudévar, no sólo en Siétamo, sino en España, como en Valencia.José Luis Buil no era un elemento extraño en el Bearn, donde se encuentran varios apellidos españoles, y por tanto no es raro que en esa tierra, se encontrase algún pariente o conocido, entre otras razones porque la emigración de aragonesesal Bearn, era frecuente. En Francia asistió a la Escuela, como todavía asisten algunos hijos de Hecho. Después se colocó, hasta que lo  hicieron Gerente de una Cadena de Supermercados, que ha llegado a instalarse en España y que se llama el Carrefour. Vivió casi siempre en Pau y ahora lo hace en Toulousse, donde vive una hija suya. Si, José Luis vivió en Pau, pero con frecuencia lo llamaba su amor a la comarca, donde nació y,  con cierta frecuencia iba a Velillas, a Blecua y a Siétamo.

Si, José Luis Bruis ha amado siempre  España y ahora, que tiene ochenta y seis años, ha querido cumplirlos en Siétamo, en casa de su primo-hermano Joaquín Bruis. Yo hago con frecuencia visitas a Joaquina  Larraz, viuda de Joaquín Bruis y esta llamada de mi corazón con el de Toñín de Bruis y de su madre, me llevó una vez más a visitarlos y el Señor hizo que me encontrara, sentado en un sillón cómodo con José Luis Bruis Lapuerta. Esta llamada del corazón me hizo conocerlo, después de multitud de años, desde el año de 1930, en que ambos nacimos. Allí, en casa de Bruis de Siétamo y acomodado en un sillón, que se inclina por mandato eléctrico, me conocí con un  hombre feliz, casi acabados él y yo, pero por la voluntad de Dios, pudimos despedirnos el día de su santo.

Cuando Joaquina nos presentó, salieron de su boca muchas palabras de amor a esta Patria, que hace ya cerca de cien años, abandonó él, camino de Francia y yo con mi familia fuimos a Zuriza, con la intención de pasar a Francia, pero gracias al Señor, pudimos volver a esta Patria, en la que nos despedimos de esta vida.

La vida de José Luis Bruis, empezó con la marcha de su padre a Francia en 1910, a donde  tuvo que caminar a pie, buscando trabajo, que le dieron en el Túnel Viejo de Somport. En Pau conoció a Isabel Lapuerta,que estaba haciendo tareas domésticas en una casa. En Francia se casaron, pero la buena Isabel, quiso dar a luz a su hijo en Velillas, en la Casa del Esquilador.

José Luis Bruis, pasó unos días felices en casa de su primo-hermano Joaquín. Se marchó cansado por haber contemplado una película de toda su vida, entre España y Francia, pero yo espero que haya descansado de tantas emociones.

Aragón y el Bearn, trazaron una vía de ferrocarril, entre Pau y Huesca,comenzada en la vida de Alfonso XII y viniendo del Bearn, yo contemplé la renovación del ferrocarril desde Oloron hasta Bedous. El espíritu de José Luis Bruis, está colaborando en la unión por Canfranc, para que sus amadas tierras, dentro del Mercado Común Europeo, le den pronto la oportunidad de visitar desde Pau  hasta Velillas, Blecua y Siétamo.        

viernes, 5 de diciembre de 2025

La Luna.-



Ayer, día seis de Mayo, estando contemplando el horizonte y la arboleda del  Parque, observé como desde el cielo,  una Luna redonda, que me pareció que estaba mirando, como buen satélite de nuestra Tierra, su marcha hacia la noche. Me fijé en sus ojos, que da la impresión de que lo miran todo, con su forma redonda y parece que sonríe con unos labios montañeses, dibujados o levantados por sus zonas más o menos creadas por una geografía, lejana de nuestro mundo. Yo observaba la Luna y ella me daba la impresión de que se estaba mirando en mí, pero yo no podía apreciar si me miraba por una curiosidad, humana como la mía o por una capacidad de observación, de lo que se posaba en esos momentos, delante de sus “rocas oculares”. Me causaba su mirada una demanda del satélite, que yo no comprendía si eran unos ojos vivos o era una mirada que hacía pensar a mis preguntas, y yo no sabía si era una mirada real o era una  “tomadura de pelo” por parte de la Luna, que si estaba pensando en los lejanos  seres humanos, que la hacían sonreír o era una “mirada pétrea” indiferente a la humanidad.
Es la identidad de la Luna un misterio, porque los niños les cantan coplas, como: “Ay, Luna, Luna lunera, cascabelera-debajo de la cama tienes la cena-Luna lunera, cascabelera,- cinco pollitos y una ternera- Luna, lunera cascabelera- toma un pedazo, para comerlo” y piensan en ella como si fuera un “abanico inmenso y  rocáceo”. atmosférica, y dice: “La Luna vino a la fragua-con su posición de nardos.-El niño la mira mira.-
Además Federico García Lorca, escribió su Romance de la Luna y hace pensar en su labor al niño que está mirando.- En el aire conmovido-mueve la luna  sus brazos-y enseña, lúbrica y pura,- sus senos de duro estaño.- Huye luna, luna, luna.- Si vinieran los gitanos,-harían con tu corazón- collares y anillos blancos.-NIÑO, DÉJAME QUE BAILE.-CUANDO VENGAN LOS GITANOS, TE ENCONTRARÁN SOBRE EL YUNQUE- CON LOS OJILLOS CERADOS.-El jinete se acercaba- tocando el tambor del llano.-Dentro de la fragua el niño,-tiene los ojos cerrados.-Por el olivar venían,-bronce y sueño, los gitanos.-Las cabezas entornadas- y los ojos entornados.- ¡Cómo canta la zumaya,-ay como canta en el árbol!. Por el cielo va la Luna-con el niño de la mano.- Dentro de la fragua lloran,-dando gritos los gitanos.-El aire la vela, vela.- el aire la está velando.”
A mí, me hace pensar la Luna, en su destino por parte del Señor, pero a los niños la Luna los está cuidando, y estos le cantan coplas, como las que acabo de escribir, y que le dicen: ”Ay, Luna, Luna, lunera cascabelera-debajo de la cama tienes la cena.- Luna lunera, cascabelera, cinco pollitos y una ternera.- Luna, lunera cascabelera, toma un pedazo para comerlo”. Y el niño piensa en ella como si fuera un “abanico inmenso y rosáceo”.
Parece que la luna no tiene vida propia, pero “a los niños la Luna los está cuidando y cantan coplas”.
Pero no se cuida la redonda Luna solamente de que los niños jueguen y se alimenten, sino que la aman y se fijan en ella por las noches, los gitanos, como el gran poeta Federico García Lorca, nos hace conmover nuestros corazones, con su “Romance de la Luna”.   
Pero, ¿qué tiene la Luna? que por la noche nos hace ver en ella unos ojos misteriosos y unas veces nos inspira que nos sonríen y otras nos parece que lloran. Pero son los niños los que cantan ¡Ay Luna, Luna lunera, debajo de la cama tienes la cena!. Y los gitanos que describe García Lorca, se  están mirando, como el niño que espera la muerte “mira, mira, el niño se está mirando”.  “Niño déjame que baile -cuando vengan los gitanos,- te encontrarán junto al yunque-con los ojillos cerrados. Huye luna, luna huye, si vinieran los gitanos.-te encontrarán sobre el yunque-con los ojillos cerrados”. ¡Como el Poeta mezcla la vida del  gitanico  con la muerte, en el yunque andaluz, que golpeaban en sus sonoros martillos!. ¡Cómo aquellos gitanos andaluces, cuando lleguen a su herrería, se encontrarán sobre el yunque, al gitanico, muerto,  con los ojillos cerrados!. Y el poeta exclama: “¡Niño, déjame que baile!.” Pero ¿qué baile sueña  Federico, que habrá iniciado el gitanillo?, tal vez sea el que todos los hombres hemos de emprender de la vida a la muerte. Porque “cuando vengan los gitanos, te encontrarán sobre el yunque- con los ojillos cerrados”.
El Poeta Federico García Lorca, era un gran poeta que admiraba las virtudes de los gitanos y en esta poesía, describía con un gran amor las cualidades que tenían, trabajando en Andalucía el hierro,  pero conservando sus viejas tradiciones y tenía un corazón humano muy sensible, que sentía el dolor del gitanico, muerto en su forja, que hace llorar al lector sentimental y humano.
La Luna hace pensar a los humanos en todos sus pensamientos, cuando la miras no te responde inmediatamente, pero los niños le piden los alimentos que apetecen y parece que si esa Luna, siente en sí misma, un ardiente amor, que les canta en sus corazones “ mira, mira ,debajo de la cama tienes la cena”. Y los gitanos se sentían protegidos por la Luna, porque ellos tienen un amor a esa bella y redonda cabeza con la que se aman, aunque no comprendan, cuando la miran, sus ”mudas palabas”. Los que miran hacia la Luna no comprenden lo que les dice, pero la Luna no los abandona, porque el poder imperial del Sol sobre las mareas, es inferior al de la Luna,  que los mira con un gran amor, como ellos la adoran  amorosamente.
Pero la historia y la geografía nos explican que la Luna  produce  las mareas, que en el mar suben y bajan.  La  cara de la Luna cuando mira hacia el Mar, se entrega hacia ella y a la altura máxima la llaman “pleamar” y cuando disminuye su altura, la llaman “bajamar”. Las mareas se producen por un “desequilibrio  gravitacional”, que hace perder la compensación del agua del Mar a lo largo de todo el Planeta. La Luna no es la que tira del agua hacia arriba, porque si lo hiciese, también aparecerían mareas en las lagunas, en los estanques e incluso en las piscinas. Las tareas que son más efectivas, aparecen en la Luna Nueva, porque en ellas apoya la gravedad del Sol a la de la Luna, que hacen su fuerza en la misma dirección.
El Satélite lunar se encuentra en la Luna Nueva, ayudado por la fuerza del Sol. Influye la Luna en los niños.
El influjo de la Luna en los gitanos, lo demuestra, con el lamento del poeta Federico García Lorca, que horrorizado del encuentro de los gitanos con el cadáver del gitanico, escribió:” Huye luna, luna huye, si vinieran los gitanos, te encontrarán sobre el yunque, con los ojitos cerrados”.   

El río Guatizalema

                 Santa Eulalia la Mayor – Casbas de Huesca Hay una antigua novela escrita sobre el río Guatizalema,en la que intenta casarse...