La Cucaracha
de Kafka era rara, como lo eran las que caminaban por las paredes del
dormitorio de la pensión de Zaragoza, donde yo dormía cuando en dicha Ciudad
estudiaba. Al escritor centroeuropeo Kafka, un hombre se le convirtió en una
enorme cucaracha, que colocada sobre la cama en decúbito supino, meneaba las
patas impotente. No podía caminar, no podía progresar el negro coleóptero, porque
como dice el refrán se hace camino al
andar. Le pasaba a la cucaracha de Kafka lo mismo que a la cucaracha española
que nosotros, al menos mis compañeros de pensión y yo conocimos, porque al
golpearlas por la noche, después de
encendida la luz, algunas morían
pero otras ya "no podían caminar porque les faltaban las patitas de detrás", como se cantaba en
aquellos tiempos. Si, se cantaba: "La cucaracha ,la cucaracha ya no puede
caminar, porque le faltan, porque no tiene las dos patitas de atrás" y tal
vez sufrieran la pérdida de sus patitas a causa de las marchas cucarachiles por los caminos de las paredes y los suelos, pues
como dice no se quien, esas marchas además de proporcionarles las ventajas de
la consiguiente concurrencia, en la que se sentirían felices, les han hecho
sufrir los padecimientos de la persecución,
que llevaba consigo el tránsito de sus tropas por las viviendas del país
que recorrían; si, del país habitado por los hombres y recorrido por las
cucarachas. Pero parece ser que esta canción mejicana comparaba a los hombres
con las cucarachas, como cuando dice :"Pancho Villa cuando viaja, necesita
dos vagones, uno para su equipaje, y otro para sus talones” .Y el tránsito de tropas sería el de los humanos que se
defendían, contra el tránsito de las marchas cucarachiles, cuando todavía no
existían los insecticidas, con alpargatazos y otros golpes violentos y otras
veces el tránsito de Pancho Villa y sus guerrilleros, más pesados que las
pulgas y que las cucarachas.
Hemos vencido
a los insectos, pero sigue el tránsito de tropas, que no cojean sino que vuelan
en aviones para trabajarse otros países que se quedarán patas arriba como la
cucaracha de Kafka y negros de luto como ella y otros sin poder caminar, como
le pasaba a nuestra cucaracha.
Durante estas
noches de Enero, otro insecto me ha machacado la cabeza, como un compresor que
con su cri-cri continuo y monótono me comunicaba y me hacía escuchar las
explosiones en el Medio Oriente, allá en
Irak, en la Europa Central, allá en Kosobo o en Sierra Leona, en el Africa Occidental;
tal vez fuera ese crí-crí el grillo de
la radio, que antes alargaba la noche con sus músicas nostálgicas. Y yo
escuchaba ese crí-crí sonoro, que se extendía "sur toute la Vallée du
coeur endolori", sobre todo el valle de mi corazón dolorido...y ahora
todavía con el corazón más dolorido que el mío, el pueblo escucha los crí-crís
de todas las emisoras, que no se limitan a poder ser oídos "sur toute la
Vallée", sobre todo el Valle ,sino que se escuchan por todo el mundo.
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