En uno de estas días en que se
habla tanto, de la pobreza del País, que
tanto le hace sufrir, después de
tanto pensar, filosofar, de crear historias mitológicas de los dioses del Olimpo, de las musas, de
los divinos hombres y caballos, de los
legendarios centauros, al mismo tiempo, que los minotauros, ahora los griegos tienen que pensar en el
nivel de vida, que es el problema que preocupa a los
ciudadanos, en los tiempos
modernos.
La cultura de Grecia ha sido un
modelo para los pueblos, a medida que iban ascendiendo en su nivel de vida.
Desde la Filosofía de Aristóteles hasta el deporte de las Olimpiadas, han
inquietado los espíritus y los cuerpos de los ciudadanos.
Hoy he entrado en un local,
dedicado a sacar fotocopias. Al entrar
en él, a la izquierda del mostrador, colgaba
un cuadro de gran belleza. Representaba esa belleza de la cultura
griega, con un edificio, mutilado por los siglos, a las orillas del mar Egeo, que con sus ondas baña aquel
paisaje. Debajo de esa arquitectura, que exhibe la antigua belleza de Grecia,
aparecen los capiteles, unos dóricos, muy sencillos, otros jónicos y debajo de ellos, los un tanto
rebuscados capiteles corintios. Al lado de esta exposición
arquitectónica, hace sonreír al que contempla esta visión, una rosa de
color sonrosado, que parece adornarse a sí misma con pequeños ramos de rosal.
Aquel ramo se unía con su atracción natural, con la arquitectura creada y levantada, ya hace siglos, por los griegos.
Han pasado los siglos y las invasiones
turcas y las guerra europeas, han casi
destruido el clasicismo helénico. Al mismo tiempo la vida moderna ha buscado el
bienestar, destruyendo el capital moderno, como el tiempo con sus guerras, destruyó casi
su arquitectura.
En la parte inferíos del cuadro,
se muestra una jaula de perdiz, con la que el antiguo pueblo cazaba las
sabrosas perdices. Esta jaula representa
la modesta economía de los griegos unida a la ganadería y a la pesca y a
su lado gira alrededor de sí mismo un ramo de un bello vegetal, que ha perdido
la frescura de la rosa, que representa la frescura de la vida del hombre.
En el ángulo derecho e inferior
del cuadro, de una maceta brota una planta de bellas flores, que ha perdido su
frescura y a su lado hay una corona tal vez real, que en su desaparecido
cerebro portador, vivió la belleza de la Arquitectura griega, de sus naves
comerciales y de sus filósofos.
Ahora permanece, quieta, tal vez
esperando que de una fuente artística, con sus dos asas laterales y la superior
de su cubierta, sean abiertas por el pueblo griego y salgan de ella, las viejas
virtudes de ese pueblo, que fue sabio.
La parte inferior del cuadro, muestra
un texto latino, en el que, en cierta fase, se lee :” Quam rationem eleganter
explicat Philo in libro de mundi
oficio, ubi sic ait : ut igitur convivadores nupcias ad coenam
vocat”. ¡Que el mundo moderno que se
está formando en Europa, llame a Grecia a su Gran Cena!.
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