En el Salón de Actos del “Hotel Natura Park”, impulsadas por
la música rítmica de “Un corazón”…”corazón, corazón”… se oía musicalmente y
hacía bailar acompañando sus notas, a las variadas y graciosas mujeres. Eran
dos filas de corazones femeninos, que acompañaban la belleza del sonido.
¡Qué ritmo interior acompañaba los corazones de aquellas
mujeres!, porque se movían rítmicamente, todas ellas.
Se adivinaban las vidas privadas de esas rítmicas mujeres, por
sus movimientos en la vida, que fueron regidos por el trabajo, la preocupación
por sus hijos y por las faenas económicas de sus casas.
Ahora, se sometían colectivamente, al ritmo musical y
unidas, bailaban y se desplazaban con alegría y sin prisa acelerada, sobre el
suelo del Salón.
Parecían un grupo de mujeres angelicales, que se sentían
felices y gozaban de la vida.
El andaluz, Carlos Fernández, hacía sonar el moderno
organillo con músicas, que unían el ritmo musical con la armonía de sus figuras
femeninas, que gozaban felices del mismo.
No se apreciaban defectos en los bailes femeninos, pero
Carlos , bajaba desde su elevado organillo y unía los ritmos de su cuerpo a los
ritmos de las damas.
¡Qué feliz me sentí
escuchando el din- don, din –don del corazón- corazón, de las mujeres, que eran
un símbolo de la vida humana!.
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