Lanuza no es sólo una
palabra, sino que fue ya hace muchos siglos, una población viva, muy viva, que
llegó a tierra darse por muerta con la creación de un Pantano, de esos que
matan la Montaña para que la Tierra Baja se enriquezca con los riegos y se
ilumine con la energía eléctrica. Cuando subía al Sanatorio de Panticosa,
pasaba por mis ojos la visión maravillosa del pueblo de Lanuza y a sus pies ,bañándolos,
la acompañaban las aguas del Pantano, que no recuerdo si eran verdes o azules, pero
lo que llamaba mi atención ,era que estaban claras. Entonces la población había
desaparecido, porque les habían expropiado sus tierras y sus casas. Sus habitantes se habían repartido por todo el
mundo, unos fueron a Huesca y otros a Zaragoza ,donde eran conocidos y ellos
mismos se identificaban ,con una gran dignidad, con el apellido Lanuza, el
mismo que el nombre del pueblo, ya desde antes de Felipe II. Este condenó a
muerte al Justicia de Aragón, sin juicio. Don Juan de Lanuza, porque de Lanuza
era el origen de su familia y al ser conducido a su ejecución exclamó:
“Traidor no, mal aconsejado, si”. Lo mismo ocurrió con todos los habitantes de
Lanuza, que fueron víctimas del Pantano de su mismo nombre y hoy, por propias
ideas y habiéndoseles devuelto sus casas, las han restaurado, empezando por la
Casa de Dios, es decir su Iglesia y hacen que aquel territorio tan hermoso sea
cuna del turismo de la Montaña.
Todavía recuerdan la antigua
casa de los Lanuza, que hoy, después de experimentar las modificaciones que
lleva la ausencia de tan noble familia durante tantos años y que ha sido sustituida
por otros “lanucinos” y a la que todos conocen como Casa del Rey.
Los últimos días que
permanecieron en Lanuza, bailaron su dance, como haciendo participar en su despedida
lo más sagrado que tenían y que sería de distinta forma a la que en años
anteriores habían bailado, porque en esta ocasión, los dances iban acompañados
de lágrimas. Pero gracias a Dios, no fue aquella la última vez que se danzó el
dance de Lanuza, ya que Angel
Pérez Ventura me dijo: el día 22 de mayo es la Fiesta Pequeña de Santa Quiteria
y se ha vuelto a bailar el antiguo dance o “paloteo”, que con el choque de sus
palos “,manejados por los “churdos” o hijos fieles de Lanuza, golpean en la
sensibilidad de todos los corazones de los que asisten a ver este baile y a
escucharlo. Esta vez no lloraron los danzantes, sino que su corazón estaba
alegre, viendo resucitar las ruinas de las casas y de las costumbres de su
pueblo.
Fue la iglesia parroquial la
primera casa que reconstruyeron los vecinos de Lanuza, poniendo sus esfuerzos
físicos, su dinero y principalmente su corazón. Me lo enseñó mi amigo Angel y
comprobé como habían colocado un retablo, con esculturas antiguas en su parte
alta y procedentes del pueblo de las Cinco Villas, conocido por Erla. En el Coro
llama la atención un trozo del antiguo retablo de la misma iglesia, enmarcando
una silla de madera, en la que se sentaba el párroco, cuando los fieles
cantaban en algún día de fiesta, las Vísperas. Dicha silla fue devuelta
voluntariamente por el dueño de un Hotel de la próxima estación de esquí del
Formigal.
Un veraneante de Sallent, que
era catalán, sacó una campana que tocaba las horas del reloj de la torre, cuyo
nombre era Orosia, colgando sogas del campanario
y el señor Paniciello, como se llamaba el catalán, al enterarse de que
se iba a recuperar el pueblo, entregó voluntariamente la campana, que
primitivamente procedía de una vieja y desaparecida ermita.
¿Cuándo volverá a tañerse la
“campaneta” y cuando volverán los vecinos de Lanuza a escuchar su
bello sonido?.
De la iglesia nos condujo Angel
al “Hotel La Casueña”, construido por sus hijas e hijos en el antiguo edificio
donde se alojaban sus ganados. Tuve que marchar enseguida de tan hermoso lugar,
donde el descanso se inicia en el mismo momento en que penetras en él, ya que
al llegar a su portal de yerros forjados, contemplas la elevada iglesia y al
fondo la Peña Foratata, que parece indicar a los hombres la dirección del
cielo.
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