Hoy día de Todos
los Santos, ha llegado a mi casa un cuadro que representa una Cruz, que, en
días como este, en todas partes se ve adornada de flores, sobre todo en la
Televisión y en los cementerios a los que uno va a rezar por sus familiares
difuntos y a llevarles flores. Pero no está únicamente representada dicha Cruz,
sino que desde “A Fondera” u Hondura de Siétamo, se ve en primer lugar, en la
parte de abajo, la escalera por la que se sube a la puerta antigua de la huerta
o jardín, que perteneció en tiempos pasados al Conde de Aranda y más arriba se
contempla airosa, dominando la Hondura la adornada Cruz, por un glorioso arco
de piedra, que la cobija.
¿Quién ha
pintado tan hermoso cuadro?, sencillamente un hijo de Siétamo ,que de niño
bajaba muchas veces desde la Cruz a la huerta ,en la que entraba por su
artística puerta de piedra labrada y allí se metía en la caseta ,en la que
antiguamente ,se bañaban mis antepasados y antepasadas ,en una bañera de zinc
,que estaba dentro y a la que entraba el agua calentada por el sol en la pared
sur de la caseta ,contenida en una pila de piedra que aún existe; desde allí
pasaba el agua a la bañera de zinc, después de abrir un grifo. Paseaba por las
sendas marcadas todas ellas por unos bordes de piedra labrada, iba a la balsa,
donde a veces pescaba tencas o se ponía a dormir la siesta debajo de las
sombras de dos enormes tilos, de los que cuando llegaba el tiempo, acumulaba
las flores de tila, con las que tomaba en su casa una tisana, que calmaba los
nervios.
En aquella
huerta tuvo la familia Abarca de Bolea su huerta-jardín y allí bajó Ana
–Francisca de Bolea a buscar rosas para ofrecérselas al Cristo que presidía la
capilla del Palacio, que hoy, por desgracia ya no existe. Allí cogían laurel
para hacer coronas de Semana Santa y adornar la iglesia en las Navidades.
Cuando se acabó la dinastía de los Arandas, Don Manuel Almudévar Cavero compró
la huerta y mandó tallar la puerta por la que se entra en ella, en cuya parte
alta está escrito quien la construyó, añadiendo el año, que es el de 1877. Pero
José Borruel o Don José Borruel, Maestro Nacional, según como lo recuerden sus
amigos o sus alumnos, pintó la puerta por la parte de abajo y puso como fondo
la Cruz, la muralla más arriba y en lo más alto, parte del mismo Castillo.
“Por la cuesta
del Castillo-unos suben y otros bajan-unos miran desde arriba y otros miran
desde abajo”. Los que miraban desde arriba contemplaban el paisaje y los que
desde abajo lo hacían contemplaban las obras de los artistas de la piedra.
José hizo tal
cuadro para recrearse con sus recuerdos de niño, pero se lo pedían todos
aquellos que lo veían, pero como antiguo amigo mío, sintió el impulso de
regalármelo a mí y el día de Todos los Santos, que vino a Siétamo a rezar por
sus queridos padres, apareció por mi casa con el cuadro.
Gracias José,
por acordarte de mi padre, de mí, de mi casa y por hacerme recordar la huerta y
su puerta, la caseta, la balsa, los tilos, el eucaliptus y hacerme pensar en
otras personas, que fueron felices también en tales lugares y en su casa-castillo,
como llamaba Ana-Francisca Abarca de Bolea al Palacio, rodeado de murallas, que
se ven, en parte, en la zona de arriba del cuadro.
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