Buenas tardes a
todos, vecinos, amigos y familia… Gracias por estar hoy aquí, acompañando a mi
padre, en la presentación de su libro.
Ignacio Almudévar
Zamora nació en Siétamo hace 93 años en una casa de labranza. En Siétamo
aprendió a amar la tierra, a los animales y a sus gentes. Antes de cumplir 6
años estalló la guerra civil en España y vivió los primeros bombardeos refugiado
en la cripta de la iglesia.
De su pueblo se
marchó con sus padres y sus cinco hermanos, a Huesca. Luego a Jaca y después a
Ansó, donde aprendió a ser un niño más en un pueblo de montaña.
Después de la
guerra volvió a Huesca a vivir a la casa de su madre, en el Coso Alto. Recuerda
una infancia feliz, jugando con sus hermanos. Estudió en el colegio
Villahermosa hasta los 12 años, cuando se fue a Escoriaza, Vitoria, para ser
fraile viator. Allí conoció la muerte de su madre, solo, lejos de su familia. Finalmente,
no cuajó su vocación y por mediación de su hermano Manolo abandonó la vida en
el convento.
Estudió veterinaria
en Zaragoza. Al volver a Huesca conoció a Feli, una excepcional mujer de
Torralba de Aragón, con la que volvió a Siétamo, para cultivar las tierras y levantar
la casa que la guerra había castigado. También para crear una gran familia. Los
dos devolvieron la vida a la casa, que siempre ha tenido las puertas abiertas a
toda su familia (a sus hermanos, hijos, sobrinos y nietos), convirtiéndose en el hogar
al que todos vuelven.
Ejerció como
veterinario en Bolea, Barbastro y en los pueblos del Somontano de Huesca. También
su inquietud por mejorar Siétamo y el bienestar de sus vecinos le hicieron
entrar en política. Estuvo 25 años como alcalde y fue vicepresidente y diputado
provincial.
Ignacio es un
hombre observador, que le gusta escuchar a la gente y conocer las costumbres y tradiciones
de una tierra que tanto ama. Fruto de ese interés comenzó a escribir y contar
historias en la prensa, primero en fabla aragonesa, porque quería poner en
valor la lengua de su pueblo, como ya hizo Ana Francisca Abarca de Bolea, en el
siglo XVII.
A lo largo de los
años ha publicado tres libros: en 1.980, “Claroscuros” y en ese mismo año, “Beyendo
mirar o Sol”,que fue el primero editado en fabla aragonesa por el Consello.
En el 2005 salió
a la luz: ‘Retablo del Alto Aragón en el último tercio del siglo XX’, editado
por el Instituto de Estudios Altoaragoneses.
Ignacio ha
publicado centenares de artículos en la prensa de Huesca y participó en programas
de radio entre 1965 y 2004. Ya jubilado, creó un blog junto a su fiel escudero
Santiago: ‘Escritos de Ignacio Almudévar’. Esta actividad creativa es la que le
mantiene vivo, es su ikigai. Todas las mañanas publica, imprime y sale a la
calle a repartir sus artículos, recibiendo el cariño de la gente.
Ha participado en
charlas y conferencias, y ha recibido reconocimientos y premios, como dos que guarda
con especial cariño. El premio Chuana Cosculluela concedido por el Gobierno de
Aragón en 2016. Y cuando haciendo la Mili, el coronel le premió con una semana
de permiso por uno de sus escritos. Allí quizás nació este costumbrista y
contador de historias.
Hace unos meses,
José Luis Añaños, responsable de la ‘Editorial Pirineo’, le propuso editar un cuarto
libro. Es este que tengo en mis manos. Lleva por título: ‘Evocaciones’. Este
libro recoge un pequeño resumen de toda su creación literaria en la que mira al
pasado desde su ventana de Siétamo. En ‘Evocaciones’, Ignacio rememora a lo
largo de 64 relatos- recuerdos y testimonios acumulados durante su vida, que le
han dejado huella.
Desde su mirada
sincera, nostálgica y reflexiva, Ignacio habla en estas páginas de sus juegos
de infancia en Siétamo; los desastres de la guerra; su añoranza al mar, de San
Úrbez, San Vicente y San Lorenzo; de la tauromaquia; los gitanos; el tejedor que
hace música; la picaresca nacional; el reírse de uno mismo; la muerte y las
señales desde el más allá a través de los animales; y de la huerta, el secano y
el regadío que nunca llega. Pero también describe paisajes que resultan
familiares. De los caminos del Alto Aragón; el Pirineo y sus ríos; del Salto de
Roldán, Montearagón; el Viñedo; la laguna de Sariñena; las cuevas de Bastarás;
la Fuente de Marcelo; las campanas de San Pedro, las viejas calles de Huesca…
Todo ello lo hace a través de un lenguaje descriptivo, directo y cercano, sin
huir de la ironía ni visión crítica.
Desde la cadiera
de su casa, al calor de la lumbre, recuerda momentos protagonizados tanto por
personajes ilustres, como Goya, Félix de Azara, Orwell o los hermanos Saura,
como por gentes únicas del Alto Aragón, como Joaquina de Siétamo, Ballarín de
Velillas, Bescós de Panzano, Bercero de Torralba, Sorribas de Ibieca o Casanoba
de Sariñena, entre otros muchos. Algunos relatos se completan con dibujos
realizados por su hermana María en los años 40 y con pinturas al óleo de su
mujer Feli.
La foto de portada está tomada en Siétamo, por
su sobrina Natalia. En un día especial de reencuentros, recuerdos y despedidas.
En esa imagen se
refleja el verde del campo, el Valdecán, las carrascas, la Sierra de Guara, el
cielo azul con sus nubes blancas, y el camposanto.
Ahora, su nieta
Belén nos va a leer el relato “El laurel”.
A continuación
Ignacio nos va a leer “Al ritmo”.
Simplemente sólo
me queda agradecer a todos los que han participado de una manera u otra en la
edición de este libro.
En primer lugar,
a la Editorial Pirineo, a José Luis Añaños y Maite Corcuera, responsables de su
publicación.
-Al Ayuntamiento
de Siétamo y su alcalde, José María Loscertales, que nos ha cedido la
biblioteca para su presentación.
-A Santiago
Adiego, que tantas horas ha empeñado en que este libro vea la luz. A Feli
Bercero, por estar siempre a su lado. Y a todos vosotros por acompañarnos en un
día tan especial.
- Y a ti papa por
ser un hombre auténtico y estar hoy aquí
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