A las palomas de San Lorenzo les ha
llegado una mancha oscura: la contaminación; una contaminación trágica, porque
ha sido provocada por el hombre.
Yo soy amigo de las palomas, porque
ellas son amigas del Hombre; anidan en sus iglesias, se recrean en sus jardines,
arrullándose y haciendo escenas de amor, que han sido cantadas por los poetas.
Reciben alimento de manos de algún anciano, al que se acercan, cuando ya no
quiere acercarse a ellas. Incluso las pobres palomas, se han adaptado a la vida moderna y esquivan hábilmente el
peligro de los animales, pero la “infeliz avecilla” no puede esquivar “la
mancha oscura” de los pesticidas (insecticidas, herbicidas, fungicidas, etc.)
Quiero mucho a las, palomas, pero amo
más a los hombres y entonces me acuerdo de aquel refrán que dice :” Cuando las
barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar “
Es triste ver una paloma muerta,
animal carente de hiel, como otro amigo del Hombre que también es el caballo,
pero más triste sería ver como los niños iban apareciendo muertos como las
palomas.
Traigo a colación este tema, porque
estos días han aparecido cadáveres de palomas en la plaza de Navarra. El compañero
veterinario, José Miguel Fernández Pueyo, los llevó a la Facultad de
Veterinaria de Zaragoza, donde después de analizadas, resultó que habían muerto
por contaminación de pesticidas.
Esta es una de tantas anécdotas, que
hacen reflexionar sobre el futuro de la humanidad y sobre la inconsciencia con
que ésta ataca su propio medio ambiente.
Pero hay una diferencia entre el
hombre y la paloma:ésta no tiene hiel y el hombre tiene, por desgracia ,vesícula
biliar. ¡Cucurrucú, paloma blanca, te quiero!
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